27 de set. 2007

Las olas (4)

Portada de la primera edición

Virginia Woolf vertió en sus diarios, además del discurrir de sus días, múltiples reflexiones y las dudas que le asaltaban de continuo sobre sus creaciones literarias. En el caso del libro que nos ocupa, Woolf está obsesionada con el concepto del discurrir del tiempo; del inexorable paso de la vida y, por ende, con la soledad del individuo frente a este hecho y su fín inexorable: la muerte. Todos ellos son temas recurrentes en la obra de la autora inglesa, pero en esta obra adquieren dimensión y sentido en la mismísima estructura del libro. Veamos como expresa en su diario estas dudas y reflexiones en torno al desarrollo de la creación de Las olas.

Viernes 4 de enero 1929
“¿Es la vida muy sólida o muy cambiante? Me obsesionan las dos contradiccio­nes. Esto ha sucedido siempre; durará siempre; llega hasta el fondo del mundo, este momento en el que me hallo. También es transitorio, fugaz, diáfano. Pasaré como una nube sobre las olas. Tal vea sea que aunque cambiamos, volando uno tras otro, rápido, rápido, también somos de alguna forma sucesivos y continuos, los seres humanos; y dejamos pasar la luz. Pero ¿qué es la luz? Me impresiona la transitoriedad de la vida humana hasta tal punto que digo adiós a menudo; después de cenar con Roger, por ejemplo; o cuando calculo cuántas veces más veré a Nessa.”

Martes, 28 de mayo 1929
“Ahora respecto a este libro, Las falenas [ este iba a ser, en un principio, el título del libro. Falenas son unas mariposas de cuerpo delgado y alas anchas que se mantienen rígidas en las ramas de los árboles mimetizándose con ellas].. ¿Cómo voy a empezarlo? ¿Y qué ha de ser? No noto ningún gran impulso; ninguna fiebre; sólo un gran agobio de dificultad. ¿Por qué escribirlo entonces? ¿Por qué escribir nada? Todas las maña­nas escribo un pequeño boceto, para divertirme.
No digo, debo aclarar, que estos bocetos tengan ninguna relevancia. No trato de contar una historia. Pero tal vez se podría hacer así. Una mente pensando. Podrían ser islas de luz, islas en el río que estoy tratando de transmitir: la vida misma en marcha. La corriente de las falenas volando con fuerza en esa dirección. Una lámpara y una maceta en el centro. La flor puede estar cambiando siempre. Pero tiene que haber más unidad entre las escenas de la que puedo encontrar ahora. Podría llamarse autobiografía. ¿Cómo voy a hacer una etapa, o acto, entre la venida de las falenas, más intenso que otro, si sólo hay escenas? Se debe te­ner la sensación de que esto es el principio; esto es el medio; esto es el climax: cuando ella abre la ventana y entra la falena. Tendré las dos corrientes diferentes: las falenas volando; la flor erguida en el centro; un perpetuo desmoronarse y renovarse de la planta. En sus hojas ella podría ver que ocurren cosas. Pero ¿quién es ella? Estoy muy deseosa de que no tenga nombre. No quiero una Lavinia o una Penélope: quiero una «ella». Pero eso se vuelve afectado, modernista, artificioso de alguna manera: simbólico con túnicas sueltas. Por supuesto, puedo hacerla pensar hacia atrás y hacia delante; puedo contar historias. Pero no se trata de eso. También eliminaré el espacio y el tiempo exactos. Puede haber cualquier cosa al otro lado de la ventana; un barco, un desierto, Londres.”


