31 de jul. 2020

sé lo que estás pensando, 2



“—En tu mail mencionabas un problema —dijo Gurney, yendo al grano con una brusquedad rayana con la grosería.

—Sí —respondió Mellery.

Sin embargo, en lugar de ir al grano, Mellery evocó un recuerdo que parecía concebido para dar una puntada más en el lazo de obligación que implicaba su antigua camaradería. Narró un debate tonto que un compañero de clase de ambos había mantenido con un profesor de filosofía. Durante su relato, se refirió a sí mismo, a Gurney y al protagonista como los Tres

Mosqueteros del campus de Rose Hill, tratando de lograr que una anécdota de segundo curso sonara heroica. A Gurney el intento le resultó embarazoso y no ofreció a su invitado ninguna respuesta más allá de la mirada expectante.

—Bueno —dijo Mellery, volviendo con incomodidad al asunto que les ocupaba—. No sé muy bien por dónde empezar.

«Si no sabes por dónde empezar tu propia historia, qué demonios haces aquí», pensó Gurney.”

Sé lo que estás pensando
John Verdon
Roca editorial 2013
Página 24 

30 de jul. 2020

sé lo que estás pensando, 1




"Sé lo que estás pensando es una novela de misterio de estructura clásica protagonizada por un ex policía adicto al trabajo, con problemas personales y dificultad para comunicarse con su esposa que ve en el intrigante caso propuesto por su ex compañero de universidad la oportunidad ideal para mantener la mente ocupada e ignorar lo que ocurre en su vida.

Narrada desde el punto de vista de Gurney, no hay una sola escena en la que no esté presente, y todas las impresiones, obviamente subjetivas, son las suyas, siendo la figura del narrador invisible a lo largo de una historia que sigue las andanzas del protagonista, sus dudas, avances y retrocesos o cambios de idea según descubre nuevas evidencias, y lo utiliza para no revelar más de lo que sabe él y las conclusiones, a veces erróneas, a las que llega, lo que contribuye a enmarañar y cambiar la percepción de las distintas tramas sin engañar a quien lee la novela.

Dadas las circunstancias, Gurney es el personaje mejor desarrollado, tanto en su forma de afrontar el trabajo, como en las relaciones humanas y su perspectiva de lo que sucede. Tras él es Madeleine, su esposa, quién recibe mayor atención, mostrando una enorme comprensión de sus problemas emocionales y resultando de gran ayuda con sus aportaciones a la resolución de varias facetas del caso. En cuanto al resto de personajes, van perdiendo definición según su relevancia en la historia, aunque la mayoría tienen al menos algunas características identificativas, ya sea en su físico, forma de actuar o reacciones de Gurney en su interacción con ellos.

Como suele ser habitual en las novelas del género, el autor juega con diversas intrigas para mantener el interés, desde la interpretación de las pistas (los poemas, los objetos que se encuentran en cada caso) hasta los posibles sospechosos (la esposa rica, alguien de un pasado no recordado, los clientes del Instituto de Renovación Espiritual que dirige Mellery) o la intriga de cómo puede el autor de los anónimos saber qué número pensará Mellery.

Ya desde el propio título (Piensa en un Número, en el original) el autor utiliza como cebo principal la aparente imposibilidad de que alguien pueda adivinar en qué número va a pensar una persona, con el riesgo de que esa importancia, que los mismos personajes le conceden, pase a ser una parte demasiado relevante de la historia y que la resolución del misterio (por su simplicidad y lógica, nada espectacular) decepcione a quien espere una gran sorpresa.

Aunque el autor corre el riesgo de explicar su "truco de prestidigitación" a cien páginas para el final de la novela, la secuencia de asesinatos y sus características y el constante aporte de nuevos datos, especulaciones y resoluciones mantienen el interés hasta llegar a un clímax en el que Gurney se enfrenta con el asesino en un tenso capítulo en el que las piezas se colocan en su sitio correspondiente, tanto las relacionadas con los crímenes como las referentes a la vida personal del protagonista, marcando una evolución del personaje algo sencilla pero relevante.

Quizá el recurso de que el asesino confiese todo y confirme cada suposición de Gurney o el incomprensible silencio de este acerca de su acción impulsiva (el envío de la carta) y lo que tarda en desconfiar del sospechoso más obvio (no se da cuenta hasta un momento antes de que se haga evidente) sean los puntos más flojos de una novela que utiliza los recursos clásicos de su género para componer una historia digna y entretenida cuyo interés sólo decae ocasionalmente.”

Críticas literarias Regina Irae

29 de jul. 2020

el método



Por Andrea Aguilar

“Forzado a abandonar la idílica calma rural de su retiro, el detective Gurney, analítico e introvertido, se adentra en un inquietante caso en el que hay “horror, odio, mafia, locura, policía, dinero, mentiras y tal vez unas gotas de incesto”. Este es el resumen que le ofrece su antiguo compañero en el cuerpo de Policía de Nueva York, Hardwick, en las primeras páginas de No confíes en Peter Pan (Roca Editorial), la nueva entrega de la serie de novelas de misterio que arrancó con Sé lo que estás pensando y que ha convertido a John Verdon en una inesperada estrella de este género.

