26 d’oct. 2008

La tregua, entrevista

Transcripción de la entrevista realizada al autor en fecha 02/03/2001 por la periodísta María Esther Gilio para la revista de Montevideo "La Brecha"
"María Esther Gilio:
Me gustaría que empezaras por recordar tu vida en el momento en que escribiste La tregua. ¿Por qué esa historia difícil de imaginar en un escritor joven? ¿Qué edad tenías cuando la escribiste?
Mario Benedetti:
No tan joven. Ya estaba casado. Tendría 25.
MEG:
Hoy estarías saliendo de la adolescencia. ¿Cómo fue, entonces, que se te ocurrió esa historia?
MB:
Yo trabajaba en las oficinas de Piria, donde estuve 15 años. Entré como pinche y llegué a gerente. En una época tenía tres empleos, y Luz también trabajaba. Claro que entonces uno podía conseguir los tres empleos. En un momento, siendo yo oficial de contaduría, mi jefe, viudo desde hacía un tiempo -un tipo muy bien, muy macanudo y muy calmo-, empezó a comportarse con una alegría de vivir que en él era desconocida. Un día yo le digo "Pero don Diego, ¿qué le pasa que está tan bien últimamente?".
MEG:
Él, para vos, era un viejo. ¿Qué edad tiene Santomé?, ¿cincuenta?
MB:
Más o menos cincuenta. Cuando le pregunto me dice "Vamos al café, te voy a contar". Fuimos. "Estoy enamorado", me dice. "Pero el problema es que esta muchacha tiene la mitad de mis años. Tiene 26. ¿Qué voy a hacer?" "¿Por qué no se casa?", le digo yo.
MEG:
Y volvió a enviudar.
MB:
Eso pasa en la novela. En la vida pasó lo que era lógico, él murió antes que ella.
MEG:
Le explicaste alguna vez que Avellaneda debía morir para que ese amor no fracasara.
MB:
Sí. Para evitar el fracaso había que matar a Avellaneda. Cuando salió la novela, unas cincuenta mujeres hicieron una reunión en un apartamento de Pocitos, a la que me invitaron. Allí me reprocharon que hubiera matado a Avellaneda. Yo les decía que la había matado en beneficio de la historia de amor. En 15 años Santomé iba a ser un viejo, tal vez moriría. Qué triste. Más o menos las convencí.
MEG:
Tu visión, en ese momento, era que tal diferencia de edad indefectiblemente terminaba con el amor. ¿Pensás hoy lo mismo?
MB:
Hoy tenemos muchos ejemplos en contrario. Picasso, Alberti, Casal, Borges.
MEG:
¿Cómo era Montevideo en la época de la novela?
MB:
Estábamos en el auge del empleo público. La familia para considerarse familia debía tener un miembro empleado público.
MEG:
Estaba aquella frase tuya donde decías que Uruguay era la única oficina del mundo que había alcanzado la categoría de república. Tus poemas de la oficina también son buenísimos. Pero no eras empleado público.
MB:
Era, sí. Antes de trabajar en Piria trabajé cinco años en la Contaduría General de la Nación. En esa época, para despedir a un empleado público creo que debían reunirse las dos cámaras. Tenía que haber desaparecido con el tesoro de la nación o matado al jefe de la oficina. Despedir era casi imposible. El empleo público era la seguridad. Y este país era el país de la seguridad. La gran palabra era esa. Hasta que vino la dictadura y todo eso se fue al demonio. Echaron, nombraron a dedo.
MEG:
La tregua fue la primera novela que escribiste.
MB:
No, la primera fue Quién de nosotros, donde la historia está relatada desde tres lugares diferentes. Son tres versiones de una relación de pareja.
MEG:
Una especie de Rashomon.
MB:
Puede ser, era la época. Hay un marido que escribe su diario, una mujer que escribe al marido una larga carta donde le dice que se va con su amigo, el de él, y finalmente, está la versión del amigo -que era escritor- y hace un cuento sobre la relación con la mujer, pero con notas al pie de página donde contradice todo lo que aparece ocurriendo en el cuento.
MEG:
A Onetti le gustaba mucho esa novela.
MB:
Sí, cuando la leyó me llamó y me dijo "Me echaste a perder una novela que estaba escribiendo con la misma técnica".
MEG:
En Quién de nosotros tenés una estructura que facilita el camino. En cambio en La tregua te enfrentás a uno de los difíciles problemas que se le plantean al novelista: desde dónde se cuenta la historia, quién la cuenta.
MB:
Con La tregua barajé varias posibilidades. Que contara un narrador en tercera persona, pero me pareció que para que el tema tuviera la comunicación y el calor necesarios tenía que ser el protagonista quien contara. Santomé, él sería el mejor instrumento.
MEG:
Era, además, a través de él que te había llegado.
MB:
Claro, aunque yo lo cambié mucho a él, y a las circunstancias de su vida. Le adjudiqué tres hijos, decidí que uno fuera homosexual. Un día, años después -Fiorello, mi compañero de oficina, ya había muerto-, me encontré con el único hijo que tenía. Me dijo "¿Cómo lo metiste al viejo en la novela?". Yo nunca lo había dicho. Pero ellos se dieron cuenta.
MEG:
¿Conociste a quien luego llamaste Avellaneda?
MB:
Sí, la conocí. Físicamente no tenía nada que ver con el personaje. Y en el resto no sé. La edad sí era la misma.
MEG:
En La tregua hay otros personajes.
MB:
Esos son inventados. El amigo que viene del exterior, que me permite alguna alusión a lo político. En ese momento la situación política empezaba a mostrar fisuras. Había que hacer alguna referencia. Pero además había que meter algún personaje, describir alguna situación que pusiera un poco de aire en el relato, que lo sacara de la encerrona total. La novela no podía circunscribirse al mesurado y sobrio idilio de Santomé con Avellaneda.
MEG:
En ese momento ya habías escrito cuentos. Montevideanos, por ejemplo; una novela, Quién de nosotros, y poesía. Poesía seguramente desde chico.
MB:
Sí, desde la infancia. Las primeras las escribí en alemán porque iba al Colegio Alemán.
MEG:
Qué curioso que tu padre siendo italiano te mandara al Colegio Alemán.
MB:
Mi padre era químico y por ese lado admiraba mucho a los alemanes. Pero, estando yo en el último año de primaria, un día llego a casa y le digo "¿Sabés, papá? A partir de mañana cuando el profesor entre a clase tenemos que saludarlo así, con la mano levantada". Mi padre me dijo "Te quedan 15 días para terminar sexto. Vas a ir esos 15 días pero secundaria no la vas a hacer ahí". Estaba indignado.
MEG:
Sería el año 32.
MB:
Sería. Hindenburg era el presidente de Alemania y Hitler el primer ministro.
MEG:
Volviendo a tu novela. Santomé, a menudo, se encuentra con Avellaneda en un café. ¿Es alguno de los cafés que conocemos?
MB:
Sí, es ahí en el café que se le declara. El café es el Sorocabana de 25 de Mayo. Allí escribí la novela.
MEG:
No se me hubiera ocurrido. No te veo escribiendo en un café. ¿Dónde te sentabas para escribir?
MB:
En una mesa cualquiera. Nadie me conocía. Si fuera ahora, imaginate. Pero en esa época era lo único posible. Tenía dos horas al mediodía. En lugar de irme a Malvín y volver en el 142, me iba allí, pedía un refuerzo, un café y escribía.
MEG:
A mano, claro.
MB:
Sí, a mano. Después la pasaba en la Olivetti. Varias veces, porque corrijo mucho.
MEG:
¿Qué corregís?
MB:
La historia queda. Cambio frases.
MEG:
La vez pasada me dijiste que habías tirado una novela entera. Y añadiste que cuando corregís siempre es borrando, nunca agregando.
MB:
Sigo la receta de Rulfo que decía "La mejor autocrítica es el hacha".
MEG:
Conrad no lo dice así pero dice algo parecido, cuando proclama la austeridad, la necesaria sequedad del texto.
MB:
Yo te voy a decir una cosa. No entiendo bien el éxito de La tregua, tiene más de 150 ediciones. No creo que sea mi mejor novela.
MEG:
¿La mejor sería Gracias por el fuego?
MB:
Tampoco. Yo creo que la mejor que escribí es La borra del café. Es la única que en algún sentido es autobiográfica. O que por lo menos lo es en el envase, pues el protagonista es totalmente inventado pero vive en los barrios donde yo viví.
MEG:
¿Cuáles son esos barrios?
MB:
Capurro -uno de los más queridos- Malvín, Punta Carretas.
MEG:
Pero La tregua algo tiene que tocar en la gente.
MB:
Es una historia de amor. Creo que no es cursi.
MEG:
Ahí está aquel diálogo de Avellaneda con Santomé donde ella le cuenta qué entiende la madre por felicidad. Esa idea menos ambiciosa, más modesta de lo que es la felicidad es posible que sirva a mucha gente.
MB:
Algo así habrá. No sabés cuántas veces la han dado en radio, cine, teatro, televisión. A veces bien hecha, a veces mal. En Colombia, por ejemplo, hicieron una versión desastrosa. Metieron complicaciones con el narcotráfico. Yo sólo les había exigido que la ubicaran en Uruguay. Nunca imaginé que saldrían con algo así. La tregua me conquistó un público de afuera. Cuando la hicieron en televisión con Héctor Alterio y Ana María Picchio fue fantástico. A mí me gustó más esta versión que la hecha en cine.
MEG:
¿Por qué te gustó menos la hecha en cine?
MB:
Porque trasladaron la acción a Buenos Aires, además de cambiarle la época.
MEG:
Transcurre en pleno peronismo.
MB:
Lo que pusieron de cosa política no es mucho, pero ¿para qué? Yo estuve algo distanciado de Renán por ese motivo. Después, cuando se propuso hacer Gracias por el fuego me llevó a España el libreto. Le hice varias observaciones que aceptó. Pero los productores exigieron, al final, unas carcajadas totalmente ridículas que él tuvo que aceptar y nos disgustaron a los dos: a él y a mí.
MEG:
Estoy segura de que, como siempre, tenés algo en prensa.
MB:
Justamente, un libro de poemas, El mundo que respiro, un libro de un señor de 80 años.
MEG:
Que trabaja como un señor de 40.
MB:
Sí, trabajo mucho.
MEG:
¿Un libro un poco amargo?
MB:
No, más existencial, donde la muerte está más presente, menos político. También estoy preparando un libro de cuentos que tal vez termine para fin de año. Son cuentos breves.
MEG:
Quizá en eso de la brevedad te influya tu trabajo con los haikus.
MB:
Puede ser. Tú no sabés cómo me divertí haciendo ese libro. Cien haikus quedaron afuera.
MEG:
Ahora que han pasado muchos años de tu vuelta, ¿cómo ves el exilio?
MB:
Yo estuve en cuatro países. Cuando uno no elige irse, el irse tiene cosas muy malas. Pero también cosas interesantes. Otras historias, otra cultura, a veces otra lengua. Creo que uno madura de otra manera. Yo seguí escribiendo sobre montevideanos, esta vez exiliados, y como siempre de clase media. Esta es una limitación que no he trascendido. Todavía"

