27 de febr. 2013

Cançó del bes sense port


L'aigua roba gessamins
al cor de la nit morena.

Blanca bugada de sal
pels alts terrats de la pena.
Tu i jo i un bes sense port
com una trena negra.



Tu i jo i un bes sense port
en vaixell sense bandera.
El corb, al fons de l'avenc,
gavines a l'escullera.
Carbó d'amor dins dels ulls
com una trena negra.



Carbó d'amor dins dels ulls
i els ulls dins de la tristesa.
La tristesa dins la mar,
la mar dins la lluna cega.
I la lluna al grat del vent
com una trena negra.

Maria Mercè Marçal



Endinsant-nos en la poesia de Maria Mercè Marçal


26 de febr. 2013

la zeta



“Pero si resultaré daño, dará vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, cardenal por cardenal”

Éxodo, 21 (23-25)


“Nando Barragán camina por el desierto una docena de días y de noches sin detenerse ni para dormir ni para comer, con el cadáver de Adriano Monsalve al hombro. En el Horizonte, a su derecha, ve aparecer doce amaneceres tenidos de rojo sangre y a su izquierda ve caer doce atardeceres del mismo color. Es un vía crucis el que padece en el reino soberano de la nada, con la conciencia enferma y el muerto a cuestas, pesado como una cruz. Extensiones sin fin de arena ardiente le queman los pies y el sol calcinante le ciega los ojos y le revienta la piel. No encuentra en el trayecto agua que calme su sed ni sombra que apacigüe su alucinación. Ni paz para su alma arrepentida.

—Esos sucesos, ¿son leyenda o fueron reales?
—Fueron reales, pero de tanto contarlos se hicieron leyenda. O al revés: fueron leyenda y de tanto contarlos se volvieron verdad. Es lo de menos.

El cadáver se conserva intacto durante la travesía. Fresco y ufano, como si nada, sin despedir olor ni registrar rigor. Muy acomodado a lomo de su primo, que desfallece. El muerto parece vivo y el vivo parece muerto. Se hacen compañía en las jornadas interminables por esas arenas desoladas que empiezan donde se termina el mundo;  se asocian para resistir la desmesurada soledad. Inclusive conversan entre ellos, aunque no gran cosa, el mismo dialogo repetido hasta el sonsonete.
Perdóname, primo, por haberte matado.

—Cara la vas a pagar. Quédate con la viuda, pero también con la culpa.
—No las quiero, ni la una ni la otra.

Al fondo profundo del desierto, donde ya no llega el ruido del mar, encuentran lo que han venido a buscar: un rancho pobre en el corazón de un nudo de vientos despistados. Es cuadrado con dos puertas abiertas, una hacia el norte y otra hacia el sur. Los ventarrones se cuelan dentro aullando como alma en pena: silban, lloran, se enrollan y se revuelcan unos con otros, como en pelea de gatos o visita de novios, y al rato se desentienden y se largan, desierto adentro, cada viento por su lado.
Nando entra al rancho, coloca a Adriano bien estirado en el piso de tierra y se sienta a su lado, a esperar. Como es la primera vez que descansa en tantos días, se hunde en un sueño movedizo y ondulante, como los médanos, y ve la aparición.

—Se le apareció algo espantoso. Un ser sobrenatural...

A decir verdad, solo sueña con un anciano común y silvestre, con la única particularidad de su avanzadísima edad. Su viejera precolombina castigada por la artritis y la arterioesclerosis.

—Tío, maté a mi primo Adriano Monsalve —confiesa sonámbulo Nando Barragán.
—Ya veo —contesta el viejo.
—Sólo tú conoces las leyes de la tradición. Vine hasta acá para que me digas qué debó hacer.
—Ante todo llévate a este muchacho de aquí. No se lo regales a la arena, que lo va a arrastrar. Entiérralo hondo, en tierra seca y negra, y vuelve después.

Nando obedece a ojo cerrado y con fe ciega y viaja con su muerto al hombro hasta que encuentra suelo noble y acogedor. Se despide para siempre de Adriano y a su regreso, que tarda mucho, ve al anciano que lo espera en el mismo lugar, batiéndose contra el huracán que se quiere llevar al cielo su cuerpo desnudo, raquítico, apenas cubierto en sus peores partes por chiros, como un Gandhi o un niño de Bangladesh. En esa facha impresentable, el Tío dictamina la más implacable de las sentencias. De su boca desdentada y envueltas en mal aliento, salen las palabras que habrán de sumir a Barraganes y Monsalves en un infierno en la tierra:

—Has derramado sangre de tu sangre. Es el más grave de los pecados mortales. Has desatado la guerra entre hermanos y esa guerra la heredarán tus hijos, y los hijos de tus hijos.
—Es demasiado cruel —protesta Nando—. Yo quiero lavar mi culpa por las buenas.
—Entre nosotros la sangre se paga con sangre. Los Monsalve vengaran a su muerto, tu pagarás con tu vida, tus hermanos los Barraganes harán lo propio y la cadena no parará hasta el fin de los tiempos —rabia el anciano encarnizado, fanático, decidido a no ceder ante las súplicas.
—Si voy donde un sacerdote —intenta argumentar Nando—, me bendice y me pone una penitencia en padrenuestros, rosarios, ayunos y azotes. Yo la cumplo y quedo en paz con Dios.
—No hay cura que valga ni bendición que sirva. Por aquí no viene la Iglesia desde los tiempos de Pablo VI, que pasó volando en un avión hacia el Japón y nos hizo adiós con la mano. Esta es una tierra sin Dios ni evangelios, aquí solo vale lo que dijeron los ancestros.
—Puedo buscar un juez que me juzgue y me aprisione. Pago mis años de condena y vuelvo a la libertad, en paz con los hombres.
—Hasta acá no llega juez, ni abogado, ni tribunal. Ésos son lujos de extranjeros. Nuestra única ley es la que escribe el viento en la arena y nuestra única justicia es la que se cobra por la propia mano.

