28 de maig 2017

catálogo de decisiones y fragilidades



Ayer, en nuestra sede,  leímos fragmentos de algunas de las historias de la gente de Toni Álvaro, de su pueblo, de su comunidad; aquella que conforma el libro “Catálogo de decisiones y fragilidades”,  y la de tantas cientos, miles, millones de otras personas buenas que hacen un poco más llevadero nuestro día a día en este presente continuo, como define el autor,  conformado por la suma de pequeñas decisiones,  dudas, debilidades y actos que cada día tomamos. Porque, como nos comentó Toni Álvaro, todas las pequeñas historias que ha catalogado tienen un denominador común: fueron y son personas que, con sus actos, quieren hacer un poco mejor este mundo y más amable; actos que huyen del oropel, el halago y el heroísmo.

En palabras de una de las protagonistas del libro, Irena Sendler la enfermera y trabajadora social polaco conocida como “El Ángel del Gueto de Varsovia”:

“Yo no hice nada especial, sólo hice lo que debía, nada más, esos actos fueron la justificación de mi existencia en la tierra”









Gracias, Toni, por compartir una comunidad de la que, los que formamos Vespres Literaris, nos sentimos parte.



  

25 de maig 2017

presentació llibre "Catálogo de decisiones y fragilidades", i 4


El proper dissabte 27 de maig,  a les 19 hores i al Centre Cívic de Montflorit, Vespres Literaris organitza la presentació, amb la presència del propi autor, del llibre " Catálogo de decisiones y fragilidades ", del periodista i guionista cerdanyolenc Toni Álvaro.


Reproduïm un nou fragment del llibre. Us hi esperem dissabte. La Llibreria L’Aranya posarà un petit taulell amb exemplars del llibre:

Artese Benesperi
“Nadie hubiera dicho aquel 19 de agosto de 1915 que el recién nacido que rompía a llorar en una modesta casa de Pistoia, en la Toscana, iba para héroe. El pequeño Artese Benesperi, así se llamaba, quedó huérfano de padre a los pocos meses de nacer y fue dado en adopción a una familia de Lucca, que lo facturó de vuelta con su madre al cumplir unos díscolos 17 años.
Corren malos tiempos por Italia y Artese anda robando por aquí y por allá, metido en la pequeña delincuencia de subsistencia. Acaba en la cárcel. Tras el armisticio del 8 de septiembre del 43 Artese vuelve a la calle y a las andadas. Aprovechando el contexto, como haría un buen emprendedor, manga una ametralladora en Montelongo y se la vende a un partisano del grupo de Magnino Magni. El grupo de Magni opera entre Agliana y Tobbiana, y la ametralladora suministrada por Benesperi, en manos del propio Magni, hará un gran servicio cubriendo la retirada de un grupo de partisanos rodeados por los alemanes. Magnino Magni muere en esa acción, en Treppio, y su cuerpo desnudo es arrastrado por los fascistas por su población natal de Agliana.
En febrero del 44, Benesperi entra en contacto con el líder partisano Silvano Fedi, libertario y vecino de Pistoia. Ya no busca hacer negocio, se trata de derrotar al fascismo y luchar por la bella idea de un mundo de iguales.  Al lado de Fedi, Enzo Capecchi, Danilo Betti, Brunello Biagini, Marcello Capecchi, Santino Pratesi, Giulio Vannucchi, Giovanni Pinna, lacopo Innocenti y otros compañeros de la Escuadra Franca Libertaria, actuarán en Pistoia, Quarrata, Lamporecchio y Fucecchio.
El 29 de marzo de 1944 participa en una acción contra un cuartel de la milicia fascista para aprovisionarse de armas y alimentos, resultando herido en una mano y evacuado en bicicleta. El grupo de Fedi es muy activo y cuenta con la cobertura de un pájaro de cuidado, el teniente de la milicia de Pistoia, Licio Gelli, que merece un punto y aparte.
Licio Gelli era uno de los camisas negras voluntarios que se vinieron a la guerra española a matar rojos. De vuelta a Italia hacía de enlace entre las autoridades fascistas italianas y la autoridad militar alemana. Viendo que la guerra pintaba mal para el III Reich empezó a colaborar con la Resistencia para asegurarse el culo,  haciendo el doble juego y dando cobertura a muchos partisanos,  ofreciendo refugio o pasando información.  Acabada la guerra será contratado por la CIA para frenar al comunismo en Europa, convertido en uno de los gerifaltes de la logia masónica P2 e implicado hasta las cejas en la Operación Gladio, el escándalo del Banco Ambrosiano,  la matanza de la estación de Bolonia, íntimo del ala más siniestra del peronismo hizo grandes negocios con las dictaduras militares de América Latina. Ríanse de Darth Vader.
Volvemos a la Toscana de Fedi y Benesperi, que aprovechan el mes de junio del 44 para asaltar la fortaleza de Santa Bárbara y repartir un suculento botín de armas y provisiones entre los partisanos de la zona;  meterse en la cárcel de Ville Sbertoli disfrazados de policías y liberar a 54 presos, algunos destinados a la deportación;  y tomar la comisaría de Pistoia para cargarse el sistema telefónico y destruir los archivos con las fichas de sospechosos.
Para llegar a héroe y poder contarlo también se precisa un poco de suerte. A Benesperi le llegó en forma de detención. Estando detenido, Silvano Fedi y varios miembros del grupo caen abatidos en una emboscada tendida por los alemanes mientras intentan tomar la Croce di Vinacciano.  La acción,  algunos sospechan de un soplo de Licio Gelli,  va seguida de una violenta represión en Pistoia, de la cual consigue escapar por los pelos, en una fuga a la carrera y saltando por la ventana.
Benesperi y Enzo Capecchi, que ha sobrevivido herido a la refriega en Vinacciano, asumen el mando de los partisanos bajo el nombre Brigada Silvano Fedi, que en duros combates contra los alemanes liberan Lamporecchio, Vinci, San Baronto y Gasalguidi. Herido nuevamente Capecchi, Artese Benesperi entra al frente de los partisanos que liberan Pistoia el 8 de septiembre.
Al acabar la II Guerra Mundial, Artese Benesperi no le dio ninguna importancia a eso de ser héroe.  Simplemente, a veces, tomas decisiones.  Vivir va de eso.  Benesperi decidió pasar de medallas y honores y se puso a hacer cestos. El negocio no daba para mucho y en 1955 el Ayuntamiento de Pistoia, a modo de reconocimiento por los servicios prestados, le contrató como basurero.  Así se jubiló.  Murió en su casa,  en su cama,  hace tres años,  al lado de su mujer y sus dos hijas,  las únicas medallas que lució con orgullo.”

