28 de gen. 2019

siri hustvedt, la mirada insomne


“De hecho,  estaba empeñada en comprender la psicología de la fe y de lo ilusorio que, seamos francos,  por lo general suelen ser la misma cosa.  ¿Cómo es posible que algunas ideas absurdas e incluso imposibles se apoderen de poblaciones enteras? El mundo del arte constituía el laboratorio de Harry (su microcosmos de interacción humana) en el que los dimes y diretes alteran literalmente las apariencias de las pinturas y de las esculturas. Nadie puede demostrar que una obra de arte es realmente superior a otra ni que el mercado del arte se rija en su mayoría por nociones tan subjetivas y estrechas.  Como Harry solía repetirme,  ni siquiera existe un acuerdo sobre la definición de arte.

Aunque en algunos casos lo ilusorio se hace patente.  A Harry y a mí nos fascinaba eso que llegó a denominarse «pánico moral», los brotes de terror que iban en aumento,  por lo general dirigidos contra un grupo u otro supuestamente «anormal»: judíos, homosexuales, negros, hippies y, no menos importante, las brujas y los demonios.  (…)Durante la década de 1980  y principios de la de 1990,  surgieron cultos satánicos por todo Estados Unidos y los periódicos se dedicaban a informarnos con tono serio sobre sus rituales truculentos. El contagio histérico arrojó como resultado incontables detenciones,  encarcelamientos y vidas destrozadas. Los efectos del pánico implicaron a psicoterapeutas,  asistentes sociales,  agentes del orden y tribunales.  Al final,  no pudo demostrarse la veracidad de ninguna de las acusaciones.  Las condenas fueron anulándose una tras otra.  Atrapadas en una epidemia de ideas contagiosas, cientos de personas estaban dispuestas a creer que la mujer u hombre que trabajaba en el centro de atención de día,  así como el sheriff,  el profesor y el vecino de la esquina eran monstruos que violaban y mutilaban a los niños,  y que bebían su sangre y comían sus heces en el desayuno. De las mentes de adultos y niños surgieron recuerdos horripilantes, historias de aquelarres,  de sodomía y de innumerables asesinatos,  pero nunca se encontró ningún cadáver ni ninguna señal de tortura en persona alguna.  Sin embargo,  la gente seguía creyendo.  Los hay que todavía creen.

Piensen en las historias que empezaron a circular tras el 11 de septiembre. Que si en el ataque a las Torres Gemelas no había muerto ningún judío y que si el gobierno de Estados Unidos había organizado aquella atrocidad. Tal disparate contó con firmes defensores al igual que,  por supuesto,  la gran mentira de la administración Bush que asoció la matanza con Irak. Es fácil afirmar que aquellos que se dejan arrastrar por tales creencias son unos ignorantes, pero las creencias constituyen una rara mezcla de sugestión, imitación,  deseo y proyección. A todos nos gusta pensar que somos resistentes a las palabras y acciones de los demás.  Creemos que no hacemos nuestras las fantasías de los otros,  pero estamos equivocados.  En algunas creencias es tan obvio que lo que defienden es un disparate (las proclamas de la Sociedad de la Tierra Plana,  por ejemplo) que a la mayoría de nosotros nos resulta muy fácil rechazarlas.  Pero hay otras que residen en territorios ambiguos,  donde lo personal y lo interpersonal no pueden distinguirse con tanta facilidad.

No debemos olvidar que Harry había estado durante años reescribiendo su propia vida a través del psicoanálisis,  que lo que ella llamaba un «texto revisionista» de su vida,  un texto de lento desarrollo,  había empezado a reemplazar al texto «mítico» anterior.  Las personas y los hechos empezaron a adquirir nuevos significados para ella.  Sus recuerdos cambiaron. Harry no había recobrado ningún recuerdo dudoso de su infancia, pero el 19 de febrero de 2003,  sólo un mes antes de exponer Debajo,  me dijo que había notado que, al repasar su vida, había grandes lagunas. Con un poco de estímulo lograba llenar fácilmente los espacios en blanco recurriendo a la inventiva. De todos modos, ¿no tienen algo de ficción la mayoría de los recuerdos? Ella recordaba cosas que yo había olvidado y yo recordaba lo que ella había olvidado, y cuando intentábamos rememorar la misma historia, ¿no lo hacíamos de forma diferente? Y eso que ninguna de las dos mentía. Las escenas del pasado cambian y se reorganizan continuamente, enfocándose desde un presente distinto, eso es todo, y los cambios tienen lugar sin que nos demos cuenta. Harry llegó a reinterpretar un sinfín de recuerdos. Toda su vida había adquirido un aspecto diferente. Harry se preguntaba cómo había empezado todo. Los pensamientos, las palabras, las alegrías y los miedos de otras personas nos afectan y se vuelven parte de nosotros. Viven dentro de nosotros desde el principio.  (…)  Lo que Harry quería saber era: ¿somos sólo una persona o somos muchas? ¿Acaso los actores y los escritores no hacen de la invención de personajes un modo de vida? ¿De dónde surgen esos personajes?

Yo sostenía que,  por más apasionados que fuesen,  los artistas distinguían la diferencia entre creador y creación;  que el trastorno,  se llamara como se llamase,  estaba conectado a un trauma y que,  sin lugar a dudas,  la supuesta epidemia había sido decretada por terapeutas entusiastas y a menudo mal informados. (…) Sí, sí, dijo, pero ¿esas criaturas y los álter egos no se construyen a partir del mismo material subliminal?  ¿Esos otros que llevamos dentro no son como personajes oníricos? (…)

Llevaba un tiempo trabajando con Rune y,  en el proceso de creación de la obra Debajo,  habían llevado a cabo algunos juegos y los habían filmado, juegos con máscaras, disfraces y utilería. Y al actuar empezaron a surgir cosas. Harry se quedó mirándome fijamente. Le pregunté: ¿qué cosas?

o que la tenía tan conmocionada e incluso asustada,  me dijo,  era lo que Rune había logrado despertar en ella y, fuese lo que fuese, estaba convencida de que era algo que había estado en su interior durante mucho tiempo, pero que ella nunca se había permitido expresar”.


