30 de set. 2015

zaita

“Contigua al Café de Kirsha, y adosada al inmueble de la señora Afífy, estaba la panadería. Ocupaba el ala izquierda de un edificio casi cuadrado, de muros irregulares. En el interior, las paredes estaban cubiertas de estantes y, entre el horno y la puerta, había la cama en que dormían los panaderos: Husniya y su marido Jaada. De no ser por el resplandor que se escapaba de la boca del horno, el local hubiera permanecido día y noche a oscuras. En la pared opuesta a la puerta, había otra más pequeña, de madera, que daba a un mísero cuartucho del que salía un hediondo olor a basura y a tierra, y que, como única ventilación, tenía una ventana que daba a un patio interior. Cerca de la ventana, en una repisa, una lámpara esparcía una luz tenue sobre un suelo de tierra lleno de desperdicios de todo tipo. El cuarto parecía un depósito de basura. La repisa en la que se había colocado la lámpara estaba adosada a lo largo del muro; en ella había botellas de todos los tamaños, diversos utensilios y un montón de vendas. El conjunto hubiera hecho pensar en el botiquín de un farmacéutico de no ser por su suciedad.
En el suelo, debajo del ventanuco, yacía una masa informe, replegada en sí misma, tan sucia y nauseabunda que no se hubiera distinguido del suelo a no ser por sus miembros, de carne y hueso, de una serie de elementos que, a pesar de todo, le conferían el derecho de ser considerado un ser humano. Se trataba de Zaita, el hombre que alquilaba el cuarto a la panadera Husniya.
Quien veía a Zaita una vez, lo recordaba el resto de su vida. Su apariencia era de una simplicidad asombrosa: un cuerpo delgado y negro del que colgaba una galabieh negra. Negro sobre negro, simplemente, y dos ranuras en las que el blanco de los ojos brillaba de una forma inquietante. Zaita no era negro, era un auténtico egipcio de tez naturalmente cobriza. Tampoco había sido negra la galabieh, en su origen. Pero en aquel tugurio todo terminaba siendo negro.
Con la otra gente que moraba en el callejón no mantenía prácticamente ninguna relación. No visitaba nunca a nadie y nadie le visitaba a él. No se interesaba por nadie y nadie se interesaba por él, salvo el doctor Booshy y los padres de familia que mencionaban su nombre cuando querían atemorizar a sus niños. Todos estaban al corriente de su oficio. Era una industria de envergadura por la que se merecía el tratamiento de «doctor», pero que él rehuía por consideración a Booshy. Se había especializado en la fabricación de lisiados y sus clientes eran los mendigos. Consistía el singular oficio en crear, con la ayuda de los utensilios de la estantería, la lesión más adecuada a cada personaje. Los clientes entraban en su cuarto en perfecto estado y salían de él ciegos, cojos, jorobados, mancos o con una pierna amputada. El azar le, había proporcionado la oportunidad de adquirir una gran habilidad en ello.”

El callejón de los milagros
Naguib Mahfouz
Alcor,1988
pág. 62-63


28 de set. 2015

sierra del segura


En un reciente viaje recalamos en la Sierra del Segura, un lugar que tan solo desde 1833 pertenece a la provincia de Jaén y que en el siglo XVIII fue declarada provincia marítima- de estos montes partió la madera que armo la Armada Invencible-. 

Pero más que su riqueza natural, que la tiene inmensa, nos dirigimos al núcleo de Los Llanos, en el corazón de la sierra, para conocer y charlar a José Laso e Ignacio Martínez, hijos de esta tierra y que han regresado a ella para, desde la recuperación de la memoria de sus gentes, proyectar este rincón maltratado y desconocido hacia el futuro.

José Laso pacientemente, desde hace veinticinco años, ha documentado con minuciosidad de etnógrafo, la sociedad serrana en un espacio que han denominado,  él y los miembros de la “Asociación Cultural la Esparteña”,       "Ecomuseo Alma Serrana”.  Ignacio, por su parte,  ha publicado, en la Editorial Montflorit, de nuestro compañero Josep Mª Riera, “El buey loco” “Interiores” y “La sierra mágica”, obras de ficción inspiradas en la dura realidad serrana.

