30 de maig 2025

henning mankell, i 3

 


El sueco insobornable

por Amelia Castilla
El País
29/11/2008

"A Henning Mankell (Estocolmo, 1948) le gusta contar historias. Autor de novelas, libros infantiles y piezas de teatro, se decanta por el arte escénico como su pasión más potente. Esta mañana en Maputo, la capital de Mozambique, donde el escritor pasa la mitad del año, se comporta como el anfitrión perfecto. Al director artístico del teatro Avenida se le nota en su salsa lejos de los cenáculos literarios. En la calle venden flores recién cortadas, zapatos usados, patatas africanas (negras y arrugadas, cuyo caldo se utiliza como antídoto contra el sida) y Mankell toma un tentempié en una terraza. Junto al escenario del teatro en el que el próximo febrero se estrena La señorita Julia, de Strindberg, el escritor ofrece detalles del atrevido montaje, que incluirá una piscina. La compañía se encuentra de gira, pero la camarera del pequeño bar del teatro y los actores que pasan por el local le tutean. A más de diez mil kilómetros de distancia, en la fría Suecia, su esposa, Eva Bergman, hija del cineasta recientemente fallecido, dirige el Backa Teater, de Gotemburgo, con el que el autor de La quinta mujer colabora.

    Mankell pasa por ser uno de los responsables del auge de la novela negra en Europa; sin embargo, en las librerías de Maputo no es fácil dar con sus libros. Ha vendido más de 20 millones de ejemplares, traducidos a 40 idiomas, pero lleva varias décadas trabajando incansable en este modesto escenario, siempre inmerso en obras de remodelación. Su línea escénica abarca a autores clásicos o contemporáneos, desde Dario Fo hasta Lorca, sin desechar el musical, el teatro infantil o sus propias obras. Mankell se enganchó con África cuando tenía poco más de 20 años. Primero fue Guinea-Bissau, luego Zambia y finalmente Mozambique. Tras la independencia, Manuela Sueiro, la directora del teatro Avenida, le llamó para que se pusiera al frente del local. Entonces se alojaba en una habitación, con sus escasas pertenencias y su máquina de escribir todavía se escuchaban los impactos de las bombas y los disparos de los soldados fruto de la guerra civil que asoló el país, pero ahora vive en un piso pequeño en el centro de Maputo. Fue ahí donde puso el punto final a El chino (Tusquets), su nueva y esperada novela, sobre la que hablamos en un viaje organizado por la editorial. El Frelimo (en el poder desde la independencia y de ideología marxista) y la Renamo, los dos bandos enfrentados entonces, se disputan ahora el poder en las elecciones municipales, aunque las cosas en Mozambique parecen moverse despacio: Cuando llegué aquí, todos caminaban descalzos, mientras que ahora todos llevan zapatos, dice.

    Hubo un momento exacto, hace seis años, en que Mankell encontró la base del argumento para su nueva novela. Tanto la escritura como el teatro necesitan construir mundos, y a pocos metros del teatro Avenida se desarrollaba una buena historia. Los chinos construían el Ministerio de Negocios Extranjeros, en una de las amplias avenidas de la ciudad, rebosantes de jacarandas y acacias, cuando empezaron a desatarse todo tipo de rumores sobre el maltrato que dispensaban a los trabajadores africanos; se habló, incluso, de castigos físicos. Ahí mismo empecé a planificar la novela tratando de plasmar en sus páginas una mirada crítica sobre lo que ocurría. ¿Colonialistas o amigos? Estamos viendo cómo la influencia de China crece en todo el mundo, y especialmente en algunos países pobres de África. Si pasas por el aeropuerto de Johanesburgo y miras a las personas que esperan para subirse a los aviones, al menos un cincuenta por ciento son chinos.

    La feroz lucha del Partido Comunista Chino entre los viejos y los nuevos ideales maoístas ocupa buena parte de El chino. Como Mao Zedong decía, siempre hay dos caminos. La línea dominante parece decantarse hacia el mercado libre, pero se enfrenta a una resistencia muy fuerte dentro del propio partido. Veremos cómo evolucionan los acontecimientos. Si China mantiene una actitud solidaria, puede hacer cosas muy buenas. Por lo que pueda ocurrir, Mankell ha hecho una apuesta con un amigo: se juega diez dólares a que antes de cinco años el crimen organizado se ha instalado también en Maputo. Se refiere a las bandas organizadas que trafican en Europa con trabajadores, a los que tratan como esclavos en talleres clandestinos. Para ilustrar mejor sus palabras cuenta el caso de un grupo de jóvenes chinos que solicitaron asilo político en Suecia. Cuando el Gobierno quiso localizarlos habían desaparecido, seguramente en dirección a Alemania, bajo la tutela de la mafia. Todo se negoció en un restaurante chino de la capital.

