26 de nov. 2016

nueva exposición de Carlos Utrera

Nuestro amigo Carlos Utrera expone en Jerez de la Frontera, del 29 de noviembre al 9 de diciembre de 2016, en el Ateneo de dicha ciudad -calle San Cristóbal, 8 - 1ª Planta-.
La inauguración, que contara con la presencia de Carlos,  tendrá lugar el martes 29 de noviembre a las 20 horas.
Transcribo como se presenta nuestro compañero de Vespres Literaris para la ocasión:
“Cursé estudios de pintura en la escuela de Bellas Artes de Sant Cugat del Vallès y en la escuela de arte del Ateneu de Cerdanyola del Vallès.

He expuesto individual y colectivamente en diversas salas del Vallès y del Barcelonès. Participo cada año en diferentes actividades con la asociación "Artistas Plásticos de Cerdanyola del Vallès", de la cual formo parte, como el día de "L'artista al carrer" o las actividades artísticas alrededor del "Festival Internacional de Blues de Cerdanyola del Vallès".

Mi obra está inspirada en el arte étnico. Trabajo con una técnica mixta, en la cual combino diferentes materiales como: madera, cuerdas, hilo de nailon, diferentes telas y pintura.

Me gusta esta técnica porque, utilizando formas geométricas y colores muy vivos, puedo transmitir la simbiosis de las personas con la tierra y los ciclos vitales que marcan su existencia.

Mi primera exposición se tituló “Mis Manos”, desde entonces he expuesto en diversas salas y espacios, entre los cuales están:




Universitat Autònoma de Barcelona, Cerdanyola del Vallès 2005
Ajuntament de Cerdanyola del Vallès, 2006
Sala de exposiciones de la Biblioteca de Ripollet, 2006,
Sala “B’Art”, del Ateneu de Cerdanyola del Vallès, 2008,
Sala de exposiciones de la Biblioteca de Ripollet, 2008
“Te Art”, Cerdanyola del Vallès, 2009
“El rincón del Arte”, Sant Andreu, Barcelona, 2010
Centro cultural “La Bòbila”, de L’Hospitalet de Llobregat, 2010
Sala “B’Art”, del Ateneu de Cerdanyola del Vallès, 2011
Sala de exposiciones del Hospital Parc Taulí, Sabadell, 2012
Sala “L’Esplai”, de La Caixa, en Cerdanyola del Vallès, 2010, 2012
"Cal Pintxo", Cerdanyola del Vallès, 2013
Sala “B’Art”, del Ateneu de Cerdanyola del Vallès, 2014
Sala de exposiciones de la Biblioteca de Ripollet, 2015
Sala “B’Art”, del Ateneu de Cerdanyola del Vallès, 2016

Colaboro con la revista electrónica “Lebrija Dijital.com”, en la cual tengo una exposición virtual permanente.

Formo parte de l´Associació d´Artistes Plàstics, Cerdanyola del Vallès, con la cual he realizado diversas exposiciones colectivas y todos los años participamos en el día del “L´Artista al carrer””


Blog de Carlos: "Habitar un cuadro"


presentació arrels a la roca

Esperança Castell
Ahir la  Esperança Castell, companya de Vespres Literaris, va presentar a la Biblioteca Central de Cerdanyola del Vallès el seu tercer recull de poemes, "Arrels a la roca".


A l'acte, conduït per Josep Mª Riera, van intervenir la doctora en filologia catalana i crítica literària, Maria Nunes, que va analitzar en profunditat l'obra de l’Esperança;  Andrés Còrdoba, Isidre Grau,  Marià Martí,  Josep M. Riera i  Miquel Sanchez comentant poemes del recull; i van recitar la pròpia Maria Nunes i els companys de Vespres Literaris:  Mabel Giuliano, María Ignacia Pavón i Joan Francesc Sánchez, a més de la pròpia autora. 

Al llarg de les diferents intervencions, vam gaudir la música de guitarra de Jaume Linares.




Maria Nunes i Esperança Castell

Josep Mª Riera

Andrés Córdoba

Isidre Grau

Marià Martín

Miquel Sánchez

Jaume Linares

Mabel Giuliano

María Ignacia Pavón

Joan Francesc Sánchez



24 de nov. 2016

plor per Marcos Ana

Decidme como es un árbol,
contadme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros,
habladme del mar,
habladme del olor ancho del campo
de las estrellas, del aire
recítame un horizonte
sin cerradura y sin llave
como la choza de un pobre
decidme como es el beso de una mujer
dadme el nombre del amor
no lo recuerdo
Aún las noches se perfuman de enamorados
que tiemblan de pasión bajo la luna
o solo queda esta fosa?
la luz de una cerradura
y la canción de mi rosa
22 años, ya olvido
la dimensión de las cosas
su olor, su aroma
escribo a tientas el mar,
el campo, el bosque,
digo bosque
y he perdido la geometría del árbol.
Hablo por hablar asuntos
que los años me olvidaron,
no puedo seguir
escucho los pasos del funcionario.


Marcos Ana

un segon tastet



Avui, la pluja renta la memoria,
els nostres ulls saben veure les arrels
sota el troné ferit de l'arbre.
Els fils de les paraules gesten a poc a poc
complicitats incipients.
Amb mans rejovenides
sargim els estrips adolescents.
No tot es possible,
pero tenim molts matins per anar fent.