El mundo deslumbrente
Siri Hustvedt
traducción: Cecilia Ceriani
Anagrama,  2014
página 269-272



“Los ojos y la mirada están presentes en la obra…”, leer el artículo completo Siri Hustvedt,  la mirada insomne”,  de Iñaki Urdanibia

25 de gen. 2019

el caleidoscopio de siri hustvedt


“Hay algo más.  Conocí a Rune. No sé por qué,  pero no se lo comenté a Bruno. Lo conocí en la inauguración de una exposición muy tonta de globos o de caras. Un hombre muy guapo. Ungido,  anunciado,  coronado de laureles.  Vanidoso,  creo,  puede que muy vanidoso, pero ¿no lo somos todos? Y también es verdad que solemos atribuirle más vanidad a los guapos que a los poco agraciados y quizá eso no sea justo. Hablamos de la memoria. Mnemosina es la madre de las Musas.  Cicerón.  Una idea nos llevaba a otra. Era casi como si me conociera,  una de esas conexiones extrañas. ¿Y qué piensas de la memoria electrónica? Eso le fascina, la inteligencia artificial, pero, le digo, las investigaciones se han topado con muchos callejones sin salida.  Le hablé de Thomas Metzinger. Volví a mirar la obra de Rune: Rostros en el quirófano, capas de piel. Tengo un catálogo. Superficies nuevas, decía él, transformadas quirúrgicamente,  pero también tecnología biónica para piernas y brazos nuevos que respondan al sistema nervioso; los ordenadores funcionando como cerebros. Todo cierto. Pero ¿qué quiere decir con eso? Rune me habló de la memoria externa, una idea extraña.  Según él eso es lo que representa el frenesí por documentarlo todo, las fotos,  las películas, las segundas vidas en Internet, las guerras y juegos simulados. Le señalo que la conciencia de la propia identidad no es algo nuevo. Pero la tecnología sí lo es,  insistió Rune. Dijo: «Quiero que mi arte trate esos asuntos.» No estábamos de acuerdo,  pero puede que ahí radique el placer, el intercambio sagaz, el antagonismo con una pareja meritoria. Le recomendé libros y ensayos y él anotó los nombres. Lee a Varela y a Maturana, le sugerí. Dijo que lo haría. Hablamos de Wechsler. En eso coincidimos. El viaje de O.  Cuando nos despedimos me estrechó la mano con la firmeza justa, ni demasiado blanda ni demasiado fuerte. Cuando recibí su primer correo electrónico sentí cierto vértigo de esperanza,  quizá dejaría de estar exiliada en mi propia cabeza, habría encontrado a alguien que me entendiera, alguien que viera lo que yo sabía y fuese capaz de responderme sobre ese tema. ¿Era algo tan ridículo? ¿Tan imposible?

(…)

Hace un año vi parte de su diario filmado: el hombre, Rune (que antes firmaba Rune Larsen), realizando tareas cotidianas, cepillándose los dientes, limpiándose los dientes con hilo dental, tumbado en el sofá, leyendo, sentado delante del ordenador y después acariciando una y otra vez la melena de una pelirroja que estaba acostada en una gran cama de sábanas revueltas con la cabeza reclinada sobre el hombro del artista. Y yo pensé: Esto es lo que nunca vemos porque estamos dentro de nuestros cuerpos, no fuera, y lo único que la mayoría de nosotros puede recordar de los hechos habituales es una especie de brumosa rutina. ¿Por eso había filmado sus rutinas cotidianas? La fecha aparece en pantalla y hay una filmación para cada día. Pero la película no dura todo el día, no es como las de Andy Warhol, ya sea Sleep, sobre el personaje durmiendo, o la que hizo sobre el Empire State Building.

¿Recuerdo si tomé mis vitaminas esta mañana o si me cepillé los dientes? ¿Fue esta mañana o ayer o anteayer?

Es probable que la escena donde aparece acariciando el pelo de la joven pelirroja sea un recuerdo que guardan Rune y ella, pero desde la perspectiva interna de cada uno, de cada «yo», aunque a veces recordemos las cosas desde la perspectiva del observador. Es una especie de recuerdo falso. Recuerdo cuando nos enamoramos y una tarde estuve largo rato acariciándote el cabello. Recuerdo estar tumbada contigo en la cama y sentir cómo hundías los dedos en mi pelo y cómo me acariciabas una y otra vez y que la sensación era muy agradable, y recuerdo la luz vespertina que bañaba la habitación y recuerdo nuestro amor. ¿Cómo se recuerda el amor? ¿Recordamos de verdad un sentimiento? No. Sabemos que existió, pero la memoria no guarda la intensidad del deseo. ¿Qué es lo que recordamos exactamente? No reproducimos las sensaciones.  Sin embargo, podemos traer a la memoria un tono o un matiz emocional,  algo leve o intenso,  placentero o desagradable y yo puedo evocarlo. Recuerdo estar tumbada en la cama con Felix. Pero ¿es una ocasión en concreto o son muchas ocasiones que se han fundido en una y que se remontan al principio,  cuando nuestro amor nos absorbía por completo y yo ansiaba constantemente sus caricias? Sé que a veces sostenía su cabeza entre mis manos mientras follábamos.  Sé que después le susurraba al oído palabras olvidadas en el tiempo,  probablemente tontas.  Pero ¿recuerdo un momento aislado y concreto? Sí,  en el hotel Regina de París,  con aquellas camas incómodas que tuvimos que empujar para juntarlas. Cinco estrellas y con esas camas. Creo recordar la línea de luz entre las pesadas cortinas mientras estaba sentada encima de él, follándomelo. Hace mucho tiempo.

