30 de gen. 2011

Taula rodona

El grup Itaka organitza , el proper dijous 3 de febrer, una taula rodona a l’Ateneu de Cerdanyola del Vallès, 19.00 hores,  amb un  tema, malauradament, d’actualitat:  Crisi econòmica i els seus efectes en la salut. Els ponents son Carmen Lisbona,  Joan Begué, metges de família i Xavier Martorell, psicòleg.

Cartell de l'activitat

29 de gen. 2011

nuevo espacio


Nuestro amigo Eugenio,  reconocido dibujante, diseñador gráfico e ilustrador -  y autor del logotipo  de nuestro grupo- ,  ha estrenado espacio propio en Internet.  Arriba podéis ver la captura de pantalla del blog y aquí os dejo el enlace:   eufepru. ¡Un abrazo, Eugenio, bienvenido!

28 de gen. 2011

Jack London y Alaska

Jack London

Narrador de los rigores de una tierra extrema, el 25 de julio de 1897 Jack London (1876-1916) abordó un barco de vapor que lo llevaría a la ciudad de Skagway, en Alaska, donde comenzaría un penoso viaje hacia la ciudad de Dawson, en el Yukón,  en pos de  oro. La dureza del viaje, la enfermedad que le sobrevino durante el invierno y la vida  en un medio que exige una lucha constante contra la muerte, hicieron muy breve la estancia de London en Alaska, pero fueron suficientes para inspirar, junto a las historias que le contaban otros aventureros,  relatos, como  este “Amor a la vida”, del cual transcribimos unos fragmentos.

“No había árboles ni arbustos; nada sino un océano gris de musgo apenas salpicado de rocas grises, lagunas grises y arroyuelos grises. El cielo era gris. No había ni sol ni el más leve indicio de su existencia. No tenía idea de dónde se hallaba el norte, y había olvidado por qué camino había llegado hasta allí la noche anterior. (…) Se dirigió hacia la izquierda, deteniéndose una y otra vez a comer bayas de pantano. El tobillo dislocado se le había entumecido y su cojera era más pronunciada que la del día anterior, pero el dolor que aquello le producía no era nada comparado con el que sentía en el estómago. Las punzadas del hambre eran agudas. Roían y roían hasta el punto en que ya no le permitieron concentrarse en qué camino seguir para llegar a «la tierra de los palitos». Las bayas de los pantanos no sólo no aplacaban su apetito, sino que con su sabor punzante le irritaban la lengua y el paladar. (…)Se hallaba totalmente a merced del verbo «comer». Estaba loco de hambre. No le importaba qué dirección seguir con tal de que su camino atravesara la zona más profunda del valle. (…)Aquella noche no hubo ni hoguera ni agua caliente, y durmió entre las mantas el sueño roto de los hambrientos. La nieve se convirtió en una lluvia fría. Las muchas veces que se despertó la sintió caer sobre su rostro vuelto hacia el cielo. Y llegó el nuevo día, un día gris y sin sol. Había dejado de llover y la punzada del hambre había desaparecido. (…)A mediodía encontró dos peces diminutos en una charca. Era imposible achicar toda el agua, pero al menos ahora se hallaba más tranquilo y pudo pescarlos con ayuda de su cubo de estaño. No eran mayores que su dedo meñique, pero lo cierto era que no sentía demasiada hambre. El dolor que sentía en el estómago se hacía cada vez más tenue y lejano. Era como si se hubiera adormecido. Comió el pescado crudo masticando con cautela, concienzudamente, porque el comer se había convertido ahora para él en un acto de puro raciocinio. Aunque no le molestaba el hambre sabía que tenía que comer para seguir viviendo. (…)A última hora de la tarde halló unos cuantos huesos desperdigados en un lugar donde los lobos habían llevado a cabo una matanza. (…)Se hallaba en cuclillas sobre el musgo con un hueso en la boca chupando aquellas briznas de vida que aún lo teñían de un rosa difuminado. El sabor dulce de la carne, tenue y esquivo como un recuerdo, lo enloqueció. Cerró las quijadas sobre el hueso y apretó. Unas veces era el hueso lo que partía, otras sus propias muelas, pero siguió masticando. Luego machacó con piedras los huesos que quedaban hasta convertirlos en una especie de pulpa, y los devoró. En su avidez se machacó también los dedos, pero cayó en la cuenta, con asombro, de que aquello no le provocaba demasiado dolor.(…)  En cuanto hombre, ya no luchaba. Era la vida que había en él y que se resistía a morir lo que lo impulsaba a seguir adelante. Ya no sufría. Tenía los nervios embotados, adormecidos, y la mente repleta de visiones extrañas y sueños deliciosos. (…) Lentamente, mientras el lobo se resistía débilmente y el hombre aferraba con igual debilidad, la otra mano se arrastró subrepticiamente hacia el cuello del animal. Cinco minutos después el hombre estaba echado sobre el animal. Las manos no tenían la fuerza suficiente para ahogarlo, pero su rostro estaba hundido en la garganta del lobo, y su boca estaba llena de pelos. Media hora después, el hombre notó que un líquido caliente se deslizaba por su garganta. No era una sensación agradable. Era como plomo derretido lo que entraba a la fuerza en su estómago, y esa fuerza obedecía exclusivamente a un esfuerzo de su voluntad. Más tarde el hombre se tendió boca arriba y se durmió.
En el ballenero Bedford iban varios miembros de una expedición científica. Desde la cubierta divisaron un extraño objeto en la costa. El objeto se movía por la playa en dirección al agua. A primera vista no pudieron clasificarlo y, llevados por su curiosidad científica, botaron una chalupa y se acercaron a la playa para investigar. Y allí encontraron a un ser viviente que apenas podía calificarse de hombre. Estaba ciego y desvariaba. Serpenteaba sobre la arena como un gusano monstruoso. La mayoría de sus esfuerzos eran inútiles, pero él persistía, retorciéndose, contorsionándose y avanzando quizá una veintena de pies por hora.
Tres semanas después el hombre yacía sobre una litera del ballenero Bedford, y con lágrimas surcándole las enjutas mejillas, refería quién era y la odisea que había pasado. Balbucía también palabras incoherentes acerca de su madre, de las tierras templadas del sur de California y de una casa rodeada de flores y naranjales.”