Domingo, 23 de junio de 1929
“Sin embargo, ahora empiezo a ver Las falenas demasiado claramente, o por lo menos demasiado vigorosamente para mi comodidad. Creo que empezaré así: amanecer; las conchas en una playa; no sé... canto del gallo y del ruiseñor; y luego todos los niños en una mesa larga, lecciones. El principio. Bueno, habrá toda clase de personajes allí. Luego la persona que está en la mesa puede llamar a cualquie­ra de ellos en cualquier momento; y construir partiendo de esa persona el estado anímico, contar una historia; por ejemplo, de perros o de enfermeras; o alguna aventura infantil; todo muy al estilo de las mil y una noches, etc.; esto será la Infancia; pero no debe ser MI infancia; y barquitos en el estanque; la sensación de los niños; irrealidad; cosas con extrañas proporciones. Luego hay que elegir otra persona o figura. El mundo irreal debe rodear todo esto, las olas fantasmales. Debe entrar la falena: una sola y bella falena. Debe haber una flor que crece.
¿No podría conseguir que se oyeran las olas todo el tiempo? ¿O los ruidos de la granja? Algunos ruidos raros e irrelevantes. Ella podría tener un libro, un libro en el que leer, otro en el que escribir, cartas antiguas.
Luz de primera hora de la mañana, pero no hay que insistir en eso; porque debe haber gran libertad con respecto a la «realidad». Al mismo tiempo todo debe tener relevancia.
Bueno, todo esto es, por supuesto, la vida «real»; y la nada sólo aparece en su ausencia. He demostrado esto con bastante certeza durante la última medial» Todo se vuelve verde y vivificado dentro de mí cuando empiezo a pensar en i falenas. También, creo, una es mucho más capaz de entrar en otra...”

Miércoles, 25 de septiembre de 1929
Ayer por la mañana empecé otra vez Las falenas, pero ése no será el título. Y varios problemas claman enseguida pidiendo una solución. ¿Quién lo piensa? ¿Estoy yo fuera del pensador? Se necesita un recurso que no sea un truco.

Miércoles, 2 de octubre de 1929
… estos últimos días, he prendido fuego a mi libro, creo, lo he puesto en marcha; pero a un ritmo como el de los tiempos de El cuarto de Jacob y La señora Dalloway: una página como máximo, y mucho tiempo sentada chupando la pluma.

Viernes, 11 de octubre de 1929
Y me aferró a la idea de escribir aquí para no escribir Las olas o Las falenas, o como quiera que vaya a llamarse. Una cree que ha aprendido a escribir deprisa; y no es así. Y lo que es raro es que no estoy escribiendo con entusiasmo o con placer: a causa de la concentración. No estoy recitando de una tirada; sino balbuceando. Además, nunca en mi vida he acometido un proyecto tan vago y al mismo tiempo complejo; cada vez que hago una marca tengo que pensar en su relación con otras doce. Y aunque podría continuar con bastante facilidad, siempre estoy parándome a considerar el efecto de conjunto. En particular, ¿hay algún defecto radical en mi plan? No estoy completamente satisfecha con este método de escoger cosas de la habitación y que me recuerden otras cosas. Sin embargo no puedo por el momento concebir nada que esté tan próximo al proyecto original y que admita movimiento.
Martes, 5 de noviembre de 1929
… estoy más preocupada por mis Olas. Acabo de pasar a máquina el trabajo de la mañana; y no puedo sentirme totalmente segura. Hay algo ahí (como notaba con La señora Dalloway) pero no puedo dar con ello plenamente; nada como la velocidad y la certeza de Al faro; Orlando, un simple juego de niños. ¿Hay alguna falsedad, de método, en alguna parte? ¿Algo tram­poso? ¿De modo que las cosas interesantes no están firmemente fundadas? Estoy en un estado extraño; noto una escisión; aquí está la cosa interesante; y no hay una mesa bien sólida donde colocarla. Puede que me venga como en un relám­pago, al releer, algo solvente. Estoy convencida de que hago bien en buscar un sitio donde pueda poner a mi gente contra el tiempo y el mar, pero, Dios, qué difícil atrincherarse ahí, con convicción. Ayer tenía convicción; hoy ha desapare­cido. Sin embargo, he escrito 66 páginas.
Jueves, 26 de diciembre de 1929
Todo es maravilloso, sencillo, rápido, eficaz... salvo mis tanteos con Las olas. Escribo dos páginas de puros disparates después de grandes esfuerzos; escribo variaciones de cada frase; componendas; tentativas fallidas; posibilidades; hasta que mi cuaderno es como el sueño de un lunático. Luego confío en la inspiración al releer; y les doy cierto sentido a lápiz. Pero no estoy satisfecha. Creo que le falta algo. No le sacrifico nada al decoro. Voy derecha a mi centro. No me importa si luego lo tacho todo. Y hay algo ahí. Ahora me inclino a hacer tentativas violentas, respecto a Londres, al diálogo; abriéndome paso implacablemente, y luego, si no sale nada, por lo menos he examinado las posibilidades. Pero desearía disfrutarlo más. No lo tengo en la cabeza todo el día como Al faro y Orlando.