    A Mankell le gusta que sus obras sean un reflejo de la sociedad actual. La novela se inicia y acaba con un lobo hambriento moviéndose entre la nieve, aunque son los hombres los que se comportan como fieras.

    El chino incorpora una nueva investigadora. Birgitta Roslin, una juez sueca de cerca de 60 años, con un matrimonio que se apaga, protagoniza de manera fortuita la investigación de un crimen espeluznante, en una aldea semiabandonada en la que han fallecido diecinueve personas. Como el inspector Wallander, el personaje creado ahora por Mankell resulta ser una persona bastante individualista e intuitiva, uno de esos héroes solitarios que tanto les gustan a los lectores de las novelas de crímenes. Las casi 500 páginas de El chino transmiten ese desasosiego en que parecen vivir los suecos. Al margen de la investigación policial llevada sin ningún éxito por Vivi Sundberg, una policía con problemas de sobrepeso bastante irritable Dos gallos femeninos midiéndose el uno al otro, según uno de los personajes, a través de la mirada de la juez se puede sentir el peso de la emigración, el hambre y la desesperación.

    Mankell no oculta que el hecho de que su padre fuera juez le influyó a la hora de elegir protagonista. Conocía de primera mano el mundo en el que se desenvuelven los magistrados suecos; durante años vivió en una vivienda adosada al edificio del juzgado y nunca utilizó esa experiencia, aunque para mantener un poco la distancia decidió que el personaje fuera mujer. Le gusta fundir investigación y ficción en dosis parecidas, así que para ampliar documentación habló largo y tendido con una juez, pero claramente en su cabeza y en su memoria bullían muchas de las historias de su infancia. Durante la redacción de la novela sentí como si mi padre hubiera estado mirando todo el tiempo por encima de mi hombro.

    Creo que el papel del juez es muy importante, dice sonriendo. ¿Cómo se llama el que tienen ustedes en España, ese que quiere llevar ahora a Franco a los tribunales? Me gusta y es atrevido, especialmente por la manera en que relanzó el asunto Pinochet, pero ahora se ha vuelto un poco loco, no puedes llevar a los muertos a los tribunales. A Franco ya le ha juzgado la historia. Entre carcajadas retoma el pulso de la novela y vuelve a Birgitta Roslin. Su personaje central no es precisamente una juez estrella. Ella no quiere fotos ni protagonismo. Como es habitual en las novelas del autor de Asesinos sin rostro, utiliza el crimen para revelar las contradicciones de la sociedad. De sus obras se desprende que la solidaridad y la justicia son dos pilares básicos del sistema. La democracia no puede avanzar sin que la organización judicial funcione al cien por cien, y ésa es una discusión que hay que tener en todo el mundo. La defensa de la democracia le conduce hasta la crisis financiera. Los responsables deberían ser juzgados, de lo contrario tendremos que esperar otros quince años para que vuelva a suceder lo mismo. En ese sentido, Estados Unidos está mucho mejor que Europa porque es probable que allí algunos responsables de los bancos puedan ser juzgados y procesados como delincuentes, algo impensable aquí. Aquí es ahí mismo, justo en la puerta del teatro Avenida, en un banco de madera alargado en el que hay escrito un nombre: Siba-Siba. Desde la acera, sin necesidad de cruzar la calle, se divisa el imponente edificio de un banco de capital alemán, pero, más o menos diez años atrás, esas oficinas pertenecían a otro propietario en el que reinaba la corrupción más absoluta. Siba-Siba fue contratado por el Gobierno mozambiqueño para realizar una auditoría y buscar entre los gestores de la entidad a los responsables del despilfarro. Un día, cuenta Mankell, Siba-Siba fue asesinado, le arrojaron desde la ventana del último piso a la calle. También en Maputo un año antes asesinaron a un gran amigo de Mankell, el periodista Carlos Cardoso, una de las personas que más habían investigado y denunciado la corrupción política y económica. Estaba amenazado y sabía que iban a acabar con su vida, pero nunca se rindió.

    ¿Cómo le mataron? Mankell hace un gesto inequívoco con las manos: Ra, ta, ta, ta. En el teatro donde nos encontramos, Mankell montó una obra sobre la vida de Cardoso, y precisamente cuando se estaba representado mataron a Siba-Siba. En ese momento sentí que no sabía dónde acababa la realidad y empezaba el teatro. Los asesinos fueron detenidos y condenados a treinta años, pero su muerte dejó un gran vacío. Mankell se emociona hablando de Cardoso. No sólo él le echa de menos. Un graffiti y unas flores secas, que algún día formaron un ramo, recuerdan su memoria en el muro junto al que fue abatido cuando salía del periódico.