Al hablar de la estructura de sus tramas, Verdon echa mano al bolsillo y saca las tarjetas que dice que siempre le acompañan. “Desde hace cinco años forman parte casi de mi cuerpo”, explica. “En ellas anoto escenas, cómo algo puede estar oculto, conversaciones, y demás”. Cuando ha reunido más de 300 las despliega en la mesa de comedor de su casa y las amontona en una estructura básica de tres actos. Luego añadirá otras 300 para ir tejiendo los nudos del misterio, antes de sentarse a escribir.

Lo cierto es que Verdon no ha destilado este método a lo largo de toda una vida, sino más bien en una segunda vida. Criado en el Bronx, en un barrio católico poblado por curas y policías irlandeses, —igual que su detective Gurney— este autor tuvo una larga carrera en el campo de la publicidad —“asistí a un buen número de reuniones y conferencias, que me enseñaron bastante sobre la dinámica de grupos, sobre gente lista metida en el mundo de las empresas que tiene sus propios intereses, y eso es una buena escuela”—. Se retiró, se instaló en el campo y se convirtió en un ávido lector de novelas negras, como las situadas en California en la década de los cincuenta escritas por Ross Macdonald o las del británico-canadiense Peter Robinson. “Ocurría lo mismo en casi todos los libros, el detective iba haciendo entrevistas y descubriendo quién mentía. Aunque el tono y el estilo eran diferentes, el proceso era idéntico y me cautivó”, recuerda. Lo comentó con su esposa y ella le animó a que llevara a la práctica su descubrimiento. Un par de años después y con más de 400 páginas escritas decidió enviarlo a cerca de 40 agentes. Uno de ellos le respondió, se vendieron los derechos a 20 países y cientos de miles de ejemplares.

“Las historias de detectives son atractivas porque representan el triunfo de la razón sobre el caos. En mis libros el elemento criminal siempre nace de la pasión, de la lujuria, del ansia de poder o la avaricia”, dice el escritor. Gurney, su personaje, se esfuerza por buscar esas razones.

En el caso de No confíes en Peter Pan se adentra en las que mueven al sicario que dispara contra el magnate Spalter, un millonario con vínculos mafiosos que pretendía dar el salto a la política y que queda reducido a estado vegetal durante el juicio por el que acaba condenada su esposa.
“La violencia explícita no me interesa demasiado, ni como escritor ni como lector. Me gusta pensar que lo que escribo tiene más que ver con una búsqueda intelectual y reflexiva, con las intersecciones entre la vida del detective y el criminal”, apunta. Tampoco le gustan los juegos detectivescos tan sofisticados que no esconden nada más que el mero enredo —“eso acaba siendo demasiado ligero”, apunta—. A menudo emplea dos libros usados como manuales en las academias de policía para portar veracidad a sus historias, y cuando le consumen las dudas llama uno de sus hijos, agente en Nueva Jersey.

En las novelas policíacas de Verdon no hay bombas a punto de estallar, ni agentes dobles, ni superhombres, y el escritor reconoce que al no tener televisión ha logrado mantenerse ajeno al género de dramas terroristas tipo Homeland que causan furor. A pesar de esto, le encantaría que prosperara el acuerdo que están negociando para convertir sus novelas en una miniserie televisiva.

Su aproximación al género tiene, dice él, buscando un símil, más que ver con la arqueología, con tirar del hilo que asoma, de la punta de una ruina bajo la que se esconde una ciudad subterránea, que con efectistas fuegos artificiales o desesperados investigadores. El desenterramiento que en sus novelas acomete le permite, por ejemplo, presentar a un villano de sexo ambiguo y edad indefinida como representación del mal que se esconde en todos; u ofrecer su visión escéptica sobre el sistema judicial estadounidense. “Igual que Gurney yo también pienso que es un total desastre pero que no va a poder cambiar. Ocurre lo mismo con el trato que damos a la gente con enfermedades mentales, realmente no sabemos qué hacer con ellos y no hay ni los recursos, ni la voluntad para hacer algo distinto de lo que se hace”, reflexiona.”

El País
13/12/2013


28 de jul. 2020

entrevista con los lectores




Señor Verdon, buenas tardes. Usted fue ebanista antes que escritor. ¿Qué le llevó a la literatura y a dedicarse a un género como la intriga y el suspense?

Después de que me retirara de muchos años de una carrera en la publicidad, empecé a construir y diseñar muebles y también me puse a leer todo lo que caía en mis manos que estaba en casa. Había muchas novelas negras y de misterio porque a mi esposa le gustan mucho, y además eran las que más disfrutaba yo también. Me fascinaba la estructura de las buenas novelas de misterio. Una noche en la que estaba hablando de esa estructura y de cómo casi todas las novelas seguían un cierto patrón, mi esposa me sugirió que escribiera una. Y lo primero que salió de ese intento fue "Sé lo que estás pensando".

Al usar siempre al mismo protagonista, ¿Crees que al igual que le ocurre a Dan Brown con su personaje Robert Langdon, corres el riesgo de que ya desde la primera página sepamos que Dave Gurney siempre saldrá airoso de cualquier situación y eso le reste interés a la historia?