Demà, divendres 25 de novembre de 2016, els de Vespres Literaris llegirem la poesia del llibre “Arrels a la roca”, de la Esperança Castell a la sala Enric Granados, de la Biblioteca Central de Cerdanyola del Vallès, a les 19 hores.

un tastet d'arrels a la roca



El desassossec –es no tenir centre,
moure’s com un gos perdut
amb la respiració tallada i l’alè humit.
obro la porta i començo a viure en mi,
en la llum del sol que desafia el fred
i fa transparents les fulles,

en les flors blanques que retallen el cel.



Demà, divendres 25 de novembre de 2016, els de Vespres Literaris llegirem la poesia del llibre “Arrels a la roca”, de la Esperança Castell a la sala Enric Granados, de la Biblioteca Central de Cerdanyola del Vallès, a les 19 hores.

23 de nov. 2016

the land between


Ayer, en la charla con Miguel Pajares, ofrecimos al principio el tráiler del documental “The land between”, un trabajo que ofrece una mirada a las vidas ocultas y desesperadas de muchas de las personas migrantes y refugiadas de origen subsahariano que, huyendo de la guerra, el hambre y las persecuciones llegan a Marruecos donde quedan atrapadas en las montañas del norte del país esperando su oportunidad para acceder a Europa a través de Ceuta y Melilla.


Os ofrecemos el documental completo.


las mil caras de Wallraff

“En mayo de 1974, Wallraff viajó a Grecia como miembro del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos. Un día repartió volantes de protesta contra el régimen militar griego y se encadenó a uno de los postes de luz de la Plaza Sintagma de Atenas. Cuando la policía se dio cuenta, lo golpearon, lo detuvieron, lo torturaron y lo sentenciaron a 14 meses de prisión. Pero lo liberaron tres meses después tras la caída de la Junta Militar.

En otra ocasión, se hizo pasar por un millonario alemán pro nazi. En Düsseldorf se reunió con el general Antonio de Spinola, quien entonces era presidente provisional de Portugal como consecuencia de la Revolución de los Claveles, pero que pretendía perpetuarse en el poder. El portugués le contó al alemán que necesitaba armas para llevar a cabo un golpe de Estado. Wallraff lo publicó y los planes de Spinola se frustraron.

En 1977 dijo llamarse Hans Esser y pidió trabajo como reportero en Bild, el diario más vendido en Alemania a pesar (o quizá por ello) del sensacionalismo de sus notas. En la Redacción de Hannover supo de los métodos fraudulentos, difamatorios, carentes de la más elemental ética periodística, que la publicación utilizaba para fabricar escándalos.

A mediados de los años ochenta Wallraff se puso unos lentes de contacto, peluca y bigote negros y se propuso hablar un alemán accidentado, tan rudimentario con el de los migrantes turcos recién llegados a su país, y se transformó en Alí. Su objetivo era contar por experiencia propia la serie de explotaciones y vejaciones a las que es sometida la mano de obra extranjera en Alemania. Durante dos años, trabajó en una refinería siderúrgica, en una compañía de la construcción, en un restaurante de McDonald´s, en una central nuclear bajo condiciones infrahumanas y fue “conejillo de indias” de la industria farmacéutica al permitir que fueran probados en su organismo una serie de medicamentos experimentales.

El resultado fue el que es quizá su libro más famoso y más vendido: Cabeza de turco. Con esta investigación, Wallraff consiguió que la sociedad alemana presionara a sus políticos y a sus empresas para evitar las violaciones a los derechos humanos de los trabajadores migrantes. El tema lo retomó en 1993 cuando viajó a Tokio, Japón, haciéndose pasar por un migrante iraní en busca de trabajo. Tres años después se fue a Siria para documentar el modus operandi del terrorista Partido de Trabajadores de Kurdistán.

Sin embargo, no siempre ha podido concretar sus investigaciones. Cuando tenía planeado ir a Sudáfrica para vivir en un gueto negro, buscó una peluca de pelo rizado y la manera de pintarse la piel. Pero la liberación de Nelson Mandela y la caída del apartheid le impidieron hacerlo. Quiso hacerse pasar por un alemán de origen rumano que decidía volver a su país, pero la democracia volvió a Rumanía. Y en 1998 se encaminó hacia Rusia. Apenas se bajó del avión, lo deportaron. El gobierno se había enterado de sus planes: encontrar evidencias de violaciones a los derechos humanos en Chechenia.

En 2007, antes de que en 2008 se infiltrara en la fábrica de pan que surte a los supermercado de bajo precio Lidl para documentar la falta de medidas de seguridad para los empleados así como la violación de sus derechos laborales, Günter Wallraff quiso quitarse 20 años de encima con un nuevo look. Se puso una peluca rubia, cambió las gafas por unos lentes de contacto, se vistió con camisas a cuadros, pantalones vaqueros y tenis. El resultado pudo verse en la portada de la revista alemana ZEITmagazin. Con esta transformación, Wallraff investigó los métodos de trabajo con los que estafa telefónicamente el sector de los call-center. Ahí le pagaban 6 centavos de euro por cada mensaje a celular que atendiera los servicios eróticos vía SMS. Tenía que mandar 65 por hora, además de llamar y hostigar a potenciales compradores con todo tipo de servicios y productos.”