También recuerdo la frialdad,  su espalda vuelta hacia mí. La distancia entre nosotros, sus ojos mirándome inexpresivos. Recuerdo algo ocurrido durante una cena. ¿Dónde era? La broma mordaz sobre el matrimonio, no el nuestro, por supuesto, sino la institución en general. ¿Cuáles fueron sus palabras? No me acuerdo. Lo que sí recuerdo es que me sobresalté y le miré. Guardo la imagen de un plato con un borde dorado. Felix gira la cabeza. Ahora vuelvo a sentir lo mismo al recordarlo, siento el dolor, quizá no tan intenso, pero el dolor ha vuelto junto con ese recuerdo que es tan vago que casi se ha borrado: había una broma, un plato, una mirada y un dolor intenso. ¿El dolor perdura más que la alegría en la memoria?

¿Qué imbécil dijo que el pasado estaba muerto? El pasado no está muerto. Sus fantasmas nos poseen. A mí me poseen. Me tienen bajo su poder, pero no sé si pueden disiparse los espíritus. Quizá se lo pregunte a Radish. Quizá ella pueda darme algún consejo. Supongo que lo que tendré que hacer es seguir trabajando, el estudio está rebosante de obra sin exponer, las miles de monstruosidades de una tal Harriet Burden. Quizá cuando llegue el momento de la revelación se les caiga la venda de los ojos, como suele decirse. Quizá cuando yo ya esté muerta, algún crítico de arte errante llegará hasta el edificio donde están almacenadas las obras y las mirará, las mirará de verdad, porque, por fin, no existirá la persona (yo). Mi crítico imaginario lo observará todo durante largo rato asintiendo doctamente con la cabeza, sí, sí, y después pronunciará su veredicto: aquí hay algo, algo bueno. Rescatada del olvido igual que Judith Leyster. Pero tal vez todo eso no sea más que una tontería, a pesar de mis preciados seudónimos, que son lo que a ellos les interesa: mis seudónimos, no yo, no yo. Voy a cumplir sesenta años. Maisie ha dicho que me va a hacer una fiesta de cumpleaños y yo le dije que sí, pero sólo con mis seres queridos, no con amigos de amigos. Phinny quiere que salgamos a comprar un vestido para el día que doble la esquina de otra década, dice que tiene que ser un vestido «deslumbrante».

Felix en los sueños. Otro Felix, odioso. Él nunca fue odioso en vida, fue distante o cercano, pero nunca odioso. ¿Por qué regresa?

Pero esta noche, mientras estoy aquí sentada frente a mi escritorio y miro el agua (miro el invierno, la noche, la ciudad iluminada) siento una pena ignota, que no es por Felix ni por mi padre o mi madre. Ahora mismo acaba de invadirme con fuerza un dolor profundo, pero ¿por qué? ¿Es sólo porque me queda mucho menos por delante que lo que he dejado atrás? ¿Es por la niña llamada Harriet que caminaba con la cabeza gacha? ¿Es porque me estoy convirtiendo en una mujer vieja? ¿Es porque la furia de la ambición todavía no me ha abandonado? ¿Es por los fantasmas que han dejado su huella dentro de mí?

Sí, Harry, es por los fantasmas. Pero ¿son los nombres también incorpóreos? ¿Querías ver tu nombre en las marquesinas? Vanidad de vanidades. Las letras que te asignaron al nacer, el designio de tus orígenes paternos. ¿Las luces paternales? ¿Es eso lo que ansiabas? Pero ¿por qué, Harry? Tu padre no quería que naciera la pequeña Burden, su onerosa y berreona niña, pero allí estabas tú.
Al final, te aceptó.

¿De verdad, Harry? ¿Te aceptó de verdad? No de un modo que a ti te satisficiera, diría yo. ¿Acaso no prefería a Felix? ¿Acaso tu madre no prefería también a Felix? ¿Acaso no te decía ella que no fueras demasiado dura con Felix? ¿Acaso ella no lo mimaba, lo protegía?

Sí, pero mi madre me quería.

Sí, te quería. Pero ¿y a tu obra?

Ella no entendía mi obra.

Está aflorando, Harry, la furia malsana, cegadora e hiriente, que se ha ido acumulando más y más desde que caminabas con la cabeza gacha sin darte cuenta siquiera. Ahora ya no tienes que pedir perdón, niña grande, ni sientes vergüenza por llamar a la puerta. No es vergonzoso llamar a la puerta, Harry. Te estás alzando contra los patriarcas y sus adláteres, Harry, tú eres la imagen de su miedo. Medea, enloquecida por la sed de venganza. El pequeño monstruo ha escapado de la caja, ¿verdad? Todavía no ha crecido del todo, no del todo. Después de Phinny habrá otro más. Habrá tres, igual que en los cuentos de hadas. Tres máscaras de diferentes tonos y semblantes, para que la historia adquiera su forma perfecta. Tres máscaras, tres deseos, siempre tres. Y la historia tendrá los dientes manchados de sangre.”