Creo que ese es efectivamente un riesgo que se corre en cualquier serie de misterio, pero también se puede conseguir que siga habiendo suspense e intriga si se consigue que el protagonista crezca, evolucione, cambie... Pero también diría que en una serie de detectives probablemente se sabe que el personaje que va a seguir vivo pero no lo que le va a suceder, o cómo le va a afectar. Hay series muy adictivas en las que el detective no cambia mucho, como en las de Ross MacDonald o Raymond Chandler. Creo que parte del encanto del género recae sobre el hecho de que el lector sepa que el protagonista va seguir vivo al final.

En pocos meses volveremos a ver a Gurney por las librerías. En esta ocasión, ¿Con qué se tendrá que enfrentar?

Como en los otros libros, se enfrentará a un crimen grave cuya investigación no se ha hecho bien. En este caso, se encarceló a alguien pero al cabo del tiempo aparecen dudas de si era o no realmente culpable. Habrá un conflicto con la persona que planeó el crimen, con la que lo ejecutó y con las fuerzas del orden, que no quieren que remueva el asunto. Estará rodeado de gente que quiere que fracase.

¿Qué le aconsejarías a un joven que tiene por ilusión escribir un libro de novela negra? Y ¿qué lugares te inspiraron y como proyectas la inspiración a la hora de escribir?

Le diría al aspirante a escritor de género que leyera muchos, muchos libros del género y que encontrara el estilo que le guste más, hasta que entienda por qué le gusta y cuál es la estructura que tienen. (Que incidan más en el misterio, o en el crimen...) No me inspiran los lugares, creo. Los escenarios de mis novelas son descripciones del sitio donde vivo, lo que le otorga a la historia un realismo que me ayuda a escribir.

Buenas tarde, señor Verdon, y enhorabuena por sus libros, especialmente por 'No abras los ojos'. Mi pregunta tiene que ver con sus lecturas. Yo organizo mi biblioteca por afinidades, ¿junto a qué autores le gustaría que le colocara en la estantería? Muchas gracias.

¡Me encantaría y me halagaría mucho si me pusiera relativamente cerca de Arthur Conan Doyle, o Ross MacDonald! También de Reginald Hill...


Me gustaría saber su pauta de trabajo: ¿Tiene un horario metódico establecido? ¿Por las mañanas? ¿Por "inspiración"? ¿Por rachas? ¿Necesita aislamiento? ¿Le da lo mismo un lugar rural que uno urbano para escribir?...

Mis horarios no son muy disciplinados, pero suelo trabajar mejor por las noches tarde... Me da la impresión de que me concentro mejor entre y de la noche. Como digo, no soy muy disciplinado y a veces pienso que debería empezar a trabajar y me levanto a hacerlo y a veces no. Me motiva mucho tener una fecha de entrega por parte de mis editores. Mi mujer piensa de otro modo: dice que estoy todo el rato pensando en las historias, así que en realidad todo el rato estoy trabajando. Prefiero estar solo, no necesariamente completamente aislado... Escribo en un entorno rural, y nunca lo he intentado en la ciudad.

¿Está inspirado Dave Gurney en alguién real que usted haya conocido?

Dave tiene todos mis defectos y debilidades, sus virtudes son inventadas. Se parece a mí en cuanto a que le gusta estar solo, pero yo no soy ni de lejos igual de valiente.

¡John Verdon! ¡Me encanta tu trabajo! Tus obras son encandiladoras... mi pregunta es: ¿cómo surgieron los misterios? Es decir, ¿te basaste en casos reales, fueron sueños...? ¡Muchas gracias! P.S.: ¿cuándo te veremos en España?

Por contestar a lo último antes, me encanta España y aprovecharé cualquier oportunidad para volver. Pronto, espero. No investigo ni busco ideas. Creo que mis argumentos vienen de que estoy un poco loco y tengo miedos muy extraños. Siempre me estoy preguntando qué pasaría si... Mi mente funciona de una manera un poco paranoica y me parece que eso es lo que me ayuda a inventarme las historias. ¡Muchas gracias, María por tu entusiasmo!

Buenos días John, soy seguidor de sus novelas desde hace un par de años. ¿Ha recibido propuestas para levar alguno de sus libros al cine? La verdad que me encantaría algún día poder ver una peli basada en sus libros, para que así la gente que no suele leer pueda disfrutar también de su ingenio. Saludos.

Lo primero, muchas gracias. El mundo del cine es un misterio para mí. Sí que hay interés por parte de una estrella y de una importante productora para producir una serie de televisión, pero los entresijos de Hollywood se me escapan, así que habrá que esperar a ver cómo se desarrolla todo. ¡A mí también me encantaría ver a Gurney en la pantalla!

Hello John! Soy una gran seguidora suya. Querría preguntarle si ya tiene decidido el desenlace cuando empieza a escribir una novela. Me encanta que la intriga se mantenga hasta el final. Gracias por adelantado.

Sé quién es el malo. Sé que Gurney va a resolver el misterio en un momento dado. No sé cómo se va a desarrollar la escena final porque eso se me va ocurriendo mientras escribo. En definitiva, tengo una estructura básica a la que voy añadiendo los detalles que se me ocurren.