    Seguramente El chino sea su novela más global; los personajes se mueven por tres continentes, pero parte de la obra transcurre en la Suecia que se desvanece con el nuevo milenio, plagada de granjas casi desiertas y pueblos aislados, un tipo de sociedad que Mankell conoce bien. Nació en Estocolmo, pero desde pequeño vivió en pequeñas aldeas en el norte del país en las que su padre ejercía como juez. Abandonados por su madre, él y sus hermanos fueron criados por su abuela, la persona que incitó desde bien pequeño a Mankell a escribir y a leer. Cuando recuerda el pasado y la aldea en la que creció y se contempla en Maputo no puede evitar cierta nostalgia y un golpe de vértigo: ¡Vaya viaje!, dice con la mirada perdida. La decisión de quedarse a vivir en África la tomé ¡en Salamanca!, en el curso de un viaje en coche desde Suecia hasta Portugal donde debía embarcar rumbo a Maputo. Alquiló una habitación en un hotel de carretera, pero el ruido de las cañerías y el tráfico no le dejaron conciliar el sueño. Pasé la noche en vela dando vueltas a una idea y nunca me he arrepentido. Pasar seis meses en Europa y seis en África me ayuda a mantener la perspectiva. Además de sus carreteras y hoteles inolvidables, de España le gusta Goya. Cada dos años como máximo regresa al Museo del Prado de Madrid para rendirse ante sus cuadros. Es el mejor contador de historias que conozco.

    El inevitable paso del tiempo en una mujer que no se atreve a preguntarse qué ha sido de su vida y el recuerdo de su pasado como militante maoísta en los años sesenta le sirven en esta ocasión como marco argumental, pero Mankell niega cualquier proximidad ideológica con ese personaje. Nunca militó en la extrema izquierda ni en los grupos cercanos al partido comunista siempre fui libre con respecto a los partidos, aunque cuando contaba 20 años apoyó las protestas contra la guerra de Vietnam. Todavía tengo alguna marca, añade señalando en algún punto de su cabeza la cicatriz que oculta su blanca caballera. Se trata de una herida de guerra, recuerdo de la policía francesa cuando corría por las adoquinadas calles de París, en pleno Mayo del 68. Entonces y ahora, la cuestión básica en la que basa su militancia personal se llama solidaridad. Sin ella es difícil crear una sociedad justa. Para explicarlo recurre a una historia que les suele contar a los jóvenes: Imagina que te encuentras en casa viendo televisión y en un momento dado escuchas que alguien grita en la calle pidiendo socorro. Tienes dos opciones: subir el volumen o bajar a la acera y tratar de ayudar. La solidaridad pesa más que las ideologías. Muchas personas creen que esa fraternidad se identifica con un tipo de emoción, y es verdad, pero también es algo racional que tiene que ver con la inteligencia; si quiero que mis hijos tengan un mejor futuro, debo procurar que los otros también lo alcancen.

    Esa militancia impregna todo su trabajo, aunque se defienda alegando que se trata de un artista, no de un político. Nunca soñó con triunfar en el género negro. El creador de Kurt Wallander, el inspector que le encumbró y al que retiró de un plumazo cuando empezó a cansarle, tuvo claro desde el momento en que inició esos libros que quería un personaje que cambiara constantemente, no deseaba alguien como Poirot. A partir del tercer libro hablé con una amiga que es médica para que le diagnosticara una enfermedad, dada su forma de vida, siempre mal alimentado y manteniéndose a base de café, y que resultó ser la diabetes. En el siguiente título, el inspector descubre que es diabético y fue el libro más popular. Nadie imagina a James Bond con esa enfermedad; claro que Bond juega en el Real Madrid, y Wallander, en la quinta división. No oculta el orgullo que le produce la adaptación que ha realizado el actor Kenneth Branagh para la BBC de tres de sus libros. Fue el propio actor el que planificó la serie en la que participa también como productor. Me gustó mucho hablar con él y tratar de ayudarle.

    Otro escritor sueco, Stieg Larsson, y dos de los títulos de la trilogía Millennium ocupan las listas de libros más vendidos desde hace semanas en Europa, pero Mankell no parece muy interesado en hablar de ese fenómeno. Ha leído los libros que se publicaron tras la muerte del periodista, pero no le han emocionado. Su opinión es que el éxito de Larsson se puede equiparar al de cualquier best-seller, en el estilo Dan Brown. Y lo dice sin envidia. Ciertamente, Mankell no tiene problemas de ventas Mi administrador dice que contando desde que nací hasta hoy habría vendido mil libros diarios, y el dinero, aunque sea fácil decirlo cuando sobra, no parece su prioridad. Nunca me voy a comprar un Mercedes, mi vida se basa en el trabajo y en vivir con mi mujer y mi familia. No quiero grandes mansiones con piscina. Tiene cuatro hijos de tres matrimonios anteriores a su relación con Eva Bergman. Dispone de un piso en Gotemburgo, otro en Estocolmo, y paga muchos impuestos, pero parte del dinero que gana lo dedica a apoyar proyectos en África.