 El País Semanal Blogs
Víctor Núñez Jaime
24 de marzo de 2013


aguas de venganza, el debat

Ahir, organitzat per Vespres Literaris i dins de la programació de La Tardor Solidària de Cerdanyola del Vallès, vam presentar l’última novel·la de Miguel Pajares, “Aguas de venganza”.


Miguel Pajares , doctor en Antropologia Social e investigador en el Grup de Recerca sobre Exclusió i Control Social de la Universitat de Barcelona, president de la Comissió Catalana d’Ajuda al Refugiat, escriptor i assagista, destacava la vulneració,  per part dels països de la Unió Europea,  reiterada de les convencions internacionals signades en matèria de refugi i asil de les persones que fugen de les guerres, que han convertit les fronteres europees en un territori criminal.



També vam comptar amb el testimoni de la Mayssaa Refai Refai, siriana,   de la ciutat de Daraa, al sud de Damasc i membre de l’ associació síria-catalana per la llibertat y la democràcia, ens va fer reflexionar sobre les causes de la fugida massiva dels sirians, principalment als països més propers a Síria: Turquia, Jordània, Líban,...des de l’any 2011, en el marc de la guerra i que la crisis de refugiats de 2015, en Europa, es una petitíssima part de la població desplaçada forçosament pel conflicte dintre i fora del país .




Mamadou Coulibaly, de Mali, ens va narrar el seu “camí” des de casa seva fins arribar a Cerdantyola del Vallès, un “camí” que va iniciar ‘l’any 2000 i va finalitzar l’any 2004, amb un munt d’imatges i experiències que, ara que les ha viscudes, no l’agradaria tornar a repetir.




La cerdayolenca Andrea Calderón ens va explicar va contar la seva experiència en els camps de refugiats grecs i la seva participo, des de el desmantellament dels mateixos per la força policial i militar per crear camps militaritzats, en el projecte Micrópolis Solidarity Group.








Noticia al  Cerdanyola Info

22 de nov. 2016

presentació arrels a la roca



El proper divendres, 25 de novembre de 2016, la poeta, companya i amiga Esperança Castells presenta el seu tercer llibre de poemes: “Arrels a la roca” al nostre poble. L’acte tindrà lloc a la sala Enric Granados, de la Biblioteca Central de Cerdanyola del Vallès, a les 19 hores.

Presentarà el llibre la Maria Nunes, doctora en filologia catalana i critica literària; també hi haurà comentaris de alguns poemes i un recital de poemes seleccionats a càrrec de companys de Vespres Literaris, Maria Nunes i la pròpia autora. També gaudirem de la música del guitarrista Jaume Linares.

Us hi esperem,  

Volar fins al límit
on la llum i l’ombra

es fonen

21 de nov. 2016

xerrada debat amb Miguel Pajares, 3

“—Yo vine a España de una forma parecida a como intentaban hacerlo Mamadou y Adama. También atravesé el desierto; también vi morir a dos compañeros del grupo que iniciamos juntos el trayecto; también salté la valla de Melilla... Eso fue en el 2005. Por suerte, fue un poco antes de que pusieran las concertinas, esas cuchillas que dejan unos cortes que... Mis recuerdos son terribles, y necesité mucho tiempo para borrarlos de mi memoria, o al menos borrarlos lo suficiente como para poder dormir por las noches. Y ahora todo aquello ha vuelto...
Hizo una nueva pausa, pero su gesto indicaba que iba a seguir hablando y los policías no lo interrumpieron.
—Además, está lo de Farid... Yo no tengo hijos, pero me impresionó mucho lo que le hicieron al hijo de Hammed Benali. Desde que lo vi muerto en el Instituto de Medicina Legal, con la cara tan deformada, no he dejado de pensar en la crueldad que conlleva hacer algo así. Es como si... —Ibra hablaba con la vista perdida en el fondo del bar—, como si el diablo hubiera poseído al autor de ese crimen. Intento entender el camino que sigue una persona para llegar a hacer algo tan maligno.
—Sí, todos quedamos muy afectados por ese asesinato —dijo Eulalia.
—Me he pasado años tratando de ver la vida con algo de optimismo. Cuando entré en España, en el 2005, hacía dos años que me había despedido de mi familia. Dos años fue lo que duró mi travesía migratoria. En ese tiempo sufrí todos los golpes que un ser humano pude sufrir en sus carnes y su cerebro, pero podía soportarlo todo porque al final del viaje me esperaba el paraíso. Lo peor viene cuando estás en España y ves que esto, de paraíso, no tiene nada. Y yo vine cuando había trabajo; los que han venido en los últimos años y lo único que pueden hacer es recoger chatarra o cosas parecidas llegan incluso a perder la razón. Se dan cuenta de que han pasado por cosas espantosas y lo que han logrado al final del viaje es estar peor que en su país y, encima, no poder cumplir con su obligación de enviar dinero a la familia. Si no envías dinero te sientes un fracasado y además pierdes la estima de tu familia, porque ellos no alcanzan a comprender que alguien que está en Europa no pueda enviar dinero. ¿Sabéis a cuántos inmigrantes africanos atienden los psicólogos y psiquiatras después de que lleven un tiempo en España?
Cogió un calamar con el tenedor y pareció que iba a llevárselo a la boca, pero volvió a dejarlo en el plato.
—Yo he pasado aquí por etapas muy variadas. A veces me he implicado mucho ayudando a mis compatriotas, pero otras he necesitado alejarme de ellos para no sufrir una depresión. Eso es lo que necesito ahora.
—Está claro, Ibra —dijo Samuel—, no te preocupes. Hablaré con la jueza y creo que podrá librarte de asistir a más reuniones.
Ibra asintió moviendo la cabeza y volvió a juguetear con los calamares, deslizándolos con el tenedor.
—Conseguí la regularización en el 2009 —continuó el africano, pese a que unos segundos antes parecía que no quería seguir con esta conversación—. Los ansiados papeles que te permiten volver a considerarte un ser humano. Pero llegaron tarde. —Los ojos de Ibra se habían humedecido—. No es fácil volver a sentirte persona cuando...
Él se calló y los policías tampoco dijeron nada, como si se hallaran inmersos en un acto de duelo en el que es obligado guardar silencio.
—Cuatro años estuve viviendo en España en situación irregular. Llegué a creer que los estudios que había hecho en Senegal jamás me servirían para nada. Durante esos cuatro años fui peón agrícola, friegaplatos, peón de la construcción..., cobrando a veces tres euros la hora, sufriendo el racismo de algunos encargados... Después me dieron los papeles, pero pude comprobar que mi situación laboral no mejoraba mucho: la crisis había llegado y los trabajos que me daban eran pocos y sin contrato, como cuando no tenía papeles. Eso desanima mucho. Al entrar en el consultorio psicológico mi situación laboral mejoró, pero había cosas difíciles de olvidar.”


