28 de gen. 2020

el puerto de los aromas, final




“La gente que cogía el ferry era distinta a esa hora del día. Era algo en lo que ya me había fijado antes. Después del trabajo y por la mañana, todos los pasajeros eran empleados con un horario fijo. Pero ese ferry iba lleno de turistas y de gente que tenía trabajos con un horario flexible.

El mar estaba picado, y parecía que un par de personas se estaban mareando. Me quedé fuera unos veinte minutos, y luego, cuando ya había llenado los pulmones de aire fresco y del olor de la bahía, me metí dentro. En la cabina, había tres chicos apelotonados intentando ver The Matrix en un reproductor de DVD portátil. Los tres llevaban gorras con el logotipo de Nike.

Pasamos junto a las piscifactorías. Como aún no era de noche, los restaurantes que rodean la pequeña bahía estaban tranquilos. Los pescadores nocturnos no habían salido todavía, y los que pescaban de día aún no habían regresado. Me compré un ejemplar del South China Morning Post y emprendí la subida para darle la noticia a mi abuelo.

Sabía que se iba a enfadar. Pero le diría que lo había hecho porque soy un refugiado. No tenía elección. El futuro es más importante que el pasado. Lo hice porque soy un refugiado.”


El puerto de los aromas
John Lanchester
Anagrama, 2004
páginas 410-411

27 de gen. 2020

el puerto de los aromas, fragmento

isla de Cheung Chau

“Prólogo

Tom Stewart

La longevidad puede ser una forma de rencor. Ahora que yo también soy mayor, reconozco los síntomas.

Esta mañana me he encontrado con el vecino que me queda más cerca, Ming Tsin-Ho, en el camino que baja hasta el pueblo. Ming vive unos cien metros más abajo, en una casa con una fea verja en forma de media luna roja. La verja tiene arriba un dragón morado con los ojos verdes y la lengua amarilla. Ming compró esa monstruosidad en los Nuevos Territorios, y mandó que se la trajeran entera en barco hasta aquí y que los culis cargaran con ella colina arriba.

A los chinos les gustan los dragones. Creen que dan buena suerte. Los dragones chinos tienen muchos poderes mágicos, incluida la capacidad de decidir si quieren ser visibles o invisibles.

Me gusta que el Mar de la China Meridional sea tan cambiante. A veces el agua es azul y translúcida, y otras adquiere un color marrón sucio y turbulento. Hoy el mar era verdigris y estaba picado. Una tenue bruma difuminaba la vista de la isla de Hong Kong. Hacía una mañana fría para lo habitual aquí. Ming estaba parado contemplando su verja. Llevaba unos pantalones holgados y negros y una chaqueta blanca, y su cabeza completamente calva relucía al sol. Tenía una expresión que no le había visto nunca, y los ojos un poco vidriosos en los bordes, lo que al principio me hizo pensar que debía de estar borracho. Pero me fijé mejor y me di cuenta de que aquella expresión tan rara era en realidad una sonrisa, una alegría que no conseguía disimular del todo. Parecía que tenía ganas de hablar.

—Buenos días, señor Ming —le dije.

—Señor Stewart…, qué mañana más triste… Acabo de enterarme de la muerte de mi pobre hermano —me dijo, radiante, en cantones.

Así que era eso… El hermano de Ming era una estrella de la ópera cantonesa, una auténtica celebridad de esa espantosa modalidad. Dios mío, mi nieto incluso me llevó a verlo una vez en una película, una comedia en la que primaban las payasadas y el inconfundible humor físico que en Inglaterra pasaría por teatro de variedades. Ming llevaba sin hablarse con su famoso hermano menor casi medio siglo. Era un tema habitual de conversación en la isla de Cheung Chau, donde vivimos los dos. Una vez, cuando Ming demandó a una de las marisquerías del pueblo, después de caerse al suelo al tropezar con una silla, los propietarios se desquitaron poniendo carteles de su hermano en el escaparate hasta que el caso se solventó de mutuo acuerdo. Ahora Ming estaba abierta e inequívocamente contento de que su hermano hubiera muerto. Me enseñó un ejemplar del Hoy, uno de los periódicos chinos menos malos.

—Aquí no viene nada todavía. Saldrá en los periódicos de la tarde —dijo, igual de radiante.”

El puerto de los aromas
John Lanchester
Anagrama, 2004
páginas 13-14

26 de gen. 2020

el hong kong de auden

Christopher Isherwood y W. H. Auden,
fotografiados por Carl Van Vechten en 1939

Wystan Hugh Auden, más conocido como W. H. Auden (1907 –  1973), fue un poeta y ensayista británico, nacionalizado estadounidense en 1946. El poeta y su compañero Christopher Isherwood llegaron a Hong Kong en barco en 1938.

De su experiencia en la ciudad escribió este poema:

Hong Kong

por W. H. Auden


Sus personajes principales son sabios e ingeniosos;
sus trajes están bien confeccionados y los usan bien,
con amplia experiencia en administración,
conocen los modales de una ciudad moderna.

Solo los sirvientes entran inesperados;
su silencio tiene un nuevo uso dramático:
aquí en el este, nuestros banqueros han erigido
un templo digno para la musa cómica.

Diez mil millas de casa y ¿cómo se llama?
Una corneta en esta colina victoriana tardía.
Apaga la luz del soldado; fuera del escenario, una guerra.

Golpes como el portazo de una puerta distante:
cada uno tiene su papel cómico en la vida vivida,
aunque la vida no sea ni cómica ni un juego








25 de gen. 2020

días de Hong Kong


Días de Hong Kong

Xavier Moret

editorial: Altair, 2013

páginas: 256


Los rascacielos rivalizan en brillo y altura sobre el puerto. La fachada de Hong Kong deja pasmado. Pero esta metrópoli esconde mucho más. El incesante pulso consumista que vibra debajo de aquellas espigadas torres convive con islas sin coches y plácidos monasterios.

Xavier Moret recibió una invitación para participar en un taller literario en Hong Kong. Aprovechó la oportunidad y, durante dos meses, recorrió la trastienda de la antigua colonia. Se adentró en las inquietantes Chungking Mansions. Disfrutó de tés servidos con toda la pompa británica y degustó la tradición china, sublimada en los deliciosos dim sums. Además trató con un extraordinario elenco de personajes, como una yuppie de bandera, el sirio Khaled o un poeta-macánico de Rolls-Royce, mil facetas que Xavier Moret recogió y fijó, para desvelar una ciudad que encandila.

