31 d’ag. 2009

"El exiliado de aquí y allá", y cinco

Blanco White

Gran admirador de escritores exiliados, extraditados o marginados por la España oficial, Juan Goytisolo se confiesa admirador de la obra de los sevillanos Blanco White o Luis Cernuda, pero también de la rica y olvidada literatura mudejar. Asimismo se considera heredero de la frescura y riqueza de la irónica pluma cervantina.

En este último apunte antes del debate del sábado, dos enlaces y el final de "Paisajes..."



"Juan Goytisolo: La ironía y el exilio", artículo de Eduardo Subirats, publicado en El País de fecha 10 de mayo de 2008



LA CIUDAD DE LOS MUERTOS

"(...)desmembrado y hecho trizas como tu propio relato alcanzas al fin el don de la ubicuidad te dispersas de país en país de ciudad en ciudad de barrio en barrio: estás a la vez en los disturbios saqueos enfrentamientos de Brixton y Notting Hill junto a hindús y paquistaneses insurrectos: en el devastado fantasmal South Bronx de Young Lords y Black Panthers con boricuas y africanos drogados: en el Kreuzberg turcoberlinés y su onírico paisaje de inmuebles abiertos al vacío y sombras fugitivas de apariencia sonámbula: la metrópolis futura la encuentras aquí: ruinas vestigios escombros de una próspera civilización arrasada: portal ennegrecido de difunta estación vías de ferrocarril invadidas por la maleza bosques improvisados sobre viejas arterias espacios verdes borrándolo todo: macizas embajadas de aspecto selvático bunkers tapizados de hiedra rieles de tranvía perdidos en la arena viejo puerto fluvial transformado en jardín.
el tiempo ya no apremia su tiranía ha cesado: puedes callejear escribir extraviarte en el doble espacio de la cives y el libro inventar trayectos laberínticos desorientar desorientarte: esparcir la materia narrada al azar de sorpresas e imponderables por toda la rosa de los vientos: textos-vilano a merced del aire vehículos de leve polinación: las urbes-medína en que te has doctorado errando por ellas tal perro sin dueño se cifran ahora en un ámbito único: cemente-rio cairota de los mamelucos miserable y soberbia Ciudad de los Muertos: al pie de la escarpa lunar de un desierto de piedra y mezquitas de la Ciudadela con alminares en forma de candelabro: como millares de espectros ambulantes acomodados ya en vida a sus sepulturas: parejas solitarios familias hervidero infantil ropa puesta a secar irrisorios hornillos de carbón o de gas números rótulos zigzagueo entre tumbas: vivir soñar comer defecar copular en la tibieza del claustro materno: contemplar desde túmulo o fosa la brillante farándula de ruiseñores congregada en la Opera: cogidos de la mano haciendo reverencias y pasos de baile robándose luz frente a las cámaras saludando alborozadamente al público: reír reírte de ellos: escribir escribirme: tú yo mi texto el libro yo: el escritor yo: lo escrito
lección sobre cosas territorios e Historia
fábula sin ninguna moralidad
simple geografía del exilio





Juan Goytisolo
Paisajes después de la batalla
Llibres del Mall
Barcelona, 1985

páginas 264-265

30 d’ag. 2009

"Sentits imaginaris", la crónica


Como todos sabeís, el pasado mes de julio nuestro querido amigo Carlos Utrera expuso, en el Centre Cultural "La Bòbila" de l'Hospitalet de Llobregat, una muestra de su trabajo titulada "Sentits Imaginaris". Dicha exposición se llevo a cabo gracias al patrocinio de la Asociación Cultural Andaluza Hijos de Bedmar en Catalunya (¡un saludo Agustín!) .

Vespres Literaris estuvo presente en la inauguración de dicha exposición y, de aquel encuentro, surgió el deseo de realizar actos conjuntos . De momento, hemos enlazado nuestras páginas Web y, en un futuro, esperamos llevar a cabo todo tipo de colaboraciones.

Este preámbulo nos sirve para anunciar que podeís leer la crónica y ver las fotografías de la inauguración de la exposición de Carlos en la página Web de los amigos de Bedmar en Catalunya.