Las cosas siempre han sido y serán tal como las dice el Tío, viejo profeta dueño de verdades y experto en fatalismos, y Nando Barragàn se rinde ante la evidencia milenaria, abrumadora. Agacha la cabeza, traga saliva amarga, clava la mirada en el piso y asume de una vez por todas su suerte despiadada.
El anciano le revela entonces el código de honor, las leyes transmitidas de generación en generación, las reglas de la guerra que debe respetar.

—Barraganes y Monsalves no podran seguir viviendo juntos -dictamina solemne, y por su boca chimuela habla la raza-. Tendrán que abandonar la tierra donde nacieron y crecieron, donde están enterrados sus antepasados: serán expulsados del desierto. Una de las familias irá a vivir a la ciudad, la otra, al puerto, y no podrán transgredir el territorio del adversario. Si matas a tu enemigo, deberás hacerlo con tu propia mano; nadie podrá hacerlo por ti. La pelea será de hombre a hombre, y no por encargo. No debes herirlo si está desarmado o descuidado, ni sorprenderlo por detrás.
—¿Cuándo podré vengar a mis muertos? -pregunto Nando, de espaldas al viento, decidido a asumir su papel en la pesadilla como si esta fuera la única realidad.
-Solamente en las zetas: a las nueve noches de su muerte, el día que se cumpla un mes, o en el aniversario. En las zetas tus enemigos te estarán esperando, y no los sorprenderás desprevenidos. Cuando el muerto sea de ellos actuarás de la misma manera, y en las zetas tú también te defenderás, y a los tuyos, porque ellos vendrán.
—¿Es todo?
—No lastimarás a los ancianos, a las mujeres o a los niños. El castigo de la guerra es solo para hombres.
—Dime como debó enterrar a mis muertos.
—Con su mejor ropa, puesta por la mano de quien más los quiso. Los colocarás boca abajo en el cajón, y al sacarlos de tu casa, sus pies deben ir hacia adelante.
—¿Quién ganará esta guerra?
—La familia que extermine a todos los miembros varones de la otra.
—¿Hay algo que pueda hacer para evitar tanta desgracia?
—Nada. Ahora vete y que cada quien muera en su ley.

El Tío se vuelve soplo, se deshace en suspiros, se pierde entre el huracán, como pedo en la tormenta. Nando Barragán sale por la puerta del norte y avanza en línea recta por la inmensidad amarilla y sin fronteras, a encontrarse con su raza para guiarla por el camino de su condena.”

Leopardo al sol
Laura Restrepo
Pág. 29-33

25 de febr. 2013

record

el poble de Cóbdar, Almeria, al peu de la serra de Filabres


“Aquí las entrañas de la tierra son blancas, aunque de vez en cuando el amarillo busca una ranura por donde enseñar su brillo. El verde exterior resplandece en primavera compitiendo con un cielo tan azul que ya quisiera el mar para sus aguas. Nací entre olor a mármol y azahar, entre juncos y esparto, retamas y paletas. Crecí lejos de esa luz cegadora de casas encaladas y piedra orgullosa. Pero corre entre mis venas el fandanguillo hirviente de un pueblo blanco y verde que nunca he dejado. De aquellos tiempos guardo el corretear entre almendros, olivos y naranjos. Ceñidos a mi memoria viven agostos adolescentes, donde las manos dibujaban caricias sobre la piel y el beso ya era labio. Cóbdar, aquí nací yo.”
Maribel Sánchez



en memoria de José Martínez Muñoz

Paco..., Lola…un abrazo de los compañeros de Vespres Literaris

madre


“Allí encuentra sola a su madre,  Severina. También ella viste de entrecasa, como si fuera un día cualquiera: una manta larga de algodón negro estampado en flores blancas, una toalla sobre los hombros, delantal de hule atado a la cintura y pies descalzos. Se ha lavado la cabeza con jabón Cruz Azul contra los piojos y Nando puede verla con el cabello suelto, lo cual sucede rara vez.
Aunque Severina ha permanecido toda la vida encerrada entre la casa, con excepción de las periódicas visitas al cementerio, sus hijos nunca la ven desarreglada ni recién levantada, ni saben a qué horas se acuesta, ni qué necesita, ni la han oído quejarse, ni llorar, ni reírse: su privacidad es impenetrable. Se ha ocupado de manejar las debilidades de los demás, pero ha permanecido hermética en relación con las propias. Cuando los otros se emborrachan ella se mantiene sobria; cuando están enfermos los asiste; cuando se derrumban la sienten entera; cuando se extravían la encuentran plantada en el centro; mientras derrochan, ella ahorra cada centavo; cuando el mundo familiar se viene al piso y se deshace, ella recoge los fragmentos y vuelve a pegarlos.

Severina conoce a los suyos por dentro y por fuera, pero a ella no logra descifrarla nadie. Se ha convertido en un enigma, el de la fragilidad todopoderosa. Siempre está ahí, siempre ha estado ahí, imperturbable como una roca prehistórica, y sin embargo es irreal como el tiempo y el espacio. En su aguante milagroso y en su misterio de esfinge radica el secreto de su autoridad.

Perdió a su esposo por muerte natural y a siete de sus doce hijos por muerte violenta, y de tanto ver morir se ha vuelto un ser de otra materia, un habitante de esferas más allá del dolor y la humana contingencia. Asume su destino con un fatalismo heroico, o paranoico, al menos incomprensible. Aunque es la principal víctima de la guerra contra los Monsalves, jamás les ha pedido a sus hijos que le pongan fin.
Los años le han mermado y encanecido el pelo pero aún lo conserva largo hasta la cintura. Nando la observa desenredarlo con un peine de dientes apretados y se percata de que maneja las hebras escasas con los mismos ademanes enérgicos que años antes necesitaba para lidiar la magnífica cascada. “Ya está vieja”, piensa, y se sorprende al comprobar que su madre es susceptible al paso del tiempo.

-Tengo hambre, mamá.

Ella va hasta la estufa prendida de carbón -nunca ha querido estrenar la eléctrica que los hijos le mandaron instalar-  y le sirve al primogénito una bandeja hasta los bordes de fríjoles de cabecita negra y un vaso repleto de Old Parr.