26 de gen. 2011

Desaparecidos

El projecte “Desparecidos”,  del fotoperiodista Gervasio Sánchez, que es presenta simultàniament  a  Barcelona, Madrid i Lleó, és un extens projecte de fotografia documental sobre la desaparició forçosa a deu països d’Amèrica Llatina, Àsia i Europa.


 Del 2 de febrer a l'1 de maig de 2011 al Centre de Cultura Contemporània de Barcelona




25 de gen. 2011

La montaña donde se abandonaban los ancianos


Cuento popular japonés

" Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, una pequeña región montañosa dónde tenían la costumbre de abandonar a los ancianos al pie de un monte. Creían que cuando se cumplían los sesenta años dejaban de ser útiles por lo que no podían preocuparse más de ellos.

En una pequeña casa de un pueblo  un campesino acababa de cumplir los sesenta años.  Durante  años había cuidado la tierra, se había casado y había tenido un hijo.  Enviudo y su hijo también se casó,  dándole dos preciosos nietos.
Al hijo le daba mucha pena abandonar a su padre en la montaña,  pero no podía desobedecer las estrictas órdenes que le había dado su señor, así que se acercó a su padre y le dijo:

-          Padre, lo siento pero el señor de estas tierras nos ha ordenado que debemos llevar a la montaña a todos los mayores de sesenta años.

-          Tranquilo,  hijo lo entiendo. Debes hacer lo que diga el señor,  contestó el anciano con gran  tristeza.