El autor:


Xavier Moret (Barcelona, 1952) es periodista y escritor. Actualmente colabora en El Periódico, donde escribe regularmente sobre viajes. Ha publicado varias novelas y libros de viajes, tanto en catalán como en castellano: América, América (1998), Boomerang (2000), La isla secreta (2002), A la sombra del baobab (2006), Islandia, revolución bajo el volcán (2011).

Fragant Harbour, estructura




Cada parte en que se divide la novela “El puerto de los aromas” está narrada por una voz.  Son cuatro voces las que nutren la historia,  aunque podrían ser muchas más. Todas encajan como en un puzle perfectamente ideado, sin asperezas ni disonancias.

Arrancamos - tras un escueto prólogo a cargo de Tom Stewart - con Dawn Stone, una joven ambiciosa con un único objetivo en la vida: alcanzar la cima de su carrera como periodista para acaparar el máximo poder posible. Dejará su mediocre puesto en un conocido periódico de Londres para trabajar, recomendada por un antiguo compañero, en un medio de comunicación de Hong Kong. Allí un golpe de suerte le abrirá las puertas de las más altas esferas de esa sociedad occidentalizada.
Seguidamente, abarcando este capítulo gran parte del corpus de la obra, toma la palabra Tom Stewart. Al igual que Dawn Stone, su nacionalidad es británica y viaja a Hong Kong en un intento de escapar de la vida gris a la que parece estar predestinado. Si las vivencias de la señorita Stone transcurren a finales del siglo XX y vemos un país más o menos reconocible, a través de la vida de Tom Stewart contemplamos la evolución de Hong Kong a lo largo de todo el siglo veinte, desde sus inicios coloniales hasta el traspaso de la gran metrópolis al gobierno chino. Su voz convierte la novela en una narración increíblemente evocadora.

Cogerá el relevo la hermana María, una monja de origen asiático con quien Stewart coincidió a bordo del barco que los llevó a aquellas tierras lejanas desde Europa y con quien mantendrá una duradera amistad. En ese viaje, y a causa de una apuesta por parte de uno de los pasajeros, María fue quien enseñó cantonés a Stewart las semanas que duró la travesía.

Finalmente, Natthew Ho protagoniza la cuarta y última parte de la novela. Con él regresamos a la última década del siglo pasado en Hong Kong. Su vida está relacionada con los anteriores personajes a través de unos lazos que no podemos desvelar ya que sacarían a la luz toda la trama de la novela. Ho es un empresario en alza agobiado por las presiones de las nuevas alianzas en los territorios chinos, que deberá buscar afinidades más allá de lo que su ética se lo permite, convirtiéndose en una víctima más de un mundo que avanza y se autoabastece con notas tan predominantes como el desarraigo, lo efímero y lo material.


23 de gen. 2020

capital


Capital

John Lanchester

Traductor: Antonio Prometeo Moya Valle

Editorial: Anagrama, 2013

páginas: 608


Por Carles Geli

El País, 1 de junio 2013



“Hay novelas que captan la esencia de una época. La de los brókers, la del ganar dinero como sea, como “objetivo elevado y noble”; la de la burbuja inmobiliaria en la que comprar una casa y quedarse cruzado de brazos dentro de ella “era como estar en un casino con la garantía de ganar” podría ser perfectamente Capital (Anagrama), la última novela del inglés John Lanchester (Hamburgo, 1962). Es susceptible pensar que cumple la función de American Psycho, de Bret Easton Ellis, en relación a los yuppies de los ochenta. “En esa novela estaban obsesionados por las marcas y aún hoy así es en la gente de la City londinense”, enlaza Lanchester, que dice que lo único que ha hecho en esta voluminosa obra de 600 páginas es “describir lo que ve por la ventana” de su casa en Londres. “Por las mañanas, mis vecinos van a la City a trabajar, la calle se queda desierta y entonces empiezan a llegar sin parar camiones con comida y con objetos para las tiendas”.

Pepys Road es una ficticia calle londinense donde cada día que pasa las casas suben de precio sin más. Allí el autor de la premiada El puerto de los aromas cruza a un banquero que encuentra normal cobrar una comisión de un millón de libras y a su esposa que gasta compulsivamente con unos paquistaníes (uno de los cuales ha tonteado con el terrorismo checheno) que regentan el supermercado. Hay una anciana de antiguos valores británicos que es visitada por un nieto que es un artista de discutibles performances. También una estrella del fútbol senegalés de 16 años con su padre, o un albañil polaco que no da abasto trabajando en la zona… Y, sobrevolando, una misteriosa amenaza llega desde los buzones: “Queremos lo que usted tiene”.

Parece un particular friso de la Londres multirracial y opulenta de finales del XX y principios del XXI, un collage que podría cumplimentar los que colegas como Martin Amis o Zadie Smith han hecho también de esa metrópolis. “Curiosamente, los dos se han ido a Nueva York”, ironiza Lanchester. “No, no son arquetipos, espero que el libro, con los años, dé una lectura histórica de un momento de ruptura brutal, de un cambio de mentalidad desde 2008 como nunca antes”. ¿Cuál? “Que no se puede vivir de manera tan inconsciente y que por vez primera no se va prosperar indefinidamente”. El aprendizaje se traducirá, cree, en “una clase alta cada vez más intocable y rica y una clase media que va a quedar muy diezmada; pobres habrá siempre y algunos más”.

De alguna manera, Lanchester, que ha invertido cinco años, desde 2006 a 2011, en la elaboración de la obra, se ha estado preparando para esta ambiciosa novela, con obras suyas anteriores: El señor Phillips (historia de un hombre en paro), El puerto… (“Hong Kong es el ejemplo de un capitalismo que ha arrastrado al resto del mundo; me fui de allí y Hong Kong me ha perseguido a Londres”) y de su explícito ensayo ¡Huy! Por qué todo el mundo debe a todo el mundo y nadie puede pagar (“de ahí he arrastrado conceptos y detalles que he colocado en la novela”).