¿Se esperaba el éxito de "Sé lo que estás pensando"? ¿Cuál fue su reacción cuando supo las ventas que tuvo el libro?

No solo el éxito fue una sorpresa: el hecho de que se publicara fue una (agradable) sorpresa. Y además que el libro tuviera éxito en tantos países y diferentes culturas. Entró en listas en Suecia, en Bulgaria... Eso es lo que más me epató: a cuánta gente diferente le gustó.

¿Qué diferencia a David Gurney con otros famosos detectives de la ficción literaria?

Hay un par: tiene una relación más igualitaria y más interesante con su esposa que la mayoría de detectives de ficción; y también es un personaje muy cerebral, casi tanto como Sherlock Holmes...

¿Cuál es el truco para que, al final de las novelas, todos los pequeños detalles encajen entre sí y se resuelva todo? ¿Piensa primero en la resolución que quiere y luego la esconde a lo largo de la novela?

Hasta cierto punto, sí. Pero empiezo con la idea de un crimen, la base, y muchos detalles que se han adherido al crimen desde el principio, las pistas, que muchos no ven precisamente porque han estado ahí desde el principio...

¿Cuál es el último libro que leyó que usted recomendaría como imprescindible?

Hace poco leí un libro de Toni Hill, creo que es el primero: "El verano de los juguetes muertos". Me encantaron su detective, la complicada historia... lo disfruté mucho.

Señor Verdon, ¿sus historias tienes algo que ver con la realidad, con sucesos que han ocurrido? y ¿cómo llega a conocerlos?

No, me temo que son todas inventadas...

Sr Verdon! Soy de México, y quiero preguntarle si existe una revisión a sus libros para adecuarlos a todo los idiomas, incluyendo español de Latinoamérica?? Gracias

No, me temo que mis libros son traducidos en España y que en esa versión únicamente llegan a Latino América.

El País
03/04/2013

27 de jul. 2020

pienso divertir al lector



“Mark Mellery recibe una carta de su asesino. El sobre contiene una hoja escrita a pluma con tinta roja y un sobrecito. "Piensa cualquier número del uno al mil, el primero que se te ocurra. Imagínatelo. Ahora verás lo bien que conozco tus secretos. Abre el sobrecito". Mellery piensa un número al azar, el 658. Es el que aparece en el sobrecito. Este es el quid de Sé lo que estás pensando (Roca Editorial) del escritor estadounidense John Verdon. Es una de las novelas que más se han leído este verano y sigue en la lista de las más vendidas. A principios de diciembre, Proa la publicará en catalán.

"Pensé en la mejor manera de provocar el terror absoluto", explica Verdon. "Que el asesino convenza a la víctima de que sabe todo lo que está pensando, que conoce su pasado, cosas que ni siquiera recuerda". El psicópata asesina a cinco personas y planea una venganza mayúscula. Deja montones de pistas que no llevan a ninguna parte, ningún rastro válido. Enigmas aparentemente insolubles. Dave Gurney, policía retirado (a los 47 años) y experto en asesinos en serie es encargado por el fiscal de resolver el caso.

Sé lo que estás pensando es la primera novela de Verdón, que cumplirá 69 años en enero próximo. Desde los 15 años quiso ser escritor. Supo pronto que no podría vivir de ello y optó por la publicidad. Se retiró hace unos años para dedicarse a lo que le gustaba, "escribir una novela de misterio por diversión, sin pensar en publicar". "Me conformaba con que le gustara a mi mujer", añade. Le gustó y le animó a que la llevara a un agente. "La envié a 54; 20 no me respondieron, 30 me dieron las gracias pero dijeron que no y cuatro se interesaron. Uno me llamó y me dijo que no hablara de ella con nadie más. La publicó Random House".

La novela plantea tantos enigmas que se convierte en un rompecabezas. El psicópata juega con los policías y el escritor, con los lectores. "Yo juego a divertir al lector. El juego del asesino es sádico".

Verdon explica que le gusta mucho Conan Doyle y algo de Sherlok Holmes tiene Dave Gurney, el policía retirado que investiga el caso cuya mujer . Su mujer, Madeleine, es una especie de Watson, "pero cien veces más inteligente que Watson; también es más inteligente que Gurney". Entre la pareja hay tensión. Ella preferiría que no trabajase y menos le gusta que se dedique a retocar fotografías de los asesinos que ha detenido. Madeleine es quien da las mejores pistas para resolver el caso. "Ella es la luz que ilumina a Gurney".

La novela, llena de guiños, rinde homenaje a El resplandor, de Kubrick, realizada a partir de la novela homónima de Stephen King. La madre del psicópata recuerda a la de Psicosis de Hitchcock... "Lo hice de manera inconsciente. Me gustan autores como Raymond Chandler y Ross MacDonald, que crearon en California un espacio propio. Intento hacer lo mismo".
Verdon acaba de entregar a su editor norteamericano la segunda novela de lo que, en principio, prevé como una trilogía protagonizada por el investigador.


El País
26/10/2010

23 de jul. 2020

llibres, lectures i llibreries




En un dia com avui, hem de recordar que per Vespres Literaris, enamorats com som dels llibres i les seves lectures compartides, cada dia celebrem l'existència de tan íntim i universal instrument de cultura, així com dels llocs on obtenir-lo: les llibreries.

