27 de des. 2017

el canto que no cesa


Se clausura las conmemoraciones de este “año hernandiano” con la publicación del álbum musical “El canto que no cesa”


El productor y músico andaluz Paco Ortega ha reunido las voces de Miguel Ríos, José Mercé, Concha Buika, Víctor Manuel, Joan Manuel Serrat, Soledad Giménez, Mayte Martin, Aziza Brahim, Ana Corbel y Silvio Rodríguez en un homenaje a Miguel Hernández en el 75 aniversario de su fallecimiento.


25 de des. 2017

o.henry

O. Henry es el seudónimo del escritor norteamericano William Sidney Porter (1862–1910), que alcanzó fama y es recordado por sus relatos cortos. Henry aportó una fórmula técnica, trick–story, el cuento que se resuelve sorpresivamente para el lector en las dos o tres últimas líneas.  Con todo, el verdadero valor de los relatos de no sólo descansa en esta brillante pirueta formal,  sino en la inusual destreza para combinar, en su justa medida, diversas dosis de ironía, humor e ingenuidad, siempre bajo el prisma de un vivísimo sentido de lo humano al cual no escapa ninguno de sus personajes, todos ellos dotados (al igual que su estilo, seco, ágil, rápido y eficaz, rabiosamente periodísticos) de caracteres sencillos, familiares y tiernos, sin empaques.

Los cuentos de O. Henry son testigos excepcionales de la inmigración masiva, de la mecanización e industrialización de los Estados Unidos,  de la incipiente cultura de la abundancia y del surgimiento de las grandes ciudades.  A través de la dicotomía campo–ciudad y de unos personajes modelados por el darwinismo social, O. Henry construye un mundo urbano dividido en víctimas y depredadores.

El sueño

“La psicología vacila cuando intenta explicar las aventuras de nuestro mayor inmaterial en sus andanzas por la región del sueño, “gemelo de la muerte”. Este relato no quiere ser explicativo: se limitará a registrar el sueño de Murray.  Una de las fases más enigmáticas de esa vigilia del sueño,  es que acontecimientos que parecen abarcar meses o años, ocurren en minutos o instantes.

Murray aguardaba en su celda de condenado a muerte.  Un foco eléctrico en el cielo raso del comedor iluminaba su mesa.  En una hoja de papel blanco una hormiga corría de un lado a otro y  Murray le bloqueaba el camino con un sobre. La electrocutación tendría lugar a las nueve de la noche.  Murray sonrió ante la agitación del más sabio de los insectos.

En el pabellón había siete condenados a muerte.  Desde que estaba ahí,  tres habían sido conducidos: uno, enloquecido y peleando como un lobo en una trampa;  otro, no menos loco, ofrendando al cielo una hipócrita devoción;  el tercero,  un cobarde,  se desmayó y tuvieron que amarrarlo a una tabla.  Se preguntó cómo responderían por él su corazón,  sus piernas y su cara; porque ésta era su noche.  Pensó que ya casi serían las nueve.

Del otro lado del corredor,  en la celda de enfrente,  estaba encerrado Carpani, el siciliano que había matado a su novia y a los dos agentes que fueron a arrestarlo.  Muchas veces, de celda a celda, habían jugado a las damas, gritando cada uno la jugada a su contrincante invisible.

La gran voz retumbante, de indestructible calidad musical, llamó:

—Y,  señor Murray, ¿cómo se siente? ¿Bien?

—Muy bien,  Carpani —dijo Murray serenamente, dejando que la hormiga se posara en el sobre y depositándola con suavidad en el piso de piedra.

—Así me gusta,  señor Murray.  Hombres como nosotros tenemos que saber morir como hombres.  La semana que viene es mi turno.  Así me gusta.  Recuerde,  señor Murray,  yo gané el último partido de damas.  Quizás volvamos a jugar otra vez.

La estoica broma de Carpani,  seguida por una carcajada ensordecedora,  más bien alentó a Murray;  es verdad que a Carpani le quedaba todavía una semana de vida.

Los encarcelados oyeron el ruido seco de los cerrojos al abrirse la puerta en el extremo del corredor. Tres hombres avanzaron hasta la celda de Murray y la abrieron.  Dos eran guardias; el otro era Frank —no,  eso era antes— ahora se llamaba el reverendo Francisco Winston,  amigo y vecino de sus años de miseria.

—Logré que me dejaran reemplazar al capellán de la cárcel —dijo,  al estrechar la mano de Murray.

En la mano izquierda tenía una pequeña biblia entreabierta.

Murray sonrió levemente y arregló unos libros y un lapicero en la mesa.  Hubiera querido hablar, pero no sabía que decir. Los presos llamaban a este pabellón de veintitrés metros de longitud y nuevo de ancho,  Calle del Limbo.  El guardia habitual de la Calle del Limbo,  un hombre inmenso,  rudo y bondadoso,  sacó del bolsillo un porrón de whisky y se lo ofreció a Murray diciendo:

—Es costumbre,  usted sabe. Todos lo toman para darse ánimo. No hay peligro de que se envicien.

Murray bebió profundamente.

—Así me gusta —dijo el guardia—. Un buen calmante y todo saldrá bien.

Salieron al corredor y los siete condenados lo supieron.  La Calle del Limbo es un mundo fuera del mundo y si le falta alguno de los sentidos,  lo reemplaza con otro. Todos los condenados sabían que eran casi las nueve, y que Murray iría a su silla,  a las nueve. Hay también, en las muchas calles del Limbo, una jerarquía del crimen.  El hombre que mata abiertamente,  en la pasión de la pelea, menosprecia a la rata humana,  a la araña y a la serpiente.  Por eso solo tres saludaron abiertamente a Murray,  cuando se alejó por el corredor, entre los guardias: Carpani y Marvin que al intentar una evasión habían matado a un guardia y Bassett, el ladrón que tuvo que matar porque un inspector, en un tren, no quiso levantar las manos.  Los otros cuatro guardaban humilde silencio.

Murray se maravillaba de su propia serenidad y casi indiferencia. En el cuarto de las ejecuciones había unos veinte hombres, entre empleados de la cárcel, periodistas y curiosos que...