-Nando Barragàn vivía con temor de que lo envenenaran y por eso no probaba bocado que no fuera preparado por su propia madre.

-La verdadera razón era otra: era una persona inculta, incapaz de probar un plató que le pareciera nuevo o raro.

Encerrados en la cocina, madre e hijo se olvidan de la fiesta que retumba lejos, como feria de otro pueblo. Nando se sienta a la mesa pesada y curtida en la que la familia ha comido, amasado la harina de maíz y planchado la ropa duran te veinte años.  Severina se le acerca por detrás y con sabiduría de domador de fieras le soba el cuero cabelludo con las yemas de los dedos, como suele hacerle desde pequeño cada vez que quiere apaciguarlo.

-Ahora sí, explícame por qué te casas con ella. Dame una sola razón -le pide.

-Porque un hombre debe tener esposa -contesta el, y se concentra en la tarea de devorar los fríjoles, pasándolos con tragos calientes de whisky vivo.

-La vas a destrozar, Nando.”
Leopardo al sol
Laura Restrepo
Pág. 112-114




24 de febr. 2013

tot recordant Karl Valentin

 Karl Valentin (Munic 1882 - Planegg 1948), comediant, cabareter, clown, performer, autor teatral i productor de cinema alemany.

Va començar la seva carrera còmica el 1902, després d'estudiar durant tres mesos en una escola de varietats a Munic sota la direcció de Hermann Strebel, a la Zeughaus (antic arsenal), de Nurember 

Després de la mort del seu pare, Valentín es va retirar dels escenaris durant tres anys, temps durant el qual va construir el seu personatge d'home orquestra, amb el qual va començar, el 1906, a actuar amb regularitat pels cabarets i els "beerhalls" de Munic . 

Valentin va desenvolupar quadres i curtes rutines còmiques, escrites en el fort dialecte bavarès, que interpretava, en general, amb la seva parella femenina, Liesl Karlstadt. També va realitzar diverses pel·lícules, tant mudes com sonores, però va ser com a autor i actor de teatre de cabaret,  com Valentí es va construir una sòlida reputació, arribant a ser considerat un dels més importants còmics d'Alemanya durant la República de Weimar.


L'estil literari de Valentin està connectat amb el dadaisme, l'expressionisme social i l'humor negre de Karl Kraus. La seva ploma juga amb les paraules, obrint, sovint, les seves comèdies amb un simple malentès. Valentin, per al crtic Alfred Kerr, destrossa les paraules i el llenguatge per extreure tota la força de les paraules i analitzar el seu significat més social.

Tot recordant Karl Valentin
espectacle a càrrec de la companyia  Passi-ho-bé Teatre, amb la Jonies Band

divendres 1 de març
22 hores
Teatre Ateneu


23 de febr. 2013

pielroja


Pielroja, marca colombiana de cigarrillos, comenzó a comercializarse el año 1924 en la ciudad de Medellín. Tuvo como antecedentes las marcas "Victoria" y "Pierrot" ambas de origen Antioqueño que,  al crearse la tabacalera,  fomentaron el cultivo de tabaco negro en Santander, una región agreste del nordeste de Colombia,  que desde el siglo XIX producía los mejores tabacos del país.  Al principio se usaban tabacos turcos negros y amarillos, que luego fueron reemplazados por tabacos norteamericanos y finalmente por los negros de Santander.

 Su principal distintivo es el indio con su tocado de plumas que aparece en las cajetillas, dibujado por Ricardo Rendón, uno de los mejores caricaturistas colombianos del siglo pasado.  Los cigarrillos vienen en cajetillas de papel de 18 unidades ovaladas, de 70 milímetros, de tabaco negro y sin filtro. Actualmente se le conoce como "rompe pechos", "tiraflechas", "el indio" o "peche".

“Nando Barragàn pasa las horas encerrado en la oficina haciendo lo que nunca antes. Se dedica al análisis, la lec­tura y la pensadera, para descifrar lo indescifrable. No se baña y huele a tigre enjaulado, no pierde el tiempo con mujeres, no bebe ni come: se mantiene vivo con café negro y cigarrillos Pielroja. Tampoco atiende asuntos de dinero. Los secretes del negocio se fueron a la tumba con Narciso y Nando no demuestra preocupación por rescatarlos, porque cuando necesita plata se la pide a la cruz de Caravaca. De su esposa, Ana Santana, se ha olvidado porcompleto.
-Solo se olvida lo que alguna vez se tuvo en el recuerdo, y Ana no había logrado llegar hasta allá."


Leopardo al sol
Laura Restrepo
Pág. 180

22 de febr. 2013

kola roman



La Kola Roman es un refresco con sabor a vainilla dulce muy intenso.  La bebida fue creada en 1865 en Cartagena de Indias por Carlos Román Polanco con unas máquinas preparadoras de gaseosas que había traído de Londres. Su sabor original no logró atraer del todo al público y, con la llegada de otras bebidas, la Kola Román estuvo a punto de desaparecer; pero los Laboratorios Román dieron un giro a su fórmula en 1936 – la misma fórmula que  se sigue utilizando hoy en día- alcanzando un rotundo éxito con la nueva mezcla. 

El refresco se bebe muy frío, y es tan popular que se ha convertido en el ingrediente de gran número de recetas.

"Antes de casarse, Alina Jericó de Monsalve fue virreina nacional de la belleza. Ahora mira al infinito, deja que el viento tibio le enrede el pelo largo, castaño claro, y acompaña a Nelson Ned tarareando con desgano “quién no tuvo en la vida una amarga traición”. Se olvida de todo, se queda inmóvil y deja que pase el tiempo, hasta que se fija en el reloj.


Ve que es muy tarde y una sombra le cruza la cara linda. Empieza a mirar la hora una y otra vez, primero con desazón, después con ansiedad, por ultimo compulsivamente, con angustia. Se muerde las uñas, ovaladas, cuidadas a diario por una manicurista. Sus dientes blanquísimos se ensañan contra ellas, las roen, les pelan el Revlon, arrancan a tirones los padrastros. En sus dedos aparecen puntos de sangre pero ella los ignora y sigue adelante con su pequeña carnicería, empecinada como un ratón.