Per això, un grup de companyes i companys de grup han volgut recomanar-nos les seves lectures per aquest estiu des d'aquests llocs que tenim a un petit passeig de les nostres llars, les llibreries de Cerdanyola de Vallès.

Gràcies per ser-hi sempre!!!!!!!!!!!




4 de jul. 2020

el paisaje




“En ese momento el padre Naranjito pidió la palabra y dijo que eso de la escuela le parecía muy bien para los varones y que él se ofrecía a impartir clases de religión e historia sagrada. Pero que en cuanto a las niñas él creía que debía abrirse para ellas un establecimiento aparte donde se les enseñara jardinería, bordado, cocina, y si mucho algunas nociones de sumar y restar para que ayudaran en la administración del hogar. La lectura, en cambio, no era una buena idea para muchachas de pueblo pues se había visto que descuidaban sus oficios por aficionarse en demasía a novelas pecaminosas e historias inmorales que dañaban su conducta.”

La Oculta
Héctor Abad Faciolince
Alfaguara, 2015
Página 131


por Winston Manrique  Sabogal

“Si hay un resquicio positivo que puede dejar la muerte este es verde. Al menos en Colombia. “Lo único bueno que nos ha dejado la guerra es el rebrotar de la naturaleza”, asegura Héctor Abad Faciolince. Es el resultado de la vorágine de fuego enemigo, amigo e interesado, vivido allí durante las últimas décadas que ha ahuyentado a la gente de muchas zonas, sólo pobladas por la vegetación. De ahí que uno de los temas clave al día siguiente de la firma de la paz, en caso de producirse, entre el Gobierno y la guerrilla, es la tierra, sostiene el escritor, al que le asaltan varias preguntas: “¿Sabemos, realmente, qué queremos hacer con la tierra colombiana? ¿Queremos volver a colonizarla? ¿Querrán los campesinos que han sido desplazados volver al campo? Es un misterio, pero ahí está. Tenemos que volver a pensar en la tierra”.

Son interrogantes que rodean la publicación de su nueva novela: La Oculta. Una obra que puede ser leída como una metáfora de su país. “Cualquier novela ambiciosa quiere ser resumen de algo más grande. Metáfora de algo más grande. Tierra y nación son palabras que se incluyen de alguna manera”, reflexiona Abad Faciolince.

Cualquier novela ambiciosa quiere ser resumen de algo más grande. Metáfora de algo más grande. Tierra y nación son palabras que se incluyen de alguna manera

La Oculta es una finca en el departamento de Antioquia, que ha vivido durante 150 años las pasiones y violencias del país. Un pedacito de tierra por donde han peregrinado eternos miedos nacidos de sueños, ambiciones, robos, odios, amores, desamores, amenazas, secuestros, incomprensiones, uniones, venganzas, rechazos, trampas, olvidos…

A la novela ha vuelto Abad Faciolince ocho años después de El olvido que seremos, muy bien acogida por el público y la crítica. Esa crónica novelada, que le dio prestigio y proyección internacional al abordar la impunidad del asesinato de su padre a manos de los paramilitares en 1987, deriva en una hermosa manifestación de amor de un hijo por su padre, mientras reconstruye los pasos de su familia.

Ahora, él, que en varias ocasiones ha dicho que cada vez le interesa “más la realidad y menos la ficción, aunque todo parezca más ficción”, vuelve a hechos reales para crear ficción: la de un pedazo de tierra. La de tres hermanos, Pilar, Eva y Antonio, que heredan una finca en el suroeste de los Andes antioqueños, y la relación que cada uno de ellos tiene con esa tierra y sus antepasados. Sus voces tan distintas se relevan unas a otras en una procesión de hechos hasta dar la vuelta completa a la historia de la finca, mientras desvelan piezas del puzle de sus vidas. Sobre esa disociación, Abad Faciolince reconoce que “el escritor de ficciones es esa persona capaz de salirse de sí mismo, al igual que el lector. El autor se sale, se extraña, y de alguna manera se mete en otros al escribir”. Esta vez en Pilar, una mujer de tradiciones arraigadas; en Eva, una madre soltera con continuas relaciones sentimentales, y en Antonio, un gay que vive en Nueva York.

Con La Oculta, el escritor ensancha su territorio creativo a la vez que lo convierte en la suma de su pasado literario. En la historia de esa finca hay temas y ecos de sus otras novelas: los sentimientos encontrados de Fragmentos de amor furtivo, lo urbano de Angosta, la mirada culta y metaliteraria de Basura, la violencia y el dolor de El olvido que seremos y la vena investigadora de Traiciones de la memoria.

“Soy un Catoblepas, como me dijo un día Vargas Llosa, ese animal mitológico que se devora a sí mismo, porque, dijo él, hay autores que se nutren de su propia historia. Solo que aquí es una relación fuerte con la tierra, a la vez que experimento una estructura y un tono con respecto a mis otros libros”, explica el escritor. Eso sí, aclara: “En cada nuevo libro tengo que explorar porque de lo contrario me aburro”.