[Aquí en medio de una frase, “El Sueño” quedó interrumpido por la muerte de O. Henry. Sabemos sin embargo el final: Murray, acusado y convicto del asesinato de su esposa, enfrentaba su destino con inexplicable serenidad. Lo conducen a la silla eléctrica, lo atan. De pronto,  la cámara,  los espectadores,  los preparativos de la ejecución,  le parecen irreales. Piensa que es víctima de un error espantoso.  ¿Por qué lo han sujetado a esa silla? ¿Qué ha hecho? ¿Qué crimen ha cometido? Se despierta: a  su lado están su mujer y su hijo.  Comprende que el asesinato,  el proceso,  la sentencia de muerte,  la silla eléctrica,  son parte de un sueño. Aún trémulo,  besa en la frente a su mujer.  En ese momento, lo electrocutan.

La ejecución interrumpe el sueño de Murray.]”


24 de des. 2017

xerrada amb l'autor del mes

Homer y Langley
E. L. Doctorow
traducción de Isabel Ferrer y Carlos Milla// traducció de Maria Iniesta i Agulló
Miscelánea,  2010 // Edicions 1984, 2010
208 páginas//  204 pàgines. 18 euros

Entrevista per Juan Gabriel Vásquez

“E. L. Doctorow sigue aplicando en sus novelas lo que él llama un simulacro de crónica histórica de Estados Unidos. El autor de títulos como Ragtime recurre ahora al caso de dos personajes populares, Homer y Langley, como metáfora de un país que pierde el rumbo.

A Edgar Lawrence Doctorow  le gusta repetir el mismo comentario sarcástico:  "La gente dice que escribo novelas políticas, que escribo novelas sobre el pasado, que uso técnicas posmodernas, que juego con los géneros literarios, que mis libros ocurren en Nueva York y que tienen personajes judíos... Así que soy un novelista político-histórico-posmoderno-de género-neoyorquino-judío. No sé, yo rechazo toda etiqueta que se le ponga al sustantivo novelista. Creo que usted estará de acuerdo conmigo: el novelista es alguien que acoge el mundo entero".

Bueno, sí: pero es que hay pocos mundos en la ficción de lengua inglesa tan amplios, tan ricos y diversos como el de Doctorow. Este año su primera novela, Welcome to Hard Times, cumple medio siglo;  en este tiempo Doctorow ha publicado trece libros de ficción,  una obra de teatro y dos compilaciones de ensayos, y el resultado puede muy bien verse como una reescritura radical de la historia norteamericana, de la Guerra de Secesión en La gran marcha al Nueva York de finales del siglo XX en La ciudad de Dios.  La nueva novela, Homer y Langley,  parte de la historia de los hermanos Collyer, cuya vida ha sido objeto de fascinación en Nueva York desde 1947,  cuando la policía echó abajo la puerta de su casa y los encontró muertos y rodeados de más de cien toneladas de materiales diversos: torres de diarios, varios pianos, kilómetros de libros y hasta un Ford T en medio del salón. La policía encontró a Homer fácilmente, pero el abarrotamiento era tanto que tardaron algunas semanas en encontrar a Langley,  cuyo cuerpo yacía a unos tres metros del de su hermano.

Esta conversación ocurrió en dos sesiones: la primera tuvo lugar en el despacho de Doctorow, una primera planta del West Village que pertenece a la Universidad de Nueva York; la segunda, en su apartamento de la zona media de Manhattan, donde Doctorow me recibió por la mañana y, antes de cualquier otra cosa, me enseñó su edición de las memorias del general Ulysses Grant, varios tomos que serían verdaderas joyas bibliográficas aunque no hubieran estado autografiadas. "Un regalo, por supuesto", me dijo Doctorow. "Yo no me puedo permitir algo así".

PREGUNTA. En Homer y Langley hay un cierto grado de distorsión histórica. Los verdaderos hermanos Collyer murieron en 1947, pero usted les deja vivir hasta la década de los setenta. Y hay otras modificaciones de la realidad conocida. Usted escribió un ensayo en 1977, False Documents, en el cual alegaba que una narración histórica hecha de mentiras es más perspicaz,  más aguda y  más útil que una respetuosa de los hechos. Es algo que siempre ha hecho en sus novelas: contar la historia de una manera distinta. ¿Cómo se aplica esto a la nueva novela?

RESPUESTA. En su vida real, los hermanos Collyer fueron una especie de folclore instantáneo. Fueron famosos en la ciudad,  la gente venía a ver su casa como si se tratara de un fenómeno de circo. Hay fotos del momento de su muerte,  con las multitudes agolpándose frente a la casa y la policía sacando las cosas.  Y hace unos siete años hubo un artículo en The New York Times donde se contaba que los Collyer no tuvieron herederos,  así que la ciudad se apoderó de la casa.  Estaba tan mal que tuvieron que echarla abajo, y en su lugar hicieron un parque.  Esto queda en la Calle 128 con Quinta Avenida, en Harlem.  Y hay allí una placa: "Parque de los Hermanos Collyer".  Pues bien,  el artículo hablaba de cómo los vecinos se opusieron a que su parque fuera bautizado en honor de estos ermitaños acumuladores y maniáticos. Y pensé: "Llevan cincuenta años muertos y todavía molestan a la gente".

P. Y entonces supo que tenía una historia.

R.  Claro.  El folclore es el paso previo al mito,  igual que en la Iglesia la beatificación es el paso previo a la santificación. Homer y Langley tenían estatus mitológico en mi imaginación, y por eso decidí que no tenía que investigar demasiado: bastaba con interpretar el mito. Me sentí libre de cambiar cosas: como criaturas mitológicas,  los hermanos son inmortales,  así que puedo extender sus vidas. También mudé su casa de lugar. Yo necesitaba que vivieran frente a Central Park, y el parque termina en la Calle 110.  Así que los puse a vivir alrededor de la Calle 92.