Entra a la casa, donde todo es recién comprado y costoso: lujo en tonos pastel, tipo Miami. Sus tacones se hunden en alfombras blandas, blancas. Va hasta la cocina, integral, recargada de hornos microondas y electrodomésticos multiusos. Se dirige a la cocinera, una señora cardía­ca que se protege del aire acondicionado con un saco de orlón:

-¿Qué preparaste, Yela?

-Róbalo, arroz con coco y plátano asado.

-¿Enfriaste el vino blanco?

-Para qué, si el señor solo toma Kola Roman.

-Se está haciendo tarde y no llega.

-No espere más, niña. Don Mani no aparece antes de la madrugada.

-¿Cómo sabes? —pregunta Alina, como rogando que no le contesten.
-Debe andar por ahí, matando a alguno.



Leopardo al sol
Laura Restrepo
Pág. 37





21 de febr. 2013

Leopardo al sol, 1

 "Una parte significativa de las novelas producidas en Colombia durante la segunda mitad del siglo XX se caracteriza por una profunda preocupación en analizar el significado y el impacto de la violencia dentro del orden social. Este interés procede del hecho de que, durante este período, Colombia ha atravesado por momentos de agitación en los cuales las acciones violentas han adquirido un alcance que ha impregnado los espacios de lo imaginario y lo discursivo.

Entre 1955 y 1980, varios novelistas emprendieron la tarea de evaluar artísticamente el período conocido como "Época de la violencia," el largo conflicto (1948 – 1958) entre liberales y conservadores que culminó con una enmienda constitucional la cual asignaba gobiernos compartidos y alternados a los dos grupos políticos por un período de 16 años. Aunque no siempre constituyeron un modelo de logros artísticos, las más de 70 novelas que diseccionan los efectos de la guerra civil constituyen uno de los múltiples intentos de aproximarse al fenómeno.

A partir de la década de los setenta, otro fenómeno aparece en el seno de la sociedad colombiana y, por extensión, en el panorama literario. En los últimos 30 años,  el tráfico ilegal de drogas se ha convertido en una inquietud crucial  y sus efectos han alcanzado casi todos los aspectos de la realidad colombiana. Considerando la cercana relación entre las producciones artísticas y las corrientes sociales no resulta sorpresivo que algunos de los escritores que empezaron a publicar sus obras en los años comprendidos entre 1960 y 1980 (Gabriel García Márquez, Gustavo Álvarez Gardeazábal, Fernando Vallejo), y un grupo de nuevos autores (Jorge Franco Ramos y Laura Restrepo, entre otros) se hayan dado a la tarea de promover una reflexión artística sobre el impacto de la industria del narcotráfico y del deterioro social que ésta ha causado. Novelas como El divino (Gustavo Álvarez Gardeazábal, 1985), Leopardo al sol (Laura Restrepo, 1993), La virgen de los sicarios (Fernando Vallejo, 1994), Noticia de un secuestro (Gabriel García Márquez, 1996), Rosario Tijeras (Jorge Franco Ramos, 1999) y Delirio (Restrepo, 2004), han desarrollado una lectura ética de los conflictos generados por el tráfico de estupefacientes en un intento de racionalizar las causas y diseccionar sus efectos en la sociedad colombiana.  (…)

La narrativa colombiana de la segunda mitad del siglo XX ha mostrado una fuerte inclinación a un análisis de la violencia con marcada raigambre sociológica. No obstante, esta reflexión no se detiene en la descripción del objeto de estudio, sino que, a la vez, intenta puntualizar  que, aunque las manifestaciones de violencia han sido un fenómeno recurrente en los últimos 50 años, éstas son una problemática promovida por grupos marginales, no representativos de cualquier concepto imaginario de "ser colombiano", (porque) la violencia en el dominio del Otro al situar a sus ejecutores en las márgenes de la sociedad, no sólo desde una perspectiva moral, sino porque los mismos parecen hallarse más allá de toda comprensión racional.

La consecuencia más inmediata de este extrañamiento en el espacio literario es el despliegue de un conflicto en el que la voz narrativa marca su distanciamiento de los individuos que generan o personifican las imágenes de violencia; simultáneamente, los mecanismos utilizados intentan ofrecer una explicación de las causas del fenómeno que, por lo general, libran de toda responsabilidad a los estamentos sociales que configuran la ideología y el discurso del narrador.  En estas circunstancias, el elemento más llamativo a nivel argumental es la atracción que tanto los capos de la mafia como los ejecutores de sus programas de intimidación y represalias ejercen sobre una colectividad que se enfrenta a una disyuntiva entre principios éticos contradictorios: el soporte que los individuos que están fuera de la ley ofrecen para un potencial progreso económico (individual y social) versus las consecuencias adversas que su oposición a las normas atraen para la comunidad.
Un primer aspecto a considerar en esta producción de alteridad es la constante demarcación de que los individuos que constituyen el centro del relato poseen características que los hacen diferentes.  Para empezar, sus actividades ilegales los sitúan en el exterior del grupo social, por variadas razones, sicarios, mulas y capos carecen de una genealogía,  son criaturas de un presente efímero que no se concreta en ningún tipo de futuro.

Una segunda marca de otredad se centra en la imagen física de los individuos involucrados en las actividades ilegales. Nos encontramos con personajes cuya excepcional belleza desarticula las barreras morales de las personas con las que entran en contacto.  Las personas que trabajan en el negocio de las drogas producen integraciones que se consideraban impensables en la sociedad colombiana: riqueza sin tradición, clase o gusto estético (rompe la idea de que la riqueza se obtiene por herencia o por talento empresarial); nuevos criterios de comportamiento moral (religiosidad y menosprecio por la vida humana, o religiosidad entrelazada con el crimen); notable desprecio por el valor asignado al linaje y, por extensión, al  significante "padre", en contraposición a la importancia que recibe la madre.