En Capital no queda claro si lo que ocurre lo genera el propio sistema, como si de un ser vivo se tratara, o en el fondo están los males eternos del ser humano: avaricia, egocentrismo, pulsión sexual… “Es una combinación de ambas cosas pero es evidente que el sistema capitalista hace aflorar determinados sentimientos. Hay una toxicidad del sistema capitalista, es tóxico. La City no era así hace 25 años, basada ahora en esa absurda creencia teológica de un mercado sin regla alguna y que lo que estropee ya lo arreglará él mismo, lo cual es absolutamente falso”.

Tras sus gafas ovaladas y cara y voz bonachonas, Lanchester, hijo de banquero y criado en Calcuta, Rangún, Brunéi y Hong Kong, es duro con la situación que arrancó con Margaret Thatcher y Ronald Reagan —“si se hubiera controlado más al sector financiero el impacto de la crisis habría sido mucho menor”— y cree que “los bancos son zombies: piensan que están vivos igual que antes y siguen ofreciendo créditos y jugando con el sistema. Japón nos demuestra que poner y poner dinero tampoco es la solución”. La estrategia de llevarlo todo hoy al low cost way of live no le parece,  piensa, la mejor manera de competir con países como Japón mismo o India.

Capital es un edificio tan rico que deja pinceladas sociológicas de gran interés, como los cambios experimentados en la personalidad inglesa. “La vulgaridad era tabú y los sentimientos tendían a interiorizarse; todo esto el hipercapitalismo lo ha borrado de la gente en apenas 30 años”.

También asoma la aluminosis del racismo: “Londres es distinto del resto del país; es cierto que se ven muchos matrimonios mixtos, pero dependen de quién eres tú y de dónde estás en el escalafón social: cuanto más abajo, más se acusa hoy el racismo en Inglaterra”. Una obsesión personal la refleja el nieto artista amante de las performances. “El arte contemporáneo es, en buena parte, una especie de gran comedia que se toma tan en serio que es un muy lucrativo negocio; el Este de Londres está lleno de artistas y gente del mundo de la publicidad y esas ramas; no puedo evitar hablar de ellos porque me atrae su comicidad”.

Lanchester, hábil narrador, retratista de personajes cuyos pensamientos pueden casi tocarse, ha visto vinculada esta novela a nombres como los de Charles Dickens y Anthony Trollope. “Para Capital pensaba en la novela del XIX porque me parecían que sus técnicas eran muy buenas para poder explicar los cambios en una sociedad; aquella fue una época de cambios mentales más rápidos incluso que los de hoy”, apunta el autor.

Cree que ha usado “el maletín de herramientas” del XIX para “arreglar la realidad” del XXI. “He cogido unas lentes y he ido enfocando los cambios, pero siempre desde el mismo marco. La linealidad narrativa de la historia del XIX la rompo con ese intercalado constante de capítulos de cada personaje”, dice.

El autor parece pragmático. O no: escribe los ensayos en ordenador, a razón de unas 1.000 palabras por día, mientras que la ficción la pergeña a mano, a 500 palabras por jornada, con el mismo tipo de rotulador y además en fichas. “La no ficción quiero que cueza rápido; para las novelas deseo que dure el estado de ambigüedad, que vayan fermentando y este método me lo permite”. Luego está el estilo, en el que también es dual. Por un lado, defiende que la narrativa del XIX es más libre que la actual. “Hoy hay más trabas al escritor que entonces; después de Henry James, hay más restricciones sobre lo que el narrador puede o no decir, qué puede saber o no de un personaje”; pero también elogia, y mucho, la narrativa televisiva actual: “Ha sabido casar formas narrativas tradicionales del XIX con técnicas modernas para enganchar al espectador. The wire, por ejemplo, es un caso explícito de eso, con absorción de técnicas literarias del XIX y grandes recursos actuales. Es un desafío muy interesante”.

Con un porcentaje calculado de ambas, Lanchester ha escrito Capital, libro peligroso en su calle. “No hay problema, los de la City no leen”.”

22 de gen. 2020

hong kong en una novela y cinco


Liu Yichang (1918-2018),  fue un escritor y editor nacido en Shanghai. Está considerado el fundador de la literatura moderna de Hong Kong.

Sus obras más conocidas son The Drunkard (1963), considerada la primera novela de la corriente de conciencia de China, e Intersection (1993), que se compone de dos historias interconectadas. Las dos novelas inspiraron las galardonadas películas 2046 de Wong Kar-Wai y In the Mood for Love , respectivamente.

Prolífico columnista, editó trece periódicos en China, Hong Kong, Singapur y Malasia.

The Drunkard (El Borracho) es una  novela poética y fluida al mismo tiempo. The Drunkard se puede considerar  la primera novela china que muestra los rasgos estilísticos de la corriente de conciencia , presentando a los lectores el monólogo interior ininterrumpido y el paisaje psicológico de los protagonistas.  La obra retrató una imagen vívida de la sociedad contemporánea de Hong Kong. El protagonista, Old Lau, es un escritor apasionado y talentoso de mediana edad que en la realidad del mundo literario local, acaba por convertirse en escritor de novelas eróticas.




21 de gen. 2020

hong kong en una novela, cuatro


El amor es algo maravilloso

Su-Yin, Han

traductor: Luis Echávarri

Editorial: Santiago Rueda Editor, Buenos Aires, 1956

páginas: 426


La autora, Han Su-Yin, nació en Pekín, se educó en una universidad china y luego recorrió Europa durante dos años. En 1938 regresó a China con su esposo y vivió la guerra chino-japonesa. Allí escribió su primera novela, Destination Chungking, en colaboración con una misionera norteamericana, ofrecía en ella un cuadro de la China libre, los sufrimientos del pueblo chino y la vida en las viejas provincias feudales de la China occidental. En su último capítulo Han Su-Yin anunciaba proféticamente la próxima lucha entre los nacionalistas y los comunistas chinos.

El amor es algo maravilloso narra la historia de un amor frustrado entre una  china y un inglés casado. Ambientada en Hong Kong, la autora nos sumerge en el Asia de la postguerra sacudida por inmensos cambios revolucionarios. Una de las particularidades del libro es que muestra claramente la oposición entre los escenarios de China y de Hong-Kong. Forma un fondo conmovedor y muestra a los distintos personajes que se mueven a lo largo de la historia: chinos refugiados, jóvenes comunistas, misioneros cristianos. Los describe con profunda perspicacia y hace que acompañen de manera realista a los personajes principales: la euroasiática Han Su Yin y su amante inglés Mark.