P. También invirtió el orden de sus nacimientos.

R. Sí.  En la vida real, Homer era el mayor.  Todo salió de la primera línea,  claro.  Un día me senté y escribí: "Soy Homer, el hermano ciego". Y era una línea tan evocativa... En ese momento supe que mi narrador sería el hermano menor,  el protegido,  que de alguna manera admira a Langley por haber estado en la guerra.  Supe que la música sería importante en su vida de ciego,  y que Langley iría por ahí coleccionando pianos para regalarle.  En la vida real,  los hermanos llegaron a acumular toneladas de periódicos.  Eso es cierto,  pero yo encontré una razón basada en su carácter: Langley está investigando el mundo entero -y esto antes de Google-, tratando de identificar los actos seminales del comportamiento humano para organizarlos en una especie de diario platónico,  un diario que nunca pierda actualidad.

P. ¿Recuerda haber hablado de algo similar en una entrevista en los años setenta?

R. No, ¿qué dije?

P. Contó que tenía una fantasía recurrente: que un día The New York Times le dejaría escribir el diario entero. Y que se pasaría muchos años investigando y preparando esa edición.

R.  Sí, es cierto.  Qué interesante, ¿no es verdad?  Y se lo di a Langley.


P. Lo que me interesaba al hablar de la distorsión histórica era esa relación que tienen sus ficciones con los hechos reales (o comprobados, o aceptados). En El libro de Daniel se basó en un hecho histórico, la condena a muerte por espionaje del matrimonio Rosenberg; en Ragtime incluye personajes reales y distorsiona sus vidas conocidas con una desfachatez que en su momento le causó más de un problema.

R. El libro de Daniel describe con exactitud el juicio y la ejecución, aunque yo no conocí  a ninguno de los implicados.  La revelación con ese libro fue que no lo podía escribir en tercera persona,  con un narrador que lo supiera todo. Tuve que dejar que Daniel lo escribiera,  porque él,  de niño,  habría podido estar en contacto con todo lo sucedido y al mismo tiempo no habría podido comprenderlo del todo.  Es decir,  estaba en la misma situación que yo: en el momento de la ejecución yo estaba sirviendo en Alemania,  y no me enteré muy bien de los hechos.  Lo que me interesaba no era la inocencia o la culpabilidad de los acusados,  sino la mentalidad del país que produce esta horrible situación. Claro, la novela anticipa lo que después se ha descubierto: que el marido, Julius Rosenberg, sí que estuvo involucrado en actividades de espionaje.  Pero no la mujer.  En fin,  por supuesto que cambié cosas. No quería que se viera como una novela documental.

P. Pero el tono de Ragtime es muy distinto. Tiene algo satírico de lo que Daniel carece por completo.

R. Bueno, sí. La novela se divierte con impertinencias, atribuyendo falsedades a los personajes, a Houdini o a Freud. Para escribir sobre JP Morgan, lo único que hice fue mirar una foto. Cuando publiqué ese libro se dijo que había roto una regla del oficio, que había transgredido algo. Pero yo crecí leyendo novelas donde pasaban estas cosas. En Guerra y paz, Napoleón no sale muy bien parado. Ni el cardenal Richelieu en las novelas de Dumas. Yo no pensé que estuviera haciendo nada distinto,  pero en los años setenta nuestra ficción era muy tímida. Lo que molestó a los críticos fue el tono del libro: irreverente, capaz de tomarse libertades para escribir un simulacro de crónica histórica. De todas formas, creo que la primera ficción es la versión que dan los personajes históricos de sí mismos. Si de verdad quieres leer ficción, lee las memorias de JP Morgan.

P. Pero sigue habiendo una resistencia del público, una desconfianza ante quien se toma esas libertades.

R. En World's Fair usé a toda mi familia de una manera bastante implacable,  incluso conservando sus verdaderos nombres. ¿Y cuál es la diferencia ontológica entre interpretar a alguien que conociste y alguien que no conociste? Yo siempre he sentido que lo mejor que he escrito lo he escrito con un sentido de transgresión. Y lo he hecho desde siempre. En un curso de periodismo que tomé en la escuela,  entregué una entrevista con el portero del Carnegie Hall: lo describí como un refugiado judío alemán que acababa de salir de su país.  Conocía el repertorio clásico.  Venía a trabajar con un termo y un sándwich en una bolsa de papel,  bebía su té a la manera antigua, poniéndose un terrón de azúcar entre los dientes, etcétera.  Al profesor le pareció que era la mejor entrevista que había leído en aquel curso,  y quiso mandar a un estudiante de fotografía para retratar al portero.  Yo le dije que eso era imposible: el hombre era muy tímido,  no le gustaba el contacto con la gente...  Al final tuve que confesar que todo era inventado. No se lo tomaron demasiado bien.

P. Usted ha dicho que cree en la ficción como "sistema de conocimiento". ¿Qué conocimiento produce la ficción? ¿Cómo cree que ha cambiado la manera de leer ficción en el curso de tu vida?

R. Mire, es sencillo: los relatos nos enseñan las leyes de la comunidad y distribuyen el sufrimiento. A través de las historias, el individuo siente que su sufrimiento puede ser compartido por los demás.  El relato trae consigo lo que la comunidad debe saber para sobrevivir: éste es el sistema de conocimiento al que me refiero. La facultad imaginativa, la facultad de ver cosas y hacer conexiones que no serían posibles dentro de parámetros fácticos, son dones del escritor de ficción. "Ver lo que está oculto", decía Henry James. Bellow se sentía "como un médium".  El escritor de ficción siente que no tiene obligación moral ninguna hacia las instituciones que rigen nuestra vida, trátese del Gobierno,  la Iglesia o la familia,  y este tipo de testigo es muy valioso para la sociedad. Cuando Joe Heller publicó Trampa 22, una novela muy escéptica sobre los nobles esfuerzos norteamericanos en la Segunda Guerra,  la gente se molestó mucho. "Esto no ocurrió así", dijeron.  Puede que no,  pero sí ocurrió así en Vietnam.  El libro fue profético.

P. Una vez dijo de Ragtime que era "la venganza de un novelista contra una época que idolatra la no ficción". ¿Es Homer y Langley la última entrega de esta venganza?