Metaforización de la violencia en la nueva narrativa colombiana
Luis C. Cano
(Extracto)


" Ese que está ahí, sentado con la rubia. Ese es Nando Barragán.
Por la penumbra del bar se riega el chisme. Ese es. Nando Barragán. Cien ojos lo miran con disimulo, cincuenta bocas lo nombran en voz baja.

—Ahí está: es uno de ellos.

Dondequiera que van los Barraganes los sigue el murmullo. La maldición entre dientes, la admiración secreta, el rencor soterrado. Viven en vitrina. No son lo que son sino lo que la gente cuenta, opina, se imagina de ellos. Mito vivo, leyenda presente, se han vuelto sacos de palabras de tanto que los mientan. Su vida no es suya, es de dominio público. Los odian, los adulan, los repudian, los imitan. Eso según. Pero todos, por parejo, les temen.

—Sentado en la barra. Es el jefe, Nando Barragán.

La frase resbala por la pista de baile, rebota en las esquinas, corre de mesa en mesa, se multiplica en los espejos del techo. Bajo la luz negra se hace compacto el temor. La tensión, filuda, corta las nubes de humo y destiempla los boleros que salen de la rocola. Las parejas dejan de bailar. Los rayos de los reflectores refulgen azules y violetas, presagiando desastres. Se humedecen las palmas de las manos y se eriza la piel de las espaldas.
Desentendido del cuchicheo y ajeno al trastorno que produce su presencia, Nando Barragán, el gigante amarillo, fuma un Pielroja sentado en uno de los butacos altos de la barra.

-¿De qué color es su piel?

-Amarilla requemada, igual a la de sus hermanos.

Tiene el rostro picado de agujeros como si lo hubieran maltratado los pájaros y los ojos miopes ocultos tras unas gafas negras Ray-Ban de espejo reflector. Camiseta grasienta bajo la guayabera caribeña. Sobre el amplio pecho lampiño brillado por el sudor, cuelga de una cadena la gran cruz de Caravaca, ostentosa, de oro macizo. Pesada y poderosa.

-Todos los Barraganes usan la cruz de Caravaca. Es su talismán. Le piden dinero, salud, amor y felicidad.

-Las cuatro cosas le piden, pero la cruz solo les da dinero. De lo demás, nada han tenido ni tendrán.

Frente a Nando, en otro butaco, cruza desafiante la pierna una rubia corpulenta, formidable. Está enfundada a presión en un enterizo negro de encaje elástico. Es una malla discotequera tipo chicle, que deja ver por entre la trama del tejido una piel madura y un sostén de satén, talla 40, copa C. Sus ojos, sin color ni forma propios, parpadean dibujados con pestañina, delineador y sombra irisada. Echa la cabeza hacia atrás y la melena rubia le azota la espalda con rigidez pajiza, revelando la negrura indígena de las raíces. Se mueve con sensualidad desencantada de gata callejera y la envuelve una misteriosa dignidad de diosa antigua.
Nando Barragán la mira y la venera, y su rudo corazón de guerrero se derrite gota a gota como un cirio piadoso encendido ante el altar.

          -Los años no te han dañado. Estás bella, Milena."

Leopardo al sol
Laura Restrepo
Pág. 11-13




19 de febr. 2013

canço per Elna


Una cançó del music empordanès Joanjo Bosk.

Cançó per Elna forma part del treball “Música Intuïtiva”, cançons compostes pel mateix Bosk amb la memòria històrica com a eix vertebrador.

Un treball en record d'Elisabeth Eidenbenz, de la Maternitat d'Elna i els refugiats republicans de 1939.


15 de febr. 2013

Miguel




"tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero."

Elegía
Miguel Hernádez
10/01/1936

14 de febr. 2013

joc de déus, 2




"Havia arribat aviat al Parc Tecnològic, els llums de la carpa que fa de vestíbul estaven apagats i només es veia moviment a l'empresa de programació d'audiovisuals.  La Josefa volia connectar-se per Internet a algunes adreces de les quals ningú no n'havia de fer res. Són els seus negocis de fora del circuit oficial. La seva estada per Amèrica li va servir per conèixer testaferros, paradisos fiscals i financers de noms falsos i resultats espectaculars. Podria presumir d'alternativa, en el món del negocis, però si vols subsistir és imprescindible la discreció. (...)

A pesar que PERT es dedica a un sector fantasmagòric dins l'esteranyinat del món dels negocis, la seva funció és molt clara: ajudar a tancar amb el mínim cost possible i evitant les responsabilitats penals més freqüents dels empresaris que volen perdre de vista l'empresa.

Anava rumiant la diferència que hi ha entre els empresaris i els directius de les empreses. «Catalunya ha sigut una terra d'empresaris, empresaris de poca volada, això sí, disposats a vendre l'empresa si funciona bé i molt lents a tancar-la quan no té els resultats desitjats. En els darrers anys els empresaris més importants del país han estat immigrants espavilats que, mentre lluitaven per garantir-se la subsistència, s'embrancaven sense complexos ni lligams ortodoxos vinculats amb L'auca del senyor Esteve es llançaven a fer negocis intuïtius i agosarats, sovint sorgits després de la segona cervesa del vespre en un bar ple de microbis i de persones suades.

Quan aquests empresaris canvien de local i ja no tenen el despatx al terrabastall del taller, decoren el seu lloc de treball amb una taula rodona, a més de la gran del despatx, amb alguna pintura de caçadors o una marina, tot emmoquetat o folrat de fusta fosca, i alguns aparells de telèfon sense mans que permetin cridar la secretària, normalment de bon veure. És plantegen la nova organització de l'empresa.
Aquells empresaris que fins ara, que no havien de patir per la subsistència immediata, veien la necessitat de refundar l'empresa dotant-la de sistemes i mètodes inspirats en les escoles de MBA com ESADE o el IESE. Consideren que l'etapa anterior seria una anècdota que podrien explicar als seus néts, tots ells llicenciats en universitats nord-americanes, amb alguna excepció bohèmia que serviria per confirmar l'estatus aconseguit. A l'empresari, segurament, el conviden a visitar alguna empresa gran i despersonalitzada —paraula màgica!—; ell vol deixar de ser necessari i quedar-se a l'empresa només com a prescindible. Possiblement contractarà algun assessor, i si li feien cas allò marcaria l'inici de la decadència de l'empresa, que probablement es convertiria en un client de PERT o de voltors semblants."