La historia fue llevada al cine con el título, en España, de La colina del adiós, en 1955. Dirigida por Henry King y protagonizada por William Holden y Jennifer Jones.




20 de gen. 2020

hong kong en una novela, tres


Un amor que destruye ciudades

Eileen Chang

traductores: Anne-Hélène Suárez y  Qu Xianghong

páginas: 128

Editorial: Libros del Asteroide, 2016


por Mercedes Mommany
ABC Cultural  (05/08/2016)


“Tardíamente descubierta en muchos países occidentales, incluido Estados Unidos, donde vivió durante 40 años, Eileen Chang (Shanghái, 1920) es una de las grandes escritoras chinas del pasado siglo. Con el tiempo, a través sobre todo de las ediciones de Taiwán y Hong Kong, así como de películas basadas en algunos de sus más famosos relatos, se fue convirtiendo en una autora de culto entre las jóvenes generaciones de lectores chinos. En ella apreciarían no sólo a la inusual escritora que reinó en los años 40, antes de la llegada del comunismo, sino a una creadora exquisita.

En 1943, con 23 años, ya era la escritora más famosa de Shanghái. Tras la llegada de la Revolución china, en 1955 se traslada a Estados Unidos. Murió en Los Ángeles en 1995.

De ella aparece ahora una de sus más conocidas piezas, el relato largo Un amor que destruye ciudades (llevado al cine en 1984 por Ann Hui con el título de Love in a Fallen City), al que le sigue uno más breve, Bloqueados, pequeña joya, igual de extraordinaria, sobre las ilusiones del amor. En 2007 Ang Lee dirigió otra de sus obras (Lust, Caution), que se alzó con el León de Oro del Festival de Venecia.

Nacida en el seno de una familia acomodada, Chang tuvo una niñez y adolescencia difíciles. Su padre, un adicto al opio de carácter violento, tomó una concubina al poco de nacer ella, tras lo cual su madre se fue a vivir a Inglaterra durante años. Vaivenes y dramas familiares que sin duda influyeron en ese turbulento y amargo observatorio de afiladísimos interiores domésticos, plegados a la tradición, en los que Chang brilla.

Cautivadora y descarnada, Chang estaba alejada de todos los clichés sentimentales a la hora de abordar literariamente la complejidad de las relaciones de hombres y mujeres, de madres e hijas, o de tiránicos entramados familiares compuestos por decenas de miembros avariciosos y mezquinos, únicamente guiados por los celos, la ambición y el dinero. En todo ello, Chang aportó una gran modernidad en el tratamiento de sus tramas.

Ambientado en 1941, Un amor que destruye ciudades narra la historia de Liusu, una joven divorciada de Shanghái, perteneciente a una familia burguesa venida a menos. Liusu simboliza lo peor en esos círculos que se obcecan en disfrazar su decadencia: es una «regresada», alguien que se convierte en una maldita para los suyos, al abandonar a un marido violento y volver a la casa familiar.

Sin que nadie la proteja ya, Liusu vive de nuevo rodeada de sus hermanos y sus envidiosas cuñadas. Una vez agotado su patrimonio, la ocasión de escapar de ese yugo se presenta como por milagro. Un joven empresario soltero, Fan Liuyuan, se muestra interesado en la más pequeña del clan Bai, hermana de Liusu. Pero Fan, educado en Inglaterra y con gustos cosmopolitas y occidentalizados, no se sentirá atraído por la insulsa joven, sino por la mucho más fascinante Liusu. Ella sabe que se juega el prestigio en su medio social o, quizá, el hundimiento total.

Acompañando al atractivo seductor al vecino Hong Kong, sólo cuando la ciudad sea bombardeada y atacada por los japoneses en 1941, Liusu logrará por fin sellar de forma «decente» su felicidad. Una felicidad precaria, no exenta de temores, como todo en tiempos de guerra y, como se dice la escasamente ingenua Liusu para sus adentros: «Para que ella pudiera realizarse una gran ciudad había tenido que caer».”



19 de gen. 2020

hong kong en una novela, dos


La ciudad de la reina

Shih Shu-Ching

Editorial El tercer hombre, 2009


“Tras ser secuestrada en su aldea de la China rural, Huang Deyun es trasladada a Hong Kong y vendida como prostituta. Sin embargo, gracias a las decisiones que adopta, acertadas en ocasiones, tortuosas en otras, sumado a varios golpes de suerte, consigue superar sus sinuosos comienzos y termina cosechando el éxito como una acaudalada terrateniente. Lo que sigue no es más que la historia épica de la familia de Huang bajo la sombra del colonialismo. Adam Smith, un oficial británico, vive una lucha encarnecida entre la seducción que emana de la belleza de Huang Deyun y el respeto por la decencia británica; Qu Yabing desprecia todo lo chino, a pesar de lo cual, se convierte en amante de Huang Deyun; la nuera de Huang Deyun, una devota cristiana, intenta redimir los pecados que cree que cometió Huang Deyun; y su nieta, la quintaesencia de la juventud de Hong Kong, le da la espalda a la tradición para dejarse seducir por los placeres de la metrópolis. En este relato que rompe con lo convencional, la aclamada autora taiwanesa, Shih Shu-Ching captura en esta novela, profusa en detalles, las tensiones sin precedentes que vivió un Hong Kong sumergido en una vertiginosa evolución.”

18 de gen. 2020

hong kong en una novela, uno


La maestra de piano

Janice Y.K. Lee

traductora:  Gema Moral Bartolomé

Salamandra, 2009

páginas: 352


“Casada con un funcionario destinado en Hong Kong, Claire Pendleton llega a la colonia británica con el entusiasmo y la ingenuidad propios de una joven dispuesta a descubrir un mundo diferente. Al poco tiempo, cuando una prominente y acaudalada familia china la contrata como maestra de piano de su pequeña hija, Claire se ve inmersa en la embriagadora vida social del lugar y, fascinada por un ambiente tan ajeno a sus orígenes, no tarda en relacionarse con Will Truesdale, un hombre enigmático cuyo carácter reservado oculta una historia que se remonta diez años atrás, durante la traumática invasión japonesa de la isla. Así pues, el pasado resurge en torno a figuras como Reggie Arbogast, un empresario inglés empeñado en cumplir una misión inconfesable, y, sobre todo, Trudy Liang, una belleza eurasiática cuya personalidad arrolladora e impulsiva centraba la atención del más selecto y hermético círculo social de la colonia. Pero cuando las fiestas en las mansiones de las colinas y los clubes junto al mar acaban de forma abrupta a causa de la ocupación nipona, la frivolidad y la displicencia dejan paso a una sorda y feroz lucha por la supervivencia.