Miguel Pajares
Aguas de venganza
Alrevés, Barcelona 2016
pág: 220-222


El proper dimarts 22 de novembre, a les 19 hores i a l’aula 22 de l’Ateneu de Cerdanyola del Vallès, Miguel Pajares, Doctor en Antropologia Social, investigador del Grup de Recerca sobre Exclusió i Control Social de la Universitat de Barcelona i president de la Comissió Catalana d'Ajuda al Refugiat, ens parlarà de la seva última novel·la “Aguas de venganza”, en una xerrada debat on parlarem de fronteres, exclusions i divisions


20 de nov. 2016

xerrada debat amb Miguel Pajares, 2

“—Como si el derecho a la vida de los inmigrantes fuera distinto al...
—De los inmigrantes y los refugiados.
-Ya...
—Deja que te explique por qué digo «inmigrantes» y «refugiados». También está relacionado con el efecto que las metáforas y el lenguaje que utilizamos tienen sobre nuestra visión de las cosas. Tres cuartas partes de las personas que en los últimos años han tratado de entrar irregularmente en Europa, por mar o por fronteras terrestres, han huido de persecuciones o conflictos bélicos; son sirios, eritreos, afganos, somalíes, gambianos, centroafricanos..., y por tanto, son refugiados, no inmigrantes, ya que Naciones Unidas define al refugiado como la persona que ha huido de su país por causa de una persecución o un conflicto que pone en peligro su vida, aun cuando todavía no haya llegado a otro país que le dé asilo. Entonces, ¿por qué nuestros políticos siguen hablando de inmigrantes cuando se refieren a los que se encaraman a las vallas fronterizas o mueren al hundirse las barcazas en el Mediterráneo? Sencillamente, porque si se los nombrase como refugiados quedaría patente que los gobiernos europeos están vulnerando sus propias leyes de asilo al impedir que esas personas lleguen a Europa por vías seguras. Desde la gran crisis producida por los refugiados sirios se habla más de refugiados, pero siempre se había tratado de evitar esa palabra.
—El lenguaje... —repitió Samuel, pensativo. En ese momento recordó lo que le había explicado Saíd Tahiri, el abogado marroquí.
—Sí, amigo mío, el lenguaje que se utiliza tiene mucho que ver con el hecho de que a los inmigrantes y los refugiados no les apliquemos los estándares de derechos humanos que sí aplicamos a nuestros ciudadanos. Hablamos de la inmigración con términos como avalancha, invasión, asalto masivo... Siempre nos referimos a ella con metáforas que indican peligro o amenaza, y así la vemos como algo de lo que debemos protegernos y defendernos.
—Y eso nos permite justificar la crueldad con la que tratamos a esas personas, o al menos nos ayuda a mirar para otro lado.
—Así es.
Samuel se giró para mirar hacia el estanque y durante unos instantes ninguno de los dos habló.
—Si quieres otro ejemplo sobre el uso perverso del lenguaje, lo tienes en la referencia constante que se hace a las mafias, a las que se presenta como las responsables de los intentos de llegar a suelo europeo que protagonizan las personas que huyen de determinados conflictos. Parece que nuestra política de fronteras estuviera diseñada para proteger a los refugiados de las mafias. Es decir, en lugar de ver a los inmigrantes y los refugiados como personas que huyen de la miseria o los conflictos los vemos como personas reclutadas y engañadas por las mafias.
—Y de esa forma, cuando les impedimos la entrada, lo que estamos haciendo es luchar contra las mafias, ¿no?
-¡Aja!”
Miguel Pajares
Aguas de venganza
Alrevés, Barcelona 2016
pág: 211-212