Catálogo de decisiones y fragilidades  va néixer i va créixer en el compte de Facebook de l'autor.  És una suma de biografies, de les històries que tanquen les vides, reals, de centenars de persones que, en un moment donat, van prendre importants decisions; decisions que van marcar el seu destí. Un destí, de vegades, tràgic.

Aquest llibre parla de les seves vides, les seves actituds, les seves petites certeses i els seus grans actes. Aquestes decisions els van portar, a moltes d'elles, a estavellar-se contra una realitat que no entén de subtileses ètiques.
No és un llibre de ficció, parla de vides reals, fràgils, exposades a l'erosió de la realitat diaria.



23 de maig 2017

presentació llibre "Catálogo de decisiones y fragilidades", 3


El proper dissabte 27 de maig,  a les 19 hores i al Centre Cívic de Montflorit, Vespres Literaris organitza la presentació, amb la presència del propi autor, del llibre " Catálogo de decisiones y fragilidades ", del periodista i guionista cerdanyolenc Toni Álvaro.


Reproduïm un tercer fragment del llibre:

Gladys del Estal

"En primavera de 1979 el núcleo del segundo reactor de la central nuclear de Three Mile Island, Harrisburg, Pennsylvania, había sufrido una fusión parcial y la gestión del accidente por el Homer Simpson de turno hizo el resto. Ahí andábamos un grupo de amigos con nuestros folletos y chapas de ¿Nuclear? ¡No, gracias!, intentando convencer a una pareja de pastores mormones sobre el deber de construir el paraíso en la Tierra.

En fin. Éramos capitanes de quince años y aún teníamos la mirada transparente, como el aire que queríamos respirar. Francamente, no sabíamos mucho sobre fusiones y fisiones nucleares. Tampoco sabíamos mucho sobre Gladys del Estal. Sólo que tenía 22 años cuando la mataron. Y que la mataron por protestar contra la energía nuclear, armada sólo con una mirada transparente.

Gladys estudiaba Química en la Universidad y era miembro del Grupo Ecologista de Eguía y de los Comités Antinucleares de Euskadi. El 3 de junio de 1979, mientras la central de Harrisburg aún humea futuras leucemias, se bajan a Tudela para una Jornada Internacional contra la Energía Nuclear y protestar contra el Plan Energético Nacional y, ya de paso, contra el Polígono de tiro de las Bardenas.

La jornada tiene todos los permisos gubernativos habidos y por haber y va transcurriendo sin incidentes en una Tudela tomada por la Policía Nacional y con todos los accesos cortados por la Guardia Civil. Después de la comida, con ligero retraso, empieza el mitin. Aunque hay permiso hasta las 17 horas, a las 16'15 horas aparece la policía y exige la disolución de la concentración.

Mientras se intenta aclarar el desfase horario que parece sufrir la policía, suena el silbato y empieza la carga. Pelotas de goma y botes de humo caen sobre los concentrados y cunde el pánico. Finalmente, la intercesión de un diputado foral consigue detener la violencia a cambio de que los presentes abandonen Tudela.



La muchedumbre marcha ordenadamente hacia las afueras entre un pasillo formado por las fuerzas policiales. Van cruzando el puente sobre el Ebro camino de la zona de estacionamiento donde han aparcado autobuses y coches. Un grupo de jóvenes, entre los que está Gladys, deciden hacer una sentada, la protesta pacífica por excelencia. La Guardia Civil no está para sentadas ni pacifismo y los obliga a levantarse a golpes y empellones.