24 d’oct. 2008

La Tregua, poemas


La Tregua fue publicada en el añó 1960. Años más tarde, concretamente en 1969, Mario Benedetti incluye estos poemas en su libro Poemas de la oficina y otros expedientes.

LAURA AVELLANEDA

Última noción de Laura


A Ana María Picchio

Usted martín santomé no sabe
cómo querría tener yo ahora
todo el tiempo del mundo para quererlo
pero no voy a convocarlo junto a mí
ya que aún en el caso de que no estuviera
todavía muriéndome
entonces moriría
sólo de aproximarme a su tristeza

usted martín santomé no sabe
cuánto he luchado por seguir viviendo
cómo he querido vivir para vivirlo
pero debo ser floja incitadora de vida
porque me estoy muriendo santomé

usted claro no sabe
ya que nunca lo he dicho
ni siquiera
esas noches en que usted me descubre
con sus manos incrédulas y libres
usted no sabe cómo yo valoro
su sencillo coraje de quererme

usted martín santomé no sabe
y sé que no lo sabe
porque he visto sus ojos
despejando
la incógnita del miedo

no sabe que no es viejo
que no podría serlo
en todo caso allá usted con sus años
yo estoy segura de quererlo así

usted martín santomé no sabe
qué bien qué lindo dice
avellaneda
de algún modo ha inventado
mi nombre con su amor

usted es la respuesta que yo esperaba
a una pregunta que nunca he formulado
usted es mi hombre
y yo la que abandono
usted es mi hombre
y yo la que flaqueo

usted martín santomé no sabe
al menos no lo sabe en esta espera
qué triste es ver cerrarse la alegría
sin previo aviso
de un brutal portazo

es raro
pero siento
que me voy alejando
de usted y de mí
que estábamos tan cerca
de mí y de usted

quizá porque vivir es eso
es estar cerca
y yo me estoy muriendo
santomé
no sabe usted
qué oscura
qué lejos
qué callada
usted
martín
martín cómo era
los nombres se me caen
yo misma estoy cayendo

usted de todos modos
no sabe ni imagina
qué sola va a quedar
mi muerte
sin
su
vi
da.