R. Eso lo dije en una época en que las ciencias sociales estaban adoptando estrategias novelísticas. Antropólogos, sociólogos, psicólogos... Y eso me enfadó un poco: sentí que se metían en mi territorio. Ya no lo siento así,  aunque todavía,  después de una lectura,  hay alguien que me pregunta: ¿es esto cierto? Todavía hay un dominio de lo empírico por las razones equivocadas.  De otra parte,  las más grandes ficciones que tenemos hoy en día están fuera de los libros,  y son producto del extremismo político.  La cantidad de mentiras que hay en política, y esta nueva ola de comportamiento irracional... Esta manera de odiar la reforma sanitaria, llamarla socialismo, decir que el presidente está aliado con Al Qaeda... El nivel de irracionalidad en este país siempre ha sido alto,  pero hoy me parece más alto que nunca.  Al mismo tiempo, parece que los sectores más racionales han logrado atrincherarse: de otra forma,  el Congreso no se habría atrevido a aprobar la ley.  Tengo la percepción de que esta derecha ha comenzado a marginarse,  y a marginar el partido para el que trabajan,  el Republicano.  Por lo menos, eso es lo que espero.

P. El otro día estaba escuchando un discurso de Sinclair Lewis en 1940, cuando Roosevelt estaba haciendo campaña para un tercer mandato y los republicanos lo llamaban "dictador", "socialista". ¿Cree que este extremismo irracional contra ciertos presidentes liberales ha existido siempre, y no hay de qué preocuparse, o que la situación de hoy en día es realmente nueva, y deberíamos preocuparnos más que nunca?

R. La derecha hoy es muy distinta: tienen un gran acceso a los medios.  En la radio se despotrica contra Obama,  en la televisión también.  Pero no sé si ha habido un cambio.  Cuando yo era niño hubo una marcha de apoyo al nazismo en Madison Square Garden,  y la gente iba caminando por ahí con esvásticas en las camisas.  Había un conocido sacerdote de derechas,  el padre Cogwin,  que tenía una inmensa cantidad de seguidores. Estaba Charles Lindbergh,  cabeza de un grupo llamado America Firsters (Roth escribió todo un libro sobre eso).  Luego vino el fervor anticomunista de los cincuenta,  una era gris en la vida de Estados Unidos.  Siempre ha sido más fácil para la derecha llegar a la gente.  El psicólogo Wilhelm Reich dijo que la mente del hombre promedio está construida para el fascismo: es mucho más fácil para la derecha llegar a ese lado antediluviano de la gente,  sus miedos,  sus ansiedades,  que para la izquierda tratar de apelar a la razón.  No estoy diciendo que no haya irracionalidad en la izquierda,  por supuesto. Pero en la dinámica interna de este país,  la derecha siempre ha apelado a los miedos de la gente.  Cuando se ha acabado una guerra, esa sensación de combate sigue existiendo, y la dirigimos contra nosotros mismos.  Esto es lo que ocurrió después de la Segunda Guerra.

P. ¿Y ahora?

R. Bueno, el momento más terrible fue cuando la Corte Suprema eligió a George Bush. Luego vino lo que ya sabemos: el uso de matones para intimidar a quienes contaron los votos, la llamada Patriot Act, el espionaje contra los ciudadanos... Todo aquello fue un peligroso desmonte de nuestro sistema de vida,  y no hay manera de calcular el daño causado al país.  Las dificultades que ahora tiene Obama para llevar a cabo las más elementales correcciones de las inequidades sociales se deben a eso. Está por verse si el daño es irreparable. Mira, mis convicciones políticas son muy elementales, casi bíblicas: no matarás, no robarás... No sé qué implicaciones tendrá este libro (desde luego, no he buscado ninguna), pero veo, eso sí, una civilización entrópica: algo está muriendo,  algo se está deshaciendo.  Algunos han visto en el libro una parábola de este país y la forma en que está perdiendo el rumbo.

P. Esto me interesa, porque todas sus novelas parecen hablar de lo mismo: la ruina de los ideales americanos. Homer recuerda incluso la doctrina emersoniana de la "confianza en sí mismo", una de las bases de la filosofía americana, que aparece también en Welcome to Hard Times.  El libro de Daniel habla de Estados Unidos como enemigo del individuo.

R. En este país nunca hemos llegado a estar a la altura de la Constitución. La historia de Estados Unidos describe los intentos, y enseguida los fracasos, de quienes se han acercado a una cierta idea de justicia, de una sociedad serena como la que permite imaginar ese documento. Así que decir la verdad sobre lo que ocurre en un momento y lugar determinados no es caer en el desespero, sino simplemente decir la verdad. El grado de autosatisfacción que hay en este país puede resultar dañino y detener cualquier tipo de progreso. Yo comencé este libro bajo la última Administración Bush; ahora algo ha sucedido y, después de unos años muy oscuros, tenemos una cierta esperanza.”

El País

1 de mayo de 2010

23 de des. 2017

la pel·licula



La pel·lícula se centra en la història de Coalhouse Walker , un pianista negre que patirà una evolució en la seva pacífica personalitat.

Fitxa:

Títol: Ragtime
Any: 1981
Direcció: Milos Forman
Guió: Michael Weller
Música: Randy Newman
Fotografia: Miroslav Ondrícek

Repartiment: Howard E. Rollins Jr.,  Moses Gunn,  James Cagney,  Brad Dourif, Elizabeth McGovern,  Kenneth McMillan,  Pat O'Brien,  Donald O'Connor, James Olson,  Mandy Patinkin,  Mary Steenburgen,  Debbie Allen,  Jeffrey DeMunn, Robert Joy,  Norman Mailer,  Jeff Daniels,  Fran Drescher,  Frankie Faison, Samuel L. Jackson,  Michael Jeter.


22 de des. 2017

el musical



Ragtime és un musical amb guió de  Terrence McNally, lletra de les cançons de Lynn Ahrens i música de Stephen Flaherty.

Basat en la novel·la de 1975 de E.L. Doctorow, Ragtime  narra la història de tres famílies als Estats Units de principis del segle XX:  afroamericans, representats per Coalhouse Walker Jr., un músic de Harlem;  suburbans de classe alta, representats per la Mare, una matriarca d'una família blanca de classe alta a New Rochelle, Nova York; i els immigrants d'Europa de l'Est, representats per Tateh, un immigrant jueu de Letònia.