    Si con la obra de Larsson se mostraba reticente, su rostro se ilumina cuando escucha el nombre de John Le Carré: Es muy importante para mí. Los dos estamos muy enfadados con la situación del mundo. Ambos han criticado a las empresas farmacéuticas por el precio de los medicamentos en África o por su adulteración en algunos casos. En los 55 minutos que llevamos hablando han muerto 25 niños de malaria y sus muertes podrían haberse evitado porque hay medicamentos para atenderles, pero las grandes compañías prefieren ganar dinero. Hay una cosa que me duele mucho, el analfabetismo. Ahí reside la causa de todo. Aquí, en Maputo, el 75% de la población no sabe leer ni escribir, y ése es un problema que tendría fácil solución. Algunos creen que se trata de una cuestión de dinero, pero basta hacer las cuentas. Sólo con lo que nos gastamos en Europa en alimentar a nuestras mascotas durante un año solucionaríamos esa lacra; no quiero decir que no los alimenten, sino que se trata de poco dinero. Cómo se van a defender del sida si no saben leer.

    Cuando Mankell se arranca a hablar de África no hay fisuras. La crisis del VIH en el continente africano o las condiciones de vida de sus habitantes le han inspirado nuevas historias que ha publicado en formato de literatura infantil, como la trilogía dedicada a Sofía, una historia real sobre una niña mozambiqueña que perdió las dos piernas al pisar una mina abandonada tras la guerra, en un accidente en el que falleció su hermana María y que en España ha publicado Siruela. La trilogía en la que recrea la cotidianidad en las aldeas africanas A un kilómetro de donde nos encontramos hay gente que pasa hambre pone los pelos de punta. El dinero que ingresa por la venta de estos libros se destina a la aldea de Sofía. Mankell solía sentarse con ella y le leía los cuentos en los que relata cómo se desplazaba, apoyada en sus muletas, varios kilómetros para acudir al centro de salud o cómo la abandonó su marido en la selva para que la devoraran los animales, pero ya ha cerrado esa historia. El vínculo entre ellos es demasiado fuerte, tanto que el primer hijo de Sofía fue bautizado como Leonardo Henning.

    Mankell parece haber encontrado en África algo más que esas historias con las que trata de conmover a los descreídos ciudadanos del primer mundo. Uno de sus trabajos relacionado con ese continente devastado, Moriré, pero mi memoria sobrevivirá, su particular reflexión sobre las personas que mueren de sida cada día sin fármacos para combatir la enfermedad, le dio mucha más satisfacción que la fama y los actos literarios en los que participa. Mientras viajaba por Uganda quería saber buscando documentación, en las afueras de Kampala se cruzó con Aida, una niña que había perdido a su madre. Aida no sabía leer ni escribir; abrazado en su regazo, guardaba un cuaderno del que emergió una mariposa azul al abrir las páginas. Como las que le gustaban a su madre. Los ojos del escritor se han llenado de lágrimas, una reacción propia de un personaje sensible, como Wallander, o de alguien que sabe por experiencia lo que supone crecer sin la mirada de una madre."

29 de maig 2025

cinquenà sessió cinefòrum, 1

 

  Experimentar amb els pobres: la cara oculta de
la investigació farmacèutica?

  Divendres dia 6 de juny a les 17:30 tindrem la cinquenà sessió de cinefòrum d’aquesta temporada. 

    La pel·lícula que projectarem serà “El jardinero fiel” del director Fernando Meirelles, (2005) on Justin Quayle, diplomàtic britànic i aficionat a la jardineria, emprèn una investigació personal per aclarir l'assassinat de la seva esposa Tessa, activista pels drets humans que destapava pràctiques il·legals d’una farmacèutica a Kenya.

    La seva recerca el porta a descobrir una trama de corrupció, proves farmacèutiques il·legals i complicitats entre multinacionals i governs. A mesura que s'endinsa en el cas, Justin també es transforma: de funcionari discret a justicier implacable.

    La ponència anirà a càrrec de Miguel Álvarez-Tejado, que va estudiar Biologia a la Universitat Complutense de Madrid i va obtenir el seu doctorat en Biologia
Molecular a l’Hospital 12 d’Octubre, on va fer recerca en Immunologia durant 10 anys. Actualment és cap de màrketing i gestió de Productes a Zytomics, una empresa dedicada a la investigació de sistemes de diagnòstic clínic del càncer.