Joc de déus
Josep Ma Riera Gassiot
pàg: 17-18

8 de febr. 2013

entrevista a Laura Restrepo

Comuna 13, Medellín


Entrevista a Laura Restrepo (fragmento)
Mihál y Dés
Circulo lateral, revista de cultura, 07-08/2000 

"P.- Las situaciones límite parecen favorecer también la cultura o, al menos, despiertan la sed por ella.
Laura Restrepo.- La cultura se convierte en una de esas bolsas de aire que mantienen al margen la guerra. Mencionaría un festival de poesía que organizan en Medellín, donde el año pasado invitaron, entre otros, al alemán Enzensberger, quien luego declaró a los medios que en ninguna parte del mundo había tenido audiencias de dos mil y tres mil personas como las que tuvo en Colombia.
P.- Esta vitalidad cultural es un gran consuelo o escape, pero nadie les quita el horror de cada día. ¿Cómo Colombia ha caído tan bajo? ¿Qué ha pasado?
L.R.- Cuando hablas con gente de otros países, en particular europeos, y no digamos norteamericanos, te da la sensación de que te miran como si fueras un fantasma llegado del pasado, como si todos los problemas nuestros se debieran a que somos gente que se quedó atrás en el tiempo. Pero nosotros nos sentimos mucho más un producto del futuro del propio desarrollo de este primer mundo que del pasado. Lo que reclamaría acá sería: "Mírennos como un espejo de lo que puede llegar a pasar; mírennos como un espejo de lo que todavía están a tiempo de impedir."
Un narcotraficante colombiano, en muchos sentidos, es un señor feudal, un campesino que se enriquece de manera abrumadora, acumula millones de dólares y su sueño, su idea de felicidad es la misma que tenía en la infancia: tener tierra ­por supuesto no se va a vivir a Nueva York ni a París­, quiere ser el dueño de toda la tierra que alcanzaba a abarcar con la mirada cuando era niño. Y de hecho la compra, compra departamentos enteros, y monta unas haciendas-fortaleza absolutamente feudales, donde los campesinos le trabajan la tierra y al mismo tiempo son su ejército privado y los que cometen los crímenes que necesita él para mantener su negocio. En ese sentido, es un señor feudal, absolutamente conservador, moralista, con toda clase de reinas de belleza y divas de la televisión por amantes, pero al mismo tiempo tiene a su esposa e hijos entronizados en un altar hasta el punto que, generalmente, a todos los que han matado, lo han hecho en el momento en que iban a visitar a la esposa, a la madre o a los hijos. Por otro lado, ese señor feudal es un poderoso dentro de las transnacionales, mueve su negocio junto con socios capitalistas, banqueros, que pertenecen absolutamente al primer mundo. Su negocio está vinculado a ellos, maneja la tecnología más sofisticada que puedas conseguir en materia de armas, en términos de comunicaciones, espionaje, computadoras... Allí el pasado desaparece y estás vinculado a la globalización, a todos los excesos del capital, a una apetencia de consumo absolutamente desbordada.
P.- Esto suena a ciencia ficción.
L.R.- Si usted me pide una imagen visual de cómo veo a Colombia, le diría que como Mad Max. Nos sentimos una sociedad postatómica, no una sociedad feudal.
P.- Debe de haber también un terrible choque cultural entre los valores del pasado y los de ese futuro de Mad Max que se encarnan en el narcotraficante.