El proper dimarts 22 de novembre, a les 19 hores i a l’aula 22 de l’Ateneu de Cerdanyola del Vallès, Miguel Pajares, Doctor en Antropologia Social, investigador del Grup de Recerca sobre Exclusió i Control Social de la Universitat de Barcelona i president de la Comissió Catalana d'Ajuda al Refugiat, ens parlarà de la seva última novel·la “Aguas de venganza”, en una xerrada debat on parlarem de fronteres, exclusions i divisions



19 de nov. 2016

xerrada debat amb Miguel Pajares



“Ya sentado en su asiento del avión, Samuel decidió que debería aprovechar el vuelo para dormir. Pero durante la primera media hora no logró conciliar el sueño. Su cerebro parecía estar en estado de shock: sentía una mezcla de indignación, mala conciencia y ganas de pasar de todo en la que no había equilibrio alguno. Él siempre pensó que hacía bien su labor policial y que la hacía para beneficio de la sociedad, pero ahora tenía la sospecha de que todo se reducía a mantener un statu quo en el que campaban a sus anchas unas injusticias monumentales. Era como si de repente hubiera dejado de estar a gusto con lo que hacía. Él investigaba los homicidios que se producían en Barcelona, pero ¿y si los treinta mil náufragos que habían muerto en el Mediterráneo, según Aminata, fueran también homicidios? ¿Había alguien que se planteara así el asunto? ¿Y qué pasaba con todos los que habían muerto en las vallas de Ceuta y Melilla? ¿No había ahí ninguna responsabilidad homicida que investigar? ¿Y cómo era posible que la muerte de Mamadou Sega quedara impune? Aunque los guardias civiles cumplieran órdenes, alguien debería haber sido imputado.”

Miguel Pajares
Aguas de venganza
Alrevés, Barcelona 2016
pág: 128-129


El proper dimarts 22 de novembre, a les 19 hores i a l’aula 22 de l’Ateneu de Cerdanyola del Vallès, Miguel Pajares, Doctor en Antropologia Social, investigador del Grup de Recerca sobre Exclusió i Control Social de la Universitat de Barcelona i president de la Comissió Catalana d'Ajuda al Refugiat, ens parlarà de la seva última novel·la “Aguas de venganza”, en una xerrada debat on parlarem de fronteres, exclusions i divisions


18 de nov. 2016

El viatge d’Ali, 3



« ¡Todo el mundo abajo y llevaos las herramientas! ¡Hale, hale!». Intentamos salvar la fogata, pero no es posible; entretanto la carretilla se ha puesto al rojo vivo. Ahora puedo entender perfectamente las dificultades de los hombres de la edad de piedra, que guardaban el fuego como el más valioso y sagrado de los bienes. Una vez más nos metemos en el vetusto carromato y, hacinados, acurrucados, de nuevo se nos transporta, dando tumbos, a través de la tiniebla, iluminada de cuando en cuando por los pálidos relámpagos de la producción. Siempre dentro de la zona fabril, pero a un sector completamente distinto, Schweigern, zona de molinos de coque, donde se nos descarga. Hay que descender varios tramos de escalera, la luz se hace cada vez más escasa, todo se vuelve más sombrío y polvoriento. Te creías que el polvo que había era ya algo demencial, difícilmente soportable, pero descubres que la cosa empieza en realidad ahora. Te ponen en la mano un soplete de aire comprimido y con él tienes que limpiar las capas de un dedo de polvo que cubren la superficie de las máquinas y las rendijas intermedias. En un abrir y cerrar de ojos se forma tal concentración de polvo que te resulta imposible ver la mano que tienes delante de los ojos. No es ya que respires el polvo, es que te lo tragas y te lo comes. Te ahogas. Cada inspiración de aire es un tormento. Entre una y otra intentas contener la respiración, pero no hay escapatoria, puesto que tienes que hacer el trabajo. El capataz está de pie en el rellano de la escalera, por donde entra un poco de aire fresco, como el guardián de una cuerda de presos. Exclama: « ¡Daos prisa! Si os la dais, en dos o tres horas habréis terminado y podréis volver al aire libre».
Tres horas. Eso significa realizar tres mil inspiraciones de aire. Eso significa bombear polvo de coque a los pulmones hasta dejarlos repletos. Además huele a gas de coque y se queda uno ligeramente atontado. Se me ocurre preguntar si no hay máscaras de seguridad, y Mehmet me ilustra al respecto: «No nos las dan porque trabajo entonces no tan rápido y jefe dice no tienen dinero para comprarlas». Incluso los compañeros que hace ya tiempo que están aquí dan muestras de tener miedo. Helmut, un alemán de apenas treinta años pero que parece como si pronto fuera a cumplir los cincuenta, recuerda: «Hace un año murieron en el sector de altos hornos seis compañeros, a consecuencia de unas repentinas emanaciones de gas. Les entró un pánico mortal y, en vez de bajar las escaleras, se quedaron arriba, cuando el gas también asciende. Un amiguete mío que trabajaba en la misma cuadrilla se salvó sólo porque la noche anterior había bebido mucho y a la mañana siguiente estaba aún tan tieso que se quedó dormido».
Mientras nosotros, de pie entre nubes de polvo, introducimos éste a paletadas en sacos de plástico, unos mecánicos de Thyssen irrumpen escaleras arriba hacia el aire libre. « ¡Estáis majaras! ¡No se puede trabajar con semejante porquería!», nos grita uno al pasar. Y media hora más tarde un encargado de seguridad de la factoría Thyssen nos honra con su visita. Tapándose la nariz mientras pasa presuroso: «Los compañeros se han quejado de que no pueden trabajar en medio de la porquería que estáis levantando, así que haced el favor de daros prisa y terminad pronto». Y, dicho esto, se marcha. El trabajo dura hasta el cambio de turno. Durante la última hora hay que cargarse a la espalda los pesados sacos de polvo, subirlos por la escalera de hierro hasta el exterior y echarlos en un contenedor. Pese a lo dura que para los huesos resulta dicha tarea, el hecho de que, una vez arriba, puedo meter en los pulmones un poquitín de «aire fresco», lo vivo como una liberación.
En un descanso de veinte minutos nos sentamos en la escalera de hierro, donde hay menos polvo. Los compañeros turcos insisten en que comparta con ellos sus bocadillos, ya que observan que no me he llevado nada para comer. Nedim, el mayor de ellos, me echa en el vaso algo de té de su termo. Se dan entre sí lo poco que tienen y, en general, se tratan con delicadeza y amabilidad, cosa que rara vez he presenciado entre trabajadores alemanes. Llama la atención el que, por lo común, durante los descansos se sitúan aparte de los compañeros alemanes y que sólo en muy raras ocasiones hablan entre sí en turco. Lo más corriente es que se entiendan en un alemán muy rudimentario, o que permanezcan callados mientras los compañeros alemanes llevan la voz cantante. Más adelante Nedim me explica el motivo: «Los alemanes pretenden que hablamos mal de ellos, y algunos opinan que nos hacemos demasiado fuertes si hablamos en nuestro idioma entre nosotros. Quieren enterarse de todo, para así podernos mangonear mejor». Esto es algo que compruebo por mí mismo más tarde, cuando Alfred, especie de portavoz de los alemanes, interviene furioso en un descanso, porque los compañeros turcos hablan entre sí en turco: «A ver si hacéis el favor de hablar alemán, si es que tenéis algo que decir. En Alemania todavía se habla un alemán decente. Cuando volváis a casa, y ojalá que eso suceda pronto, podréis hablar todo el tiempo que queráis vuestro idioma de mierda, allí, en el culo del mundo, que es lo vuestro».