MARTÍN SANTOMÉ

Todo lo contrario

Colecciono pronósticos
anuncios y matices
y signos
y sospechas
y señales
imagino proyectos de promesas
quisiera no perderme
un solo indicio

ayer
sin ir más lejos
ese ayer que empezó siendo aciago
se convirtió en buen día
a las nueve y catorce
cuando vos
inocente
dijiste así al pasar
que no hallabas factible
la pareja
la pareja de amor
naturalmente

no vacilé un segundo
me aferré a ese dictamen
porque vos y yo somos
la despareja.


VICEVERSA


Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte

tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte

tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte

o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

17 d’oct. 2008

El auto

Ayer el juez Baltasar Garzón ordeno un auto para investigar la implicación de Franco y 34 jefes militares, que se revelaron contra el gobierno legítimo de la República, en la planificación y ejecución de un plan de exterminio y destrucción de sus supuestos oponentes políticos. El auto tiene escasos visos de prosperar, dada la desaparición biológica de los autores materiales del exterminio y las odiosas normas de la prescripción
Ya han surgido voces contrarías al necesario y obligado reconocimiento, testimonial o simbólico, de que el franquismo fue un régimen asentado en la aniquilación sistemática y planificada de cualquier idea o voz discrepante .El horror, la muerte y el miedo fueron su santo y seña. A pesar de todo, no hay norma o ley que pueda borrar la tozuda realidad de unos hechos que los supervivientes han venido contando y nos cuentan a los que queremos escuchar.
Vespres Literaris escenificó en enero de este año, en los jardines del museo de Ca n'Ortadó, un sencillo homenaje a las victimas (A TODAS LAS VICTIMAS) de aquel conflicto. Las victimas anónimas, aquellas de las que a día de hoy desconocemos su paradero y filiación, las representamos bajo la mortaja del silencio y el olvido. En nuestra propuesta era la gente, las personas de hoy, personas anónimas, nietos, hijos, los que levantaban la pesada losa del olvido. La realidad de esta iniciativa, me temo, será decepcionante; a pesar de todo, su restitución está en nuestras manos, en nuestras voces, que son las suyas, las de todos.
Transcribo aquí el poema de Mario Benedetti que se leyó en la representación:

DESAPARECIDOS

Están en algún sitio
concertados
desconcertados
sordos
buscándose
buscándonos
bloqueados por los signos y las dudas
contemplando las verjas de las plazas
los timbres de las puertas
las viejas azoteas
ordenando sus sueños sus olvidos
quizá convalecientes de su muerte privada

nadie les ha explicado con certeza
si ya se fueron o si no
si son pancartas o temblores
sobrevivientes o responsos

ven pasar árboles y pájaros
e ignoran a qué sombra pertenecen

cuando empezaron a desaparecer
hace tres cinco siete ceremonias
a desaparecer como sin sangre
como sin rostro y sin motivo
vieron por la ventana de su ausencia
lo que quedaba atrás
ese andamiaje
de abrazos cielo y humo

cuando empezaron a desaparecer
como el oasis en los espejismos
a desaparecer sin últimas palabras
tenían en sus manos los trocitos
de cosas que querían

están en algún sitio
nube o tumba
están en algún sitio
estoy seguro
allá en el sur del alma
es posible que hayan extraviado la brújula
y hoy vaguen preguntando, preguntandose
dónde carajo queda el buen amor
porque vienen del odio

MARIO BENEDETTI

9 d’oct. 2008

Recomendación

Ayer, aprovechando que era el día del espectador, fuimos a ver al Teatre Lliure la obra ROCK'N'ROLL, de Tom Stoppard, dirigida por Àlex Rigola.
Tan solo decir que disfrutamos de un gran espectáculo que recomendamos a todos los miembros del grupo.
Advertencias: la obra estara en cartel hasta el 19 de octubre. La duración de la puesta en escena  es de tres horas, incluida una breve media parte de unos quince mínutos. El escenario es central y se sigue el espectáculo desde dos gradas paralelas al mismo.
Para nosotros fue un placer...
Enlace a la página sobre la obra ROCK'N'ROLL

5 d’oct. 2008

El lobo estepario (el debate)


El debate sobre la lectrura del mes derivo hacia el tema de las creencias y de la importancia o no de la espiritualidad y todo su entramado de ritos y certezas en nuestra vida diaria. Con el fin de avivar la discusión, anoto aquí algunas de las opiniones y reflexiones de Hermann Hesse vertidas en cartas o anotaciones y recogidas en el libro Mi credo.