De esta forma, el hijo cargó a su espalda al padre,  ya que a éste le era difícil caminar,  e inició el viaje hacia la montaña. Mientras caminaba, el joven vio como su padre dejaba caer pequeñas ramas que iba rompiendo. El joven creyó que quería marcar el camino para poder volver a casa pero cuando le preguntó el anciano le dijo:

-          No lo estoy haciendo para mi,  hijo. Vamos a un lugar lejano y escondido y sería un desastre que te desorientases y no pudieses volver. He pensado que si dejo ramitas por el camino seguro que no te perderás.

Al oír estas palabras el joven se emocionó por la generosidad del padre, pero continuó caminando porque no podía desobedecer a su señor.

Finalmente llegaron al pie de la montaña. El hijo,  con el corazón destrozado, abandono a su padre.  Para volver decidió utilizar otra ruta,  pero se hacía de noche y no conseguía encontrar el camino de vuelta.  Angustiado, retrocedió hasta llegar de nuevo junto al padre y le rogó que le indicara por dónde tenía que ir. Entonces, volvió a cargarlo sobre su espalda, cruzando el valle por el que habían venido siguiendo las indicaciones del anciano.

Gracias a las ramitas que el viejo había dejado pudieron llegar a casa. Toda la familia estallo de alegría al ver de nuevo al anciano. Entonces,  el joven decidió esconderlo debajo de los tablones del suelo de su cabaña,  para que nadie lo viese y le obligasen a llevárselo otra vez.

El señor del país, que era muy caprichoso,  a veces pedía a sus súbditos cosas imposibles. Un día reunió a todos los campesinos del pueblo y les dijo:

-          Quiero que cada uno de vosotros me traiga una cuerda tejida con ceniza.

Todos los campesinos se quedaron boquiabiertos,  ¿cómo podían tejer una cuerda con ceniza? ¡Era imposible! El joven campesino volvió a su casa y le pidió consejo a su padre,  que continuaba escondido bajo los tablones.

-          Mira - le explicó el anciano -lo que tienes que hacer es trenzar una cuerda apretando mucho los hilos y, después,  debes quemarla hasta que solo queden cenizas.

El joven hizo lo que su padre le había aconsejado y llevó la cuerda de ceniza a su señor. Tan solo él había conseguido cumplir con la difícil tarea.  Así que el joven campesino recibió muchas felicitaciones y alabanzas de su señor.

Otro día el señor volvió a convocar a los hombres de la aldea. Esta vez les ordenó a todos llevarle una concha atravesada por un hilo. El joven campesino se volvió a desesperar. ¡No sabía cómo se podía atravesar una concha! Así que cuando llegó a casa volvió a preguntar a su padre lo que debía hacer. Éste le contestó:

-          Coge una concha y orienta su punta hacia la luz- explicó el anciano-. Después coge un hilo y engánchale un grano de arroz. Entonces dale el grano de arroz a una hormiga y haz que camine sobre la superficie de la concha. Así conseguirás que el hilo pase de un lado al otro de la concha.

El hijo siguió las instrucciones de su padre y así pudo llevar la concha ante el señor de esas tierras, que quedó impresionado:

-          Estoy orgulloso de tener gente tan inteligente como tú en mis tierras. ¿Cómo es que eres tan sabio? – le preguntó el señor.

El joven decidió contestarle toda la verdad:

-          Señor, debo ser sincero: yo debería haber abandonado a mi padre ya que es muy mayor,  pero me dio lastima y no lo hice. Las tareas que nos encomendó eran tan difíciles que solo se me ocurrió preguntar a mi padre. Fue él quien me dijo cómo hacerlo. Yo solo os he traído los resultados.

Cuando el señor escuchó la historia, comprendió cuanta es la sabiduría de las personas mayores. Por ello,  se levantó y dijo:

-          Este campesino y su padre me han demostrado el valor y la sabiduría  de las personas mayores. Debemos tenerles respeto,  por eso,  a partir de ahora,  ningún anciano será abandonado.
-           
A partir de entonces les ancianos del pueblo continuaron viviendo con sus familias aunque cumplieran sesenta o más años,  ayudándolos con la sabiduría que habían acumulado a lo largo de toda una vida."