Personatges històrics com Harry Houdini, Evelyn Nesbit, Booker T. Washington, J.P. Morgan, Henry Ford, Stanford White, Harry Kendall Thaw, l'almirall Peary, Matthew Henson i Emma Goldman estan representats en les històries.


21 de des. 2017

j.p.morgan

“La fita de Ford, però,  no el va situar al capdamunt de la piràmide empresarial. Tan sols un home ocupava aquell lloc sublim.
Les oficines de la J. P. Morgan Company eren al número 23 de Wall Street. El gran financer va arribar a la feina un bon dia vestit de blau i amb un abric negre amb coll de llana d'o-vella i un barret de copa. Ostentava una moda una mica antiquada.  Quan estava a punt de baixar de la limusina,  la pell de búfal del lateral del cotxe va caure ais seus peus.  Un dels molts empleats del banc que s'havien precipitat a rebre'l va deslliurar-lo del garbuix i la va deixar penjada al galze de la part interior de la porta.  El xofer li ho va agrair amb profusió.  També semblava que el tub del megàfon del cotxe s'havia desempalmat, i un altre oficinista es va apressar a posar-lo a lloc. Mentrestant,  el senyor Morgan ja s'havia dirigit cap a l'edifici amb els ajudants,  assistents i fins i tot algun client, que l’envoltaven com un estol d'ocells. Morgan portava una vara de pom daurat.  En aquell moment,  tenia setanta-cinc anys:  era un vell cepat d'un metre vuitanta d’alçada, amb un gran cap de cabells blancs escassos,  un bigoti blanc i uns ulls ferotges i intolerants que estaven tan junts que suggerien la psicopatologia de la seva voluntat.  Va consentir les deferències dels seus empleats i es va dirigir amb pas ferm cap al seu despatx,  una modesta sala amb les parets de vidre a la planta principal del banc, on tothom el podia veure i ell podia veure tothom.  El van ajudar a treure's el barret i l'abric.  Portava un coll de puntes planes i un mocador. Es va asseure rere la taula i, ignorant els comptes dels dipositants, que solien ser la primera cosa que mirava, va dir als seus ajudants: Vull conèixer aquest aficionat... com es diu? El mecànic de cotxes... aquest tal Ford.
En la consecució de Ford,  Morgan havia captat un anhel d'ordre tan imperial com el seu. Era el primer senyal que rebia en forca temps que potser no es trobava sol al món. Pierpont Morgan era el clàssic heroi americà,  un home nascut enmig d'una gran riquesa i que, a força de treball i sense pietat multiplica la fortuna familiar fins a extrems insospitables. Controlava 741 carrecs directius en 112 corporacions.  Una vegada havia preparat un préstec per al govern dels Estats Units, q ue havia salvat la nació de fer fallida.  Ell tot sol havia calmat el pànic del 1907 mitjanant la importació de cent milions de dòlars en lingots d'or. En els seus vagons de tren particulars o en iots privats,  creuava totes les fronteres i es trobava com a casa a qualsevol part del món. Era el monarca del regne invisible i transnacional del capital, i tenia garantida la sobirania a tot arreu. Movent uns recursos que feien empal·lidir les fortunes reials, Morgan era un revolucionari que deixava que els reis i els presidents actuessin en els seus territoris respectius mentre ell prenia el control de les xarxes de ferrocarrils i de les rutes navals,  dels bancs i trusts, de les plantes industries i de les empreses de serveis públics. “


Ragtime
E.L. Doctorow
Traducció de Maria Iniesta i Agulló
Edicions de 1984
Pàg. 120-121


El pànic financer de 1907,  conegut com el pànic dels banquers , v a ser una crisi financera que va tenir lloc als Estats Units quan la Borsa de Nova York va caure prop de 51% respecte la pujada màxima de  l'any anterior.  El pànic va ocórrer durant un moment de recessió,  quan es van produir diversos episodis de caiguda de bancs i de societats fiduciàries.  El pànic es va estendre per tot el país quan nombrosos bancs nacionals i locals,  així com altres negocis van entrar en fallida. Les causes fonamentals del pànic van incloure una retracció de la liquiditat en el mercat per part de diversos bancs de Nova York; una pèrdua de confiança entre els dipositants,  exacerbada per la manca de regulació; i l'absència d'un prestador d'última instància. 

El pànic podria haver-se aprofundit si no hagués estat per la intervenció de J. P. Morgan, qui va posar grans sumes dels seus propis diners i va convèncer a altres banquers novaiorquesos perquè fessin el mateix,  apuntalant el sistema financer.  En aquesta època,  els Estats Units no comptaven amb un banc central que pogués injectar liquiditat al mercat.  Al novembre, el contagi havia acabat en la seva major part.  A l'any següent es va crear una comissió al Senat per investigar la crisi i proposar solucions per a situacions futures,  portant,  l’any 1913,  a la creació del Sistema de la Reserva Federal Nord-americana, Banc Central dels Estats Units.