    Prèviament, Miguel va estar 22 anys a Roche Diagnostics, on la seva darrera posició professional va ser com a cap de màrketing d’Anatomia Patològica/Oncologia. Miguel ha centrat la seva trajectòria professional en la introducció dins de la pràctica clínica hospitalària de mètodes diagnòstics d’alta precisió per a l’estudi del càncer, ajudant així els oncòlegs a recomanar als pacients tractaments més personalitzats.

    Interessant pel·licula que suscita una reflexió sobre la responsabilitat de la indústria farmacèutica, el paper dels governs i el valor de la vida humana en contextos desiguals.

Recordeu que la projecció la farem a:

AA VV Les Fontetes

Carrer dels Reis, 30

08290- Cerdanyola del Vallès.


28 de maig 2025

henning mankell, obra i 4

Botas de lluvia suecas

Henning Mankell

traductora:  Gemma Pecharromán Miguel

Tusquets Editores, 2016

400páginas

Mankell dice adiós con un viaje a la orilla entre la vida y la muerte

"Botas de lluvia suecas", última novela que el autor sueco escribió poco antes de morir en 2015 a causa de un cáncer, llega a las librerías la próxima semana en español.

por Carmen Morán Breña
El País
03/09/2016

    "El adiós definitivo de Henning Mankell, una novela titulada Botas de lluvia suecas empieza con un gran incendio que pesca desprevenido al protagonista y a punto está de apartarlo de la escena. Welin Fredrik vive solo en una isla y ahora el fuego lo ha dejado sin casa, en pijama, sin zapatos; circunstancia propicia para plantear la recurrente pregunta: ¿Qué llevarías a una isla desierta para tenerlo todo? Fredrik responde pronto: los recuerdos. Y con ellos construye una novela que viaja al pasado y al presente con el ritmo de las olas que van y vienen a la orilla de su archipiélago.

    Henning Mankell (Estocolmo, 1948-2015) escribió esta obra en los días más oscuros de su vida, cuando combatía un cáncer que le llevó a la muerte un año y medio después de ser diagnosticado. Pero tuvo tiempo de verla editada en su país y el próximo martes, los lectores la encontrarán en español de la mano de Tusquets. No se trata de una de sus famosas novelas negras, ni aparece por ninguna parte el inspector Wallander para descubrir quién está detrás de un crimen, pero el texto también incorpora delitos, culpables y policías que mantienen la inquietud del “género nórdico”, como lo describe el editor Juan Cerezo, ese del que Mankell fue un adelantado y que lo convirtió casi “en un subgénero de la novela negra”.

    Botas de lluvia suecas, traducido también al catalán, agarra el hilo de un título anterior, Zapatos italianos, de donde recupera al protagonista, un médico jubilado que acarrea el peso de un antiguo error profesional. Fredrik ha llegado a un momento de su vida en que es fácil echarse a morir en soledad o abrir nuevos caminos, levantar de nuevo los cimientos de la casa o conformarse con una caravana provisional. Para elegir la senda adecuada Mankell se apoya en los recuerdos, muy propio también de una edad en la que es más cómodo repasar lo antiguo que edificar un futuro.

    Y entre un viaje y otro, de la isla al continente, el autor va encendiendo algunas luces entre las brumosas reflexiones.

    Inevitable no hacer paralelismos entre el médico de 69 años y los 67 que contaba el autor cuando escribía la historia para burlar a la quimioterapia y al insomnio. Son constantes sus reflexiones sobre el fin de la vida, que nunca había visto tan de cerca. “La muerte es una anarquista incurable. No sigue leyes ni reglas. No se entiende nunca”, se le oye decir a Fredrik, y otro de los personajes rompe el silencio del frío embarcadero sueco para lamentarse: “No nos dejan aprender a morir”.

    No, no es esta última novela de Mankell una lectura alegre, pero tampoco está sumida en brumas y nieblas, brilla aún el otoño cuando arranca la acción y la primavera buscará, más tarde, abrirse paso entre los hielos del archipiélago. No está el protagonista ahogado en los recuerdos, el presente le trae novedades de las que sacar provecho para seguir caminando.

    Y tampoco echarán de menos los lectores los elementos más clásicos del universo que construyó el autor sueco: una crítica que se cuela entre líneas a la más desalmada sociedad europea contemporánea, la que no tiene miramientos con los migrantes, la que castiga con más rigor a un carterista de tercera regional que a un delincuente de guante blanco. Su disgusto por el destrozo medioambiental que caracteriza a esta época, “las toneladas de basura nuclear” debajo de las alfombras del siglo XXI. O que muestre sin pudor los resquicios de la miseria que también existen en sociedades idealizadas, como los países nórdicos, esas socialdemocracias que siempre se ponen de ejemplo.
    
