27 d’abr. 2010

Cegueras, dos


“Salimos de Salamanca, y llegando a la puente, está a la entrada della un animal de piedra que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal; y allí puesto me dijo:
- Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro dél.
Yo simplemente llegué, creyendo ser así, y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afrirmó recio la mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres día me duró el dolor de la cornada, y dijome:
- Necio, aprende que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.
Y rió mucho la burla. Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que como niño dormido estaba. (…)

Comenzamos nuestro camino, y en muy pocos días me mostró jerigonza. Y como me vieses de buen ingenio, hogábase mucho y decía:
- Yo oro ni plata no te lo puedo dar, mas avisos para vivir muchos te mostraré.
Y fue así que, después de Dios, éste me dio la vida y siendo ciego, me alumbró y adiestró en la carrera de vivir.(…)

Visto esto y las malas burlas que el ciego burlaba de mí, determiné de todo en dejalle. Y como lo traía pensado y lo tenía en voluntad, con este postrer juego que me hizo, afirmélo más y fue así, que luego otro día salimos por la villa a pedir limosna, y había llovido mucho la noche antes. Y porque el día tan bien llovía, y andaba rezando debajo de unos portales que en aquel pueblo había, donde no nos mojamos, mas como la noche se venía y el llover no cesaba, dijóme el ciego:
- Lázaro, esta agua es muy porfiada, y cuanto la noche más cierra, más recia. Acojámonos a la posada con tiempo.
Para ir allá habíamos de pasar un arroyo, que con la mucha agua iba grande. Yo le dije:
- Tío, el arroyo va muy ancho; más si queréis, yo veo por donde travesemos más aína sin nos mojar, porque se estrecha allí mucho, y saltando pasaremos a pie enjuto.
Parecióle buen consejo y dijo:
- Discreto eres, por esto te quiero bien . Llévame a ese lugar donde el arroyo se ensangosta que ahora es invierno y sabe mal el agua, y más llevar los pies mojados.
Yo que vi el aparejo a mi deseo, saquéle de bajo de los portales y llevélo derecho de un pilar o poste de piedra que en la plaza estaba, sobre el cual y sobre otros cargaban saledizosde aquellas casas, y digóle:
- Tío, éste es el paso más angosto que en el arroyo hay.
Como llovía recio y el triste se mojaba, y con la prisa que llevábamos de salir del agus que encima de nós caía, y lo más principal, porque Dios le cegó aquella hora el entendimiento, fue por darme dél venganza, creyóse de mí y dijo:
- Ponme bien derecho y salta tú el arroyo.
Yo le puse bien derecho enfrente del pilar, y doy un salto y póngome detrás del poste, como quien espera tope de toro y díjele:
- ¡Sus! Saltá todo lo que podáis, porque deis deste cabo del agua.
Aun apenaslo había acabado de decir, cuando se abalanza el pobre ciego como cabrón, y de toda su fuerza arremete, tomando un paso atrás de la corrida para hacer mayor salto, y da con la cabeza en el poste, que sonó tan recio como si diera con una gran calabaza, y cayó luego para atrás medio muerto y hendida la cabeza.
- ¿Cómo y oliste la longaniza y no el poste? ¡Olé! ¡Olé!- le dije yo.
Y dejéle en poder de mucha gente que lo había ido a socorrer, y tomé la puera de la villa en los pies de un trote , y antes que la noche viniese, dí conmigo en Torrijos. No supe más lo que Dios dél hizo ni curé de lo saber”

Lazarillo de Tormes
Edición de Joseph V. Ricapito
Cátedra, páginas 108-130

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