22 de gen. 2011

La tradición oral


Los pueblos del Ártico transmiten sus conocimientos y su cultura mediante  cuentos  que se recitan de generación a generación de forma oral :

LA LLEGADA DE LOS HOMBRES

"Nuestros antepasados conocían el origen de la tierra  y de los hombres. Ellos no sabían cómo guardar las palabras y lo que hacían era contar historias: Esas  historias son las que hemos oído a nuestros abuelos y dicho a nuestros nietos;  porque los viejos guardan las historias y nos las creemos, ya que los viejos no mienten.

Hace mucho…, mucho tiempo, la Tierra nació caída del cielo:  la tierra, las colinas,  las piedras,… todo, todo  se vino abajo desde el cielo y la Tierra se formó.

Cuando la Tierra se hizo, llegaron los hombres.

Se dice que salieron de la tierra, todavía pequeños, salieron de entre los arbustos de sauce cubiertos con sus hojas. Yacían entre los arbustos, porque no podían ni  gatear, pero recibían todo su alimento de la tierra.

Entonces se dice algo acerca de un hombre y una mujer, pero ¿qué pasa con ellos? No se conoce claramente: ¿cuándo se encuentran el  uno al otro, cuándo han crecido?  No se sabe. Se sabe que la mujer cosía. Que hizo ropa para los niños. Que se encontró con los ellos  y que los vistió con las ropas y se los llevó con ellos.

De esta manera los hombres llegaron a ser muchos.

Siendo ya tantos, desearon tener perros. Así que un hombre salió con una correa de perro en la mano y empezó a rascar el suelo  llorando. Y los perros vinieron corriendo. De esta manera,  los hombres se encontraron con los perros.

Pero cada vez nacían más niños y los hombres llegaron a ser muy numerosos en la Tierra.  Nada sabían de la muerte en aquellos días, hace mucho, mucho tiempo. Envejecieron hasta que  no podían caminar y se quedaron ciegos.

Así nada sabían del Sol porque vivían en la oscuridad, nunca amanecía.  Los hombres  no sabían cómo morir, llegaron a ser tantos que la Tierra se lleno. Luego vino una poderosa inundación del mar, muchos se ahogaron. Todavía podemos ver signos de la gran inundación en las altas cimas de las montañas,  donde a menudo podéis encontrar conchas de mejillón.

Ahora que los hombres eran ya muchos menos, dos viejas empezaron a hablar así:

"Es mejor estar sin la luz del día, si así es posible evitar la muerte", dijo una.

"No, vamos a tener la luz y la muerte", dijo la otra.

Y cuando la vieja hubo dicho estas palabras, vino la luz  y la muerte.

Se dice que cuando el primer hombre murió otros cubrieron su cuerpo con piedras. Pero el cuerpo volvió de nuevo, sin saber bien morir, asomo la cabeza trató de levantarse. Pero una anciana lo empujó y le dijo:

"Tenemos muchas cosas que llevar y nuestros trineos son pequeños.", ya que estaban a punto de emprender un viaje de caza. Así el muerto se vio obligado a regresar al montículo de piedras.

Ahora, después que la luz hubo llegado a la tierra de los hombres y  que son capaces de viajar para cazar  y ya no es necesario comer de la tierra., también llega la muerte, con la luna y las estrellas.

Y, cuando los hombres mueren, van al cielo y se convierten en la luz que lo ilumina."

Extraído de "Cuentos populares esquimales", de Rasmussen y Werster (1921)