L.R.- El narcotraficante sale del pueblo, pero quiere ser feliz como es feliz un señor ejecutivo de cualquier parte del primer mundo. Es el ideal individualista, hedonista, de bienestar, de consumo, de tener su casa llena de electrodomésticos, automóviles últimos modelo, y eso multiplíquelo por miles de millones de dólares.
p.- Parece que el dinero ha pasado a ser un valor fundamental en Colombia.
L.R. Nosotros venimos, hace bastante poco, diez años atrás, de un mundo donde el dinero era inmencionable. Y es una herencia hispánica, tipo Lazarillo de Tormes: poner piedras en la olla para que no se note que no hay con qué comprar la sopa. Le puedo decir que en mi casa, mientras mi padre estuvo vivo no se podía mencionar el dinero porque era considerado de la peor educación. El dinero es indigno. Que alguien diga cuánto cuesta un coche allá es considerado un acto absolutamente mafioso. Si contratas a un carpintero para que te haga una biblioteca en casa y le preguntas cuánto le debes, te dice "lo que quiera, señora", considera de pésima educación cobrarte. Ésa es la mentalidad del colombiano.
P.- Igual que en la cultura estadounidense, donde las cosas se dignifican con su precio: tengo una camisa de cincuenta dólares.
L.R. Y esa camisa que vale cincuenta dólares de pronto empieza a ser el dios. El narcotráfico es el gran reconocimiento a la importancia del valor de las cosas. Mi novela El leopardo al sol, en realidad significó mucho más que averiguar sobre los orígenes de la mafia, una investigación de once años. Lo apasionante para mí fue ver qué pasa cuando el dinero irrumpe de esa forma en una sociedad que ha pretendido desconocerlo durante tanto tiempo y donde el valor no ha sido parámetro de felicidad. Los mafiosos sacan a bancos extranjeros lo que pueden y el resto lo mantienen en sótanos, es la imagen de dólares que se pudren en sótanos en un país muerto de hambre que ya apunta hacia la alucinación.
P.- Además, la tentación...
L.R.- Quedan pocos motivos para pensar que la vida es mejor que la muerte. No lo digo como figura poética, la juventud que está creciendo en Colombia, llena de vitalidad, inteligencia, tan deseosa de vivir, de algún tipo de reconocimiento, de afianzamiento en este planeta, de golpe no encuentra que la vida sea la mejor vía para hacerlo y encuentra en la muerte caminos mucho más fructíferos. Es una inversión de los parámetros más elementales de la civilización.
P.- Destrucción y autodestrucción, esa cadena tremenda que implica meterse en Colombia en la delincuencia común, la guerrilla, el sicariato, lo que llaman los traquetos, adolescentes asesinos de la mafia...
L.R..- Pero esos jóvenes, ¿realmente saben y aceptan que van a morir?
P.- Lo asumen, como acto cultural. Hace años escribí un artículo titulado "La cultura de la muerte" que dio la vuelta al mundo porque ponía al descubierto algo que no sabíamos ni siquiera en nuestro propio país. Veníamos de una racha de magnicidios tremendos, habían asesinado a tres candidatos presidenciales, a un director de periódico, cuanta figura aparecía la asesinaban. Nadie sabía quién estaba asesinando a estos personajes dondequiera que estuvieran, en un avión, en su casa, escondidos. El descubrimiento fue que eran muchachitos de doce y trece años los que estaban asesinando en Colombia, gracias a un amigo muy querido que se llama Alonso Salazar, a quien hay que reconocer el mérito.
Pablo Escobar
Alonso vivía en los barrios más marginales de Medellín, lo que llaman los barrios de la comuna nororiental. Medellín queda en un valle y hay unas laderas tremendas sobre la montaña, todas pobladas de barrios a los que no sube la policía. La gente siempre está mirando la ciudad pero la ciudad nunca mira hacia allá. Tremendos cinturones de miseria que asedian la ciudad de Medellín, que fueron el territorio donde Pablo Escobar se volvió todopoderoso porque logró manejar aquellas comunas. Este muchacho, Alonso, investigador y científico social, convivía desde hace años, le estoy hablando del año 89-90, en esas comunas con la gente. En determinado momento me puse en contacto con él y me dijo que viniera. Fui a convivir con él un mes en esas comunas, me atreví porque Alonso conocía el terreno y yo pasaba por prima de él. Hay nexos familiares ahí que implican un cierto corredor de respeto a la vida.
P.- ¿Cómo se relacionó usted con esos jóvenes?
L.R.- Hablábamos con los muchachitos sicarios que pululaban en esas comunas en los bares, por las noches, bailando. Allí hay un espacio de neutralidad que es el baile: mientras bailas no agredes a tu interlocutor. Bailabas con ellos y te contaban ávidamente su vida, necesitados de que alguien les escuche. Es el primer elemento que te hace pensar que buscan reconocimiento y es una forma de afianzamiento cultural.
Esto que digo yo lo expresaban ellos en términos muy concretos. Primero: todos saben que antes de los dieciséis años estarán muertos. Por ejemplo, la película de Víctor Gaviria Rodrigo “D: No futuro” fue hecha sobre estos muchachos sicarios de Medellín, con más de catorce actores, de los que sólo hay uno vivo a estas alturas. Los demás, todos muertos, y eso que fueron muchachos que pasaron por el cine, que tuvieron acceso a otras esferas. Pero ese tren de vida no perdona. De La vendedora de rosas, con muchachitas que sobreviven vendiendo rosas, hay tres o cuatro asesinados también. No estoy hablando de escuelas de sicarios, gente especializada en el crimen, sino de muchachos de familias comunes y corrientes de estos barrios populares de Medellín que han encontrado en esta cultura de la muerte una forma de expresión. Ellos saben que los van a matar y se trata de vivir intensamente, a lo James Dean. No como el tradicional latinoamericano chaparrito, mal vestido, pobretón, hablo de una nueva generación de muchachos altotes, buenos mozos, con jeans de marca, zapatos de tenis de triple suela, con su chaqueta de cuero poderosa, motocicleta..., la imagen es otra, con cadenas de oro, anillos. Saben que van a morir y saben que tienen que vivir a toda velocidad. Hay una frase que recuerdo con claridad haber oído a varios: "Si yo me muero, no importa si logro haber dejado una nevera a mi mamá". Dime si no es una forma de expresar algún tipo de perpetuidad, de dejar alguna impronta en la realidad en que vives, dejar una heladera a la mamá.
Víctor Gaviria, que tiene una manera muy peculiar de interpretar esa realidad nuestra, en ese tiempo vivía también en aquellos barrios. Decía que la única ley que se cumple es la de la gravedad: todo va a parar al suelo, empezando por el muerto. Como son barrios en la ladera, cada vez que llueve barre las casas. Víctor me decía: "Mira lo que estos muchachos hacen, de alguna manera repiten la parábola de Cristo. Ellos mueren para que sobre su muerte se pueda construir una nueva cultura." Ellos lo tienen perfectamente asimilado. Se van a morir pero dejan la heladera a la mamá, van a morir pero van a dejar plata para que sus hermanos estudien. Pero no puede salir nada bueno de ello.
P.- Y las mamás, ¿también lo saben?
L.R.- Hay una cierta complicidad de las madres, una cadena bien compleja, es difícil de imaginar por qué las madres son cómplices.
P.- ¿No sentía usted miedo cuando vivió con estos jóvenes sicarios?


L.R.- La muerte tiene un grado de energía que tú no puedes desconocer. Eso lo sentí en carne propia cuando estudié allá encaramada. Me pregunta si no me daba miedo. El problema no es ése, el problema es lo que aquello llega a fascinar, la energía que despide y hasta qué punto te cautiva. Es un nivel de intensidad que difícilmente sientes en la vida cotidiana.
Cada banda tiene sus uniformes, la guerrilla tiene sus uniformes, el ritual de las armas. Hay mucho de teatral en aquello también. Es una explicación muy buena para dar cuenta de esa intensidad que crea adicción, estamos acostumbrados a pensar que la muerte es algo indeseable. En países como el mío, lo que uno ve es que la juventud empieza a vivir la muerte como algo deseable, más deseable que la vida, que te aporta más en poesía, en intensidad, al sentido de tu vida. La pelea tremenda y apasionante que se puede dar desde el terreno de la cultura hoy en día es tratar de demostrar lo contrario, que la vida sigue siendo mejor, que no hay civilización que se pueda fundamentar en otra premisa distinta que la vida. Lo que los artistas colombianos tenemos por decir hoy es tan elemental como eso, que la vida es mejor que la muerte.
P.- Pero obviamente no resulta fácil. Usted misma fue amenazada de muerte tras su reportaje “Historia de un entusiasmo”. En “La novia oscura” refleja otra experiencia distinta: la vida de las prostitutas.
L.R.- No hay colombiano que no corra peligro, es una forma de vida. Lo que yo hago hoy en día es muy suave, pero estuve amenazada en algún momento cuando tenía una participación activa en la política. Hoy en día no. El tema de las prostitutas es también difícil porque son prostitutas de la zona petrolera y el petróleo ha sido declarado objetivo militar por distintas facciones armadas. Las zonas donde se hizo la investigación para esta novela son ombligos muy serios de la guerra, pero en Colombia el riesgo ya es una forma de vida."