20 de des. 2017

fordisme



“Així fou com l'artista va encarrilar la seva vida sobre les vies per on fluïa l'energia americana.  Els obrers feien vagues i morien,  però als carrers de les ciutats,  un emprenedor podia coure patates dolces en una galleda de brases de carbó i vendre-les per un o dos penics. Un músic de carrer simpàtic podia aconseguir que li omplissin el barret de monedes.  Serafí,  el del violí, impertèrrit davant la neu,  es tallava les puntes dels guants i tocava sota les finestres il·luminades de les mansions.  Frank, el noi dels encàrrecs,  mantenia els ulls ben oberts per si passava un cavall desbocat amb la filia d'un corredor de Wall Street. Per tot el continent,  els comerciants premien les grans tecles rodones de les caixes registradores. Tothom valorava la possibilitat de repetir els esdeveniments comercials.  Cada ciutat tenia la seva font de gelats de soda construïda en marbre belga.  Parker,  el dentista sense dolor,  s'anunciava a tot arreu per acabar amb el mal de queixal. A Highland Park,  Michigan, el primer automòbil del model T fabricat sobre una cadena de muntatge,  va baixar pel pendent amb una sacsejada i es va aturar a l’herba sota el cel seré.  Era negre i desmanegat i quedava molt aixecat del terra.  El seu inventor se'l mirava a certa distancia.  Duia el barret fort una mica tombat cap enrere.  Mastegava un bri de palla. Amb la mà esquerra sostenia un rellotge de butxaca.  Aquell home, que donava feina a molts obrers,  un bon nombre dels quals eren nascuts a l'estranger,  creia des de feia molt de temps que la majoria d'éssers humans eren massa rucs per guanyar-se bé la vida. Havia concebut la idea de reduir totes les operacions que es realitzaven en el muntatge d’automòbils als seus passos mes simples,  de tal manera que qualsevol pallús les pogués dur a terme.  En comptes d'agafar un home i fer-li aprendre el centenar llarg de tasques necessàries per a la fabricació d'un cotxe i tenir-lo caminant d'aquí cap allà a la recerca de les diverses peces en un magatzem general,  per què no fer que es quedes al seu lloc i s'encarregués d'una única tasca una vegada i una altra,  i que fossin les mateixes peces les que li anessin passant pel davant sobre una cinta en moviment? Així no caldria posar a prova la capacitat mental del treballador. El que posi el cargol no serà el mateix que el que posi la femella,  havia aclarit l'inventor als seus associats. I el que posi la femella, no serà el que després la collarà.  Tenia una gran facilitat de paraula.  La inspiració li havia vingut d'una visita a un negoci d'embalatge de carn de vedella:  les vaques es balancejaven per tota la planta penjades l’eslingues subjectes a uns cables elevats. Amb la llengua,  va moure el bri de palla d'un extrem a l’altre de la boca. Es va tornar a mirar el rellotge. Bona part del seu talent consistia a fer creure als seus executius i competidors que no era tan agut com ells. Va pentinar l’herba amb la punta de la sabata. Exactament sis minuts després que el primer cotxe hagues rodolat per la rampa, un altre cotxe, idèntic, va aparèixer al capdamunt de la rampa i va quedar-se un instant apuntant vers el sol del matí fred; després va rodolar avall i va impactar amb la part posterior del primer cotxe.”

Ragtime
E.L. Doctorow
Traducció de Maria Iniesta i Agulló
Edicions de 1984
Pàg. 118-119





El fordisme es refereix a la forma d'organitzar el treball establert per l'industrial nord-americà Henry Ford (1863-1947) en les seves fàbriques d'automòbils de Detroit, incloent la producció del Model T, negre, a partir de 1907.

Inspirat pel treball de Frederick Winslow Taylor (1856-1915) a l'Organització Científica del Treball, el fordisme es basa en l'estandardització dels productes i components per a la producció en grans lots. El treball sobre les línies de muntatge (anomenada línia de treball) que resulta de la divisió vertical i horitzontal de treball i la seva fragmentació i l'augment en el poder adquisitiu dels treballadors. Fet necessari per compensar la pèrdua d'interès dels treballadors en tasques repetitives i possibles guanys de productivitat, estimula la demanda de béns, aplanant el camí per al consum massiu.

La contrapartida de l'augment de la productivitat i l'augment del consum ha estat una pèrdua d'habilitats en la força de treball que es torna repetitiva i monòtona. El fordisme també ha demostrat els seus límits per satisfer les necessitats de diversificació de la producció.

Per generalització, el Fordisme designa el funcionament del capitalisme industrial que va prevaler en els països occidentals durant el "Trenta Gloriós" (1945-1975) on l'augment de la producció va estar estretament relacionat amb l'augment dels salaris i on els beneficis es van generar amb marges baixos però amb grans quantitats venudes en un mercat principalment domèstic.


19 de des. 2017

la fàbrica

Sharon Smith (1956) és una activista i escriptora socialista nord-americana. Establerta a Chicago, escriu una columna bisetmanal per al Socialist Worker titulada "De quin costat estàs?", I col·labora regularment amb altres publicacions d'esquerra com CounterPunch,  Dissident Voice o la International Socialist Review. A part de Foc subterrani ha escrit Women and Socialism: Essays on Women 's Liberation.

Fuego subterráneo.
Historia del radicalismo de la clase obrera en los Estado Unidos
Sharon Smith
Editorial: HIRU. 2015
596 páginas

Foc subterrani és una història del moviment obrer als Estats Units des de finals del segle XIX fins als nostres dies, que se centra fonamentalment en el paper jugat per l'esquerra radical dins d'aquest moviment. 

"La lluita de la classe treballadora només ha avançat quan s'ha construït una solidaritat capaç d'unir els treballadors en un moviment de classe ampli. Els textos històrics solen ocultar els exemples d'aquesta solidaritat, i fins i tot la història recent del moviment obrer sovint minimitza o ignora la seva importància. El present estudi dedica espai considerable als moments rellevants en què es va produir aquesta unitat de classe, ja que comprenent com van superar les divisions en el passat es podrà traçar el rumb de la solidaritat futura ". (Extret del llibre)