El mundo deslumbrente
Siri Hustvedt
traducción: Cecilia Ceriani
Anagrama,  2014
página 175-180







Siri Hustvedt (Minnesota, 1955) es,  sin seguir un orden,  escritora de ficción,  ensayo, poesía,  artículos académicos en prestigiosas revistas científicas y traductora. A lo largo de estos años ha afianzado su obra en los distintos géneros,  construyendo una voz propia,  con una miscelánea de intereses que casan bien únicamente cuando están bien casados: la neurociencia y el arte,  las ciencias  puras y las ciencias humanas,  la psicología y el feminismo, la ficción y la no ficción.  Las distintas categorías en las que se enmarca su obra,  por la que ha recibido distintos premios, se ven reflejadas a la perfección en los ensayos de su último libro traducido al español: La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres (2016, A Woman Looking at Men Looking at Women. Essays on Art, Sex, and the Mind).”

leer el artículo completo ”El caleidoscopio de Siri Hustvedt: color,sentido, forma”,  por Yolanda Morató




24 de gen. 2019

crímenes de hambre, presentación


Crímenes de hambre

 Miguel Pajares

Editorial alreves,  2018

Páginas: 288

Encontraréis ejemplares de la novela en la librería l’Aranya




Ayer Vespres Literaris , de la mano de nuestra compañera Eva Torralba y el propio autor, presento en Cerdanyola del Vallès la novela Crímenes de hambre, del antropólogo social y presidente de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado, Miguel Pajares.



Pajares remarco durante la presentación que  Crímenes de hambre es una novela,  en todos los sentidos, en la que muchos de los hechos que se narran son estrictamente reales,  fruto de la documentación e investigación del  autor a lo largo de todo un año. Uno de esos hechos reales y documentado es que la lógica de la económica mundial actual causa más de 25.000 muertes diarias por hambre; 25.000 muertes hoy, mientras escribimos estas líneas, 25.000 muertes ayer, día de la presentación de este libro y 25.000 muertes mañana, vísperas del ansiado fin de semana. Esta realidad diaria, tozuda y persistente, se puede calificar de un auténtico crimen contra la humanidad,  ya que todas esas muertes son evitables.



Sinopsis de la obra extraida de la página de la editorial:

“La misteriosa muerte de la prestigiosa activista norteamericana Susan Moore en aguas del puerto de Barcelona desencadenará una investigación que llevará al policía Samuel Montcada a recorrer medio mundo con el fin de desenmascarar un crimen global que va más allá del asesinato.

Sin embargo, la muerte de Susan Moore no es más que la punta del iceberg de una trama mundial llevada a cabo por organizaciones de reconocido prestigio que,  disfrazadas con sus políticas de ayuda al Tercer Mundo, no solo perjudican al desarrollo,  sino que crean desequilibrios socioeconómicos para beneficio de unos pocos.

Con la ayuda de un economista, un exagente de la CIA y una policía guatemalteca, Montcada irá desvelando al lector una realidad política,  económica y social de muchos países en desarrollo,   que a medida que avance el libro lo harán estremecer.

Y es que Miguel Pajares, una vez más, nos conduce por un complejo laberinto de instituciones y Gobiernos que están detrás de crímenes en masa de los que, sin saberlo, muchas veces acabamos siendo cómplices.”




22 de gen. 2019

recordatori



Recorda!!!!

Demà, dimecres, 23 de gener de 2019,  Vespres Literaris, organitza la presentació del llibre de Miguel Pajares,  Crímenes de hambre.  

L'acte,  presentat per la nostra companya Eva Torralba,  comptarà amb la presència de l'autor i tindrà lloc a l'espai Enric Granados,  de la Biblioteca Central de Cerdanyola del Vallès (Plaça d'Enric Granados, 1),  a les 19.00 hores.

Us hi esperem!!!!!

Margaret Cavendish




“Pero ¿estaba yo interesada en experimentar con mi cuerpo, vendarme las tetas y ponerme relleno en los pantalones? ¿Quería vivir como un hombre? No. Lo que a mí me interesaba eran las percepciones y su mutabilidad, el hecho de que solemos ver lo que esperamos ver.  La Harry que yo veía reflejada en el espejo, ¿no había cambiado ya bastante tal y como estaba? A veces me preguntaba si alguna vez lograría verme como realmente era. Un día me miraba y me encontraba con buen aspecto y buena figura (desde mi punto de vista, claro está) y otro me veía hecha un esperpento, entrada en carnes y fondona. ¿Cómo puede uno explicarse el cambio si no es pensando que la imagen que tenemos de nosotros mismos es, en el mejor de los casos, poco fiable?  No, yo quería dejar mi cuerpo al margen de todo eso y emprender algunas excursiones artísticas bajo otros nombres y quería algo más que un simple «George Eliot» como tapadera. Yo quería mis propias formas de comunicarme indirectamente al estilo Kierkegaard, cuyas máscaras chocaban y se enfrentaban entre ellas, donde la ironía era marcada y sutil y casi invisible. ¿Dónde iba a encontrar yo un Victor Eremita,  un A y un B, un Juez William,  un Johannes de Silentio,  un Constantin Constantius,  un Vigilius Haufniensis,  un Nicolaus Notabene,  un Hilarius Encuadernador,  un Inter et Inter, un Johannes Climacus y un anti-Climacus, todos de mi autoría?  En mi caso no tenía nada claro cómo lograr tales transformaciones.  Apenas lograba unos meros garabatos mentales,  pero a mí me parecían productivos.

¿Acaso S. K. no había escrito bajo el seudónimo de Notabene una serie de prefacios que no iban seguidos por texto alguno?  ¿Qué pasaría si yo inventaba un artista del que existían muchas críticas y catálogos de exposiciones, pero ninguna obra? Después de todo, ¿cuántos artistas habían sido catapultados a la fama gracias a las tonterías escritas por los escritorzuelos de turno? ¡Ah, écriture! El artista tendría que ser un hombre joven, un enfant terrible,  rodeado de un vacío que generase páginas y páginas de texto. ¡Ah, qué divertido podría llegar a ser!”