El guardia civil José Martínez Salas le dirige un comentario obsceno a Gladys, que responde con un insulto. Martínez Salas dialoga como mejor sabe. Le propina un culatazo con su subfusil Z-70 en los riñones. Gladys cae de bruces al suelo. Cuando intenta levantarse, Martínez Salas se acerca y le pega un tiro en la nuca. El médico que certifica la muerte de Gladys del Estal habla de tiro de gracia.

El asesino de Gladys fue juzgado y declarado autor responsable de un delito de imprudencia temeraria, con resultado de muerte. Le condenaron a 18 meses de cárcel que no cumplió y en 1992 fue condecorado con la Cruz del Mérito Militar por el alcalde del PSOE de Tudela.

El asesinato impune de Gladys nos cambió la mirada, se le puso al fondo como un poso de tristeza. La mirada transparente de Gladys sigue ahí, su nombre vive en un parque donostiarra y esa tímida sonrisa nos recuerda que, pese a todo, el sol, la fuente de vida que defendía, sigue saliendo cada día.

22 de maig 2017

presentació llibre "Catálogo de decisiones y fragilidades", 2



El proper dissabte 27 de maig,  a les 19 hores i al Centre Cívic de Montflorit, Vespres Literaris organitza la presentació, amb la presència del propi autor, del llibre " Catálogo de decisiones y fragilidades ", del periodista i guionista cerdanyolenc Toni Álvaro.


Reproduïm un segon fragment del llibre:

José Antonio Alonso Alcalde

Fin de semana en Foix, en el Ariège. Durante la II Guerra Mundial un puñado de republicanos españoles, la mayoría comunistas, liberaron Foix y el Ariège de las fuerzas de ocupación nazis. Hoy, en una habitación de hotel de Foix, una mujer y un hombre liberan sus cuerpos de ropa y los envuelven en una sola piel. Lo hacen, en buena parte, gracias a la lucha de aquellos republicanos españoles.

El grupo de guerrilleros españoles que liberó Foix y el Ariège lo encabezaba José Antonio Alonso Alcalde, el comandante Robert, un asturiano emigrado a Catalunya que a los 17 años, edad de echarse novia, se echó un fusil al hombro para acabar en el frente en la batalla del Segre. Lo hacía, en buena parte, para poder desnudarse frente a una mujer, y libres fundirse en una patria de caricias.

José Antonio Alonso cruzó los Pirineos a pie un 19 de febrero de 1939 para ser encerrado en el campo de concentración de Septfonds. Luego vinieron varios batallones de trabajo y varias fugas, incluyendo una del tren que le llevaba a Mauthausen. Vía Partido Comunista francés se integra en la Resistencia, en el Ariège. El grupo de José Antonio, siete republicanos españoles, empieza la guerra contra los alemanes con 2 pistolas y 6 granadas. Acabarán formando la III Brigada de Guerrilleros Españoles, unos 300 hombres dedicados a tareas de sabotaje y hostigamiento. Dos cuerpos desnudos brindan hoy su fragilidad, orgullosos de años y cicatrices. Contienen muertes ajenas que los hacen bellos en sus imperfecciones y hacen de los gemidos una oración de agradecimiento.



El 19 de agosto de 1944, los guerrilleros comunistas al mando de José Antonio, comandante Robert, se bajan de la montaña y liberan Foix tras duros combates con la Wermacht. Unidos a otros grupos de guerrilleros españoles liberaron el Ariège. No luchaban o morían por un país, o por una bandera, lo hacían para ahuyentar el miedo, ese miedo que sacan a pasear cada mañana los señores de la guerra que nos gobiernan y no soportan que dos cuerpos se amen.

Hoy ahuyentamos el miedo tapándonos con las sábanas hasta la cabeza, encendiendo nuestras bocas que se buscan para condecorarnos a dentelladas furiosamente tiernas. La ternura y los abrazos de la gente del Ariège fueron las mejores condecoraciones que se llevó José Antonio Alonso, el último de los guerrilleros españoles que combatieron al fascismo en Francia, muerto el 16 de diciembre de 2015. Las otras, la Legión de Honor, la condecoración del Senado francés, todas las que tenía en su modesto hogar, en el fondo, no eran más que bisutería.

José Antonio Alonso Alcalde, comandante Robert, pudo decir con orgullo que murió sin ser súbdito del rey de España. En esta habitación de hotel, una mujer y un hombre sólo son súbditos de su deseo y proclaman sus cuerpos inviolable reducto de soberanía. Y porque no hay en la tierra, todavía, nada que sea tan dulce como una habitación para dos, si es tuya y mía, damos las gracias un día más a los muertos de nuestra felicidad.


20 de maig 2017

presentació llibre "Catálogo de decisiones y fragilidades"


El proper dissabte 27 de maig,  a les 19 hores i al Centre Cívic de Montflorit, Vespres Literaris organitza la presentació, amb la presència del propi autor, del llibre " Catálogo de decisiones y fragilidades ", del periodista i guionista cerdanyolenc Toni Álvaro.