7 de febr. 2013

la Josefa




"La vida dóna moltes voltes. Des de fa un parell d’anys tornava a viure per aquí, una terra de decadències i de clima suau. (…) la Josefa S. Romeo vivia la seva tardor sense excuses (…) Els seus sentiments eren escassos i poc convencionals, aspirava a les casualitats, que poden posar música de fons a la soledat i es poden reinventar i cuinar un esdevenidor.
Val a dir que encara feia patxoca. (...)
Aquí al Parc Tecnològic del Vallès la gent anava plegant de la feina, fins demà..."

Joc de déus
Josep Ma Riera Gassiot
pàg: 5-6


L'any 1987 el CIDEM (Centre d'Innovació i  Desenvolupament Empresarial) i el Consorci de la Zona Franca de Barcelona van constituir la societat Parc Tecnològic del Vallès, SA, com a entitat gestora de la primera fase de l'Àrea Tecnològica de Cerdanyola . Les primeres empreses van instal·lar-se  al parc l'abril de 1989.

4 de febr. 2013

somos a ciencia cierta

                                                 Un relat de  Francisco Jesús Galindo Sánchez



" Lo sé, me dejé llevar por el impulso independiente de los genes y proteínas que activan este sinfín de neuronas de mi cerebro, lo sé.

Quizás si me hubiese tomado el tiempo necesario para pensarlo no lo habría hecho.... o puede que sí, es posible que hubiese hecho exactamente lo mismo. Pero reconozco que no lo pensé y eso es el peor error en el que puede caer un científico; al menos eso fue lo que me enseñaron y lo que la experiencia me ha confirmado, aunque ahora....., ahora empiezo a creer en los beneficios que a veces puede reportarnos la inconsciencia.

Puede que esta obsesión mía por hurgar y hallar en los universos desconocidos me acabe perdiendo; también lo sé, y eso que siempre procuro actuar tratando que mi vanidad nunca crezca más de lo que mide una pequeña semilla. 
Me viene bien descubrir a cada paso que mi originalidad tan solo consiste en pequeños matices de algo descubierto y experimentado en tiempos inmemoriales por mentes bastante más lúcidas que la mía. Con este remedio combato muchas veces mi angustia y mi alejamiento del mundanal ruido y me va bien, muy bien, pues nunca me encontré solo en mis múltiples empeños.

Aun así, creo que necesito tomarme un respiro y alejarme por unos instantes de la firme presencia de mis ancestros; de la cercanía de estos científicos de antaño que me arropan convertidos en mis fantasmas queridos, admirados y magníficos. Quiero colgar un momento en el perchero, junto a mi bata blanca de trabajo, cualquier influjo de sus genialidades y de esta curiosidad que me arrastra y me obliga a seguir encendiendo luces por los caminos que ellos, y tantos otros antes que ellos, me fueron descubriendo.
Este impulso que ahora me invade es solo mío, y sus consecuencias me pertenecen también solo a mí. Tanto tiempo investigando, tantas horas envejeciendo tras un microscopio, tantos minutos manteniéndome concentrado en este mar inmenso donde se mueven ordenadamente nuestras propias células..... ,que casi llegué a olvidarme de la existencia de una de las experiencias más maravillosas y gratificantes en las que puede sumergirse el ser humano.
Ella no se lo esperaba, aunque creo que en el fondo lo intuía, pues han sido muchos nuestros días de bailes de salón, y muchas las ocasiones en que permanecimos mirándonos a los ojos mientras nos dejábamos llevar por la música.... en fin, que estos fueron para mí unos momentos de oro, me sirvieron para que mi mente analizara e intentase descifrar ese otro lado tan importante de la ciencia, y tan desconocido para mí, que yo me he atrevido a denominar “la geometría del beso”. 

Pero ayer por la tarde lo estropeé de verdad, pulvericé el encanto hasta ver evaporarse sus millones de partículas. Perdí el control y, aunque no me pesan en exceso los remordimientos, tengo la sensación de que lo eché todo a perder: la besé valiéndome de ese instante divino en el que el pensamiento te prohíbe pensar. Debería de haber caído en la cuenta de que la proporción exacta en la medida de los elementos solo es controlable utilizando un matraz de laboratorio, que la química de las pasiones sigue otros caminos de los que...... afortunadamente, la gran dueña y señora se llama serotonina. No sé si es bueno verme invadido por esta sensación de que mi maltrecha voluntad ha quedado convertida en diminutas astillas. Solo sé que me siento muy bien y que estoy dispuesto a afrontar todas sus maravillosas consecuencias.
He tardado horas en atreverme a abrir el mensaje que ha llegado a mi móvil, en estos momentos soy un cobarde con su tensión descompensada, me lo envió Luna, ya saben, mi compañera de baile. Por favor, léanmelo ustedes, yo no me atrevo.

“¿Quién te enseñó a besar tan dulce?
¡No me faltes al baile de esta tarde!,….., ahora me toca besar a mí.”  



Creo que mi trabajo tendrá que esperar;  me quedan aún por emprender proyectos ineludibles: empiezo a comprender lo que es estar enamorado, sin duda mi mayor descubrimiento fuera del laboratorio en el que he vivido tantos años. "


 Sanlúcar de Barrameda, octubre 2012