“Aquell mateix hivern va trobar Tateh i la seva filla a la colònia de Lawrence, a Massachusetts.  Hi havien arribat durant la tardor;  els havien dit que allà podrien trobar feina. Tateh es passava cinquanta-sis hores setmanals davant d'un teler.  La seva paga era just per sota deis sis dòlars. Es van instal·lar en un edifici de fusta dalt d'un pujol. No hi havia calefacció. Ocupaven una habitació que donava a un carreró on els veïns solien abocar-hi les escombraries. Tateh tenia por que la nena caigués víctima deis elements de classe mes baixa del veïnat.  No va voler apuntar-la a l’escola —aquí era mes fàcil que a Nova York escapolir-se de les autoritats— i la feia quedar-se a casa sempre que no podia ser-hi per acompanyar-la.  En sortir de la feina, passejava amb ella durant una hora pels carrers foscos.  S'havia tornat pensativa.  Anava amb l'esquena ben dreta i caminava com una dona.  Tateh es torturava anticipant l'arribada de la seva joventut.  En l'etapa en què una noia es converteix en una dona,  necessita una mare que l’orienti.  Hauria de passar per aquell canvi tan complicat ella sola?  I si ell trobava algú amb qui casar-se,  com es portaria, ella,  amb la nova esposa? Podria arribar a ser el pitjor del món, per a ella.
Els llòbrecs edificis de fusta formaven fileres inacabables. Tots els qui venien d'Europa vivien allà:  italians,  polonesos,  belgues,  jueus russos.  Però les relacions entre els diversos grups no eren gaire bones. Un dia, la fabrica tèxtil mes gran de totes, l’American Woolen Company,  va distribuir sobres amb menys paga de la que tocava, i una remor de protesta es va propagar entre els obrers de tota la planta. Molts treballadors italians van abandonar les maquines.  Es van posar a córrer per tota la fabrica cridant a la vaga.  Van arrencar cables i van llançar fragments de carbó per les finestres.  D'altres els van seguir. La ràbia s'escampava.  Per tota la colònia,  la gent deixava estar les maquines. Els qui no s'acabaven de decidir,  eren arrossegats per la inèrcia de les masses.  En cosa de tres dies, totes les fàbriques tèxtils de Lawrence estaven pràcticament parades.
Tateh estava pletòric.  Estàvem a punt de morir de gana o de congelació, va dir a la seva filia, i ara ens mataran d'un tret.  Però alguna gent de l'IWW,  que sabien com fer una vaga,  van venir de seguida des de Nova York i van organitzar les coses.  Es va constituir un comitè de vaga amb representants de totes i cadascuna de les ètnies i es va fer arribar als obrers el següent missatge: res de violència.  Tateh es va endur la noia amb ell i es van sumar als milers de piquets que encerclaven la fabrica, un sòlid edifici de maons que ocupava l’espai de moltíssims blocs. Caminaven penosament sota el cel gris i el fred. Els conductors dels tramvies que baixaven pel carrer es quedaven mirant fixament tots aquells milers i milers de persones que marxaven en silenci per la neu.  Damunt dels seus caps, els fils de telèfon i de telègraf es bombaven sota el pes del gel. Les milícies protegien les entrades de les fabriques amb rifles. Els milicians estaven nerviosos,  però anaven ben abrigats.
Es van produir molts incidents. Van disparar a una treballadora enmig del carrer.  Malgrat que els únics que anaven armats eren la policia i la milícia,  van arrestar els dos dirigents principals de la vaga, Ettor i Giovannitti,  com a còmplices del tiroteig.  Els van tancar en presó preventiva,  a l’espera del judici.  Com que ja s'esperaven que intentarien alguna cosa d'aquesta mena,  estaven preparats.  Tateh va baixar fins a l’estació del ferrocarril per assistir a l'arribada a Lawrence dels substituts d'Ettor i Giovannitti.  Hi havia una gran gentada.  Del tren en va baixar Big Bill Haywood,  el membre mes famós de l'IWW.  Era de l'oest i portava un barret de vaquer que va agitar en l’aire.  Es va aixecar un clam. Haywood va aixecar les mans per demanar silenci. Va parlar. Tenia una veu poderosíssima.  Aquí no hi ha mes estrangers que els capitalistes!, va sentenciar. La gent es va tornar boja.  Després van marxar tots junts pels carrers de la ciutat cantant La Internacional.  La noia mai no havia vist Tateh tan eufòric.  Li agradava la vaga perquè li havia permès sortir de l’habitació. No es deixava anar de la seva mà.
Però la lluita es va allargar una setmana rere l'altra. Els comitès de suport havien instal·lat cuines a cada barriada. No es caritat,  va aclarir una dona a Tateh quan, després que la nena rebés la ració que li tocava, va rebutjar la seva. Els amos volen que sigueu dèbils i precisament per això heu d'estar forts. La gent que avui ens ajuda necessitaran el nostre suport el dia de demà.  Per anar als piquets, cada dia s'embolicaven les bufandes al coll i trepitjaven la neu freda amb fermesa. La menuda capa de la noia estava ben desgastada”

Ragtime
E.L. Doctorow
Traducció de Maria Iniesta i Agulló
Edicions de 1984
Pàg. 107-109





“Fa 105 anys en una ciutat anomenada Lawrence, a l'estat de Massachusetts, Estats Units, lluny de les festes d'any nou, les obreres tèxtils van iniciar una vaga que serà coneguda com la vaga de "pa i roses". La vaga culminaria amb la implementació de la jornada reduïda, l'augment de salaris i el reconeixement dels sindicats.

La primera dècada del segle XX va començar amb una onada de vagues als Estats Units, centrades en el ram tèxtil, la indústria puixant del moment. Les jornades interminables, els salaris miserables i les condicions inhumanes de treball llançaven a milers a la vaga.

El 1908 les obreres del vestit de Chicago van fer una llarga campanya per la reducció de la jornada laboral i la millora de condicions de treball.  L'any següent,  el 1909,  Nova York va veure la primera acció obrera de gran magnitud de la història de la ciutat,  a mans de les "nenes" que no arribaven a les dues dècades de vida,  liderades per la "veterana" Clara Lechmil de 23 anys.  EI 1911 va ser l'any de la famosa vaga tèxtil que va acabar en desastre, per l'incendi provocat pels amos de la Triangle Shirtwaist Company.

L'any nou de 1912, lluny dels banquets de les famílies riques,  treballadores i treballadors de Lawrence sortien a la vaga.  Uns dies abans , s'havia votat una nova legislació que reduïa la jornada laboral de 56 a 54 hores setmanals per a les dones i els menors de 18 anys.

La indústria tèxtil emprava mà d'obra immigrant, femenina i infantil. Més de la meitat eren dones i moltes eren menors de 18 anys. Una de les seves banderes principals era conquerir el pa (simbolitzant els drets laborals) i les roses (com a símbol de l'exigència de millors condicions de vida).

L'enorme majoria de les obreres de Lawrence no estava organitzada en sindicats, ja que l'AFL (American Federation of Labor, central sindical oficial) només s'afiliava obrers qualificats, és a dir, homes blancs.  Per tant, la indústria tèxtil estava totalment desorganitzada.