Reproduïm un fragment del llibre:

"Reyes magos en Aiscondel
Las naves de Aiscondel en mi pueblo habían alojado hasta unas 1600 personas, mi padre entre ellas. Fundada en 1943 en Barcelona, Aiscondel se trasladó definitivamente a Cerdanyola en 1964, convertida en uno de los grandes motores de crecimiento de la ciudad.

A mi padre sus compañeros le llamaban el Campeón. Enlazaba el turno de tarde con el de noche y al salir se echaba unas horas repartiendo con la DKW para completar el sueldo. A Aiscondel venían los Reyes, pero allí nadie regalaba nada. Allí se encontró, apenas entrar, a uno de su pueblo que había estado en la cárcel con el abuelo. Allí conoció, en aquel momento no lo sabía, claro, al que también sería abuelo de su nieto mayor. Allí se hizo mi padre de las Comisiones Obreras.

En 1962, a raíz de la declaración del Estado de excepción en Asturias, Gipuzkoa y Bizkaia, ya se produce la primera huelga en Aiscondel, con el resultado de varios despidos. Un despido significaba entrar en la lista negra y no volver a ser contratado en ninguna fábrica. La gente quería trabajar en una fábrica porque ahí se fabricaba el futuro de sus hijos, muchos de los cuales llegarían a ser el primero en generaciones en acceder a la Universidad.

En 1966 viene otra huelga que logrará la jornada laboral de 8 horas. Y más despidos que acaban descabezando a CC.OO. Era un ciclo habitual: una reivindicación laboral lleva a la huelga (ilegal), la huelga a los despidos y encarcelamiento de los más incómodos para la empresa, que para calmar los ánimos ofrece algunas compensaciones que no logran impedir nuevas movilizaciones pidiendo la readmisión de los represaliados, uniendo reivindicación laboral con reivindicación política.

Eran tiempos de jornadas laborales de 12 horas, de lunes a sábado. Tiempos de listas negras y sindicato vertical. Tiempos de PSUC y CC.OO. Tiempos de tricornio, miedo y palizas en una habitación mal ventilada.  Aquí llegaron inmigrantes bregados en la supervivencia, mineros de Fígols y obreros rebotados de la Aismalíbar y Mir Miró con la reivindicación en el cuerpo.

Eran tiempos de cargas policiales y puertas que se abrían dando cobijo. Si Aiscondel paraba, todo se paraba en un efecto correa de transmisión que recorría la industria local. Eran tiempos de asambleas semiclandestinas en el merendero de Les Fontetes un domingo por la mañana, asando sardinas en un somier, con alguien subido en un pino para avisar si venía la Guardia Civil. Eran tiempos de abogados laboralistas, nuestros primeros héroes.

En 1973, a raíz del asesinato de Manuel Fernández Márquez en la huelga de la construcción de la central térmica de Sant Adrià, el turno de noche de Aiscondel plantea una huelga de protesta contra la violencia policial. Manifestaciones, cargas y el cierre durante dos días de fábricas, comercios y bares mientras la policía ocupa las principales vías urbanas. La huelga sirve para plantear nuevas reivindicaciones laborales y se alarga en algunos centros. La dirección de Sintermetal se pasa tres pueblos con las medidas disciplinarias y Aiscondel da su apoyo y se embarca en una huelga que se alarga prácticamente todo el mes y acaba con más de 70 despidos, incluyendo en el paquete a todo el comité de empresa. Por estas cosas, supongo, y por algún ojo a la virulé que trajo papá, mi madre siempre me aconsejó ver, oír y callar para evitar problemas y progresar en el trabajo. El hombre del saco se parecía mucho al sargento Pizarro.

En 1976 la pancarta Meler en lucha, por el pan, el trabajo y la libertad recorre Cerdanyola. Son los prolegómenos de las huelgas generales de aquel año. Cerdanyola contabilizará, según prensa de la época, 6000 huelguistas, 396 empresas cerradas y una asamblea unitaria en el campo de fútbol. Y muchos descubren que una hora de lucha puede agotar más que doce en la cadena de montaje.


Luego, pasados los años, vendría el cierre progresivo de todas esas fábricas y el desmantelamiento acelerado de todos los derechos que allí se fueron ensamblando. Ahora de Aiscondel sólo queda un solar de 50.000 m2 propiedad, cómo no, de un banco."