Así es que en ese desaburrir del retrato de la finca ancestral, ha colocado otros elementos esenciales: la familia, las diferentes familias de hoy; el amor, los diferentes amores a personas o cosas; la fe, las diferentes formas de creer o no creer; y todo eso imbricado y revestido de un elemento más fuerte y trascendente: la memoria. Y tras ella y con ella, el recuerdo: “Como ya he dicho, más que la memoria, escribo con la mala memoria, y eso es fantasía. La memoria está llena de vacíos y la literatura los puede rellenar”.

Abad Faciolince se basa en la finca La Oculta de su familia. En su historia, sobre la cual se documentó y habló con muchas personas, desandó su origen que lo llevó hasta el siglo XIX cuando unos judíos conversos, marranos, procedentes de Toledo “creyeron que la tierra prometida estaba allá en el trópico. Ellos tumbaron selva, trabajaron la tierra, la sudaron, la enriquecieron, la hicieron suya. Después pasó a ser tierra de cafetales, luego de ganadería, hasta ser casa de campo. Y así muchas familias en Antioquia. Por eso somos tan apegados a la tierra. Lo primero que yo hice cuando tuve plata fue comprar una finca. Es así”.

En Colombia hay muchos despojados o desplazados de la tierra, recuerda. Ricos y pobres. “Hace 50 años Colombia era puramente rural, hoy es urbano. Todos tienen gran añoranza de la tierra. Y todos sienten que tienen derecho a ella. En Israel y Palestina es igual. Todos venimos de una tierra. Necesitamos pertenecer a algún lado, aunque sea para tener de donde irse”.

Y en Colombia en los últimos 150 años ha habido dos millones largos de kilómetros cuadrados surcados de balas y desplazados, ríos por donde bajan muertos y carreteras sin un alma durante mucho tiempo por el miedo a ser asaltado. Ahora, dice Abad Faciolince, parece que la muerte tiene un lado bueno, y es de color verde.

Eso es La Oculta, la mirilla por donde se puede ver cómo el pasado ha peregrinado durante siglo y medio a través del miedo, las alegrías, las ilusiones y las frustraciones de una finca-país. Es en lo que ha terminado el “no” de Héctor Abad Faciolince. El no que anunció el año pasado en Lima: no iba a escribir más novelas. Los amigos lo emboscaron, los escritores lo cercaron, la gente se sorprendió. Lo espolearon. Entre ellos, Mario Vargas Llosa.

Abad Faciolince miró alrededor y lo que vio lo cuenta en su última novela: “A La Oculta estamos aferrados con garras y dientes, como si fuera la última tabla de salvación de unos náufragos a la deriva del mundo”.”


El País
24/03/2015

3 de jul. 2020

la cuina de vespres literaris




Alas de pollo a la barbacoa

por Juan Mesa

INGREDIENTES:

2 cebolletas
½ vaso de tomate frito
3 dientes de ajo
Miel de caña
1 pimiento verde
173 de vaso de salsa kétchup
Albahaca fresca
1 bote de alubias cocidas
1,5 kg. de alitas de pollo
100 gr. de queso tierno
50 gr. de aceitunas verdes sin hueso
5 pimientos del piquillo
Aceite de oliva virgen
Sal
Pimienta

PREPARACIÓN:

De la salsa barbacoa:

a- Picar y sofreir la cebolla y los dientes de ajo en un chorrito de aceite de oliva.
b- Añadir el ½ vaso de tomate frito, el 1/3 de vaso de salsa kétchup, ½ vaso de agua, 2 cucharaditas de mostaza suave, 2 cucharaditas de miel de caña, 4 cucharaditas de vinagre, sal y pimienta.
c- Dejar a fuego medio hasta que la mezcla adquiera un poco de consistencia.







De las alitas:
a- Partir las alas por la mitad y colocarlas en una placa de horno con la piel hacia abajo.
b- Triturar la salsa barbacoa y pintar con la misma las alitas de pollo.
c- Poner la bandeja al horno, a 200º C durante 15 minutos.
d- Pasado este tiempo, sacarlas y dar la vuelta a las alitas. Pintarlas con abundante salsa e introducir de nuevo la bandeja al horno por espacio de unos 10-15 minutos.








De la ensalada de legumbres:
a- Enjuagar y escurrir las alubias y reservar en un cuenco.
b- Picar y agregar al cuenco de alubias, el pimiento verde, los pimientos del piquillo y la segunda cebolleta.
c- Incorporar el queso cortado a dados y las aceitunas cortadas a rodajas.
d- Aliñar con hojas de albahaca fresca picada, sal, vinagre y aceite de oliva.






Buen provecho…..






1   

gentes de jericó




“… ¿qué otra cosa somos los colombianos sino mestizos, zambos, mulatos y bastardos?”


La Oculta
Héctor Abad Faciolince
Alfaguara, 2015
Página 131


por Begoña Curiel

“La tierra también se mueve y de qué manera. Hasta La Oculta, nombre de la finca que da título a esta novela y de la que sin duda, es la absoluta protagonista. Porque todo se mueve con ella, alrededor, por, encima y hasta sin ella.

Todo y todos, los personajes de carne y hueso que pueblan sus páginas. Los protagonistas: Pilar, Eva y Antonio, son los hijos de esa finca, símbolo de la tierra por la que se unen y separan.