Situada en vísperas de la invasión japonesa y durante el renacimiento de la ciudad posterior a la guerra, esta primera novela de Janice Y.K. Lee narra el aparente esplendor de la vida de la colonia extranjera en la ciudad, evocada con extraordinaria riqueza de matices, y las complejas relaciones entre los personajes que conforman un carrusel de intereses y pasiones propios de personas sometidas a las tensiones de una crisis histórica.”



17 de gen. 2020

el muro

Entrevista a nuestro autor del mes

por Daniel Gascón

Letras Libres

01/09/2019

“John Lanchester (1962) ha escrito novelas como En deuda con el placer, una especie de sátira nabokoviana protagonizada por un crítico gastronómico; El puerto de los aromas, un retrato de Hong Kong; y Capital, que muestra la transformación de Londres a partir de una calle y del precio de la propiedad inmobiliaria. Es autor de la obra Novela familiar y de dos ensayos económicos: ¡Huy!, sobre la crisis de 2008, y Cómo hablar de dinero, sobre el lenguaje de las finanzas. Sus libros en castellano están en la editorial Anagrama. Este año ha publicado en inglés la novela The wall, que muestra un Reino Unido después de una catástrofe climática.
P: Su novela anterior, Capital, utilizaba una estética realista. Tenía muchos personajes, cambios de tono. The wall es una obra más austera. Muchos reseñistas la han descrito como distópica.
R: No me importa que digan que es una novela distópica. Pero no era lo que yo tenía en la cabeza. Pensaba más en ella como una especie de no ficción, en el sentido de la premisa, que es que el mundo sea catastróficamente alterado por el cambio climático. No estoy seguro de que eso sea necesariamente distópico: es la consecuencia del camino que estamos recorriendo. Pero, a partir de esa premisa, me planteaba cuestiones sobre cómo sería ese mundo. ¿Y cómo sería la textura de la vida? No solo las realidades físicas, sino la textura de la experiencia humana. Buscaba la forma más verdadera de capturar eso. Es un estilo más desnudo, pero para mí todo venía de esta premisa.
P: Se ha puesto de moda la ficción distópica. A veces muestra una inquietud por la tecnología, o un temor a la degradación democrática. En este libro, usted eligió la amenaza del clima. La novela sucede después de un cambio que lo altera todo.
R: No era realmente una decisión. Estaba trabajando en otra novela. Y The wall surgía de una serie de sueños, de la imagen de estar solo en un muro de noche. No entendía quién era esa persona. Pero esa no era la pregunta correcta. La pregunta es: ¿qué está pasando? Es otro mundo; no sabía qué había pasado. Me di cuenta de que imaginaba el mundo después del cambio climático. Era algo que ejercía presión sobre mi imaginación sin que yo me diera cuenta del todo. Si me hubieran preguntado: ¿Piensas mucho en el cambio climático?, ¿estás trabajando en eso?, habría dicho que no. Porque no puedo soportarlo. Es un cambio a escala planetaria que lo transforma todo, reestructura por completo toda la vida humana. A finales de siglo, según los datos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, en la franja central de predicciones, que habla de un incremento de temperatura de unos cuatro grados, la vida humana tal como la conocemos no sería posible. Y es muy difícil pensar sobre eso. No decidí escribir sobre ese tema, en cierta manera se impuso.
P: Hay un conflicto generacional. Los jóvenes reprochan a los mayores lo que ha sucedido.
R: En muchas sociedades desarrolladas hay tensiones en torno a las distintas versiones del contrato social en generaciones diferentes. Por ejemplo, cuando el Estado de bienestar es mucho más generoso con la generación anterior. Hace poco estuve viendo las cifras de Italia: un italiano de unos 65 años paga la mitad en impuestos y recibe el doble de prestaciones que un joven. Cuatro veces más. Y eso es como tener dos sociedades a la vez. Es como si dijeras: tú tienes este acuerdo y nosotros tenemos este otro. Muchas de esas tensiones están muy presentes. Y la idea que tenía era que el cambio climático las magnifica, porque en vez de tener versiones paralelas del contrato social, tienes a personas que crecieron en planetas diferentes: viven en versiones de la Tierra totalmente distintas. Eso puede producir una situación donde las tensiones generacionales que actualmente afrontamos nos parezcan nimiedades en comparación.
P: La idea de frontera, de división, es central en la novela.
R: Uno de los elementos que definían el mundo moderno era la caída del muro de Berlín. Y era fácil pensar que estábamos viviendo una época en la que las fronteras desaparecían: ese episodio y esa tendencia definían la modernidad. Pero es falso, porque de todos los muros construidos en el mundo después de la Segunda Guerra Mundial, la mitad se ha construido en este siglo. Vivimos en una gran era de fortificaciones, fronteras y divisiones creadas recientemente. Ahora, por supuesto, hablamos mucho de la fantasía ridícula de Trump y su muro. A la gente se le olvida que hay un muro entre Israel y Palestina, otro entre India y Pakistán, que muros separan Irak de todos sus vecinos, que hay uno enorme entre Marruecos y el Sahara occidental. Y son cosas brillantes, de última tecnología, que se construyen mientras nosotros estamos hablando. Estamos en una era que a veces recuerda otros periodos de la historia. Si piensas en la historia de Roma, tienes una creciente movilidad, apertura, globalización y liberalización con muchas consecuencias negativas, por supuesto. A eso le sigue un periodo de división y fortificación, de encerrarse y apartarse de los demás.
P: A veces este tipo de libros es intelectual o abstracto. Pero The wall es una novela muy física. Las sensaciones y la acción son muy importantes.