Tras la visita al ecomuseo y cenar maravillosamente en una casa rural cercana al núcleo de Los Llanos (gracias Ignacio por vuestra hospitalidad),  charlamos sobre el pasado y las gentes que han nacido y vivido es estas serranías: como el oftalmólogo y escritor musulmán, nacido en la sierra del Segura en el siglo XI , que ya practicaba operaciones de cataratas en fechas tan lejanas o la abuela que vivió toda su vida en estos profundos valles soñando con ser aviadora. Como señala José Laso: “nos hemos calzado las esparteñas de nuestro pasado para luchar por el porvenir de nuestra tierra”

Os animamos a conocer esta parte del parque de Cazorla, Segura y las Villas diferente y muy alejado del parque temático en que se ha convertido el sur del mismo.

Para conocer más sobre este espacio, transcribimos el artículo aparecido en el diario Jaén y tres videos de CanalAndalucia:

La universidad del mundo rural

“Imparten educación ambiental, cultivan su propia huerta, crían a sus animales y elaboran desde mermeladas, a licores o dentífricos ecológicos. Son los miembros de la Asociación Cultural La Esparteña y el motor de 'Alma Serrana', una 'universidad del mundo rural', en las entrañas de Santiago-Pontones.
En el término municipal de Santiago-Pontones, más allá de Venta Rampias y antes de arribar a la aldea de La Toba, con el rumor constante de las aguas del río Madera como telón sonoro de fondo, un desvío en una angosta carretera de tramos retorcidos lleva hasta Los Anchos y a un genuino centro al que el tiempo, las visitas y el esfuerzo de sus responsables lo han convertido en “universidad del mundo rural”. Es el Ecomuseo Alma Serrana, un proyecto que nació, en 2002, de la mano de la Asociación Cultural La Esparteña y de la inquietud etnológica de José Laso Flores.
El gerente de “Alma Serrana” y presidente del colectivo cultural nació en Los Anchos y, “como tantos emigrantes de la zona” —dice—, también él tuvo que desarraigarse. Vivió “catorce años” en Gerona. Sin embargo, en 1992, decidió que quería darle un giro de 180 grados a su vida y “tras comprar una vivienda aquí [se refiere a Los Anchos]”, volvió a la sierra que lo gestó. “A partir de ahí, nos dimos cuenta de que había un patrimonio prácticamente perdido porque el medio rural se había despoblado y la identidad serrana estaba desapareciendo”, cuenta. Y con el objetivo de recuperarla, comenzó una ardua labor de recopilación de utensilios, enseres, postales, cartas antiguas, documentos y de entrevistas a los aldeanos de la zona —Laso Flores se jacta de disponer de “entre 70 y 80 horas de grabaciones inéditas de gente mayor”—, que pedía a gritos ser compartida y divulgada. Este fue el origen, en 1997, de La Esparteña y, un lustro después, de “Alma Serrana”. “Compramos dos antiguas viviendas que estaban casi en ruinas y las rehabilitamos para el ecomuseo, pero, ya antes, habíamos trabajado en temas de sensibilización de la cultura serrana para que la gente fuera consciente del valor de este patrimonio etnográfico”, indica. No obstante, cuando el ecomuseo entró en marcha, el colectivo se planteó un proceso de desarrollo alternativo en el medio rural que tuviera al museo como eje y, de esta forma, empezó a educar a las decenas de visitantes que reciben, cada año, en las técnicas tradicionales de aprovechamiento forestal, agrícola y ganadero como base del sustento de la población local. “Nos dimos cuenta de que esto no pertenecía al pasado, sino que estos conocimientos y los recursos locales nos servían para poder autoemplearnos y autogestionarnos y así se nos abrió un mundo de posibilidades infinito”, explica satisfecho Laso Flores. En este tiempo, la asociación ha continuado con su estudio del patrimonio rural, pero, además, promueve un sinnúmero de actividades, desde la elaboración de conservas, jabones, licores o dentífrico ecológico, al cultivo de una huerta y de un banco de semillas, o a la crianza de animales de corral, que han hecho de “Alma Serrana” un “museo vivo”, abierto todo el año. Porque —como insiste su gerente—: “No queremos tener un museo lleno de objetos solo para mostrar. Para nosotros, lo interesante es mantener vivos estos valores tradicionales día a día”. Y demostrar que “no es una utopía vivir así”. “Ahora más que nunca  —sentencia Laso Flores—, es necesario que la gente sepa subsistir”.
Nuria López Priego
Diario Jaén







27 de set. 2015

el carreró

"Se anunciaba la puesta de sol, envolviendo el callejón de Midaq en un velo de sombras, más oscuro aún porque estaba encerrado entre tres paredes, como una ratonera. Se entraba a él por la calle Sanadiqiya, y luego el camino subía en desorden, flanqueado por una tienda, un horno y un café a un lado, por otra tienda y un bazar al otro, para acabar de pronto, igual que acabó su pasado glorioso, ante dos inmuebles contiguos, compuestos de tres pisos cada uno.