18 de maig 2017

nazino

En la primavera de 1933 miles de prisioneros capturados en las purgas de Stalin fueron abandonados sin comida ni cobijo en una isla desierta de Siberia, Nazino, donde terminaron recurriendo al canibalismo para tratar de sobrevivir.
Más de 4.000, de los 6.000 prisioneros deportados, fallecieron en menos de cuatro semanas a finales de la primavera de 1933 en una isla descrita,  a principios de los años treinta, como un pedazo de tierra desértico en medio de una inmensa ciénaga a 2.400 kilómetros al noreste de Moscú.
Se produjeron docenas de casos de canibalismo entre los presos, que trataban de sobrevivir devorando los cuerpos esparcidos por la isla. Otros cientos murieron tiroteados por los guardias o ahogados al intentar huir de la isla en balsas improvisadas.
Estas personas fueron víctimas de una campaña ideada por Genrikh Yagoda, jefe de la policía secreta de Stalin, para deportar a cientos de miles de soviéticos a la parte occidental de Siberia y a las estepas de Kazajistán. El objetivo era limpiar las ciudades rusas de “indeseables” y utilizarlos para “repoblar” esas regiones inhóspitas. Tan sólo en Moscú y Leningrado se atrapó a más de 50.000 personas sin hogar, delincuentes, gitanos, niños callejeros y mendigos, así como a campesinos que huían del hambre y ciudadanos sin el pasaporte interior.
El grupo de Nazino estaba formado por unos 3.000 indocumentados, o sea que no lograron conseguir un pasaporte que les considerara válidos para trabajar en las ciudades, unos 2.000 delincuentes, enviados para descongestionar las cárceles occidentales, completándose el grupo con diversas etnias y condiciones consideradas indeseables, realmente el espectro social que cubría el grupo de deportados era amplio, ya que muchos comisarios tenían un cupo de personas a detener y les bastaba casi cualquiera que se cruzaran por la calle, hasta los guardias eran reclutados a la fuerza y equipados de la forma más sencilla y barata, la comida:  pan y harina.
Mandaron hasta embarazadas. Sin avisar a las familias, sin un juicio, sin poder protestar ante nadie, fueron despojados de todas sus pertenencias y documentación. Los que podían salvar algo,  eran víctimas de sus propios compañeros de penurias, durante el viaje muchos se adelantaron al destino final de todos ellos: la muerte.
Al llegar a la isla comienzan las muertes en masa y las penurias: al no poder cocinar la harina la comen mezclada con agua del río; con la consecuencia de producirse brotes inmediatos de disentería. Viendo el futuro que les espera, algunos, aprovechando la presencia en la isla de árboles, construyen improvisadas balsas para escapar, naufragando y llenando el río de cadáveres. La falta de alimentos produce que,  en poco tiempo se den los primeros casos de canibalismo con los fallecidos; en la primera semana los guardias observan cinco cadáveres con muestras de haber sido troceados. Durante las semanas siguientes, detienen hasta cincuenta personas sospechosas de practicar el canibalismo.
En su vida diaria, los prisioneros se tenían que cuidar, aparte de mitigar el hambre, de los guardianes, que asesinaban selectivamente a muchos de ellos para robarles, de otros prisioneros, que no dudaban en matar para robar cualquier cosa con la que traficar a cambio de comida.
Unos meses después, de los miles de personas que fueron arrojadas a la isla de Nazino, quedaban con vida menos de 2.000, de las que solamente estaban en condiciones de valerse por sí mismos unos 200.
Un año después de ese calvario, se decretó su envío a otras prisiones, y la mayoría de ellos, ante su pésimo estado de salud fueron liberados. Eso sí, se les prohibió volver a sus casas y se les confinó en lugares apartados de las grandes ciudades donde se les dejó morir.
Toda la desgraciada historia de la isla de los caníbales fue sepultada y silenciada hasta que en 1988 el grupo de investigación Memorial 2.0 lo sacó a la luz.




“Durante varias semanas avanzaron entre los cascotes de hielo que se iban deshaciendo con la primavera hasta la confluencia del Tom con el Obi. Desde ese momento, la corriente vigorosa del río se abría dejando en medio de las hoces enormes islotes en los que no había nada, salvo pequeños grupos de abetos negros y una maraña de pantanos infectos. La gabarra tenía que reducir la velocidad para no embarrancar en los bajíos de arena lodosa, y rompía pequeñas crestas de espuma dejando tras de sí una hendidura que se cerraba enseguida. Y por fin, una mañana fría, la embarcación dejó de zumbar, viró hacia la orilla derecha y se detuvo junto a un viejo embarcadero abandonado. Alguien con un macabro sentido del humor había clavado en una estaca una madera que rezaba: “Bienvenidos a la isla de Názino. Disfrutad del paisaje. Será el de vuestra tumba».
Allí no había nada que ver. Názino era una pequeña y apartada isla de unos tres kilómetros de largo y poco menos de uno de ancho que se había formado en la confluencia del Obi con su afluente Názino, un territorio inhabitado con algunas agrupaciones de coníferas y amplias extensiones de aguas cenagosas que en verano se convertirían en un vivero para toda clase de insectos. Más allá de la orilla sur se adivinaba la vasta extensión de la estepa, inalcanzable.
—No pueden dejarnos aquí — murmuró Elías cuando les obligaron a desembarcar.
En total eran más de dos mil personas, vigilados por apenas una cincuentena de soldados mal pertrechados y un par de oficiales muy jóvenes. Apenas se habían levantado unos precarios barracones para la guardia, aprovechando algunas casetas de pescadores abandonadas hacía tiempo. No había barracones, ni intendencia, ni unidad médica, tampoco letrinas. Tan solo algunas tiendas de lona viejas rodeadas de alambre de espino, que todavía no se había acabado de extender. Las autoridades no se habían preocupado de levantar más que algunas torretas de vigilancia cerca de las orillas y de la zona boscosa. Nadie en su sano juicio intentaría escapar; simplemente, no había a dónde hacerlo. Tomsk quedaba a más de ochocientos kilómetros. En cuanto a Moscú, podría haber estado a la vuelta de la esquina y sería igualmente inalcanzable.”
Un millón de gotas
Víctor del Árbol
Destino, Barcelona 2014
Pág: 238-239