R: Quería transmitir el tono de la realidad física y de la textura física, de cómo son realmente las cosas. La experiencia de ser humano es distinta. Por eso creo que el frío era tan importante en la novela. Encaja también con lo del muro: los muros son importantes como construcciones mentales. Yo crecí en Hong Kong, y si piensas en la muralla china es bastante raro, porque no lo cubría todo, era intermitente. Es una especie de construcción mental que separa a los chinos de los bárbaros. Eres uno de nosotros o perteneces a otra cosa. Ese aspecto mental es crucial y aparece también en la Guerra Fría; cada alemán sabía dónde estaba en relación al muro. Definía cómo te sentías, quién creías que eras, cuáles eran tus perspectivas vitales, tu ideología, todo. Era muy importante en la cabeza de la gente, pero no solo ahí. El muro de Berlín no era una metáfora, el muro para mantener a los bárbaros fuera es una realidad física. Y si intentas cruzar, te matan.
P: Al mismo tiempo, hay una fluidez entre ambos lados del muro. Cuando se produce una brecha, y pasan los Otros, los encargados de defender el muro son expulsados. O por ejemplo el capitán se mueve entre los dos mundos.
R: Sí, el capitán hace ese trabajo mágico entre ambos lugares, pero se dan cuenta de que anima a la gente a ir. Lo peor que los de dentro pueden imaginar es estar ahí fuera. Pero siempre es así cuando tienes una de esas barreras entre los que son como tú y todos los demás. Parte del asunto es que cualquier otro tipo de vida parece inimaginable. Parece imposible para los seres humanos vivir como viven ellos, sean quienes sean ellos. Por supuesto, esto nunca es cierto. El bárbaro no piensa en sí mismo como un bárbaro. Es el nombre que das a la gente que está al otro lado. La realidad es mucho más fluida de lo que cree la gente que está dentro del muro.
P: Al leer pensaba en el poema de Kavafis “Esperando a los bárbaros”. Y también en poemas de Auden, como “La caída de Roma”, con esa amenaza final.
R: Sí, y hay otro poema de Auden, “Roman wall blues”, sobre un legionario que está de guardia en el muro de Adriano. La arqueología cada vez lo confirma más: vas entendiendo que tenían la sensación de estar en el límite del mundo, evitando que entrasen estos inimaginables otros. Y de nuevo la arqueología muestra que venían de lugares muy lejanos del Imperio romano. Gente originaria de lo que hoy es Siria o Bélgica, o de África del Norte, que debía de tener una sensación extraordinaria de estar en el confín, en el límite del mundo. Esa idea del límite siempre me ha interesado.
P: Hace unos meses publicó un artículo en el Financial Times donde comparaba 1984 de Orwell y Un mundo feliz de Huxley. Se preguntaba quién había acertado más.
P: Orwell da una advertencia sobre el presente: Esto está aquí, existe, es lo que podemos hacer, no debemos ir más allá en esta dirección. En cambio, Huxley hacía predicciones, y son predicciones que asustan. Es aterrador, preciso y realmente asombroso. Los dos convergen en la idea de la privacidad. La privacidad resulta un enemigo del Estado moderno que imaginan los dos. Creo que Huxley intentaba hacer algo distinto de Orwell, era una proyección en torno a la idea de: ¿dónde podríamos ir? Y es bastante excepcional.
P: En el artículo cita una frase de William Gibson: el futuro ya está aquí, solo que distribuido de forma irregular. Con el cambio climático sucede algo así.
R: Empecé a escribir esta novela a principios de 2016. Era antes de Trump. Trump se presentaba a las elecciones. Pero todavía no hablaba del muro, todavía no se había celebrado el referéndum del Brexit, y la aceleración de malas noticias sobre el clima no era la actual. Ha sido muy desagradable observarlo, y ver cómo seguíamos en esa dirección. Por un lado, continuamos igual en términos de clima y por otro, en nuestras sociedades continúa la deriva que nos lleva a volvernos hacia nosotros mismos y apartarnos, dividirnos, una política basada en ese impulso. Por desgracia, estas dos tendencias han continuado. En estos años, las cosas han ido a peor.
P: ¿Cuál es la relación entre su escritura de ficción y la de no ficción?
R: Mi escritura sobre economía y finanzas se debe a que quería escribir de Londres. Empezaba con una pregunta: ¿por qué ha cambiado? Las respuestas tenían que ver con las finanzas y la economía, y me di cuenta de que no sabía nada de eso. Era una especie de analfabeto en el idioma que en cierto modo era el más importante para entender los cambios. De repente cambiaba quién vivía en la casa de al lado: no era una cuestión metafórica. Era un tipo de persona y de pronto era alguien que se dedicaba a las finanzas. Y empecé a darme cuenta de cómo funcionaba, y luego vinieron la crisis y la restricción crediticia, y accidentalmente yo sabía algo de eso. Y trece años después sigo escribiendo sobre el tema. Pero la génesis fue la ficción, y lo otro llegó como un producto secundario. Ocurre así a menudo: los artículos y libros que escribo en retrospectiva están relacionados, se alimentan unos a otros, de una forma que resulta mucho más clara retrospectivamente. Investigué y leí bastante sobre el cambio climático en 2005. Alguien me hablaba el otro día de una charla que di sobre el tema. Muchas de las cosas que están en The wall vienen de allí, solo que llevó un tiempo.
P: Letras Libres publicó un artículo suyo sobre los diez años de la crisis financiera. Ahí decía que hay cosas que son necesarias y al mismo tiempo desastrosas, y que el rescate bancario era una de ellas.
R: Todavía estamos afrontando las consecuencias de muchas maneras. Por ejemplo, la sensación de impunidad de las élites, la impresión de que hay una clase que nunca afronta las consecuencias; las consecuencias son para nosotros. Vivimos en una realidad paralela. Eso ha sido un aspecto muy perjudicial. Pero, como te digo, no me parece que hayamos terminado.
P: Al final del ensayo hablaba del famoso gráfico del elefante de Branko Milanovic. Decía: quizá mucha gente en Occidente puede aceptar: hemos tenido 250 años de expansión, ahora a otros les tiene que ir mejor. Pero, entonces, cortemos la trompa. El declive de la clase media y media baja en Occidente convive con el éxito de los más ricos.
R: Exacto. No había trompa en los años de la gran expansión económica, desde el final de la Segunda Guerra Mundial a los años setenta. Y no está claro que deba ser así ahora. Se presenta como si fuera una realidad futura inevitable. Y no lo es.