Los ruidos del día se habían apagado y comenzaban a oírse los del atardecer, susurros dispersos, jaculatorias, "Buenas noches a todos", "Pasad, es la hora de la tertulia". "¡Sé bueno, tío Kamil, y cierra la tienda!", "¡Cambia el agua del narguile, Sanker!", “¡Apaga el horno, Yaada!", "Este hachís me oprime el pecho", "Cinco años de apagones y bombardeos es el precio que hemos de pagar por nuestros pecados. (…)

La luz de la mañana iluminaba el callejón y un rayo de sol daba contra la parte superior de las paredes del bazar y de la barbería. Sanker, el camarero del café, rociaba el suelo con agua de un balde. El callejón de Midaq se disponía a pasar otra de las páginas de su vida cotidiana. Los habitantes daban la bienvenida a la mañana con su griterío habitual. A aquella hora temprana, el tío Kamil, de manera poco usual en él, estaba de pie frente a una fuente de dulces rodeado por unos escolares y se llenaba el bolsillo con los céntimos que le daban. Enfrente, el barbero afilaba las navajas y Yaada, el panadero, transportaba las masas de las casas vecinas. Los empleados de Alwan comenzaron a llegar. Kirsha estaba sentado detrás de la caja, sumido en su habitual sopor. Cerca de él estaba el jeque Darwish, silencioso y postrado. A esta hora temprana, también la señora Afifi se asomaba a la ventana y despedía a su joven marido que abandonaba el callejón, camino de la comisaría en que trabajaba.

Así continuaba la vida en el callejón de Midaq, cuyo monótono ritmo apenas podía ser interrumpido por la súbita desaparición de una de sus muchachas o por el encarcelamiento de un hombre, incidentes que encrespaban las aguas durante unos instantes para volver, luego, a la calma -o a la quietud- del lago. Llegaba la noche y los incidentes del día pasaban al olvido".

El callejón de los milagros
Naguib Mahfouz
Alcor,1988
pág. 7 y 296


Jardín de infancia

un cuento de Naguib Mahfuz

"-Papá...
-¿Qué?
-Yo y mi amiga Nadia siempre estamos juntas.
-Claro, mujer, porque es tu amiga.
-En clase... en el recreo... a la hora de comer...
-Estupendo... es una niña buena y juiciosa.
-Pero en la hora de religión yo voy a una clase y ella a otra.

Miró a la madre y vio que sonreía, ocupada en bordar un mantel. Y dijo, sonriendo también:

-Sí... pero sólo en la clase de religión...
-¿Y por qué, papá?
-Porque tú eres de una religión y ella de otra.
-Pero, ¿por qué, papá?
-Porque tú eres musulmana y ella cristiana.
-¿Y por qué, papá?
-Eres aún muy pequeña, ya lo comprenderás...
-No, ¡soy mayor!
-No, eres pequeña, cariñito...
-¿Y por qué soy musulmana?

Debía ser comprensivo y delicado: no faltar a los preceptos de la pedagogía moderna a la primera dificultad. Contestó:

-Porque papá es musulmán... mamá es musulmana...
-¿Y Nadia?
-Porque su papá es cristiano y su mamá también...
-¿Porque su papá lleva gafas?
-No... Las gafas no tienen nada que ver. Es porque su abuelo también era cristiano y...

Siguió con la cadena de antepasados hasta aburrirse. Trató de cambiar el tema pero la niña preguntó:

-¿Cuál es mejor?

Dudó un momento antes de contestar:

-Las dos...
-¡Pero yo quiero saber cuál es mejor!
-Es que las dos lo son.
-¿Y por qué no me hago cristiana para estar siempre con Nadia?
-No, cariñito, es mejor que no. Hay que ser lo mismo que papá y que mamá...
-¿Y por qué?

Francamente: la pedagogía moderna es tiránica.

-¿Por qué no esperas a ser mayor?
-No. ¡Ahora!
-Bien. Digamos que por gusto. A ella le gusta más una y tú prefieres la otra. Tú eres musulmana y ella tiene otro gusto. Por eso tienes que seguir siendo musulmana.
-¿Nadia tiene mal gusto?

Dios confunda a ti y a Nadia. Había metido la pata a pesar de las precauciones. Se lanzó sin piedad al cuello de una botella.

-Sobre gustos no hay nada escrito. Lo único imprescindible es seguir siendo como papá y mamá...
-¿Puedo decirle que ella tiene mal gusto y yo no?