16 de maig 2017

la nit de Vàlia

Monika Zgustovà, nascuda a Praga l’any 1957, viu des dels anys vuitanta a Catalunya. És traductora, escriptora i periodista. És autora de sis novel·les entre les quals destaca La dona silenciosa, Jardí d'hivern i La nit de Vàlia, Premi Amat-Piniella 2014 a la millor novel·la de l'any.

Vàlia és una jove actriu que viu a la ciutat de Arjánguelsk. Quan està a punt de finalitzar la Segona Guerra Mundial, coneix a diversos militars nord-americans que es troben allotjats a l'hotel de la ciutat a l'espera de marxar cap al seu país. Valia s'enamora d'un d'ells, Bill, i es queda embarassada. Bill promet anar a buscar-la i Valia espera un retorn que a mesura que passen els mesos considera impossible. Mentre, treballa com a actriu i viu amb la seva mare i la seva filla petita en una duríssima postguerra. Però quan la seva filla té tot just dos anys, Valia, el pare havia estat afusellat a la Gran Purga de finals dels trenta i els trobades amb Bill no van passar desapercebuts als serveis de seguretat, és denunciada com espia americana, detinguda, empresonada i condemnada a treballs forçats a Sibèria.

La novel·la descriu els seus anys d'estada en els camps, sempre amb l'amenaça de perllongar per més temps la seva condemna si cometia el més mínim error. Tot just rep notícies de la seva mare ni de la seva filla i sobreviu gràcies al suport i la solidaritat dels altres presos polítics. El relat d'aquests anys és molt dur, ja que va estar sotmesa a xantatges, atacs, falses acusacions i a una infinitat d'abusos i menyspreus. Quan torna a la seva llar, continuen les dificultats, ja que porta amb si l'estigma de ser una presa política. No pot residir en cap capital important, li costa trobar feina i, a més, morta i la mare, té problemes per alimentar la seva filla. Gràcies a la seva insistència, té un retrobament amb Bill, que acaba fent un viatge a Moscou, encara que ella descobreix les intencions del KGB d'utilitzar aquesta relació per convertir-lo en espia. Valia assumeix la seva soledat i també el difícil que resulta explicar a la gent l'experiència dels anys viscuts a Sibèria. Només els que han patit alguna cosa similar són capaços d'entendre i d'ajudar, com li passa a Vàlia.


“–¿Mujeres en el gulag? –exclamé. Nunca me hubiera imaginado que en el gulag, que me imaginaba como el peor de los infiernos, podía haber no sólo hombres sino también mujeres. Jamás había oído hablar de un gulag para mujeres. Mis anfitriones moscovitas observaron mi sorpresa que sin duda les habrá parecido ingenua para no decir ignorante. Eso fue a principios de otoño de 2008, en Moscú.
Mis amigos me dieron un número de teléfono. Al día siguiente me reuní con un señor mayor, un antiguo prisionero del gulag. Me iba de su casa con varios números de teléfono en el bolsillo: el de Susanna y de Ella, el de Elena, Nadezhda, Zaira y Valentina.
Cada día me desplazaba en el metro y luego en autobuses y a pie a barrios inhóspitos en la periferia de Moscú. En algunos de ellos los rusos eran una pequeña minoría y uno se sentía como si se hubiera desplazado al oriente, al tercer mundo, a Uzbekistan o Tadyikistan. Con frecuencia la gente me seguía con la vista, seguramente por parecer distinta, y eso me incomodaba enormemente. Cada día me encontraba con una señora diferente, mayores todas ellas y con problemas al caminar. “Si todas las expresas somos unas minusválidas es por la malnutrición y el frío intenso que padecimos durante tantos años en el gulag”, me explicó Elena. Cada una me contó una historia distinta, todas escalofriantes y al mismo tiempo llenas de sabiduría vital.
Valia era la última mujer en la lista. Al salir de la última parada del metro y preguntar información sobre cómo llegar a Shcherbinka, el pueblo periférico de Valia, un joven ruso me informó de mala gana que para llegar al lugar de destino tenía que coger un tren que había que esperar varias horas desprotegida en una estación al aire libre. Tras mucho vacilar –ese día hacía un verdadero vendaval y la temperatura fue invernal– me armé de paciencia y al final subí en el tren. Para sentarme hubiera tenido que dar unos pasos entre varios borrachos que dormían o se revolcaban en el suelo, así que opté por quedarme de pie cerca de la puerta.
Me costó mucho encontrar la casa de la señora Valentina, porque en su pueblo no había carteles con nombres de las calles ni números en las casas. Al final, en un tercer piso me abrió una anciana tan desaliñada que daba pena. Se movía en una silla sobre ruedas como las que suele haber en los despachos; la señora Valentina no podía levantarse y por ello se había convertido en prisionera por segunda vez. Daba mucha lástima, pero era la más alegre y vital de todas las expresas del gulag que había visitado. “Llámeme Valia,” me sugirió en seguida. En un pequeño hervidor Valia preparó un té para ambas, me enseñó fotos de su enamorado americano, Bill, de la hija que tuvo con él, Bella, y varias fotos suyas de los años del gulag. Y se pasó el resto del día contándome su historia. Una historia de amor. Al llegar al final, me dijo:
–Escriba sobre mi vida, reina. Y sobre mi amor. Nos vimos poco y sin embargo pasamos medio siglo locamente enamorados.
Esa misma noche me puse a escribir la historia de Valia. "
Monika Zgustovà
La nit de Vàlia
(fragment)