28 d’ag. 2009

Propuesta nuevo logo

Eugenio, el creador del cartel anunciador de la próxima jornada poética del 18 de septiembre, nos ha hecho llegar una propuesta muy interesante para actualizar el logo de Vespres Literaris. Nuestro artista nos ofrece cinco propuestas. Nosotros, a su vez, os animamos a que votéis aquel que más os guste. En la barra lateral encontraréis una parrilla de votación del uno al cinco, que coinciden con la numeración de los logos de la imagen, empezando por arriba.
La votación se cierra el día 4 de septiembre de 2009. El resultado se anunciará al día siguiente, en el encuentro mensual de Vespres Literaris.








27 d’ag. 2009

"El exiliado de aquí y allá", cuatro




Juan Goytisolo, exiliado el mismo de España y que vive a caballo entre Marrakeh y París, considera que el exilio es una manera, una forma de ser y una forma de existencia alejada de los centros del poder, decisión y adoctrinamiento del pensamiento único y lo políticamente correcto. El exiliado, el exilio, para nuestro autor, viene definido por conceptos como periferia, marginalidad, excentricidad, disidencia y nomadismo.
En “La libertad de los parias”, Goytisolo distingue tres grupos o categorías de exiliados:
La primera categoría son “…los que viven mentalmente, han detenido su reloj en el día que abandonaron su país y que ponen el resto de la vida entre paréntesis, es decir, toda su vida mental se relaciona únicamente con el país que han dejado. Hay una segunda categoría, al revés, que se adaptan, olvidan su país de origen, olvidan el drama del exilio y se incorporan plenamente a la vida del país que les acoge. Y hay, finalmente, una tercera categoría –que es sin duda a la que yo pertenezco – que han perdido, en cierto modo, las raíces con el país de origen sin echar raíces en ningún otro país, y nos sentimos un poco extraños en todos lados”.