El mundo deslumbrente
Siri Hustvedt
traducción: Cecilia Ceriani
Anagrama,  2014
página 43-44


“La aristócrata británica Margaret Cavendish,  Duquesa de Newcastle,  fue dama de la reina Enriqueta de Francia y vivió algún tiempo en Francia con ella en su exilio.  Casada con sir William Cavendish,  político y escritor mucho mayor que ella,  Margaret participó contra fuerte oposición y no pocas críticas en numerosos debates de filosofía natural de su época sobre temas como la materia y el movimiento,  la existencia y naturaleza del vacío, la percepción y el conocimiento, así como en la formulación de las primeras teorías moleculares.

Margaret Cavendish escribió diez libros de filosofía natural (lo que hoy llamamos física) y una de las primeras novelas de ciencia ficción (El Mundo Resplandeciente), que fue en su época la primera novela firmada por una mujer británica publicada en Europa,  ante lo cual las críticas arreciaron;  no se consideraba que una dama inglesa de su alcurnia debiera dedicarse a estos menesteres.”


21 de gen. 2019

harriet burden se presenta




“…será mejor que empiece por el principio y me explique un poco. Escribo esto porque no confío en el tiempo. Yo, Harriet Burden, conocida también como Harry entre mis viejos amigos y entre los nuevos más selectos, tengo sesenta y dos años, no soy vieja, pero ya me encamino al FINAL y me quedan demasiadas cosas por hacer antes de que uno de mis achaques resulte ser un tumor o una demencia acompañada de pérdida de memoria, o de que un camión fuera de control se suba a la acera, me aplaste contra la pared y deje de respirar para siempre. La vida camina de puntillas sobre un campo minado. Nunca sabemos lo que nos deparará el destino y, si quieren saber lo que pienso, tampoco tenemos claro lo que dejamos atrás. Aunque estoy segura de que somos muy capaces de armar una historia que lo explique y
devanarnos los sesos para lograr que todo encaje.

Los orígenes son enigmas. Mamá y papá. El feto flotante. Ab ovo. Sin embargo, en la vida existen múltiples momentos que podrían calificarse de iniciáticos; tenemos que reconocerlos simplemente como tales. Felix y yo estábamos desayunando en nuestro piso de entonces, en el 1185 de Park Avenue. Como todas las mañanas, Felix había partido el huevo pasado por agua que tenía delante, asestando con el cuchillo un golpe seco y certero a la cáscara, y se había llevado la cuchara rebosante de clara y yema líquida a la boca. Yo le miraba porque parecía estar a punto de decirme algo. Puso cara de sorpresa durante un instante, la cuchara cayó sobre la mesa y después al suelo, y él se desplomó hacia delante, de tal forma que su frente cayó sobre una tostada untada de mantequilla. La luz tenue que entraba por la ventana bañaba la mesa con su mantel azul y blanco, el cuchillo que Felix había usado reposaba formando un ángulo sobre el platillo de la taza de café; el salero y el pimentero verdes descansaban a sólo unos centímetros de su oreja izquierda. No pude haber registrado más que unas milésimas de segundo aquella imagen de mi marido desplomado sobre su plato, pero quedó grabada para siempre en mi mente y todavía puedo verla. Puedo verla a pesar de que, de inmediato, me levanté de mi silla de un salto y le alcé la cabeza, le tomé el pulso, llamé pidiendo ayuda, le hice la respiración boca a boca, recé mis oraciones seculares y confusas, me senté en la parte de atrás de la ambulancia junto a los enfermeros y escuché el ulular de la sirena. A esas alturas ya me había convertido en una mujer de piedra, una espectadora y, al mismo tiempo, una actriz en escena. Lo recuerdo todo nítidamente, sin embargo una parte de mí continúa sentada en la pequeña mesa junto a la ventana de aquella cocina larga y estrecha, mirando a Felix. Es la parte de Harriet Burden que nunca se levantó de la silla ni prosiguió con su vida.

Crucé el puente y me compré una casa en Brooklyn, que por aquella época era un barrio destartalado. Deseaba huir de Manhattan y de su mundo del arte, esa pústula ambulante, adinerada y endogámica, compuesta de personas que compran y venden objetos estéticos. Es justo decir que Felix había sido un coloso dentro de ese mundo afectado y que en él yo había sido la artista casada con Gargantúa. Sin embargo, la esposa primó sobre la artista y cuando Felix falleció, a esa élite le importó un bledo que yo me quedase con ellos o los abandonase para marcharme al remoto paraje conocido como Red Hook. Yo había tenido dos marchantes de arte; ambos me habían dejado, uno después del otro. Mi obra nunca se vendió bien y recibió poca atención, pero durante treinta años ejercí de anfitriona para todos ellos (los coleccionistas, los artistas y los críticos de arte), un club de interdependientes tan cerrado y saturado que las identidades de sus miembros parecen fundirse unas con otras. Cuando llegó el momento de despedirme de aquel ambiente, los nuevos nombres «en alza», recién salidos de la escuela de Bellas Artes, habían empezado a parecerme todos iguales, con sus performances o su videoarte, su palabrería pretenciosa y sus indescifrables referencias teóricas. Se supone que aquellos jóvenes estaban llenos de esperanza. Pero seguían el ejemplo de los incorregibles, esos imbéciles que escribían para Art Assembly, un periodicucho hermético que solía servir regularmente las sobras frías de la teoría literaria francesa a unos lectores tan ávidos como ignorantes. Durante años tuve que hacer tal esfuerzo por morderme la lengua que casi acabo tragándomela. Durante años rodeé la mesa del comedor con paso sigiloso frente al Klee, ataviada con diferentes vestidos, todos ellos excéntricos y de colores vivos, dirigiendo el tráfico con hábiles gestos y sonriendo, siempre sonriendo.”