Günter Wallraff
Cabeza de turco
Traducción: Pablo Sorozábal
Círculo de lectores, 1987

pág: 85-87

17 de nov. 2016

treball e inmigració, els testimonis 4



Mohammad Faisal Hossain, de 12 años, vive en una barriada urbana en la capital de Bangladesh, Dhaka. Su madre, la hermana menor y el hermano dependen de él para obtener ingresos. Su padre les abandonó hace años.

“Yo realmente odio este trabajo. No hay nada que se pueda disfrutar con este trabajo –es muy peligroso. Yo podría morir algún día, mientras hago esto-, no hay seguridad. También me dan ganas de ir a la escuela. Quiero ir a la escuela como los demás niños. Pero mi madre no puede pagar mi educación”.

Su madre, Rokhsana Begum solía trabajar como empleada doméstica, pero enfermó y tuvo que abandonar el trabajo.

“No puedo permitirme que continúe sus estudios. Su padre nos dejó hace unos años. No tengo más remedio que mandarlo a trabajar”


El día de Mohammad se divide en un trabajo por la mañana en el que reparte periódicos en la calle y vende mermelada en las estaciones de tren y paradas de un autobús local de Dhaka. Y otro trabajo por la tarde en el que trabaja como ayudante en una pequeña empresa de transporte público. Se pasa la tarde anunciando los destinos y controlando los billetes de los pasajeros. Termina el día agotado y apenas ha logrado ganar menos de un euro.

16 de nov. 2016

treball e inmigració, 3

“Son cinco segundos por cerdo. Primero sacas la tripa, de unos 20 kilos. Luego, con el cuchillo rebanas el pulmón y tiras con fuerza. Entonces, hay que cortar la lengua y sujetarla con la mano izquierda para colgarla en un gancho. Si lo haces 10 veces seguidas, notas un cosquilleo en los brazos. Luego, poco a poco, empiezan a paralizarse y, en ocasiones, las uñas de las manos se van ennegreciendo hasta caerse. Cuando la cadencia es de 700 cerdos por hora, termina llegando el día en que no puedes mover el hombro.

Para este trabajo hay que estar en forma. Y no tener nada mejor. Emmanuel Kumi (47 años) dejó a su familia en Ghana y cruzó África andando. Cuando llegó a Marruecos, se embarcó en una patera rumbo a España con otros compatriotas. Desde 2005 trabaja en Esfosa, uno de los grandes mataderos de Vic donde, prácticamente, solo hay inmigrantes. Muchos llegaron como Emmanuel, otros saltaron la valla de Melilla. Pero la procedencia cambia por épocas y conveniencia: marroquíes, subsaharianos, rumanos, polacos... Ahora han llegado indios, como Surjit Singh, y hasta algunos chinos, como Xiao Pin, sentados en improvisada asamblea al lado de Emmanuel. Denuncian racismo, el exceso de horas y el trato indigno cuando enferman o tienen un accidente. Lo mismo piensan otros 20 compañeros entrevistados por EL PAÍS después de que hace dos semanas, por primera vez, se revolviesen contra los empresarios del sector cárnico catalán con dos días de huelga.