15 de maig 2017

un océano


“A Gonzalo no le parecía que hubiera sido una muerte placentera. El rastro de sangre seca serpenteaba desde la puerta hasta debajo de la mesa. Había acudido allí a refugiarse lo mismo que un perro abandonado y moribundo. El gran charco se había secado dejando una enorme mancha oscura en el linóleo viejo, donde los sanitarios habían abandonado los rastros de su infructuosa batalla para devolverla a la vida: unos guantes de látex, vendas, capuchones de jeringuillas y una vía. Cuando la policía llegó al apartamento, la música sonaba a todo volumen. No supieron decirle qué pieza sonaba, incluso se molestaron cuando Gonzalo insistió, como sí eso no tuviera importancia. Pero la tenía, claro que la tenía; Gonzalo había visto el disco compacto encima del equipo de música. Laura había escogido la sinfonía número 7, Leningrado, de Shostakóvich para acallar el estruendo del disparo y los gritos de agonía ante los vecinos. Su madre detestaba al compositor; quizá esa era la razón por la que Laura lo había elegido.”



(…)

 “—Nunca le perdoné la muerte de nuestro hijo —afirmó con rotundidad, aunque sin una rabia que ya se había deshecho después de masticarla, tragarla y escupiría cada uno de los días de los ocho meses que habían pasado desde el día que Laura le dijo como enloquecida que alguien se había llevado a su hijo de la puerta del colegio, a plena luz del día, ante el pasmo y la inmovilidad de profesores y padres—. Al poco de conocernos, un día la encontré sentada a oscuras en el baño. Estaba llorando y temblaba como una hoja. Recuerdo que nunca la había visto así, y me asusté. Hablaba a borbotones entre sollozos, y las lágrimas se mezclaban con los mocos sin consuelo. Me dijo que no puede amarse a quien no se conoce, que el verdadero amor es solo el resultado de la verdad, y que el silencio solo sirve como engaño. No logré que me contara lo que le ocurría, apenas algunas frases incoherentes más como aquellas que balbuceaba. Al día siguiente volví a verla, entonces aún no vivíamos juntos, ella me besó largamente y me pidió que no le preguntara. Y yo respeté su voluntad. Debería haberme dado cuenta de que aquel ataque de desesperación encerraba algo dentro de su alegría aparente, algo que la estaba dañando sin remedio desde Dios sabía cuándo.
Los niños y las situaciones de pobreza o abusos que padecen eran una de sus obsesiones. Cada vez que aparecía una noticia prestaba una atención concentrada, pero apenas hablaba de ello. Para mí, que desde niño estuve bajo el calor y el cariño de los míos, aquellas escenas de abusos me resultaban inconcebibles, me apenaban, pero la verdad era que las sentía lejanas a nuestra realidad. En cambio, Laura sentía aquello como algo suyo, yo la veía descomponerse como si lo sufriera en carne propia. Empezó a escribir sobre el tema,  a investigar, participaba en asociaciones, incluso tuvimos varias veces niños de acogida en casa, niños que no sabían jugar, que lloraban por las noches y que al ir a bañarlos descubrían cuerpos heridos, quemaduras de cigarrillos, niñas que contaban historias terribles de padres enfermizos.  Laura despreciaba y odiaba con una fuerza increíble a quienes cometían aquellos abusos, los llamaba "ladrones de infancias" y se esforzaba día tras día en combatirlos, se multiplicaba hasta la extenuación, y pronto, me di cuenta de que aquello la estaba devorando. Le dije que no podía luchar ella sola contra toda la maldad del mundo, que sus esfuerzos solo eran una gota en un océano. Y ¿sabes lo que me respondió? "¿Qué es el océano, sino un millón de gotas?"