  La muerte de su madre es la fractura personal que les volverá locos, porque el mantenimiento de esta finca en tierras colombianas no cae del cielo y tendrán que decidir qué hacer con ella. Por más que Pilar, se quede a vivir en La Oculta –ha hecho la promesa de que nunca la venderá– no podrá sufragar los gastos aunque sean compartidos y habrá que deshacerse de ella. Antonio, no quiere vender aunque vive en Nueva York. Ese pedacito de tierra es un trozo de su cuerpo. Eva, es la única que lo tiene claro y no va hacer más esfuerzos, ni económicos ni emocionales por mantenerla.

  La voz de los tres hijos es el recorrido de la novela y de la historia: presente y pasado, y el futuro que será sin La oculta. Héctor Abad describirá ese amor casi destructivo por esa finca. Allí han pasado lo mejor y lo peor de sus vidas: muertes, secuestros, la crueldad de la guerrilla, de los paramilitares... Pero no pueden vivir con ella, ni sin ella.

  Es un Edén descrito con los sentidos. Paisaje, olores, alimentos, pájaros, animales... Todo desprende y respira sensaciones. Buenas, buenísimas, malas y malísimas. Es todo tan intenso que agota.  A ratos, adoras y comprendes a los personajes por sus nostalgias. A ratos, te cansan y te hartas de su obstinación por mantenerse en una realidad que ya no tiene futuro o con la que ya no tienen futuro.

  Hay que soltar amarras y los desgarros son constantes. La atracción que ejerce La Oculta es fatal. Como su lago. Ese lago que conjuga la vida  con la muerte que reposa en su fondo. Porque el lago está lleno de ahogados. Es tan siniestro como atrayente. Me encanta la capacidad de Abad de Faciolince para desdoblar sentimientos. Ese lago se convierte en metáfora de la contradicción continua que se aloja en la novela. En la finca, sus moradores, la vida de sus protagonistas, la lucha descarnada política y militar del país...

  Abad humaniza esta finca que subyuga y asfixia. Y con ella, todos los elementos animados e inanimados que pululan a su alrededor.

  Me gusta la estructura elegida por el autor. Con el monólogo de cada uno de los hijos, conoceremos los contextos, hechos y sucesos y la perspectiva que aporta cada uno de sus filtros. Cada testimonio sirve para complementar datos del anterior o del que después vendrá.

  Son muchos los motivos por los que me he sentido cautivada. Esa estructura que acabo de mencionar es uno, pero también el lenguaje colorido, la escritura sencilla, por no hablar de capítulos y temáticas concretas que resultan especialmente interesantes.

  Como capítulos destacaría el relato de la fuga –angustiosa, desquiciante– de Eva. El ritmo de su escapada es determinante. Su vida está en juego de manera literal y esa sensación se transmite al lector.

  También es tremendamente terrible el capítulo del secuestro de Lucas, el hijo de Pilar. Brutal. Son “esas cosas que ocurren” en el contexto de la Colombia del momento. Están a la orden del día, pero es difícil de soportar, sobrevivir durante y después del shock. Tanto, que esa desaparición es la causa directa de una muerte en la familia.

  En cuanto a temáticas, destacaría el debate interior de Antonio. Quería “curar” su homosexualidad. En su familia, en el contexto familiar, es una enfermedad que hay que sanar. Y aunque conoceremos ya al Antonio que ha superado la crisis, el autor nos mostrará el sufrimiento del camino.

  También es especialmente interesante el recuerdo, a través de Antonio, del nacimiento del pueblo de Jericó. Su germen, crecimiento, con sus antepasados como protagonistas.  No obstante, es cierto, que en demasiados momentos, el relato de Antonio en este sentido, es pesado.

  Pero las pegas son nimiedades al lado de las ventajas de esta lectura. Son muchas las paradas posibles en esta novela, aspectos en los que detenerse como lectora. Son numerosos los puntos sobre los que reflexionar, discutir, sentir, disfrutar y sufrir con La Oculta. “

en “El Libro Durmiente

2 de jul. 2020

el precio del paraíso




“Paradójicamente, las dos más importantes eran las que estaban sin terminar: una capilla de bahareque, con un techo a medio hacer, también pajizo, que tarde o temprano llegaría a ser iglesia, y cuya función primordial —fuera de la misa diaria— era reunir a todo el mundo al mismo tiempo; y la segunda, en la esquina de la cuadra adyacente, un cafecito, que hacía las veces de cantina, de lugar de conversación y, en la trastienda, de casa de citas (con una sola mujer alegre, vieja y estrafalaria, malhablada, Margot, cuyo oficio oficial era el de mesera del sitio). Era curioso que el cura y la puta hubieran llegado el mismo día a la aldea y provenientes del mismo pueblo; pero bien pensado y, al menos en esa época, ambos tenían oficios complementarios, pues, como decía un escritor, perseguían el mismo fin: “La iglesia libraba al hombre de su desolación durante unos instantes, y eso mismo lograba la prostitución”.”