Hermann Hesse

Mi credo (el ideario del autor de Siddharta)

Bruguera- Libro amigo-
Barcelona, 1977 (3ª)
Páginas: 129-134

Ciertamente, no considero que la no existencia sea mejor que la existencia, pero comparto la opinión de todos los sabios de la antigüedad: que cierta superioridad sobre el dolor y las penas sólo puede venir de un «despertar» interior, de la intuición o, mucho mejor, la experiencia, de que el mundo visible y los acontecimientos externos son insignificantes e ilusorios, y de que ni la entrega a las puerilidades y preocupaciones de la vida ni la ascética renuncia a todas ellas puede liberarnos, sino sólo visión de la unidad de Dios, existente tras el tupido velo dé los sucesos de la vida. Lo liberador de esta visión no estriba solamente en una gran serenidad frente a las exigencias del mundo y las propias concupiscencias, sino también en una resignación ante la imposibilidad de realizar nuestras pretensiones morales, pues nuestra vida no depende de nosotros, somos hilos de este velo y nada más. Así es poco más o menos el credo y el consuelo de mis horas de reflexión.
Sin embargo, no siento la necesidad de predicar este credo a los demás. Cuando la vida me acerca a hombres muy desgraciados, trato de decir alguna palabra, pero nunca en otro caso, ni siquiera a mis propios hijos.,,
…La verdadera sabiduría y las verdaderas posibilidades de liberación no pueden enseñarse ni servir de tema de conversación; son sólo para aquellos que están a punto de ahogarse.
(1930)


El credo al que me refiero no es fácil de expresar con palabras. Podría explicarse así: Creo que, pese a su aparente absurdo, la vida tiene un sentido, reconozco que este sentido último no puede ser captado por la razón, pero estoy dispuesto a servirlo, incluso aunque ello signifique sacrificarme a mí mismo. Oigo la voz de este sentido en mí interior, en los momentos en que estoy verdadera y totalmente vivo y despierto.
Intentaré realizar todo cuanto la vida exija de mí en tales momentos, incluso aunque vaya contra las modas y leyes tradicionales.
Este credo no obedece órdenes ni se deja percibir por la fuerza. Sólo es posible experimentarlo, del mismo modo que Cristo no puede merecer, forzar o conjurar la «gracia», sino solamente sentirla con fe. Los que no la encuentran, buscan su fe en la Iglesia, en la ciencia, entre los patriotas o socialistas, o dondequiera que haya una moral, programas y preceptos establecidos.
Me es imposible juzgar si un hombre es capaz de seguir el difícil y hermoso camino que conduce a una vida y un sentido propios, incluso aunque le esté viendo. Miles sienten la llamada, muchos recorren un tramo del camino, pocos lo siguen más allá de la frontera de la juventud, y tal vez nadie consigue llegar hasta el final.
(1930)