Domingo, 26 de enero de 1930
Estoy adherida a ese libro (Las olas), quiero decir pegada a él, como una mosca a un papel engomado. A veces pierdo el contacto; pero sigo; luego siento de nuevo que, al fin, por métodos violentos —como cuando uno se abre camino por entre el tojo—, he puesto las manos en algo central. Tal vez ahora pueda decir algo directo; y extenso; y no necesite estar siempre moldeando una línea para darle a mi libro la forma adecuada. Pero cómo unirlo, cómo mezclarlo y comprimirlo para darle unidad, no lo sé; tampoco puedo adivinar el final, puede que sea una gigantesca conversación. Los interludios son muy difíciles, pero creo que esenciales; para tender puentes y también dar un fondo: el mar, la naturaleza insensible, no sé. Pero pienso, cuando siento esta repentina naturalidad, que tiene que ser adecuada; en cualquier caso, ninguna otra forma de ficción se insinúa, salvo como repetición, en este momento.

Domingo, 16 de febrero de 1930
No ceso de inventar la escena de Hampton Court en Las olas. ¡Dios, me pregunto si sacaré adelante este libro! Hasta ahora no es más que un revoltijo de fragmentos

Viernes, 28 de marzo de 1930
Sí, pero este libro es una cosa muy rara. Tuve un día de embriaguez en el que me dije que los hijos no eran nada comparados con esto. Cuando me quedé contemplando todo el libro completo, y me peleé con Leonard (a causa de Ethel Smyth) y me fui a pasear hasta que se me pasó, sentí la presión de la forma —el esplendor y la grandeza— como, quizás, no lo había sentido nunca. Pero no lo terminaré apresuradamente en estado de embriaguez. Sigo trabajando con ahínco; y encuentro que es el más difícil y complejo de todos mis libros. Cómo acabarlo, salvo con una tremenda discusión en la que cada vida tenga su voz, un mosaico, un... No sé. La dificultad consiste en que está todo a gran presión. No he dominado aún la voz narradora. Sin embargo, hay algo ahí; y me propongo continuar afanándome, arduamente, y luego reescribir, leyendo gran parte de ello en alto, como la poesía. Permitirá expansión. Está comprimido, creo. Es —sea lo que sea lo que haga con ello— un gran tema potencial; cosa que Orlando no era, quizás. En cualquier caso, he saltado mi valla.

Miércoles, 9 de abril de 1930
Lo que pienso ahora (acerca de Las olas) es que con muy pocas pinceladas puedo dar los rasgos esenciales del carácter de una persona. Hay que hacerlo de un modo atrevido, casi como una caricatura. Ayer he entrado en lo que podría ser la última etapa. Como todo el resto del libro, avanza a trompicones. Nunca me salgo con la mía; sino que voy frenada. Espero que esto sirva para dar solidez; y debo medir mis frases. El abandono de Orlando y Al faro está muy contrarrestado por la extremada dificultad de la forma, como sucedía en El cuarto de Jacob. Creo que esto es el máximo progreso hasta ahora; pero, por supuesto, puede que falle en alguna parte. Creo que me he atenido estoicamente a la idea original. Lo que me temo es que la reescritura tenga que ser tan drástica que tal vez lo estropee por completo. Es inevitable que sea muy imperfecto. Pero creo que es posible que haya erigido un monumento.


Miércoles, 23 de abril de 1930
Ésta es una mañana muy importante para la historia de Las olas, porque creo que he vuelto la esquina y veo ante mí la última etapa. Creo que he puesto a Bernard en el trecho final. Ahora seguirá recto y luego se parará en la puerta; y luego habrá una última imagen de Las olas. Estamos en Rodmell y supongo que me quedaré un día o dos más (si me atrevo) para no romper la corriente y terminarlo. Oh, Señor, y luego un descanso; y después un artículo; y después la vuelta a este horrendo moldear y dar forma. Puede que haya alguna alegría en ello de todas formas.