No sirvió de mucho. En lugar de negociar, John Bosco, un compañero senegalés de Emmanuel, terminó insultado y amenazado por su jefe. “Negro de mierda, te mandaré a África a que te mueras de hambre”, aseguran varios testigos que le lanzó Josep Ramisa, uno de los socios del matadero de cerdos Esfosa y uno de los grandes empresarios del sector porcino catalán: los llamados aristoncarnios. Julio Risque, otro trabajador que participó en la huelga, asegura que Ramisa también amenazó con pegarles “cuatro tiros”. Le denunciaron a los Mossos y el caso está pendiente de juicio. El empresario, condenado también por delitos medioambientales, ha rechazado hablar con este periódico.

El conflicto, denunciado desde hace tiempo en periódicos locales como El 9 Nou o Nació Digital, es solo una pequeña parte del problema social, laboral y medioambiental provocado por el crecimiento de la industria porcina (un 20% desde el comienzo de la crisis). El negocio —Cataluña es la principal productora de España, con el 43% del mercado y unos siete millones de cerdos—, en manos en otra época de pequeñas empresas familiares, pertenece hoy a seis o siete grandes grupos que acaparan las granjas, el pienso, el transporte, los mataderos y la distribución. Ya ni siquiera los ganaderos son dueños de los cerdos que engordan y han pasado a formar parte de un proceso al que eufemísticamente llaman “integración”. Como explica Josep Maria Llopart, payés de la zona, la materia prima del pienso viene de América, y en Cataluña se engorda, se mata y se manda al extranjero. “Y aquí nos quedamos con los purines”. Los exiguos y oscilantes márgenes no dan para más.

Los mataderos están formados casi íntegramente por población que apenas habla español y llega a cada turno en regueros de bicicletas desde el barrio del Remei de Vic. En Esfosa la mayoría tiene contrato indefinido. Pero en otros, como Le Porc Gourmet (Grupo Jorge), un recinto situado en Santa Eugenia de Berga donde se matan unos 14.000 cerdos al día, los empleados están contratados en régimen de cooperativistas, un sistema del que fue pionero Cataluña y se ha extendido a toda España en diferentes sectores. Suena bien, a copropiedad. Pero en realidad ninguno de ellos posee nada. Muchos ganan unos 800 euros de los que se les ha descontado la cuota de autónomos de 267 euros mensuales, la compra del material con el que trabajan, la suma mensual por estar en la cooperativa (50 euros) y el coste la limpieza de la ropa de trabajo. Además, pueden ser despedidos de un día para otro y carecen de representación sindical.

Al calor de esta indefensión, algunas mafias han aprovechado para comerciar con esos puestos de trabajo, según explica Said Belkacem,  extrabajador de Le Porc Gourmet despedido a mediados de febrero por participar en un paro. “Los jefes no creo que estén enterados. Pero el encargado sí lo sabe. Les cobran 500 euros por persona. Si no los pagas no entras. Durante un tiempo lo hacía una mujer china que trabajaba en la tripería y que daba el trabajo a otros compatriotas. También había un ghanés que se llamaba Patrick que cobraba dinero a otros paisanos para trabajar”, señala este extrabajador de Le Porc Gourmet. Según su versión, incluso hubo una persona de nacionalidad india que se dedicaba a lo mismo y que tiempo después fue asesinada en una reyerta a las puertas de otra de las grandes empresas del sector.

José Luis Tolosana, presidente de la cooperativa Taic (una de las dos que trabaja con Le Porc Gourmet), admite que recibieron hace dos años denuncias anónimas sobre el tema y que pidieron a los trabajadores, a través de cartas que debían firmar, que no lo tolerasen y lo denunciasen. En el documento, se advertía a los trabajadores -según recomendó la Policía Nacional, señalaba- de que no debían pagar a nadie por trabajar y que "querían cortar de raíz esos comportamientos". Desde entonces, asegura, no han vuelto a tener constancia de ello. José Miguel Torrecilla, portavoz de la empresa justifica el sistema de cooperativa, que utiliza gran pare de la industria del porcino. “El sistema debería mejorarse, pero no depende de nosotros como empresa. El cerdo sube y baja mucho, y hay épocas de pico en las que se necesita más gente. La cooperativa es la única manera de dar respuesta a esa demanda. Nosotros actuamos de acuerdo a la ley".

El problema transciende a la empresa. La alcaldesa de Santa Eugenia, Anna Franquesa, está muy preocupada con la situación, que ha generado problemas de convivencia en el municipio. "Aquí tenemos trabajando a gente en condiciones infrahumanas. Y por eso hemos ido al Parlament estamos en una mesa de trabajo con sindicatos, Generalitat y Caritas. El problema es que están amparados por la ley. El empresario me ha dicho que para él es complejo pasarles a régimen general porque les supone una gran pérdida", explica la regidora.