La Oculta
Héctor Abad Faciolince
Alfaguara, 2015
Página 121


por Marta Sanz


“Ana, la madre de los Ángel, muere y sus hijos Pilar, Eva y Antonio revisan el tiempo pasado y lo por venir desde su relación con el legado familiar: la finca La Oculta. Aconseja Anita: "No hay que decir siempre la verdad pura y cruda (…), debemos mantener la compostura, la elegancia en el desacuerdo". Héctor Abad Faciolince (Medellín, Colombia, 1958) maneja la materia autobiográfica en ese sentido laxo, pero lleno de verdad, que ya convirtió El olvido que seremos en un texto sobresaliente. En La Oculta es posible que la referencia autobiográfica sea menos mimética y, sin embargo, se manipula de modo que descubre las contradicciones de los protagonistas y quizá del propio escritor. De los lectores.

A través de las voces entrelazadas de los hermanos, reflexionamos sobre la posesión de la tierra como rasgo de idiosincrasia antioqueña o colombiana o latinoamericana o universal; la construcción de un país, que ha vivido bajo el estigma de la anomia, y la forja del temperamento; orígenes y mezcolanzas. También se pregunta cuál es el significado de una izquierda sensible hacia causas sociales y ecológicas, así como tolerante y opuesta al autoritarismo y la cicatería moral, que a la vez neutraliza el resentimiento económico, valora la ética protestante del trabajo y el esfuerzo, minimiza el valor de la herencia como punto de partida de la brecha de la desigualdad y subraya el sacrificio de quienes consiguen acrecentar sus bienes.

Habría que pensar en qué medida es posible ser buena persona y enriquecerse, mejorar, en un sistema corrupto. Los personajes de Anita —emprendedora— y de Cobo —el padre, simpatizante comunista, que no acepta la homosexualidad del vástago y se replantea su vida entera cuando a su nieto lo secuestra la guerrilla— hacen bascular, entre dos polos, a protagonistas que encarnan visiones del mundo no antagónicas pero sí llenas de matices. Pese a la genética, la educación y el paisaje común de un paraíso de infancia, se conforman tres existencias distintas a golpe de violencias, amores y desamores, permeabilidad hacia otros espacios y costumbres.

A través de las voces entrelazadas de los hermanos, reflexionamos sobre la posesión de la tierra como rasgo de idiosincrasia antioqueña

Esta diferencia verosímil reformula el concepto de familia y constituye un hallazgo en un escritor que además escribe en español inmejorablemente; Héctor Abad conoce los nombres de árboles, flores, accidentes geográficos y platos de la gastronomía colombiana. Escribe con palabras que recrean una atmósfera y definen un territorio que, a la manera de noventayochistas y novelistas de la tierra, le sirve para forjar el carácter de los narradores a partir de una perspectiva que rehúye el determinismo: desde la monogamia de Pilar hasta el deseo de despojamiento de Eva, pasando por el ansia de reconstrucción del pasado de un Antonio temeroso de que con su homosexualidad acabe su apellido.

La homofobia en una sociedad opresiva, la perversa voluntad de curarse, ofrecen momentos camaleónicos y brillantes como la primera experiencia sexual de Antonio. De su mano asistimos a la construcción de un pueblo que quiere tener nombre de utopía —Felicina— y acaba adoptando un topónimo bíblico, Jericó. Aun así, persiste la búsqueda de la felicidad.

Destaca lo armónicamente que se ensamblan las polifonías y lo bien delineada que está cada una en su registro lingüístico. Elegir ese juego de voces no constituye un alarde, sino una exigencia para visibilizar las aristas morales y hacer avanzar un relato que dosifica con equilibrio momentos angustiosos y ligeros: el rastreo del apellido Ángel, sus raíces judías, se contrapuntea con el tono doméstico de la intimidad de Pilar, la reconstructora, la que arregla a los muertos, y con la huida de Eva de una muerte segura a manos de los que llegaron para limpiar el lugar de guerrilleros y marihuaneros, y acabaron convirtiéndose en asesinos. Próspero, el mayordomo, relata cómo los paracos torturan hasta la muerte a unos jóvenes. La huida de Eva se produce a través del lago. Bajo el agua oscura, la mujer cuenta, tiene miedo y, con la misma falta de aire, el lector la acompaña. Abad Faciolince usa con mínima grandilocuencia símbolos telúricos —tierra, fuego, agua— que, pese al carácter regionalista del relato, lo universalizan faulknerianamente.

El deleite en el lenguaje sirve para corregir el entusiasmo por lo que de valioso pueda tener la ética capitalista. Porque el derrumbamiento, la derrota se producen no por amenazas y muerte, sino por los cantos de sirena del dinero. Tal vez por el alivio que supone escapar del pasado y aflojar nudos. Matar al padre y la madre y el espíritu santo, con amor y piedad, sabiendo que con esa acción —¿buena?, ¿mala?, ¿depende?— corremos el riesgo de perdernos o podemos salir a la superficie para tomar aire y revivir. Al final la resistencia se mina por el signo de una época que nos invita a pensar sobre el punto en que confluyen reaccionarismo y progresía. Como en La ciudad y las sierras, de Eça de Queiroz. No comparto ciertos aspectos ideológicos de La Oculta, pero no por elegancia como Anita, sino por admiración literaria, se la recomiendo vivamente.”

El País
13/04/2015