Martes, 29 de abril de 1930
Acabo de terminar, con esta misma cantidad de tinta, la última frase de Las olas. Creo que debo hacer constar esto para mi propia información. Sí, ha sido el mayor esfuerzo mental que he conocido; ciertamente las últimas páginas; creo que no decaen tanto como de costumbre. Y creo que me he atenido rigurosa y ascéticamente al plan. De eso puedo felicitarme. Pero nunca he escrito un libro tan lleno de agujeros y parches; necesitará una reconstrucción, sí, no sólo una remodelación. Sospecho que la estructura es equivocada. No importa. Podía haber hecho algo fácil y fluido; y esto es un intento de plasmar esa visión que tuve aquel desgraciado verano —o tres semanas— en Rodmell, después de terminar Al faro. (Y eso me recuerda que debo proporcionar rápidamente alguna otra cosa a mi mente, porque, de lo contrario, se pondrá otra vez rezongona y triste; algo imaginativo, a ser posible, ligero; porque me cansaré pronto de Hazlitt y las críticas después del primer y maravilloso alivio. Y me siento agradablemente consciente de varios esbozos en el fondo de mi cabeza; una vida de Duncan; no, algo sobre unos lienzos que brillan en un estudio; pero eso puede esperar.)
Tengo que subir corriendo y asomarme y decírselo a Leonard y preguntar por Lottie, que ha estado buscando casa; y, por cierto, me temo que perjudicó la etapa de ayer con sus vicisitudes.
Pm. Y pienso mientras voy andando por Southampton Row: «Y os he dado un nuevo libro».

Jueves, 1 de mayo de 1930
… deseo volver a Las olas. Sí, esa es la verdad. Diferente de mis otros libros en todos los sentidos, lo es también en éste, que empiezo a reescribirlo y concebirlo de nuevo con ardor nada más terminarlo. Empiezo a ver lo que tenía en mente; y deseo comenzar a cortar grandes cantidades de cosas improcedentes, a desbrozar, a afilar y a hacer que brillen las frases buenas. Ola tras ola. No hay espacio, etc.

Martes, 30 de diciembre de 1930
Lo que necesita, probablemente, es unidad; pero creo que es bastante buena (estoy hablando conmigo misma de Las olas junto al fuego). ¿Y si pudiera unir más todas las escenas? Por medio del ritmo, principalmente. Para evitar esos cortes; para hacer que la sangre corra como un torrente de una punta a la otra. No quiero el desperdicio que producen las rupturas; quiero evitar los capítulos; ése es precisamente mi logro, si hay alguno aquí: una integridad saturada, sin tajos; cambios de escena, de talante, de persona, hechos sin derramar ni una gota. Si ahora pudiera rehacerla con calor y fluidez, es todo lo que necesita. Y estoy lista para pelear. Pero de todas formas he ido a Lewes y los Keynes vinieron a tomar el té; y una vez que he montado sobre la silla, el mundo entero encaja bien; es escribir esto lo que me da el sentido de la medida.

Lunes, 2 de febrero de 1930
Me parece que estoy apunto de terminar Las olas. Creo que quizá la termine el sábado. Es sólo una nota del autor: jamás me he estrujado tanto el seso para escribir un libro. La prueba está en que soy casi incapaz de leer o escribir otra cosa. Sólo puedo descansar a mis anchas al término de la mañana. Oh, Dios, qué alivio cuando termine esta semana, y tenga por lo menos la sensación de que he conseguido lo que quería y he terminado este largo trabajo, y la visión ha llegado a su fin. Creo que he conseguido hacer lo que quería hacer; desde luego, he alterado el proyecto considerablemente; pero tengo la sensación de que he perseverado, directa o indirectamente, en decir ciertas cosas que me proponía decir. Supongo que cabe la posibilidad que haya empleado tanto el método indirecto que el libro sea un fracaso desde el punto de vista del lector. Pero da igual, de todos modos es un valeroso intento. Algo por lo que he luchado, creo. Y, luego, la delicia de la liberación, la delicia de poder holgar, y de no estar preocupada por lo que pueda suceder; y luego podré leer de nuevo con toda atención, lo cual es algo que me atrevo a decir no he hecho en los últimos cuatro meses. He tardado dieciocho meses en escribirlo, y me parece que no podremos publicarlo hasta octubre.