    Todas esas características hacían del autor sueco un personaje entrañable y querido, sin gusto “por la pompa ni el protocolo, huidizo con las aglomeraciones”, opina Cerezo, y que tiraba de su dominio del teatro para combatir las escenas en las que tenía que sobreponerse a un público que, en ocasiones, le admiraba con demasiado calor. Pero toda esa humanidad, que también se atisba en sus personajes —y toda la crueldad con que caracterizó a los malos— rompieron las barreras de la comunicación y le hicieron universal. Sus obras, vendidas por millones en todo el mundo, calaron fuerte también entre lectores de latitudes más cálidas, donde no sobran detectives, comisarios ni inspectores de buen comer.

    Entre todos ellos dejó Mankell a su Kurt Wallander, desastrado y humano, del que se atisban rasgos también en el protagonista que calza ahora las botas de agua.

    Y el amor, también aparece en esta última entrega (póstuma en español) del autor sueco; el amor como una palanca, como un remo para hacer un viaje, más de uno, entre la soledad y la compañía, entre la isla y el continente."


27 de maig 2025

henning mankell, obra 3

 


La serie Wallander:

    Considerado como el alter ego de Mankell (tiene su misma edad, comparte su afición por la naturaleza y la ópera y sufre por la maldad en el mundo), Wallander es inspector de policía en la pequeña localidad de Ystad, cerca de Malmö, en el sur de Suecia. 

    El melancólico policía es el protagonista de una serie de novelas negras que han alcanzado un gran éxito internacional, hasta el punto de que cuenta con su propio club de fanes en inglés. En la novela Los Perros de Riga se especifica que fue aceptado en la Academia de Policía en 1967, en contra de los deseos de su padre, aunque sigue sin saber el porqué de su oposición.


La serie:

Asesinos sin rostro (Mördare utan ansikte, 1991)
Los perros de Riga (Hundarna i Riga, 1992)
La leona blanca (Den vita lejoninnan, 1993)
El hombre sonriente (Mannen som log, 1994)
La falsa pista (Villospår, 1995)
La quinta mujer (Den femte kvinnan, 1996)
Pisando los talones (Steget efter, 1997)
Cortafuegos (Brandvägg, 1998)
La pirámide (Pyramiden, 1999; cuentos)
Antes de que hiele (Innan frosten, 2002)
El hombre inquieto (Den orolige mannen, 2009)
Huesos en el jardín (Händelse om hösten, 2013)

26 de maig 2025

henning mankell, 2

 


Henning Mankell
Maestro de la novela negra contemporánea

por Juan Cerezo
editor de Tusquets, 
sello que edita a Henning Mankell


    "Henning Mankell es el gran patriarca de la literatura policiaca escandinava, uno de los maestros de la novela negra contemporánea. En nuestro país su serie protagonizada por Wallander fue pionera en lo que ha acabado siendo una categoría del género criminal: la novela nórdica. Ha vendido más de 40 millones de ejemplares de sus obras en el mundo

    Mankell destaca por su infalible capacidad de observación, tanto en cuestiones sociales candentes e incómodas como en los tipos humanos que pueblan sus novelas. Es un gran creador de atmósferas, de la estirpe del mejor Simenon. Y tiene un talento único para crear personajes indelebles, como el protagonista de su serie, Kurt Wallander, el inspector gruñón pero honesto, desastrado pero profesional, solitario pero dotado de certera intuición psicológica para descubrir los secretos que la gente oculta. Es decir, un personaje que, con todos sus problemas personales, es de una humanidad desarmante. Como muchos de los que le rodean o con los que se encuentra. Y por ello sus historias dejan poso, largo recuerdo, porque hablan de dramas humanos de la Europa contemporánea. Como dice en Arenas movedizas, sus emotivas memorias, si los escritores se dividen entre los que iluminan y los que ocultan, él siempre ha perseguido en sus obras desvelar lo que los algunos están empeñados en enterrar o esconder: "Escribir es iluminar con una linterna los rincones de penumbra."

    Autor poliédrico, ha demostrado su talento narrativo no ya en thrillers internacionales, que han sido bestsellers globales, como El chino, El cerebro de Kennedy, sino también en subyugantes historias íntimas y familiares como Profundidades o Zapatos italianos, que tendrá continuación en su recién acabada Botas de lluvia suecas, en su serie africana, con títulos como Comedia infantil o Hijo del viento, en novelas sociales que hablan de inmigración e indocumentados, como Tea Bag, o en sagas femeninas como Daisy Sisters o Un ángel caído.