P: En otro de sus ensayos, “Brexit blues”, decía: la geografía es destino. Lo utilizaba para explicar el apoyo a la salida de la Unión Europea en algunas zonas de Inglaterra, y las diferencias entre las grandes ciudades y las zonas rurales. Pero en general el espacio es muy importante en sus libros.
P: Viajé mucho de niño, y creo que eso es un factor que afecta. Si me hubieras preguntado por mi nacionalidad entonces, habría dicho británico. Vivía en Inglaterra, pero nací en Alemania, viví en Hong Kong, mi padre había nacido en África, mi madre había nacido en Irlanda. Y siempre había tenido esa sensación de desplazamiento. No de una manera dramática, simplemente estaba allí. Alguien dijo que la pregunta más difícil para los personajes de V. S. Naipaul es de dónde son. Y esa también es una pregunta complicada para mí. Creo que soy sensible al espacio, y que tiene que ver con eso. Una de las razones por las que soy escritor es que si tienes ese origen una de las cosas que se mantienen constantes es el lenguaje: es lo que viaja contigo.
P: Sus libros son muy diferentes. No solo entre la no ficción y el periodismo por un lado y la narrativa por otro. Las novelas son muy distintas entre sí. ¿Cómo las planea, qué le lleva a escoger una forma?
R: No las planeo. La novela para mí es como un problema único. ¿Cuál es la historia? ¿Quién la cuenta? ¿Y cómo? Son esas tres cosas. Cada vez es una versión diferente, todas están profundamente interrelacionadas entre sí. Y una vez que he hecho eso no puedo repetirlo. Me gustan los escritores que hacen variaciones, pero yo no puedo hacerlo, es como si lo hubiera agotado, sería como hacer un crucigrama dos veces.
P: Pensando en la relación de esos tres elementos, The wall describe un mundo muy áspero e inhóspito, pero la voz narrativa es cálida, amable.
R: El mundo es áspero, y necesitas a alguien que te lleve por allí. Lo explico y parece más intencionado de lo que fue, es más bien algo que surge. Con el paisaje necesitas un personaje y en cierto sentido capilares que van mostrando la realidad de ese mundo, para sí mismo y para el lector a la vez. Su voz es una especie de compañía.
P: La crisis económica hizo a mucha gente más de izquierda en términos económicos. ¿También a usted?
R: Creo que lo que cambió la actitud de mucha gente, no solo en Gran Bretaña, sino en el mundo anglosajón, fue la guerra de Irak. A menudo, cuando repasas la historia, encuentras esos momentos de crisis generacionales. Para mí fue Irak, además con la izquierda en el poder. Todo el proceso gubernamental podía basarse en una falsedad. Si me hubieran preguntado: ¿puedes entenderlo?, habría dicho que sí. Pero comprenderlo intelectualmente no es lo mismo que sentirlo. Y creo que fue un momento de cambio. También, la mayoría de la población se oponía a la intervención, hubo algunas de las manifestaciones más grandes de la historia política británica. En un parlamento de 650 escaños, la gran mayoría estaban ocupados por dos partidos que apoyaban la guerra, en un momento en el que la mayoría de la población se oponía. Eso fue increíblemente dañino. Y es algo que tiene que ver con la falta de confianza en el proceso político, y la sensación de que las instituciones fallan. Es la misma trayectoria: los defensores de Irak, la crisis financiera. No creo que podamos exagerar la importancia de Irak en Europa y en Gran Bretaña.
P: Ahora el Reino Unido, con el Brexit, parece estar en una crisis constitucional. ¿También tiene que ver con eso?
R: Eso creo. Pero estamos en un momento en el que es realmente imposible decir qué ocurrirá. Es verdaderamente caótico, y loco. Si me preguntaran por el resultado, la respuesta es: no tengo ni idea. El plan de Johnson va a fracasar. Pero la cuestión es cuándo y cuánto daño causa. Podría derribar muchas cosas antes de hacerlo.
P: Me gustaría hablar también del libro sobre sus padres, Novela familiar.
R: Surgió cuando me di cuenta de que la historia de mi madre era distinta a la que yo conocía. El nombre de la partida de nacimiento no es el de mi madre. Y quería investigar esa historia y descubrir qué idea tenía de su propia vida. Encontrar en cierto modo su propia historia. Tenía las cosas que modificó, cómo cambió su nombre, pero no hay claves sobre cómo pensaba, lo que pensaba y cómo se sentía. No hay rastros. Me parece una historia triste lo que hizo para cambiar de vida, y las consecuencias que nunca dejó de pagar.
Hay una cosa curiosa en el contexto de Irlanda. La gente de más de 55 años casi siempre puede contar una historia parecida de un pariente. Hay una cultura extraordinaria de la vergüenza en torno a la religión, el género, la sexualidad y la familia. No he conocido a ninguna persona irlandesa, de mi edad o mayor, que haya leído el libro y no haya dicho: Es como mi padre, mi primo. Todo el mundo tiene un caso. Para los menores de 45 años es casi imposible creerlo. Es otra versión de esa realidad paralela que comentaba. Es muy distinto. Todo eso ha desaparecido para ellos. Como digo en el libro, se parece a leer sobre los talibanes o algo así, es otro mundo. Infunde optimismo ver el completo cambio que ha vivido Irlanda.
P: Mayor que el Reino Unido.
R: Sí. Una de las cosas que muestra el Brexit es la profundidad de la nostalgia. El Brexit no es un proyecto británico, es un proyecto inglés. Y está impulsado por una nostalgia, un anhelo de un tiempo que en realidad nunca existió, que pretende recrear una supremacía nacional imaginaria. En ese sentido, Irlanda y el Reino Unido son países profundamente opuestos.
P: Es curioso cuando lees novelas británicas de los setenta e incluso ochenta, a menudo ves esa idea de la decadencia, a veces unida a la descolonización.
R: Quizá tenga que ver con una idea de grandeza imperial perdida: los mejores de nosotros se han ido. Somos una consecuencia de algo que fue más importante, por definición somos levemente decadentes. Las cosas que hicieron grandes a nuestros antepasados ya no están aquí.
P: Estaba trabajando en una novela y un libro de cuentos.
R: Estoy terminando. Graham Greene hablaba de algunas de sus obras como entretenimiento; luego dijo que se arrepentía. Yo he estado dudando si debería usar esa palabra, aunque a veces otra gente prefiere justo eso. Y también en cierto modo es una forma de decirle a la gente qué debe pensar. “