Sábado, 7 de febrero de 1930
Ahora, durante los pocos minutos que me quedan, debo hacer constar que he terminado Las olas. He escrito las palabras Oh muerte hace quince minutos, habiéndome deslizado sobre las diez últimas páginas con momentos de tal intensidad e intoxicación que tenía la impresión de avanzar a trompicones siguiendo a mi propia voz, o casi la voz de un orador (igual que cuando estaba loca), lo que casi me da miedo, y recordaba las voces que volaban ante mí. De todas maneras, ya está hecho; y he estado sentada, durante estos quince minutos, en estado de beatitud, y de calma, y con algunas lágrimas, pensando en Thoby y en la posibilidad de escribir Julian Thoby Stephen, 1881-1906, en la primera página. Creo que no es posible. ¡Cuán física es la sensación de triunfo y de alivio! Para bien o para mal, está acabada; tal como con toda claridad sentí al final, no sólo terminada, sino acabada, redondeada, completa, con la manifestación efectuada, aun cuando me consta que lo es de manera fragmentaria y apresurada; pero quiero decir que he atrapado en mis redes aquella aleta, en la inmensidad de las aguas, que apareció ante mi vista sobre las tierras pantanosas, cuando me hallaba a la ventana en Rodmell y me disponía a dar remate a Al faro.
Lo que más me interesa en la última etapa es la libertad y la audacia con que mi imaginación cogió, utilizó y echó a un lado todas las imágenes y símbolos que había preparado. Tengo la seguridad de que ésta es la correcta manera de utilizarlos, y no a modo de piezas separadas, como intenté al principio, coherentemente, pero sólo como imágenes, sin conseguir jamás que actuaran, sino sólo que fueran sugerencias. Por esto tengo esperanzas de haber mantenido el sonido del mar y de los pájaros, el alba y el jardín, subsconcientemente presentes, cumpliendo su función subterránea.

24 de set. 2007

Las olas (3)

Nos enfrentamos a una novela experimental, enraizada en las experiencias personales de la autora y de sus refexiones intelectuales (filosofía bersogniana, la influencia del Ulyses de Joyce, o del Proust de En busca del tiempo pérdido y de la pintura impresionista). ¿Qué dice al respecto Virginia Woolf?
"El tema propio de la novela no existe: todo constituye el tema propio de la novela"
Virginia Woolf
"Examinemos, por un instante, un cerebro normal en un día cualquiera. La mente percibe miríadas de impresiones triviales, fantásticas, ya efímeras, ya grabadas con la precisión del acero. Ellas surgen de todas partes, en un incesante espectáculo de innumerables átomos, y a medida que caen, a medida que adquieren forma en la vida del lunes o del martes, el acento cae diferente al de antaño; el momento de importancia ocurrió aquí y no allá; de modo que si el escritor fuera un hombre libre y no un esclavo, si pudiera escribir lo que desea y no lo que debe, si pudiera basar su obra en su propio sentimiento y no en convencionalismos, no habría trama, ni comedia, ni tragedia, ni interés amoroso, ni catástrofe en el estilo establecido. La vida no es una serie de lámparas dispuestas sistemáticamente; la vida es un halo luminoso, una envoltura semitrasparente que nos rodea desde el nacimiento de nuestra conciencia hasta el fin. ¿No es acaso la tarea del novelista coger este espíritu cambiante, desconocido, ilimitado, con todas sus aberraciones y complejidades y con la menor mezcla posible de los hechos exteriores y ajenos?"
Virginia Woolf
No encontramos exposición, nudo y desenlace en la obra de Woolf, su prosa es un continuo ir y venir de impresiones , de puro sentimiento. ¿Prosa poética?, ¿Poesía prosística?

Aviso lectura Noviembre 2007

En relación con la lectura del mes de noviembre, El corazón helado de Almudena Grandes, como la biblioteca no nos puede ofrecer ejemplares suficientes leeremos Madame Bovary, de Gustave Flaubert. Por consiguiente, el libro de la Grandes pasa al mes de junio de 2008.

23 de set. 2007

Las olas (2) La autora

Virginia Woolf
Hola amigas y amigos de Vespres Literaris. El libro que habeís escogido para vuestra lectura es uno de los que más dificultades me supuso su elaboración, pero espero que a lo largo de la lectura os llegue el sonido del mar y de los pájaros, el alba y el jardín de Rodmell, que fueron mi inspiración.