Salió al paso:

-Las dos son buenas: tanto el Islam como el Cristianismo adoran a Dios.
-¿Y por qué yo lo adoro en una habitación y ella en otra?
-Porque ella lo adora de una manera y tú de otra.
-¿Y cuál es la diferencia, papá?
-Ya lo estudiarás el año que viene o el otro. Por el momento confórmate con saber que Islam y Cristianismo adoran a Dios.
-¿Y quién es Dios, papá?

Se detuvo, reflexionó un segundo y preguntó, extremando las precauciones:

-¿Qué les ha dicho Abla?
-Lee la azora y nos enseña a rezar, pero yo no sé. ¿Quién es Dios, papá?

Se quedó pensando con sonrisa torcida. Luego:

-Es el Creador del mundo.
-¿De todo?
-De todo.
-¿Qué quiere decir Creador, papá?
-Quiere decir que lo ha hecho todo.
-¿Cómo, papá?
-Con su Sumo poder.
-¿Y dónde vive?
-En todo el mundo.
-¿Y antes del mundo?
-Arriba...
-¿En el cielo?
-Sí...
-Quiero verlo.
-No se puede.
-¿Ni en la televisión?
-No.
-¿Y no lo ha visto nadie?
-Nadie.
-¿Y por qué sabes que está arriba?
-Porque sí.
-¿Quién adivinó que estaba arriba?
-Los profetas.
-¿Los profetas?
-Sí, como nuestro señor Mahoma.
-¿Y cómo, papá?
-Por una gracia especial.
-¿Tenía los ojos muy grandes?
-Sí.
-¿Y por qué, papá?
-Porque Dios lo creó así.
-¿Y por qué, papá?

Contestó tratando de no perder la paciencia:

-Porque puede hacer lo que quiere...
-¿Y cómo dices que es?
-Muy grande, muy fuerte, todo lo puede...
-¿Como tú, papá?

Contestó disimulando una sonrisa:

-Es incomparable.
-¿Y por qué vive arriba?
-Porque en la tierra no cabe, pero lo ve todo.

Se distrajo un momento, pero volvió:

-Pues Nadia me ha dicho que vivió en la tierra.
-No es eso; es que lo ve todo como si viviese en todas partes.
-Y también me ha dicho que la gente lo mató.
-No, está vivo, no ha muerto.
-Pues Nadia me ha dicho que lo mataron.
-Qué va, cariñito, creyeron que lo habían matado pero estaba vivo.
-¿El abuelo también está vivo?
-No, el abuelo murió.
-¿Lo han matado?
-No, se murió.
-¿Cómo?
-Se puso enfermo y se murió.
-Entonces ¿mi hermana va a morirse?

Frunció las cejas y contestó advirtiendo un movimiento de reproche del lado de la madre:

-Ni mucho menos, ella se curará si Dios quiere...
-¿Por qué se murió entonces el abuelo?
-Porque cuando se puso enfermo era ya mayor.
-¡Pues tú eres mayor, has estado enfermo y no te has muerto!

La madre lo miró regañona. Luego pasó la vista de uno a otro azorada. Él dijo:

-Nos morimos cuando Dios lo dispone.
-¿Y por qué dispone Dios que nos muramos?
-Porque es libre de hacer lo que quiere.
-¿Es bonito morirse?
-Qué va, mi vida.
-¿Y por qué Dios quiere una cosa que no es bonita?
-Todo lo que Dios quiere para nosotros es bueno.
-Pero tú acabas de decir que no lo es.
-Me he equivocado, querida.
-¿Y por qué mamá se ha enfadado cuando he dicho que por qué no te habías muerto?
-Porque todavía no es la voluntad de Dios que yo muera.
-¿Y por qué no, papá?
-Porque Él nos ha puesto aquí y Él nos lleva.
-¿Y por qué, papá?
-Para que hagamos cosas buenas aquí antes de irnos.
-¿Y por qué no nos quedamos siempre?
-Porque si nos quedásemos no habría sitio para todos en la tierra.
-¿Y dejamos las cosas buenas?
-Sí, por otras mucho mejores.
-¿Dónde están?
-Arriba.
-¿Con Dios?
-Sí.
-¿Y lo veremos?
-Sí.
-¿Y eso es bonito?
-Claro.
-Entonces, ¡vámonos!
-Pero aún no hemos hecho cosas buenas.
-¿El abuelo las había hecho?
-Sí.
-¿Cuáles?
-Construir una casa, plantar un jardín...
-¿Y qué había hecho el primo Totó?