    En buena medida, la validez y credibilidad de sus historias se deben a la coherencia de su actitud cívica, a su compromiso social: pasa la mitad del año con África (tiene un pie en la nieve y otro en la arena, suele decir), y dirige en Maputo, Mozambique, el teatro Nacional Avenida. Montó una editorial con su editor, Leopard, en la que publica a muchos autores del tercer mundo. Participó en la escuadrilla que quiso romper el bloqueo al pueblo palestino. En sus colaboraciones en prensa deja clara su denuncia de las injusticias y los abusos de una sociedad, la sueca y la occidental, demasiado segura de sí misma y no tan perfecta como nos tranquilizaría pensar."

25 de maig 2025

si sabessis el mar com és bonic, presentació

 


    Dijous passat, dia 22, vam organitzar la presentació del llibre “Si sabessis el mar com és bonic”, de la Gemma Calduch.

    El company Joan Francesc Sánchez, en la seva introducció a l’autora i la seva obra, ens va destacar que Calduch és una nova veu en la narrativa catalana, ja que aquesta és la seva primera obra, amb una personalitat molt marcada.


    El llibre recrea un món devastat singularitzat en el petit poblat pesquer de Port. El relat ens endinsa en una realitat on la fam, el fred i la brutícia són ben presents i on les sirenes, criatures primordials per a la pesca, fa cinc anys que no apareixen. Però tot sembla canviar quan en Príam aconsegueix pescar una i la porta al poble. La presència de la sirena actuarà com a pol catalitzador, provocant reaccions diverses entre els habitants de Port.

    Joan Francesc va observar que “Si sabessis...” és una novel·la sobre la incomunicació i la soledat: personatges que no expressen sentiments, individus que no saben (o no poden) comunicar-se, records que impedeixen tot intent de viure el present, l’enveja, relacions tòxiques. A mesura que avança el relat, la natura es manifesta ingovernable pels humans. Així, la sirena es converteix en símbol de la fragilitat humana, de les pors i de la lluita per la supervivència dels habitants de Port.

    El company Sánchez va subratllar la fluïdesa la narració, on utilitza tant la descripció omniscient com les reflexions, pensaments i diàlegs dels personatges, batin una obra coral de veus, i un llenguatge molt poètic.

    Per la seva part, la Gemma Calduch va manifestar que la obra es fruit d’un un primer relat gestat fa 14 anys, quan feia un curs d’escriptura creativa a l’Ateneu Barcelonès, que pivotava al voltant del tema de la sensació d’estranyesa i falta d’encaix social. Per motius laborals, aquest primer esborrany, va raure al calaix fins que l’aturada de la pandèmia la va empènyer a rescatar l’obra, però desprès de nou anys, les inquietuds e interessos de l’autora havien canviat molt del relat inicial.


    Calduch va puntualitzar que la història, des del començament, és una distòpia futurista trenada pels relats de cinc personatges principals que conformen un espai i una textura de convivència determinada per una natura hostil. Per donar amb el to del relat, es va inspirar en l’obra Mentre em moria, de Faulkner i La mort d’Ivan Ilitx de Tolstoi, que la va ajudar a narrar allò essencial i desempallegar-me de tot artifici.

    En quant al títol de l’obra, està extret d’un vers del poema “L’Empordà” (1909), de Joan Maragall, en el fragment que diu:

“Ella canta: —Pastor, me fas neguit.—
Canta el pastor: —Me fas neguit, sirena.—
—Si sabesses el mar com és bonic!
—Si sabesses la llum de la carena!
—Si hi baixesses series mon marit.
—Si hi pugesses ma joia fóra plena.
—Si sabesses el mar com és bonic!
—Si sabesses la llum de la carena!

La sirena se féu un xic ençà,
i un xic ençà el pastor de la muntanya,
fins que es trobaren al bell mig del pla,
i de l’amor plantaren la cabanya...
Fou l’Empordà.”

    Calduch ens va destacar que el llibre ha patit molta, molta, molta reescriptura. Que va llençar moltes pàgines al llarg de tres anys i mig de escriptura intensa.

    El fet de triar la figura de la sirena com personatge central ve motivat perquè volia reinterpretar el mite de la sirena, dignificar-lo, perquè al llarg del temps s’ha anat frivolitzant: des de la Grècia clàssica, amb aquells personatges que eren una amenaça amb el seu cant, fins a l’edat mitjana es forja la imatge de la sirena perversa, lligada al pecat i la luxúria; Hans Christian Andersen la infantilitza i Disney dibuixa una sirena que viu sola i se sacrifica per un home. Per contra, Calduch vol reivindicar el caràcter monstruós de la sirena, però deslligat de la perversió i de la mort. La Sirena és la vida, l’amor i el poble depèn d’ella. Per altra banda, va destacar, la sirena no necessita dels homes, no necessita la mirada de ningú per existir, viu fora del patriarcat, està emancipada, no és mare i viu entre amigues, en la línia de reforçar el paper de fortalesa dels personatges femenins de l’obra.