19 de gen. 2011

Alaska, población

bosque boreal

La taiga se extiende al sur de la tundra y su clima es más benigno que ésta: templado con inviernos muy fríos; duración prolongada de la nieve en el suelo y cuatro meses al año en los que las temperaturas superan los 10º centigrados; condiciones que permiten el desarrollo de un bosque que, en estas latitudes, se denomina boreal. La flora de este bosque es pobre, siendo la formación vegetal típica el bosque de coníferas (pinos, abetos...) y otros árboles como el abedul, el aliso o el chopo; también podemos encontrar un tapiz vegetal formado por arándanos, musgos y líquenes. La mejora de las condiciones del medio lleva aparejado una mayor variedad y riqueza faunística: alces, lobos, martas, visones, pájaros...
Los grupos de habitantes que se asentaron en la taiga desarrollaron unas culturas propias, reflejo de las exigencias de la vida en el bosque y de una economía basada en la caza y la pesca. Del bosque tomaron todo lo que necesitaban para sobrevivir: madera y alimentos. Actualmente la población que la ocupa está representada,  mayoritariamente por los descendientes de los inmigrantes europeos, mientras que los sucesores de los primitivos pobladores se han convertido en unas minorías insignificantes. En Alaska la población aborigen constituye aproximadamente un 3% del total.
El asentamiento humano en la zona de la taiga norteamericana, se inició tras la desaparición del hielo, de forma que el territorio del actual Canadá se ocupó hace unos 7.000 años y los primeros pobladores son los antecesores de los actuales pueblos atapascanos y algonquianos.
En Alaska viven entre 6.000 y 7.000 atapascanos, menos de la mitad de los cuales conservan sus respectivas lenguas; los más numerosos (unos 2.200) son los koyukons, que viven en la cuenca del Koyukuk, afluente de la margen derecha del Yukón, y en la cuenca media de este último, y sus vecinos por el noreste los kutchins ,  que suman unas 2.600 persones repartidas entre Alaska i el territorio canadiense del Yukón. Los kutchins son los más septentrionales de los atapascanos y posiblemente los que mejor preservan sus tradiciones y su lengua.

13 de gen. 2011

Alaska, historia


La historia documentada sobre esta tierra  proviene de las fuentes de los colonizadores  europeos: los primeros que pisaron Alaska fueron  los rusos Semen Dezhnec,  en 1648, y Mikhail Gvodzev,  en 1730. No obstante, fue la expedición del marino danés, a sueldo de la armada rusa, Vitus Bering (1741),  que buscaba  el paso por el  noroeste del Pacífico que lleva su nombre ,  la que dio a conocer al mundo la existencia de este subcontinente helado.  A partir de ese momento, españoles, franceses, británicos y rusos organizaron expediciones para explorar los recursos de Alaska. Los rusos, que se habían expandido desde Siberia, terminaron tomando posesión del territorio donde establecieron un gobernador, en 1790,  que se encargó de organizar su explotación económica,  basada fundamentalmente en el comercio de pieles. En 1799 Rusia creó una empresa estatal, la Compañía Ruso Estadounidense para la explotación de los recursos. La sobreexplotación del territorio llevó a un enfrentamiento entre los colonos y los nativos, cuyo acontecimiento más destacado es la Batalla de Sitka de 1804.
Las compañías norteamericanas mostraron  un interés cada vez más creciente en Alaska:  crearon vínculos con los rusos, proyectaron en 1860 construir una comunicación telegráfica que uniera este territorio con Rusia y Estados Unidos, y organizaron expediciones científicas. Su interés por el territorio culminó en 1867 con la adquisición de Alaska por 7,2 millones de dólares, aprovechando el fiasco ruso en la Guerra de Crimea.  El gobierno norteamericano ideó la operación de compra más por la importancia estratégica de Alaska que por sus riquezas naturales.  No obstante, el negocio les  salió redondo porque en 1880 se descubrió oro en el Yukón, lo que provocó la llegada de grandes masas de mineros que se establecieron en Juneau, Nome y Fairbanks. La fiebre del oro de Klondike (nombre del mayor yacimiento) duró hasta principios del siglo XX.
Durante las primeras décadas del siglo XX  el gobierno norteamericano intento mejorar las comunicaciones para intentar conectar Alaska con el resto de los Estados Unidos por ferrocarril. En 1912, se declaró a Alaska como Territorio de los Estados Unidos, con un congreso y gobierno propio. A pesar de estos esfuerzos, fue la Segunda Guerra Mundial y las batallas navales en las islas Aleutianas con Japón, la que marco el cambio de rumbo de la política de los EE.UU. hacia los territorios de Alaska:   en 1942, se construyó en pocos meses una carretera de comunicación (la Autopista  Alcan) para garantizar la defensa del territorio de Alaska, a la vez que establecieron nuevas bases militares  y se promovieron asentamientos civiles.  El final de la guerra  y el inicio de la Guerra Fría aceleraron la necesidad de integrar este territorio a la Unión.  El tres de enero de 1959 Alaska fue aceptado como el 49° estado de los Estados Unidos de América.
El descubrimiento de importantísimos yacimientos petrolíferos en 1968 (en la bahía de Prudhoe, costa ártica) ha permitido un enorme crecimiento económico en Alaska durante las últimas décadas, pese al aislamiento geográfico y a las duras condiciones de vida. El mayor hito de su desarrollo ha sido la construcción, a partir de 1974, del Trans Alaskan Pipeline, un oleoducto de 1.269 kilómetros que une la Bahía de Prudhoe con el puerto de Valdez, en el Pacífico.