Me presento, soy conocida en el universo de las letras como Virginia Woolf. Nací el 25 de enero de 1882 en el 22 de Hyde Park Gate, Kensington, y me pusieron de nombre Adeline Virginia Stephen. Mi papá es el futuro Sir Leslie Stephen, crítico, historiador y miembro de la alta sociedad londinense y, en cuanto a lo que a mi me interesa, poseedor de una mágnifica biblioteca que utilizaré con pasión. Mi madre, Julia , de soltera Jackson, se casó con papá el 26 de marzo de 1878. Los dos eran viudos y mi mamá, tan hermosa y jovial en las fotos de jovencita, siempre estaba seria y ausente en casa, recordando a su primer marido, Herbert Duckworth. La pobre murió el 5 de mayo de 1895, ha sido el peor desastre que nos podía pasar. Yo la adoraba e idolatraba, pero se hundió como una nadadora eshausta. En esas fechas, os he de confesar, tuve mi primera y una de mis más serias depresiones. Mamá

Mis hermanastros, Gerald y George, especialmente este último, abusaban de mí. Todos los pequeños, Vanessa, Thoby, Adrian y yo, quedamos al cuidado de nuestra hermanastra Stella. Stella, muere el 19 de julio de 1897 . Desde ese momento, Vanessa y yo quedamos al cuidado de nuestro padre.



Con mi papá

Vanessa y yo tuvimos que estudiar, por decisión paterna, en casa. Nos hubiera gustado ir a estudiar a Cambridge como nuestros hermanos, pero las rigidas costumbres de entonces nos lo impidieron. En contra de convencionalismos, decidimos establecer un pacto: Vanessa sería la artista y yo la escritora y escapariamos de nuestro destino de esposas y madres, de "ángeles del hogar".


Vanessa, Stella y yo

Así, cuando padre muere el 12 de febrero de 1904, los hermanos Stephen decidimos mudarnos al barrio de Bloombury para respirar un cierto aire de liberación. Por cierto, tengo una segunda depresión. En el nuevo hogar hay un ambiente de camaradería y, junto a algunos vecinos, iniciamos unas reuniones informales todos los jueves. Con el tiempo nos denominaran "el círculo de Bloombury". El grupo es variopinto, hay escritores como E. M. Foster o Gerald Brenan, economistas como J.M. Keynes o Leonard Woolf (éste, mi futuro marido, judio y activista en sociedades socialistas y uno de los fundadores del Labour Party), filósofos como Bertrand Russell o Ludwing Witgenstein, artístas como Dora Carrington y mi estimada Vanessa o críticos de arte como Roger Fry. En las sesiones hablamos de todo, literaura, arte, leemos a Bergson o descubrimos el impresionismo francés. Fue una época excitante culturalmente y de rompimiento con la sociedad eduardiana del momento.

El 20 de noviembre de 1906, después de un viaje por Grecia que hicimos los hermanos Stephen, mi queridisimo hermano Thoby muere de fiebre tofoidea. No me recuperare nunca de su pérdida. Dos días después Vanessa se casa con Clive Bell. En 1908 nace Julian, el primer hijo de Vanessa y en 1910 Quentin, el segundo. Durante un tiempo tendre unos celos terribles de Vanessa, de su matrimonio y de su maternidad.

En Agosto de 1912 me caso con el judio y sin un penique, Leonard Woolf. La vida matrimonial, para que os voy a engañar, no fue un nido de rosas. En 1913 intento suicidarme, por suerte cuento con la infinita bondad y paciencia de Leonard. En 1915 Leonard y yo alquilamos La Hogarth House, en Richmond , coincidiendo con la publicación de mi primera novela Fin de viaje, y en 1917 compramos una pequeña imprenta que colocamos en el comedor de casa; ha nacido la Hogarth Press, con el tiempo una reconocida editorial que publicara obras de T.S. Elliot o Freud, por ejemplo, amén de las mias, por supuesto.Con mi sobrina Angelica

En 1919 compramos Monk's House, en Rodmell, a partir de aquí la actividad literaria, ensayistica y social es intensa, pero, sinceramente, la única vida exitante, para mi, es la vida imaginaria, la de mis libros, narraciones, mi mundo interior; porque cuando escribo, soy tan sólo una sensibilidad. En octubre de 1931 ve la luz Las olas, la obra que estaís leyendo; coincidiendo con la publicación tengo una fuerte depresión En 1937 muere en España, en la Guerra Civil, mi querido sobrino Julian, acudo en ayuda y socorro de Vanessa que cae en una profunda depresión. Ironías del destino, yo ayudando a Vanessa.

El 28 de marzo de 1941, cansada de luchar contra mis fantasmas y las voces que me asaltan continuamente, salgo a pasear por el campo, como hago habitualmente, en la ribera del río Ouse lleno mis bolsillos de piedras y me adentro en el cauce, lentamente.