24 de maig 2025

henning mankell, obra 2

 

Arenas movedizas

Henning Mankell

Traductora:  Carmen Montes Cano

Tusquets Editores, 2015

376 páginas


Henning Mankell frente al duelo de la muerte

El escritor sueco relata en un libro la manera en que sus recuerdos le han servido como tabla de salvación para afrontar el cáncer.

por  Winston Manrique Sabogal
El País
01/06/2015

    "Nueve años tenía Henning Mankell cuando el futuro puso en él la semilla de la cara y la cruz de lo que sería su vida. Al menos una parte esencial. La primera lo haría consciente de su existencia en el mundo y delinearía su identidad y destino, cuando una mañana de invierno, camino del colegio, lo sorprendió “una certeza inesperada. Como una carga eléctrica: ‘Yo soy yo y ningún otro. Yo soy yo”. La otra mitad de la semilla guardaba el primer atisbo de la enfermedad que hoy está en su horizonte, cuando estaba en un hospital con unas molestias en el apéndice y el compañero de habitación era un hombre con cáncer terminal.

    Esa fue la primera vez que el escritor sueco, que puso la novela policiaca de su país en el mapa mundial y lo convirtió en uno de los clásicos contemporáneos del género, escuchó esa palabra que 57 años después lo tocaría a él de manera contundente. Una pesadilla. El 16 de diciembre de 2013 sufrió un accidente en su coche, el día de Navidad se despertó con lo que pensó era una tortícolis, en los días sucesivos el dolor se extendió de manera extraña, el 8 de enero de 2014, de una mañana fría y nevada, fue al hospital y tras unas radiografías le diagnosticaron un tumor cancerígeno en el pulmón izquierdo con metástasis en la nuca. Los siguientes diez días fueron devastadores para su ánimo. Conoció el pavor. Creyó hundirse. Hasta que emergió con la idea de afrontar la enfermedad, de no dejarse vencer y de contar ese duelo con la muerte desde la perspectiva de la vida.

    Arenas movedizas es el título que le puso Mankell a ese libro que reúne sus vivencias y que edita Tusquets (traducción de Carmen Montes Cano), el sello que ha publicado todos sus libros. Allí enfrenta el horizonte de la muerte creando el arco de algunos de los primeros hallazgos que han marcado su existencia personal y colectiva. No es un libro filosófico ni de autoayuda, aunque esté esparcido de preguntas esenciales de siempre, sino que a partir de ellas recuerda que la vida de cada uno está llena de historias luminosas o sombrías, cuentos o novelas según se quiera, que nos conectan con el mundo.

    Y, claro, al estilo de Mankell, hay una denuncia política y social sobre el legado que dejaría esta civilización a la humanidad: No será Rubens, ni Shakespeare, ni Beethoven, sino los residuos nucleares enterrados en el fondo de alguna montaña sueca jugando con la memoria de las siguientes generaciones, con el riesgo paradójico de que, afirma Mankell, el último recuerdo que deje el ser humano será ése: "Que nadie recuerde nada. Lo último que dejaremos detrás de nosotros es algo que escondemos para que nadie lo encuentre”.

    Arenas movedizas es la vida como un rompecabezas de historias que entretejen en silencio el porvenir de una persona. Empezando por el título, Mankell cuenta cómo le aterraba, desde niño, y durante sus periplos por el mundo la idea de ser engullido por una de esas arenas pero luego descubre la verdad que las rodea, todo mito. Y en este caso, frente a la enfermedad que parecía engullirlo sale de allí al aferrarse a los recuerdos, al repasar su vida: “Puede que no me atreviera a pensar en el futuro. Era territorio incierto, minado. Así que volvía continuamente a la infancia”, escribe en el libro. Y también a su adolescencia y a su madurez, a sus momentos estelares.

    Entre las obras de Henning Mankell destaca la serie policiaca del inspector Kurt Wallander, traducido a 40 idiomas, que inició en 1990 con Asesino sin rostro. En sus novelas, narra dramas humanos en los que advierte problemáticas sociales o políticas de su país o de Europa. Una mirada a la cual ha contribuido su presencia en África desde 1973 cuando fue por primera vez.

    Con todo eso ha creado este libro-testimonio. Una procesión de episodios de primeras veces y sus sombras. Un espejo retrovisor, como él lo llama, en el que mira atrás para seguir avanzando."