12 de gen. 2011

Alaska

Fort Yukón

Velma Wallis define sus orígenes como los de  “una joven que ha crecido en un remoto pueblo de Alaska, Fort Yukon,  solo accesible por barco, avión, trineo o moto de nieve”. El medio físico, esa naturaleza  extrema del Yukón,  son cardinales, junto a  las tradiciones orales de su pueblo y la obra de Jack London,  para entender su literatura.
El nombre de "Alaska" proviene de la palabra aleutiana “alaxsxaq”( literalmente "el objeto contra el que la acción del mar es dirigida")
El Ártico, considerada  un área cultural aparte,  es una enorme zona fría  ubicada en el extremo norte del continente americano. Debido a esta situación geográfica, el medio somete a los seres vivos que la habitan a  unas  condiciones de subsistencia durísimas.
Los primeros pobladores de Alaska fueron unos grupos humanos provenientes de Asia que cruzaron el Puente de Beringia (zona accesible a pie en el estrecho de Bering que que surgió transitoriamente durante la última glaciación) y alcanzaron lo que actualmente es el oeste de la península de Alaska. La gran mayoría de  los pueblos "nativos americanos" provienen de esas gentes que cruzaron el estrecho de Bering antes de emigrar hacia el sur del continente.  
La zona de los glaciares de este inmenso territorio comprende la región montañosa  de Alaska, el  Yukón y la Columbia Británica. Los glaciares nutren a muchos ríos, lagos y bosques que albergan una abundante fauna, representada por osos y ciervos.  En esta región se asentaron tribus de dos familias lingüísticas: al Este los algonquinos; en la zona septentrional y el Oeste los de tradición atapasco. Los de lengua atapasco, ocuparon las regiones más frías y pobres, y se organizaron en grupos muy pequeños, prácticamente núcleos familiares o pequeños clanes. Los algonquinos, por el contrario,  eran seminómadas y su medio de subsistencia dependía generalmente de la caza.
Los tribu de los indios kutchin, cuyo nombre significa  "pueblo”- también llamados "bizcos"-,   ocupaban la región comprendida entre el alto valle del Yukón y la desembocadura del río Mackenzie. También se ubicaron dentro del área geográfica del subártico. Muy hospitalarios, tenían, sin embargo, fama de ser más agresivos que los demás atapascos.  Eran grandes cazadores de animales de piel.

3 de gen. 2011

Teatre...



Els companys del col·lectiu “La Careta teatre” de Ripollet, representaran el dissabte 22 de gener,  a les 21.30 hores,  i a l’Ateneu de Cerdanyola del Vallès,  l’obra de Federico García Lorca: “Bodas de sangre”.
Va ser estrenada el tres de juliol passat a l’Auditori de Ripollet amb molt bona acollida. Us animen a veure una obra ja clàssica de la literatura universal que els amics de “La Careta” portant treballant molt temps amb entusiasme i molta dedicació .