Un millón de gotas
Víctor del Árbol
Destino, Barcelona 2014
Pág: 49, 64 y 65

13 de maig 2017

l’artista al carrer 2017


“L’artista al carrer” a tornat un any més amb una exposició col·lectiva anomenada: “Somnis mediterranis, horitzons sense fronteres”, en la qual han participat companys de Vespres Literaris: Marutxi Beaumont, Sergi Martínez, Alfa María Martini y Carlos Utrera.  “El conjunt d’obres”, ens diu l’Associació d’artistes plàstics de Cerdanyola del Vallès, “evoquen els sentiments, vivències i emocions a l’entorn del nostre mar Mediterrani”

obra de Marutxi Beamount

obra de Sergi Martínez

obra de Alfa María Martini

obra de Carlos Utrera

L’acte d’inauguració l’ha tancat la cantant Susi Muñoz, amb un recull de cançons inspirades pel mar.




Les obres de l’exposició es tornaran a exposar durant tot el mes de juny a la sala d’exposicions de la Biblioteca Central de Cerdanyola del Vallès.






12 de maig 2017

desig de xocolata, acabem

Pierre Beaumarchais

“Vaig dedicar part de la tarda a recuperar forces i fer el meu minso equipatge. Ja estava acabant quan va entrar Beaumarchais, va tancar la porta i em va dir:
—Us ho he de preguntar de nou, amic Guillot. Em podeu donar la vostra paraula que no explicareu res del que aquí m'heu vist fer?
—La teniu. Llevat de la crònica que he escrit per a madame, de mi no....
—D'això precisament us volia parlar. De la crònica. Me l'haureu de lliurar.
—Com?
—És massa perillós. Suposo que heu parlat de mademoiselle d'Éon.
—És clar.
—I dels nostres tràfics del port.
—També.
Beaumarchais remenava el cap.
—Lliureu-me-la.
—No puc. Vaig donar la paraula, abans que a vós, a madame.
—Guillot, si us resistiu, us l'hauré de prendre.
—En sereu capaç?
—Compleixo ordres.
—De qui? Del rei?
—No heu de fer-ne res.
—Tan importants són, aquests assumptes vostres?
—Ho són. Si més no, fins que rebem notícies.
—Notícies de Boston. He sentit dir que allà la gent té set de llibertat. Es pensen que França els en donarà?
Em va mirar de fit a fit, amb ulls de puça.
—Vós vau dir...
—Que no recordava el nom de la ciutat on el vaixell ha d'atracar. Ja ho sé.
—I el recordeu.
—Ja heu vist que sí.
—De què més esteu al cas?
—Ah, de no gaires coses. Sé que monsieur Beaumont és un espia al servei de França, potser el millor. També sé que a palau s'aposten fortunes sobre quin és el seu sexe autèntic, però per ara ningú no ho ha pogut esbrinar.
—Em sorpreneu.
—Sospito, a més, que no és només en nom del rei que feu costat als rebels americans. Crec que hi heu implicat la vostra pròpia fortuna, que no és minsa.
—Som molts els gentilhomes de França que donem suport a la lluita contra els grillons anglesos en nom de la llibertat.
—És clar, ja ho entenc. Així els nous homes lliures estaran en deute amb vós.
—Està bé, Guillot. —Em va semblar que Beaumarchais perdia la paciència i es cansava de tanta xerrameca.
—Voldria aprofitar la tarda lliure per corregir l'escena d'una comèdia que estic acabant. Us faria res dir-me quina és la vostra oferta?
—Us lliuraré el quadern on he escrit la crònica per a madame Adélaïde.
—M'agrada que sigueu assenyat.
—En arribar a palau li diré, i vós em secundareu, que uns lladres ens l'han robat en un hostal del camí.
—Molt ben pensat.
—Reproduiré la crònica de viva veu si se'm demana, però callaré els episodis que voleu mantenir en secret.
—Sou un xicot eixerit.
—Llavors, no en parlem més. Demà us la donaré. Teniu la meva paraula.
—Demà? I per què no ara mateix?
—Perquè la vull acabar. Un autor mai no deixa sense final una obra seva, per petita que sigui, vós ho hauríeu de saber. Mai se sap quins ulls cauran sobre quines pàgines. Aquesta nit, un cop hagi enllestit la crònica que conté, el quadern serà vostre.”

Desig de xocolata
Care Santos
Planeta, 2014

pàg. 408-411

9 de maig 2017

calendari lectures propera temporada



13à. temporada


datatítolautor
02/09/2017Tierra desacostumbradaJhumpa Lahiri
07/10/2017El rumor del oleajeYukio Mishima
04/11/2017El procèsFranz Kafka
02/12/2017La piedra lunarWilkie Collins
13/01/2018RagtimeE.L. Doctorow
03/02/2018El tren de los huérfanosChristina Baker Kline
03/03/2018El jardín secretoFrances Hodgson Burnett
07/04/2018BarcinoM. Carmen Roca Costa
12/05/2018A cada cual, lo suyoLeonardo Sciascia
02/06/2018La luz que no puedes verAnthony Doerr
1r reservaAmb uns altres ulls. La biografia de Montserrat RoigBetsabé Garcia
2n reservaCuatro hermanasJetta Carleton