Al capdavant de la vaga estava l'IWW (Industrial Workers of the World), que va ser una de les primeres organitzacions obreres que va encoratjar a les dones a ocupar llocs dirigents i que lluitava per mètodes democràtics en les lluites. Va intentar seguir la petjada dels Cavallers del Treball, que havien inaugurat la tradició de sindicats mixtes (integrat per obrers blancs i negres) i la incorporació de les dones.

El 10 de gener es va realitzar la primera reunió a l'IWW, on mil obreres, que acabaven de rebre el seu xec amb un salari menor (per la reducció d'hores), van decidir cridar a la vaga. Hores després tot estava en marxa. Les primeres a sortir van ser les obreres poloneses de la Everett Mill l'11 de gener, el 12 les van seguir les d'American wollen Company (una de les empreses més grans). I es va estendre a la majoria dels tallers.



Es va triar un comitè de vaga amb 56 titulars i 56 suplents, per a reemplaçar al grup titular en cas que fossin arrestats , alguna cosa comú durant les vagues.  El comitè representava totes les nacionalitats;  en les reunions es parlaven 25 idiomes i 45 dialectes, i havia intèrprets de tots ells. Tots els dies es realitzaven assemblees al final del dia, on es feia un balanç i es resolien els passos a seguir.

Les dues primeres mesures votades van ser: fons de vaga i piquet massiu al voltant de les fàbriques.  Els enfrontaments amb la policia i les milícies del govern local eren cada vegada més violents i es feia difícil bloquejar l'entrada dels moltons. Es va resoldre formar una línia "infinita" al voltant dels tallers,  un piquet que es mantenia les 24 hores i es movia constantment. D'aquesta manera era impossible entrar a la fàbrica.
A les poques setmanes, els dirigents són arrestats, acusats per incitació a la violència i per la mort d'una obrera.  La IWW envia a Elizabeth Gurley Flynn, Joe Hill i Carlo Tresca, per suplantar als dirigents presos.

El nou comitè de vaga va instal·lar guarderies i menjadors comunitaris per a fills i filles de les obreres.  Les mesures apuntaven facilitar la participació de les dones.  A més es realitzaven reunions només de dones,  ja que també cal combatre el masclisme entre els obrers,  fins i tot entre els activistes.  Una de les impulsores més entusiastes d'aquesta política va ser Elizabeth Gurley Flynn.

La IWW també es dirigia especialment a nens i nenes, que havien de suportar atacs a l'escola i el barri, la ciutat està dividida per la vaga.  Es van començar a realitzar reunions infantils del sindicat i una escola on es discutien els motius de la vaga.  La mesura va ser tan reeixida, que després es duria a terme novament durant la vaga de Paterson en 1913.

Per la creixent violència es va decidir enviar els nens a altres ciutats,  on serien albergats per famílies solidàries.  En el primer tren van sortir 120 nois.  En el moment en què es disposava a sortir el segon tren cap a New York,  la policia va desencadenar una repressió desmesurada a l'estació.  Aquest episodi porta la vaga a les pàgines dels diaris nacionals i al Congrés.

Tots parlaven de Lawrence. Els dirigents de la central sindical oficial van haver de pronunciar-se, però no van recolzar la vaga: van titllar a les obreres d'esquerrans,  anarquistes i revolucionàries, no volien saber res amb els comitès de vaga. Però les obreres de Lawrence comptaven amb un suport amplíssim. Es realitzaven mítings de solidaritat a tot el país. Les universitats properes, com la prestigiosa Harvard havia comitès estudiantils que col·laboraven amb la vaga i si havien de absentar-se dels exàmens,  la universitat els donava per aprovats.  La participació d'estudiants d'universitats de dones, recol·lectaven diners, difonien la lluita i viatjaven a Lawrence per col·laborar directament amb el comitè de vaga.

La gran difusió, la fermesa de les obreres, i la por que s'estengués la vaga, va fer cedir als empresaris: van acceptar la jornada laboral reduïda i l'augment dels salaris. Després d'una llarga lluita, durant gairebé tot l'hivern,  el 12 març la vaga de "Pa i Roses" culmina amb una de les primeres victòries del moviment obrer als Estats Units.  El 30 de març, els fills i filles de les treballadores tornen a Lawrence.

La seva victòria no es va limitar a les seves demandes. Trastocar la idea de com lluitar per guanyar. La història del moviment obrer sol tenir associada la cara d'un home lluitador, però, les dones van esgotar dies i nits lluitant al costat dels seus companys, i vagues com la de Lawrence ho posen de manifest.”



18 de des. 2017

sevdah



(aquesta entrada està dedicada a la nostra companya Amira)


Aleksa Šantić
El significado de la palabra SEVDAH en el idioma turco denota anhelo amoroso y éxtasis de amor, y tiene su origen en la expresión árabe  “sawda",  que abarca y especifica el término “hiel negra” A saber, los antiguos médicos árabes y griegos creían que la hiel negra, como una de las cuatro sustancias básicas en el cuerpo humano, afecta nuestra vida emocional y provoca un estado de ánimo melancólico e irritable. De allí deriva ña expresión en el idioma griego “melancolía” con un significado figurativo de la proyección directa de su significado básico: melan hôlos- hiel negra.`

La vinculación de estos dos términos abrió un proceso de transferencia poética, simbólica y emocional de un término al otro, dando lugar a un nuevo término con profundas connotaciones líricas y sicológicas.

La sevdah en bosnia tiene múltiples connotaciones ligadas a la melancolía, la pérdida de la tierra, la fugacidad del tiempo, el apasionamiento y el dolor del amor, del amor sin esperanza…



Emina  es un poema del poeta  Aleksa Šantić que se convirtió en una canción muy popular. Publicado por primera vez en 1902 en la revista literaria Kolo.  El tema del poema es la vecina de Šantić,  una musulmana bosnia llamada Emina Sefić.  Es una de las canciones sevdalinka más conocidas de todos los tiempos.




Himzo Polovina (1927 - 1986) fue un cantante y compositor bosnio  y uno de los artistas sevdalinka más famosos y venerados.