16 de gen. 2020

sempre han parlat per nosaltres: la presentació




Ahir, amb la presentació i l’anàlisi de les nostres companyes Eva i Fabiola, la Najat El Hachmi ens va parlar del seu últim llibre, “Sempre han parlat per nosaltres”, un assaig que defineix com un manifest d’una escriptora de Vic d’origen marroquí , on exposa les seves opinions sobre què vol dir ser feminista en el món actual. Per l’autora de L’últim patriarca, cal estudiar en profunditat i entendre quina és la condició de la dona – de qualsevol dona, de qualsevol cultura, en el món que la envolta,  alhora que alerta del perill de deixar en un segon pla la lluita feminista per altres causes, siguin polítiques, culturals o religioses, en un món, afirma, profunda i letalment patriarcal vers la dona.











14 de gen. 2020

sempre han parlat per nosaltres i tres




Demà,  dimecres 15 de gener de 2020,  Vespres Literaris, organitza la presentació del llibre de la Najat El Hachmi,  “Sempre han parlat per nosaltres”.  Amb la presencia de l’autora, l’acte el presentaran les nostres companyes Eva Torralba i Fabiola Gil,  tenint lloc a l'espai Enric Granados,  de la Biblioteca Central de Cerdanyola del Vallès (Plaça d'Enric Granados, 1), a les 19.00 hores.



Gemma Lienas ens recomana la lectura de l'assaig de la Najat

13 de gen. 2020

sempre han parlat per nosaltres, dos





Fragment:

Alçar la veu, el pas més difícil


Encara ara quan he d’escriure per donar la meva opinió sobre temes vinculats al meu origen, a la meva condició de filla de família musulmana marroquina, encara em tremola la mà, teclejo amb por de ser castigada, de nou, per trencar el silenci que m’han imposat des de petita. Pot semblar estrany perquè fa anys que abordo aquestes qüestions, des de l’entorn segur de la ficció o bé a través de xerrades, entrevistes, articles d’opinió o converses privades. Molta gent m’ha dit que soc molt valenta de fer-ho, però això no vol dir que no tingui por, que no tingués por la primera vegada que vaig escriure sobre el que no es podia explicar i cada cop que torno a la violència, l’opressió i la injustícia en què hem crescut jo i les dones que més m’he estimat. No parlo d’aquests temes per ser valenta, ho faig per sobreviure.

Durant molts anys l’escriptura era l’únic instrument que tenia a l’abast per no ofegar-me del tot, per no claudicar davant dels embats del masclisme. Encara ara no he pogut treure’m del damunt la sensació que estic transgredint alguna norma quan trenco el mutisme que m’ha imposat la llei del pare. Això no ho diguis, no ho expliquis, no revelis segons quins fets i maneres d’entendre la condició de la dona és un dels pilars fonamentals de l’educació que moltes dones hem rebut de manera constant al llarg de tota la vida. Tot i que sembli mentida, vivint en una societat moderna, occidental i democràtica on la igualtat de drets és una realitat legal i hi ha una consciència feminista creixent, a les dones com nosaltres, filles de la immigració musulmana, encara ens costa Déu i ajuda treure la veu a l’esfera pública per denunciar el masclisme concret en el qual hem crescut. La por no és infundada: el temor de ser rebutjades, expulsades del nostre grup de procedència és més que justificat. Si alguna de nosaltres gosa alçar la veu per denunciar el sistema ferotgement discriminatori en què hem viscut i fer un memorial de greuges, tant de les nostres vides com de les de les dones amb les quals hem conviscut, sap de ben segur que la reacció més probable serà l’expulsió sumària, més encara si toquem temes tan delicats com la sexualitat o la religió. Si demanar la paraula per expressar, o tan sols descriure, totes les injustícies que les dones hem patit és un acte subversiu en ell mateix, per als «nostres» aquesta gosadia és vista com una traïció a la família, a la tribu, a la pàtria i sobretot a l’islam. Treure la veu del fons de la gola per denunciar públicament els mecanismes que ens han relegat a la condició de ciutadanes de segona, havent pres la distància necessària per identificar-los, es converteix en una rebel·lió intolerable i mereix tots els càstigs terrenals i divins.

Estava acostumada a sentir aquesta pressió procedent d’aquells que encara creuen que la lleialtat a l’origen està per damunt de qualsevol altra consideració, que l’islam és la religió vertadera i que s’ha de defensar contra un entorn hostil. Ja m’havia avesat a rebre crítiques dels qui no volien que l’ordre establert es mogués ni un mil·límetre de com ens venia donat. Aquestes crítiques no em sorprenien, com no em sorprenien els sermons histèrics dels barbuts que clamaven contra l’alliberament de les dones. Però per al que no estava preparada era per a l’escenari actual en què les noies més joves, en comptes de sumar-se a la lluita contra el masclisme del qual procedim, s’afegeixen als discursos religionitzants, s’apunten a les versions reaccionàries que volen frenar el progrés de les dones i, en nom de la pertinença identitària i l’essencialisme religiós, aixequen la veu per defensar aquells elements objectivament nefastos per a la nostra dignitat. Per si això no fos prou, no són només els imams a les mesquites o les filles alienades a les xarxes qui ens insten a assumir la nostra condició de subalternes, sinó que des de fa algun temps també l’esquerra ha caigut en la trampa del relativisme cultural i ha passat a reivindicar acríticament tot allò de què hem fugit i per què hem pagat un preu altíssim.”


El proper dimecres, 15 de gener de 2020,  Vespres Literaris, organitza la presentació del llibre de la Najat El Hachmi,  “Sempre han parlat per nosaltres”.  Amb la presencia de l’autora, l’acte el presentaran les nostres companyes Eva Torralba i Fabiola Gil,  tenint lloc a l'espai Enric Granados,  de la Biblioteca Central de Cerdanyola del Vallès (Plaça d'Enric Granados, 1), a les 19.00 hores.