Por un momento se puso sombrío. Echó a la madre furtivamente una mirada desvalida, luego contestó:

-Él también había construido una casa, aunque pequeña, antes de irse...
-Pues Lulú el vecino me pega y nunca hace cosas buenas...
-Es que él ha nacido anormal.
-¿Y cuándo va a morirse?
-Cuando Dios quiera.
-¿Aunque no haga cosas buenas?
-Todos tenemos que morir. Los que hacen cosas buenas se van con Dios y los que hacen cosas malas se van al infierno.

Suspiró y se quedó callada. El padre se sintió materialmente aliviado. No sabía si lo había hecho bien o si se había equivocado. Aquel torrente de preguntas había removido interrogaciones sedimentadas en lo más hondo de sí. Pero la incansable criatura gritó:

-¡Yo quiero estar siempre con Nadia!
La miró inquisitivo y ella declaró:
-¡En la clase de religión también!

Se rió estrepitosamente, la madre también rió, él dijo bostezando:

-Nunca imaginé que fuera posible discutir estas cuestiones a semejante nivel...

Habló la mujer:

-Llegará el día en que la niña crezca y puedas razonarle las verdades.

Se volvió para comprobar si aquellas palabras eran sinceras o irónicas y la encontró enfrascada en el bordado."


homenatge



Avui, en les rodalies del cementiri de Collserola, Vespres Literaris a recordat el 40è aniversari de l'afusellament de Jon Paredes Manot, "Txiki" pel règim franquista.


26 de set. 2015

fotos ruta vinyoli-amaya



Música del video: "Sardana flamenca", de Toti Soler

Crònica ruta Vinyoli-Amaya

Joan Vinyoli amb la seva dona, Teresa Sastre. Anys 60
Foto: Arxiu Vinyoli
El dissabte 19 de setembre vam realitzar una visita a la vila de Begur per recordar dos il·lustres noms vinculats a la mateixa: Joan Vinyoli i Carmen Amaya.



Iniciem la visita al mirador del poeta, recordant la seva vida i les reflexions que va fer sobre el fet d’escriure poesia.  A continuació vam recórrer els llocs emblemàtics de la ciutat relacionats amb els molts anys que va estiuejar a la mateixa: el bar Tothora, el Centre Artístic Beguerenc, les dues cases d'estiueig, la plaça de la vila, el mirador de Sant Ramon i el Castell amb el seu botó de roda, centre de l’univers vinyolià a Begur.


En cada punt vam llegir poemes i comentaris de totes les seves obres: "Primer desenllaç", "De vida i somni", "Les hores retrobades", "El Callat", "Pel camí dels mesos", "Realitats", "Tot és ara i res "," Encara les paraules "," Ara que és tard "," Llibre d'amic "," El griu "," Cercles "," A hores petites "," Cants d'Abelone "," Domini màgic " i "Passeig d'aniversari".


Des de les altures espirituals del castell de Begur, ens vam dirigir al Mas Pinc, lloc de recolliment i refugi de Carmen Amaya. El Mas pinc és una típica masia catalana,  en la qual es conserva una de les poques torres de defensa originals del segle XVII i que van servir de protecció als seus habitants contra la pirateria. El 1961 Carmen Amaya compra el Mas Pinc i s'estableix en ell fins a la seva mort, el 19 novembre 1963.

En Mas Pinc rendim un homenatge a la catalana més universal i recordem el que van dir d'ella personatges com: Orson Welles, Fred Astaire, Charles Chaplin, Greta Garbo o Jean Cocteau.

D'ella mateixa va dir: “Nací a la orilla del mar. Mi vida y mi arte nacieron del mar.” 

Mas Pinc
AQUELLA CARMEN
Cuando Carmen,
cuando Carmen quedo quieta,
a las claritas del alba,
y se hizo mármol su cuerpo,
moreno de pura raza.
Barcelona,
Barcelona dando gritos,
mando doblar sus campanas,
y se quedo sin aliento
el compás de la sardana.
Y en aquel momento mismo,
se apagó el son de la zambra.

Carmen, gitana nacida
de un sarmiento y de un coral,
Carmen, era tu bata extendida,
la cola de un pavo real.
Cuando pasaste la raya
y tu llama se apagó
ya no canto la Zumaya,
ni la guitarra tembló,
Carmen, Carmen,
Carmen…¡Carmen!
Se murió Carmen Amaya,
y España entera lloró.