No soy representante de ninguna doctrina fija y establecida. Soy un hombre de cambios y transformaciones, y por eso en mis libros, especialmente en todo el Siddharta, junto al «cada uno está solo», aparece una confesión de amor patente en todas sus páginas.
Seguramente no exigirá usted de mí que demuestre más fe de la que yo mismo tengo. He dicho varias veces con honda convicción que es totalmente imposible llevar una vida perfecta en el espíritu de nuestro tiempo. De esto no me cabe la menor duda. El hecho de que yo viva, de que este tiempo, esta atmósfera de mentiras, codicia, fanatismo y vulgaridad no me haya matado lo debo a dos felices circunstancias: a la gran herencia de responsabilidad natural que hay en mí, y a que puedo sea productivo aunque sólo sea en calidad de denunciante y adversario de mi época. Sin esto no podría vivir, y aun así mi vida es muchas veces un infierno.
Mi actitud frente a la actualidad no cambiará mucho. No creo en nuestra ciencia, ni en nuestra política, ni en nuestro modo de pensar, de creer, de contentarnos, y no comparto ni uno solo de los ideales de nuestro tiempo. Pero no carezco de fe. Creo en leyes milenarias de la humanidad, y creo que sobrevivirán a toda la confusión de nuestra época actual.
No me es posible indicar el camino de los ideales humanos que considero eternos y al mismo tiempo creer en los ideales, metas y compensaciones de la actualidad. Además, no lo haría aunque pudiera. En cambio, durante toda mi vida he probado muchos caminos en los cuales se puede vencer al tiempo y vivir independientemente de él (y he descrito a menudo estos caminos, tanto en forma superficial como seria).
Cuando me encuentro con jóvenes lectores, de El lobo estepario, por ejemplo, veo que en muchos casos se toman muy en serio lo que digo en este libro sobre el extravío de nuestra época, pero no ven, o por lo menos no creen, lo que para mí es mil veces más importante. No se adelanta nada con tachar de erróneos la guerra, la técnica, el ansia de dinero, el nacionalismo, etc. Es preciso reemplazar con un credo los ídolos de nuestro tiempo. Esto es lo que yo he hecho siempre; en El lobo estepario es Mozart, y los inmortales, y el teatro mágico; y en Demian y Siddharta se mencionan los mismos valores con otros nombres.
Con la fe en lo que Siddharta llama el amor, y con la fe de Harry en los inmortales, se puede vivir, de eso estoy seguro. Con ella no sólo se puede soportar la vida, sino también vencer al tiempo.
Veo que no consigo expresarme con la claridad que sería de desear. Siempre me desanimo cuando constato que aquello en lo que creo y que contienen mis libros no es comprendido por los lectores.
Será mejor que cuando haya leído mi carta relea uno de mis libros y compruebe sí no contiene de vez en cuando dogmas de un credo que ayude a vivir. Si no los encuentra, ya puede tirar mis libros. Si encuentra algo, siga buscando.
Recientemente, una mujer joven me preguntó qué significado daba yo al teatro mágico de El lobo estepario; la había decepcionado mucho que yo bromease acerca de mí mismo y de todo en una especie de borrachera de opio. Yo le dije que leyera una vez más aquellas páginas y ante todo pensando que nada de lo que he dicho en mi vida es más importante y sagrado para mí que este teatro mágico, imagen de todo lo más valioso e importante para mí. Me volvió a escribir algún tiempo después para comunicarme que ahora lo había comprendido,
Entiendo muy bien su pregunta, señor B., y es muy posible que de momento mis libros no le sirvan de nada, y que antes le sea preciso arrinconarlos y olvidar la primera impresión. Como es natural, en esto no puedo aconsejarle; sólo puedo repetir lo que he vivido y escrito, incluyendo las contradicciones, las tortuosidades y el desorden. Mí tarea no consiste en indicar a los demás la perfección objetiva, sino mi propia manera de buscarla (y aunque sólo sea una pena, un lamento) con la mayor claridad y honestidad posibles.
(1931)

Encuentro de octubre

Celebrado el encuentro de octubre, vivo en debates e intercambio de opiniones, resta puntualizar las actividades de futuro:
CASTANYADA: El día 31 no escontraremos todos, entre las 20.30 y 21.00 horas en el camino de las calaveras (al final de todas las rutas). Recordar que cada uno debe llevar vitualla, algo de beber (vino, cava, ...) y un puñado de castañas así como algún que otro boniato. ¡Importante!, traer lecturas dramatizadas para la ocasión, propias o extrañas, de terror o candor, todo vale menos no participar.
BAILES DE SALÓN: Propuesta sometida a nuevo estudio y planificación para el encuentro del 8 de noviembre.
SALIDA FIN DE CURSO: Se proponen diversos destinos, pero falta concretar lugar, actividades y, lo más importante, quién o quiénes planifican la misma. ¡Ánimo!
ACTIVIDAD GASTRONÓMICA: A propuesta de Juan M. se decide que a partir de noviembre , y hasta final de curso, los integrantes de los encuentros elaboren platos inspirados en la cocina y la cultura de los países que compartimos las aguas del mar Mediterráneo, cada uno a su libre elección.

4 d’oct. 2008

La película de la lectura de noviembre

La lectura del mes de noviembre es La Tregua de Mario Benedetti, sobre dicho texto en el año 1974 se estreno la película con el mismp título. Enlace sobre la ficha técnica de la película que se halla en Wikipedia.
Información facilitada por Mabel. G.