NOVELAS


1915 Fin de viaje (The Voyage Out)
1919 Noche y día (Night and Day)
1922 El cuarto de Jacob (Jacob's Room)
1924 La señora Dalloway (Mrs Dalloway)
1927 Al faro (To the Lighthouse)
1929 Orlando
1931 Las olas (The Waves)
1937 Los años (The Years)
1941 Entre actos (Between the Acts)







NARRACIONES

1919 Jardines de Kew
1923 La señora Dalloway
1944 La casa encantada y otros cuentos
1975 Freshwater
1985 Relatos completos

BIOGRAFÍAS

1929 Orlando
1933 Flush
1940 Roger Fry





ENSAYOS




1929 Una habitación propia
1938 Tres guineas
1947 La torre inclinada y otros ensayos
1979 Las mujeres y la literatura



MEMORIAS

1976 Momentos de vida
1975-1980 Cartas a mujeres y Dardos de papel
1977-1984 The Diary of Virginia Woolf
1990 Diario de una escritora, Diario intimo y Diarios 1925-1930.

14 de set. 2007

El árbol de Vespres Literaris

El árbol de Vespres El árbol que el Ayuntamiento de Cerdanyola del Vallès donó al de Torres de Segre ,con motivo de nuestras III Jornadas Gastronómicas, ya está plantado en un lugar destacado del pueblo, en una plaza presidida por los edificios de la Iglesia Parroquial y el Ayuntamiento.

De momento es un ejemplar jóven y que pasa un poco desapercibido, mas con paciencia, cariño y muchos mimos, lo veremos crecer juntos.

10 de set. 2007

Senderismo

GR-11

Nuestra querida amiga Carme G. nos hace llegar, para todos/as aquellos que estén interesado/as en estirar un poco las piernas, el calendario de salidas del último cuatrimestre del año del CER (Centre excursionista de Ripollet).
22/09/2007
15ª etapa del GR-11 Arinsal-Àreu (25 Km.)
06/10/2007
16ª etapa del GR-11 Àreu- Tavascan (17 Km.)
10/11/2007
1ª etapa del GR-192 (ruta del vent) Cambrils-Mare de Dèu de la Roca (16 Km.)
15/12/2007
2ª etapa del GR-192 Mare de Dèu de la Roca- Masboquera (18 Km.)
Interesados/as ponerse en contacto con:
Mª Carmen Álvarez, teléfono: 645 10 32 92

2 de set. 2007

Las olas (1)

" Siento brotar en mí ahora mismo por lo menos seis relatos, y siento por fin, que puedo traducir a palabras todos mis pensamientos ¿Y si fuera a convertirme en una novelista interesante -no digo en uno de los grandes- pero sí interesante? Curiosamente -para lo vanidosa que soy- hasta ahora no he tenido mucha fe en mis novelas".

"La sensación de que la primera hora de cada mañana es algo tan dulce y calmo como el suave golpe de una ola, unida al presentimiento casi permanente de que algo horroroso está siempre a punto de ocurrir."
Virginia Woolf
Leyendo Las olas

Propuesta para la cena literaria



Juan M. propuso en el encuentro de ayer que ,a las cenas que celebramos tras nuestros encuentros literarios ,se podrían elaborar platos típicos de las comunidades autónomas que celebren su día ese mes.
Para aclarar qué comunidad y cuándo celebra su día, ahí va un calendario orientativo:
Enero: ninguna.
Febrero: Andalucía, 28.
Marzo: Illes Balears, 1 .
Abril: Pais Vasco, 9; Castilla y León: 23 y Aragón: 23.
Mayo: Madrid, 2; Canarias, 30 y Castilla la Mancha, 31.
Junio: Murcia, 9 y La Rioja, 9.
Julio: Inhábil para Vespres ( Galicia, 25).
Agosto: Inhábil para Vespres (ninguna).
Septiembre: Ceuta: 2; Extremadura: 8; Asturias: 8 y Catalunya, 11, Cantabria, 15; Melilla, 17.
Octubre: Comunidad Valenciana, 9.
Noviembre: ninguna .
Diciembre: Navarra, 3.

RECTIFICACIÓN CALENDARIO 2007-2008



En el día de ayer, primer encuentro de este curso 2007-2008, se decidió de forma unánime que los cursos lectivos de Vespres Literaris sean de diez meses (de septiembre a junio de cada año).
En consecuencia el libro de Julio 2008: "Si menges una llimona sense fer ganyotes" de Sergi Pàmies pasa a ser la primera lectura del curso 2008-2009.