En Sevilla,
en Sevilla los espejos,
con su cristal de agua verde,
en los tablaos comentaban:
¿Por qué esa Carmen no vuelve?
La Malena,
La Malena hablaba sola,
La Niña rompió sus peines,
y Juana, la Macarrona
encendió un velón de aceite.
La Giralda está sin brazos,
y la Alhambra, sin cipreses.

Carmen, gitana moruna
de alfajores y de hollín.
Carmen, era tu bata una luna
de nardo en el Albaicin.
Cuando pasaste la raya
y tu llama se apagó
ya no cantó la Zumaya,
ni la guitarra tembló,
Carmen, Carmen,
Carmen…¡Carmen!
Se murió Carmen Amaya,
y España entera lloró.

Del Somorrostro en la playa,
ya su estrella se apagó
se derrumbó su muralla,
como la de Jericó
Carmen, Carmen,
Carmen…¡Carmen!
Se murió Carmen Amaya,
y el mundo entero lloró.

León y Solano



Després de recuperar forces al casino la Constància de Sant Feliu de Guíxols, vam visitar l'exposició Barcelona-París-Nova York, d'Urgell a O'Keeffe – en l’espai Carmen Thyssen del monestir de Sant Feliu de Guixols- . L'exposició mostra com ha evolucionat la representació de la ciutat des del Romanticisme fins a les avantguardes, i les tres metròpolis que donen títol a l’exposició en són l'exemple. Les influències estètiques i la personalitat dels artistes a l'hora de tractar el tema expliquen aquest pas del segle dinou al vint : el trànsit del món rural a la vida urbana i la transformació de la societat.  

"La nevada de 1887", de Joaquim Pursals
oli sobre tela

18 de set. 2015

Joan Vinyoli-Carmen Amaya



Demà els de Vespres Literaris farem un tastet de la poesia de Joan Vinyoli per Begur i l’art de la inoblidable Carmen Amaya. Una activitat que hem anomenat: “se’t farà tot clar”.

El mar és ple, però jo em passo dies
omplint-lo de mirada.


Joan Vinyoli




lectura del mes: obertura


“Muchos son los detalles que lo proclaman: el callejón de Midaq fue una de las joyas de otros tiempos y actualmente es una de las rutilantes estrellas de la historia de El Cairo. ¿A qué El Cairo me refiero? ¿Al de los fatimíes, al de los mamelucos o al de los sultanes? La respuesta solo la saben Dios y los arqueólogos. A nosotros nos basta con constatar que el callejón es una preciosa reliquia del pasado. ¿Cómo podría ser de otra manera con el hermoso empedrado que lleva directamente a la històrica calle Sanadiqiya? Además tiene el café que todos conocen como el Café de Kirsha, con muros adornados de coloridos arabescos. De los del callejón, actualmente desconchados, todavía se desprenden los olores de las antiguas drogas, populares especias y remedios de hoy y de mañana...
Aunque el callejón está totalmente aislado del bullicio exterior, tiene una vida propia y personal. Sus raíces conectan, básica y fundamentalmente, con un mundo profundo del que guarda secretos muy antiguos”.
El callejón de los milagros
Naguib Mahfouz
Alcor,1988
pág. 7


“El callejón de los milagros” es una novela de 1947, enmarcada en la etapa llamada “realista” de nuestro autor. Retrata un barrio cualquiera de El Cairo con fidelidad y minuciosidad extraordinaria. La historia se enmarca temporalmente en la etapa final de la Segunda Guerra Mundial.

La egipcia era una sociedad que en ese momento se debatía entre el cansancio por el sometimiento al largo protectorado británico y una fe ciega en la fe musulmana, entre un mundo que avanza tecnológicamente y unas costumbres que todavía no se modernizan. Los aires de occidente van llegando, la clase comerciante se adecua, pero es un momento de crisis económica y pobreza. Mahfuz ideológicamente era pro-occidental pero antibritánico y socialmente era lo que, en los años treinta, se denominaba un modernista: proponían una apertura hacia los avances de occidente.