El mundo deslumbrente
Siri Hustvedt
traducción: Cecilia Ceriani
Anagrama,  2014
página 19-21




“En 1985 el MOMA (Museum of Modern Art) de Nueva York celebró una exposición de arte contemporáneo titulada An Internacional Survey of Painting and Sculpture.  De los 169 artistas que participaron en ella,  sólo 13 eran mujeres.  Delante del museo se manifestaba un extraño grupo contra esta desigualdad: eran mujeres,  llevaban máscaras de simios y se hacían llamar Guerrilla Girls.  Compartían un sentimiento de frustración al comprobar que a finales de siglo las diferencias entre los sexos persistían y las mujeres artistas continuaban sin tener un verdadero reconocimiento.”

 ...

Página web de GUERRILLA GIRLS


20 de gen. 2019

la autora del mes




“«Todas las creaciones intelectuales y artísticas,  incluso las bromas,   las ironías o las parodias,   tienen mejor recepción en la mente de las masas cuando éstas saben que en algún lugar detrás de una gran obra o de un gran engaño se encuentra una polla y un par de pelotas.»  En el año 2003 me topé con esta frase provocativa leyendo una carta al director publicada en la revista The Open Eye, una publicación interdisciplinar que venía leyendo diligentemente desde hacía varios años.  La frase no la había escrito quien firmaba la carta, Richard Brickman. Citaba a una artista cuyo nombre jamás había visto en letra impresa: Harriet Burden.”

El mundo deslumbrente
Siri Hustvedt
traducción: Cecilia Ceriani
Anagrama,  2014
página 7



Para conocer la vida y la obra de Siri Hustvedt, en el blog "Taller de Literatura"

o su página personal (en inglés)

12 de gen. 2019

presentació llibre miguel pajares






El proper dimecres, 23 de gener de 2019,  Vespres Literaris, organitza la presentació del llibre de Miguel Pajares,  Crímenes de hambre.  

L'acte,  presentat per la nostra companya Eva Torralba,  comptarà amb la presència de l'autor i tindrà lloc a l'espai Enric Granados,  de la Biblioteca Central de Cerdanyola del Vallès (Plaça d'Enric Granados, 1),  a les 19.00 hores.

En aquesta,  la seva quarta novel·la,  l'autor denuncia la desigualtat profunda que, en un extrem,  té als qui moren per fam i , en l'altre,  a les elits que concentren la riquesa a les seves mans.

L'autor:

Miguel Pajares és doctor en Antropologia Social per la Universitat de Barcelona i membre investigador del Grup de Recerca sobre Exclusió i Control Social, adscrit al Departament d'Antropologia Social de la Facultat de Geografia i Història de la Universitat de Barcelona. En aquest mateix Departament, participa en l'elaboració d'estudis europeus en l'European Social Research Unit. Actualment és president de la Comissió Catalana d'Ajuda al Refugiat.

Ha estat impulsor d'altres associacions. Va ser un dels responsables de SOS Racisme entre 1991 i 1996. Va dirigir l'estructura sindical dels CITE, Centres d'Informació per a treballadors estrangers, entre 1996 i 2000. Va ser assessor extern del Comitè Econòmic i Social Europeu entre 2000 i 2012.

És autor de diversos llibres d'assaig, així com de nombrosos articles publicats en revistes especialitzades i en mitjans de comunicació. Els seus llibres d'assaig s'han centrat en temes com la immigració, l'asil, els drets humans o la lluita contra el racisme. Cal destacar: La immigració a Espanya, (1998), Icària, Barcelona; Immigració i ciutadania a Europa, (2000), Institut de Migracions i Serveis Socials, Madrid; "Discriminació racial i polítiques antidiscriminatòries", a La discriminació racial, (2003), Icària, Barcelona; La integració ciutadana, una perspectiva per a la immigració, (2005), Icària, Barcelona; Immigrants de l'Est, (2007), Icària, Barcelona; Immigració i sindicats a Europa, (2012), Icària, Barcelona. A més, entre 2007 i 2010, va ser autor de l'Informe Anual Immigració i Mercat de Treball, publicat per l'Observatori Permanent de la Immigració. En qualitat d'expert extern del Comitè Econòmic i Social Europeu, va participar en l'elaboració de diversos dictàmens sobre immigració i l'asil.

Com a escriptor, va publicar la seva primera novel·la, Captives, l'any 2013, la qual va ser finalista al Premi Nadal en el seu 68a edició i al premi a la millor primera novel·la de gènere negre a la Setmana Negra de Gijón de 2014. El tema que a ella va abordar va ser la tracta de dones. Amb la seva segona novel·la, La llum de l'esclat, va continuar conreant el gènere negre de denúncia social, endinsant aquest cop al racisme més extrem. La tercera novel·la, Aigües de venjança, publicada el 2016, aborda els crims que pateixen immigrants i refugiats a la frontera sud.

Us hi esperem!!!!!!



11 de gen. 2019

rabos de lagartija, final




“Ahora alguien ha abierto ventanas y celosías, toco bajo la almohada mi lápiz y mis cuadernos llenos de garabatos como olas persiguiéndose en un mar infinito, y enseguida vendrá la prima Lucía con otro vaso de leche y la medicina, después tendré ganas de leer un rato la única novela que conservo de la pelirroja, y le diré a Lucía: alcánzame Guerra y paz.  Pero tendré que repetirlo varias veces porque,  aunque me esfuerzo mucho, lo que me sale de la boca es algo así como cázame guerripa.