Esta situación es muy conocida en la comarca. Hace un año, los Mossos d'Esquadra desarticularon en la operación Pin-Su una red de tráfico y explotación de seres humanos vinculada a Baucells, una de las grandes empresas dedicadas al porcino en la zona (con sede junto al matadero de Esfosa). En la operación se detuvo a seis personas, la mayoría chinos, y al jefe de personal de la empresa, también imputado. La mafia de explotación había crecido gracias al sistema de trabajo temporal y cobraba a unos 300 compatriotas sumas de hasta 16.000 euros por un empleo. La deuda contraída se les iba deduciendo de sus raquíticos sueldos. El caso sigue en fase de instrucción en un juzgado de Vic.

Montse Castañé, del sindicato COS, es la presidenta del comité de empresa de Esfosa y responsable junto a sus compañeros que salga a la luz el trato que reciben los empleados de estas instalaciones. Lleva desde los 11 años con un cuchillo en la mano y un cerdo en la otra. Pero nunca había visto algo así. Según cuenta ella y todos los trabajadores consultados —la empresa no ha querido contestar a EL PAÍS—, cuando hay algún herido en la cadena, la empresa se niega a llamar a una ambulancia y les obliga a coger un taxi. Le sucedió al indio Surjit, padre de tres hijos, que tras su grave accidente, tuvo que volver andando a las cuatro de la madrugada del hospital a su casa. “La precariedad y el racismo son el principal problema. El otro día había un chico de Ghana que andaba encorvado y le pedí al encargado que lo sustituyese. Me contestó: ‘Es negro y acaba de llegar, que se muera”.

Sobrevivir al matadero
Daniel Verdú

El País, 14-04-2016

15 de nov. 2016

treball e inmigració, els testimonis 2



Haga frío o calor, J.E, de 27 años, hace guardia en la calle. Es vigilante de Seguridad desde 2008 y ahora hace ocho horas, pero ha llegado a hacer hasta 20 en dos servicios, uno de 12 y otro de ocho, para poder hacer frente a sus gastos.

"Mi trabajo es 100% indecente. Estoy ocho horas en la calle de pie, sin el vestuario adecuado ni en verano ni en invierno. Durante dos años doblé turnos, pero un problema de salud me sirvió para reflexionar. Me estaba dejando la vida y la salud. Entre los vigilantes de seguridad lo normal es hacer turnos de 10, 12 y 14 horas. El sueldo apenas llega a los 900 euros haciendo 162 horas mensuales y para completarlo muchos se ven obligados a hacer horas extra. Además no se respetan los descansos. Yo hago ocho horas seguidas y tengo que pedir permiso si quiero ir al baño. En 12 horas el descanso es de tan sólo media hora. La empresa abusa porque sabe que la persona no se va a negar con todo el paro que hay".

Tiene que pagarse de su bolsillo la ropa térmica en invierno y una gorra en verano si no quiere terminar con una insolación.

"La empresa no nos da calzado apropiado, ni ropa térmica, ni guantes anticorte, poniendo así en peligro nuestra seguridad, pero nadie se atreve a alzar la voz. Entre los compañeros hay miedo, no hacemos huelga porque no hay unión. Todo el mundo se mata por las horas extra para completar el sueldo y la gente se pisotea"

Con el paso de los años su situación laboral ha ido empeorando. De tener tres pagas, julio, diciembre y marzo, ahora sólo tiene dos. Y la empresa le cambia los horarios de un día para otro.


"No podemos hacer planes. Trabajar así es muy difícil de aguantar, te afecta a tu vida familiar, a tu salud, tienes problemas para conciliar el sueño, etc. La gente no se va porque es muy difícil encontrar trabajo".

14 de nov. 2016

treball e inmigració, els testimonis 1



Jawara vino de Gambia en 2008 con otras ochenta y cinco personas, escondidas en el cargamento de un pequeño barco pesquero. Se sentía afortunado de haber sobrevivido al trauma del viaje, pues algunos de sus compañeros se ahogaron o murieron en el mismo barco durante el trayecto. Puesto en libertad después de 40 días detenido, para ir a buscar trabajo, ahora vive en un terreno abandonado entre los invernaderos, cerca del mercado de la localidad almeriense de San Isidro.

Los hombres duermen en la parte que aún conserva lo que aparentemente es un techo. Se hacinan en tres habitaciones pequeñas, mustias, con olor a humedad y a comida rancia y con las paredes ennegrecidas por el camping-gas que utilizan para cocinar. El cuarto de baño es la dependencia externa de al lado, cuyo largo techo se ha desplomado y sus ladrillos reducidos a escombros. El salón es un sofá rescatado de la basura, apoyado sobre unas paredes rotas. No hay servicios sanitarios, y los hombres malviven entre el trabajo en los invernaderos de cultivo de tomate, la caridad y el reparto de alimentos de la Cruz Roja.

Jawara llegó para reunirse con su hermano y, tan sólo tres meses después de su llegada, éste último murió a causa de problemas renales. Al carecer de papeles y documentación, temían ir al médico y no poder pagar los medicamentos. Su padre falleció también cuando él se había ausentado. Igual que muchos otros, Jawara habla de la vergüenza y de lo indignante de sus condiciones, del racismo generalizado y de lo poco que se les paga en cualquier sitio. No quiere ser grabado por miedo a que su familia pudiera verle en semejantes condiciones.