Mahfouz dijo que se sorprendió cuando los críticos afirmaron que el personaje de Hamida era un símbolo de Egipto. Aunque él no lo plasmó como una alegoría explícita, posteriormente reconoció la conexión y que inconscientemente escribía sobre su país natal cuando imaginaba la evolución de la muchacha.

literatura en el món àrab, 6

Hanan al-Shaykh
Ibrahim, al-Ghitani y al-Kharrat son parte del panorama literario contemporáneo y todos continúan publicando; en el caso de Ibrahim y de al-Ghitani a veces a un ritmo de un libro por año. Al-Ghitani, hoy uno de los escritores más conocidos del mundo árabe, es además editor de la revista literaria de El Cairo Ajbar al-adab. Las obras de Ibrahim se traducen a los principales idiomas europeos en cuanto aparecen publicadas en árabe. Recientemente ha aparecido la traducción al francés del último libro de Ibrahim, al-Talasus (Voyerismo, 2007), una autobiografía, y Dafatir al-tadween: Rin (Escribiendo cuadernos: Rin, 2008). De cualquier manera, a estos nombres tan conocidos se han de añadir otros escritores que continúan publicando, como Ibrahim Aslán, Ibrahim Abdel-Meguid, Mohammed el-Bisatie y Mohammed al-Makhzangi. A Aslán quizá se le conozca mejor por su Malik al-hazin (La garza, 1983), una novela sobre la vida en la ciudad; mientras que el-Bisatie, con la obra Gu (Hambre, 2008), se ha  especializado en novelas basadas en el Egipto rural. Ibrahim Abdel-Meguid ha escrito extensamente sobre su Alejandría natal, con frecuencia reconstruyendo el pasado reciente de la ciudad. Al-Makhzangi, médico de profesión, ha escrito fantásticos relatos cortos, extraídos de su experiencia como médico en Egipto y en la ex Unión Soviética. Las colecciones de dichos relatos, entre ellos Rashq al-sikkeen (Arrojando el cuchillo) y al-Ati (El siguiente), aparecieron en los años ochenta y noventa. El último libro de Al-Makhzangi, una colección de fábulas de animales titulada Hayawanat ayyamna (Animales de nuestro tiempo, 2007) se ha convertido en un inesperado best seller, y no sólo entre el público infantil.

Además de estas reconocidas figuras, el panorama literario contemporáneo también incluye a jóvenes escritores de diferentes nacionalidades, incluido un importante número de mujeres. De un modo similar a la literatura escrita por mujeres en otras partes del mundo, las escritoras árabes han tomado a la mujer como tema principal. Aunque, por supuesto, los escritores también se han interesado por el cambio del rol de las mujeres en la familia y en el resto de la sociedad, así como por el proceso de modernización que las ha llevado a conseguir un mayor acceso a la educación, a la formación profesional y a la participación en la vida pública, especialmente Naguib Mahfuz en la Trilogía de El Cairo, estos temas han sido sobre todo de especial interés para las mujeres escritoras. Éstas han explorado dichos cambios a medida que tenían lugar en muchas sociedades árabes con el paso de los regímenes coloniales anteriores, o relacionados con ellos, desde los años cincuenta en adelante.

En Egipto, escritoras como Latifa al-Zayyat (1923-1996) y Nawal al-Saadawi han explorado la condición de las mujeres árabes en una serie de novelas y otro tipo de obras:  al-Bab al-maftuh (La puerta abierta, 1960) y al-Shayjuja wa qisas ujra (La vejez y otros relatos, 1986) de al-Zayyat y Mudakkirat tabiba (Memorias de una joven doctora, 1961), una autobiografía, y al-Wajh al-ari lil-mara al-arabiyya (La cara oculta de Eva: Mujeres en el mundo árabe, 1977), un examen de la condición de las mujeres en las sociedades árabes, de al-Saadawi. Otras escritoras que deberían mencionarse son Alifa Rifaat (1930-96) y Salwa Bakr. En Líbano, las obras escritas por mujeres incluyen Ana ahya (Yo vivo, 1958) de Leila Baalbaki y las obras de las mujeres llevadas al exilio por la guerra civil libanesa en los años setenta y ochenta, entre las que se encuentran Hanan al-Shaykh, Hoda Barakat y Ghada Samman. Entre otros temas, estas autoras han escrito sobre la guerra de Líbano y sobre la sociedad libanesa y la violencia masculina. Al-Shaykh, que comenzó su carrera escribiendo sobre vidas de mujeres en un Líbano sacudido por la guerra (Hikayat Zahra, traducido como La historia de Zahra), ha escrito recientemente sobre la experiencia de los árabes en el extranjero, en particular en Londres (Innaha London ya azizi, traducido como Esto es Londres). Por su parte, Barakat ha examinado los modos en los que tanto hombres como mujeres sufren a causa de las ideas dominantes sobre el sexo y el género (Hayar al-dahik, traducida como La piedra de la risa).
May Telmissany