Y es que todavía me cuesta mucho hacerme entender.”



Rabos de lagartija
Juan Marsé
Lumen, 2000
página 353

10 de gen. 2019

rabos de lagartija, 16




 “En la primavera de 1951 se desarrolla en Barcelona uno de los episodios fundamentales de la lucha de la oposición. Tradicionalmente, se ha considerado el boicot a los tranvías y la huelga general que le sucede como el punto de referencia histórica que marca el final de la posguerra. Tal como señala J.M. Colomer, los sucesos de marzo de 1951 constituyen «una clara manifestación del agotamiento de las fórmulas políticas de la larga posguerra, tanto por parte del régimen como por parte de la resistencia» y se sitúan en una encrucijada de cambio de planteamientos de ambos. Sin embargo, si bien hasta el momento el tema ha merecido un tratamiento exhaustivo desde la perspectiva de la oposición, faltan estudios que revelen el impacto de la huelga en el seno de las instituciones del poder y que profundicen en la actitud de las clases dominantes durante el conflicto. En el presente artículo se intentarán ofrecer algunos elementos de reflexión partiendo de esta perspectiva.”

leer el artículo completo “Tranvías y conflictividad social enBarcelona (marzo de 1951): actitudes políticas y sociales de una huelga mítica”, de  Gemma Ramos Ramos,  Universidad Autónoma de Barcelona

rabos de lagartija, 15




“Era un domingo plomizo y silencioso de septiembre y se le ocurrió acercarse al barranco y sacar unas fotos del chalé de ventanas tapiadas, de la pequeña puerta del antiguo consultorio y del torrente, ahora más descalabrado y pedregoso. Las últimas lluvias torrenciales habían depositado en el lecho nuevas y finísimas lenguas de arena blanca, y asomaban entre el fango desperdicios diversos que David fotografió desde ángulos rebuscados y singulares: una bota militar riéndose con la dentadura de clavos torcidos, la cabeza pelona y abollada de una muñeca sin ojos mirando al cielo como podría hacerlo una patata, una correa o un cinturón enroscado en sí mismo y tan carcomido por la humedad que más parecía el pellejo de una serpiente, las patas rígidas de un pájaro semienterrado arañando el cielo, media esfera de un reloj de pared con las horas transitadas por un caracol... En esos desechos, en todos y cada uno de ellos, el ojo de la cámara indaga muy de cerca una identidad oculta y la distingue, la toca y la vuelve a pensar, la recrea más allá de la historia particular que pudiera sugerir su deterioro y su abandono. Fotografías del barranco, de lo poco que queda de sus arruinados flancos y de su vértigo infantil, en las que está depositado un sedimento del tiempo, una reflexión de la luz que no es totalmente ajena a mi propio discurrir en este hueco de almohada. No hay una sola voz de cuantas llevo registradas aquí, ni una sola palabra emborronada en estos viejos cuadernos escolares —olas interminables y simétricas parodiando una escritura ilegible de discapacitado, es lo que oigo decir— que no esté enraizada en aquel torrente desmoronado y pútrido que mi memoria preserva del olvido. Mi lápiz corre sobre el papel pautado solamente para mantener inviolado su recuerdo.

Así pues, contra todo pronóstico, pues hay que recordar que los astros no le habían elegido, David estaba en camino de convertirse en un escrupuloso celador de lo veraz, en un artista. Meses después, en los primeros días de marzo de 1951, abandona los rebuscados encuadres, se libra de los resabios técnicos y retoques tan bien aprendidos y se inicia en la fotoreportaje.  En estos días fue cuando pasó todo. Yo en la cama, y el tío Pau a mi lado, sonriente y callado, con un vendaje en la frente y la gorra de tranviario mal encajada, acaba de entrar con mi desayuno y me mira mientras se abrocha el uniforme antes de marcharse a las cocheras a cumplir su turno. Ayer una pedrada rompió el cristal trasero de su tranvía y una esquirla le hizo un buen corte en la cabeza, en algún lugar del piso la voz de la tía Lola grita no sé por qué tienes que ir después de lo que te han hecho, quédate en casa y deja que se maten ellos, os van a quemar los tranvías, no vayas, no seas tonto... Pero el tío sigue abrochándose tranquilamente la chaqueta de tranviario y mirándome desayunar mi bocadillo de atún con su tonta sonrisa en los labios, luego sacude algunas migas sobre la colcha, sí que me dieron en el coco, sí, me susurra, dedicándome su sonrisa, tan limpia su mirada y tan paciente su trato con el niño inválido, tan silenciosos y venales sus afanes en esta vida —del tranvía a la taberna, de la taberna a casa, de casa al tranvía—, fue ayer por la tarde en la plaza de Cataluña, me dice como en secreto, una buena pedrada, que no lo oiga la tía, y eso que el tranvía iba de vacío, todo el día circulamos de vacío, y nos tiran piedras y nos insultan...”

Rabos de lagartija
Juan Marsé
Lumen, 2000
página 347-348

9 de gen. 2019

imatges inauguració carlos utrera






rabos de lagartija, 14


“Tu madre nunca miente, refunfuña papá. Pero ya que en estos tiempos la verdad discurre a ras de suelo, como el turbio estiaje de este torrente bajo la neblina del amanecer, lo veo todos los días y te aseguro que de poético no tiene nada, pues a veces hay que utilizar la mentira para recuperar la dignidad perdida. A ver si me entiendes.