Al mismo tiempo, las componentes de una nueva generación de escritoras árabes, incluidas May Telmissany y Miral al-Tahawy de Egipto y Rajaa Alsanea de Arabia Saudí, han escrito obras en las que examinan la experiencia de las mujeres jóvenes en las sociedades árabes actuales. Estas obras, entre ellas al-Badinyana al-zarqa (El color de la berenjena, 1999) de al-Tahawy y la primera novela de Alsanea, Banat al-Riyad (Chicas de Riad, 2005), han sido traducidas con rapidez.
 Munif, autor de una serie de novelas llamadas Mudun al-milh (Ciudades de sal), que aparecieron en árabe en los años ochenta, examinó en ellas el destino de un país imaginario, aunque con una cercana semejanza a los países del Golfo o a Arabia Saudí, que en el espacio de unas pocas generaciones pasa de ser parcialmente nómada y de vivir alrededor de los oasis a convertirse en algo parecido a lo que existe hoy día, y todo a causa del petróleo. Compartiendo puntos de vista con otros escritores de la generación de los sesenta, Munif escribió libros que exploraban el alcance de las torturas de la policía en el mundo árabe, Sharq al-mutawassit (Al este del Mediterráneo, 1975) y la historia de Iraq, Ard al-sawad (La tierra oscura, una trilogía de 1999).

Además de que hayan sido las mujeres escritoras las que se hayan cuestionado el orden patriarcal tradicional, escritores más jóvenes de todo el mundo árabe han seguido escribiendo novelas que critican el orden social y político heredados, del mismo modo en el que ya lo habían hecho los escritores de la generación de los sesenta. Manifiestan críticas contra el pasado y el presente y la búsqueda de soluciones para el futuro, ya sea en el contexto de Egipto o de Palestina y Líbano. Sin duda seguirán apareciendo más novelas sobre “el estado de la sociedad”, al menos mientras se perciba que la dirección de muchas sociedades árabes se ha quedado bloqueada y el deseo de cambio se haya frustrado. En Egipto, por ejemplo, An takun Abbas al-Abd (Siendo Abbas al-Abd, 2003) de Ahmad al-Aidy. Se trata de una novela que mezcla de un modo irreverente el lenguaje de las calles y de la cultura juvenil con fragmentos de discurso oficial y de elementos de la sociedad de consumo para producir un texto que se ha considerado como expresión del espíritu de la época contemporánea.

Bahaa Taher

Quizá esta tendencia a producir material analizando en detalle la naturaleza de la sociedad contemporánea –sobre todo por parte de autores que no pertenecen a la corriente dominante y que escriben desde la perspectiva de las mujeres en la sociedad patriarcal o de la de los jóvenes de sociedades que pueden parecer gerontocracias, o la de los liberales alarmados por la falta de un ethos auténticamente democrático en muchas sociedades árabes– se pueda relacionar con otras novelas que han llevado a cabo formas de investigación histórica, usando a veces el marco de un pasado lejano y otras el de un pasado más reciente. ¿Cómo hemos llegado a la situación en la que hoy nos encontramos?, parecen estar preguntándose. ¿Qué salió mal? Wahat al-gurub (traducida al inglés como Sunset Oasis, 2007) de Bahaa Taher, es un buen ejemplo de dichas preguntas sobre la historia.

Otra tendencia actual ha sido la aparición de obras producidas por escritores para minorías, como por ejemplo el autor egipcio nubio Haggag Hassan Oddoul, que ha escrito sobre la compleja suerte de los nubios, cuyas comunidades se extendían en el pasado por Egipto y Sudán, pero que fueron en gran parte desposeídos de sus tierras por la construcción de la presa de Asuán en los años sesenta. Las obras de Oddoul, por ejemplo, su Layali al-misk al-atiqa (traducida al inglés como Nights of Musk, noches de almizcle, 1989), proporcionan una perspectiva alternativa a los vastos proyectos del Estado que, tal como sucede en la China de hoy en día, se llevaron a cabo sin tener en cuenta las necesidades de las comunidades locales ni el impacto medioambiental.  Otro autor que ha proporcionado una visión minoritaria sobre estos temas ha sido el escritor libio Ibrahim al-Koni. En una serie de novelas que se centran en la experiencia de los tuareg, un pueblo nómada que vive en el sur de Libia y que se extiende hasta el vecino Chad, Mali y Nigeria, al-Koni nos ha proporcionado una especie de “eco-ficción”, es decir, una ficción cuyo tema es la relación entre la humanidad y el mundo natural, dando voz al mismo tiempo a las experiencias y a la visión del mundo de una, en ocasiones, ignorada minoría. Nazif al-hayar (traducida en inglés como The Bleeding of the Stone, 1990) es un buen ejemplo.

David Tresilian
en “Culturas”
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