Mamá le dijo al guripa que la foto del piloto la recorté yo de una revista. Y no fui yo.

Fue ella, dice papá con expresión de perdonavidas. Ella en persona.

¿Ah, sí? Pues entonces ha dicho dos mentiras, porque después me ha dicho que fuiste tú.

¿De veras te ha dicho eso?, inquiere desdoblando el pañuelo empapado, doblándolo de nuevo cuidadosamente y aplicándolo a la nalga a través del roto del pantalón. Joder con la raja, no para de sangrar. Si vuelves por aquí más despierto tráeme un par de pañuelos limpios... Fue tu madre la que vio por casualidad esa foto en la portada de la revista Adler, estaba en una comisaría, y la arrancó, la metió en su bolso de amagatotis y se la llevó a casa.

¿Y por qué hizo eso? ¿La cogió para ti?

¿Para mí? No caigo...

Ella dice que tú conocías al aviador. Haz memoria, papá. La memoria es un cementerio, hijo, dice el fugitivo con la voz lúgubre. De todos modos me acuerdo... David había imaginado que la voz podría provenir de su estómago lleno de coñac y hacerse oír como una carraca empapada de alcohol, pero no; salía de su atractiva boca de labios robustos y sonaba desvertebrada, sin timbre, pastosa y rápida y con algo de chunga. Cómo no voy a acordarme del teniente Bryan O'Flynn, prosigue papá. Un tipo alto y rubio, muy simpático y dicharachero. Tenía el brazo tatuado: un corazón con un gusanito en su interior. Era australiano de origen irlandés y sonreía por un lado de la boca de un modo que a tu madre le hacía mucha gracia. Tenía las manos pecosas y siempre decía itismailaif y...

¿Qué significa?

...pilotaba un Spitfire.

Ocho ametralladoras de ala, se apresura a decir David de corrido, monoplaza, puede elevarse a 3.500 metros en cuatro minutos y ocho segundos y su techo son los 10.000, alcanza una velocidad de 587 kilómetros horas y carga 2.610 kilos.

Vaya, sí que estás enterado.

Eso lo sabe cualquiera, padre.

¿Y quién clavó a ese bravo teniente en la pared de tu cuarto, tú o mamá?

Yo. ¿Por qué lo preguntas?

Te pareció un tipo interesante, ¿verdad?

Me gusta su cazadora de cuero. Pero no es sólo por eso... Sabe que lo van a matar, y sonríe. ¿Quién es capaz de sonreír, sabiendo que la va a palmar?
No lo mataron, dice papá después de echar un trago de la botella. Consiguió escapar.

¿Cómo lo sabes?

Siempre sospeché que las cosas son como son, pero me callé por respeto.

¿Respeto a qué, padre?

A mis mayores. Y a las mujeres. Hay que ser precavido. Las mujeres andan toda la vida con algún asunto sentimental pendiente, así que conviene tomar precauciones... Ay ay ay cómo duele esta maldita raja. ¿Cuándo parará de sangrar, por las barbas de Lucifer?

Te has alejado mucho de nosotros, padre. ¿Por qué?

Porque debo reflexionar, hijo.

Piensas mucho en mamá, ¿verdad? Sigues muy enamorado de ella, ¿verdad?

El amor es para los hombres que no miran atrás. Y yo no hago otra cosa que mirar detrás de mí, ahí está ese desdichado culo... Pero háblame de tu madre. Cómo está nuestra costurera pelirroja, qué hace.

Ya sabes, labores de confección para los mercadillos de Camelias y de la Travesera. Vestiditos tobilleros, falditas plisadas, toreritas y todo eso, confecciones para muñecas baratas. Lo hace con patrones de la misma fábrica de muñecas, que son una birria.

¿Y cómo le va con el bebé que espera?

Mal. Es un feto muy cotorra. Un día le oí gritar. David se tapa los oídos con las manos, pero el zumbido no cesa. Lleva en el bolsillo del pantalón dos pastillas de chocolate terroso que ya estarán deshaciéndose, las ha cogido de casa por si encuentra a papá, pero no se atrevería a ofrecérselas. No es eso lo que necesita, está bien claro. Lo único que necesita es darle al trago. Echado a sus pies, Chispa suelta un resoplido ronco y descontrolado, como un pellejo que vaciara un aire hediondo. Una nube de abejas sobrevuela el barranco modulando su zumbido, recomponiendo una y otra vez su simetría compulsiva. Pero la percepción más inmediata y persistente, paseando en compañía del perro, consiste siempre en una especie de náusea submarina, la sensación de caminar bajo las aguas muertas que un día pasaron por aquí devorando los márgenes, viniendo de muy lejos, arrastrando árboles y fango y animales y soldados muertos. Chispa no puede ya de calor y fatiga, y David se da cuenta, se agacha y lo coge en brazos. Y cuando se incorpora recibiendo cálidos lengüetazos en la cara y se vuelve diciéndose el matón del poli debería ver esto, debería ver cómo me quiere y me necesita y qué lejos está de querer morirse, y mi padre también debería verlo si estuviera aquí sentado bajo las raíces de la higuera con su culo rajado y su pañuelo manchado de sangre y su botella. Podrían ver sus ganas de vivir y la compañía que me hace y cómo entiende con quién estoy hablando aunque no le vea, de qué modo escucha y mira con sus ojos mansos lo que ni el guripa ni la pelirroja ni nadie sabría mirar ni escuchar...”


Rabos de lagartija
Juan Marsé
Lumen, 2000
página 136-139

”La memoria es un cementerio, hijo”, un análisis literario de Rabos de lagartija de Juan Marsé. Por Lars Göran Asmundsson de la  Universidad de Estocolmo