DEL BURGO A LA MEDINA

Más que sus pasadas visitas de corresponsal a los múltiples focos de tensión del mal denominado Tercer Mundo, la estadía prolongada en el Sentier ha inculcado en nuestro héroe las saludables virtudes del relativismo. Como el complejo, prodigioso microcosmos celular, su barrio abrevia el caos universal. Inmerso en su líquido protoplasmático, el escribano ha renunciado poco a poco a sus egocéntricas ínfulas. Su creencia infantil, tan petulante como ingenua, en un Hacedor personalmente interesado por cada uno de sus actos, palabras y pensamientos, en un orbe compuesto de billones de galaxias destinado a ilustrar sus nocturnas vivencias metafísicas, se había metamorfoseado más tarde en otra certeza no menos ridícula y presuntuosa: el valor central, ecuménico de esa sublime y grotesca península del extremo suroeste de Europa que presenta en los mapas la desgarbada forma de un pellejo de cabra hispánica puesto a secar bocabajo con el morro tendido hacia la costa africana. Pero el Gran Bang no empezó, como suponía, en el vetusto chalé romántico de la Bonanova donde le parió su madre: la diminuta esfera terrestre en que gira alrededor de un astro local y a la postre insignificante no merece desde luego ninguna atención particular ni trato privilegiado; su país, el país del que, como decenas de millares de coterráneos, había escapado un cuarto de siglo antes tampoco es la viga maestra ni el ombligo de la Creación.
Si cada individuo tiene un valor igual a otro, cualquier rincón del mundo, incluso el más triste y desamparado, merece la misma solicitud e importancia que ordinariamente concedemos al propio. En su trayecto de un núcleo burgués, monocolor y homogéneo a otro popular, mestizo y abigarrado, de la Bonanova a la Bonne Nouvelle, el antiguo patriota ha perdido una tras otra las plumas brillantes de su penacho. El apego exclusivo y simplista de la mayoría a las peculiaridades y características del paisaje, cultura e idiosincrasia de una partícula ínfima de nuestro microbio flotante le llena ahora de confusión y estupor: ¿por qué Croacia y no Gales? ¿Por qué Córcega y no Euzkadi? ¿Por qué Rutenia y no Uzbekistán? Cuando, reunido en tertulia con sus compatriotas de pasodoble y montera, discutía apasionadamente de la cercana y siempre elusiva muerte del dictador, no había advertido aún que en los rincones apartados del local grupos de muy diverso origen debatían en términos quizás idénticos el posible infarto o cáncer pancreático de algún otro Combatiente Supremo, Timonel o Benefactor: ¡por muy increíble que ello parezca a quienes tienen hoy el honor muy dudoso de conocerle, el hombre-erizo en el que nos ocupamos había perorado en las terrazas del Barrio Latino sobre las virtudes telúricas y castizas pero trascendentes y eternas del suelo natal! El efímero, destronado pontífice de la Rive Gauche ha alcanzado una visión más justa y proporcionada de las cosas en-la osmosis plurirracial del Sentier. La porosidad y trasiego permanentes del vecindario han fragmentado su visión, descentralizado sus sentimientos. Ahora, si va al café-estanco cercano a Correos, estudia una a una, como un etnólogo, las diferentes peñas de exiliados catapultadas allí por razones políticas y económicas; lee la propaganda revolucionaria o independentista de beréberes, kurdos, armenios, eritreos, afganos, paquistaneses o turcos; traduce las inscripciones trazadas en los muros con brocha o soplete y las anota cuidadosamente en sus cuadernos. Mentalmente —y por una vez el orgullo nos cosquillea al escribirlo— establece paralelos y afinidades sutiles entre comunidades remotas y a primera vista incomparables: coteja a albaneses y calmucos, rutenios y catalanes. Su militancia es múltiple, tentacular, polimorfa: abarca el espacio geofísico y cultural: el pasado, presente y futuro; las tropelías e injusticias ya olvidadas de la Historia. La tragedia del pueblo oteka, exterminado hace nueve siglos, en medio de la indiferencia criminal del universo, le conmueve y subleva como si hubiera sucedido la víspera. En secreto —y esto no lo habíamos revelado hasta hoy absolutamente a nadie—, multiplica en su favor pintadas y llamamientos a la opinión pública. De acuerdo con otros miembros de sectas y agrupaciones inclasificables, prepara asimismo acciones de envergadura y, en los ratos que le dejan sus elucubraciones y cartas, ha comenzado incluso la redacción de un Manual de Guerrilla.


Juan Goytisolo
Paisajes después de la batalla
Llibres del Mall
Barcelona, 1985
páginas 231 a 234

25 d’ag. 2009

"El exiliado de aquí y allá", tres


Un papel esencial en estas novelas del autor barcelonés lo desempeña el paisaje en el que transcurre la narración: es un paisaje urbano, humano, abigarrado y multirracial que está conformando la actual realidad de las ciudades europeas.
Nos dice Juan Goytisolo, en un artículo de octubre de 2002: “De la emigración a la inmigración”
“el escritor que ahora soy no existiría o sería otro sin la doble educación que me procuraron mi pasión por los libros y mi vida en el Sentier o, más exactamente, en ese vasto y animado sector urbano a caballo entre los distritos segundo y décimo de la capital francesa, en donde los conflictos y tensiones del mundo exterior no han afectado la convivencia entre judíos y árabes, turcos y armenios, paquistaníes e hindúes ni la civilidad, diversidad y policromía que le caracterizan: esa incitante posibilidad de dar la vuelta, no al mundo en ochenta días sino, como en la novela de Julio Cortázar, a ochenta mundos en un solo día, y de discurrir por los bellos pasajes cubiertos descritos por Baudelaire y Walter Benjamin y pasar de la India a Pakistán y de Pakistán a Turquía. El Sentier es lo contrario del gueto y en ello radica su ejemplaridad. Pues es a partir del gueto de donde surgen los conflictos provocados por el miedo y la exclusión, el fanatismo identitario y la demagogia populista. El microcosmos del Sentier, como el de algunos barrios de Manhattan —hablo del Manhattan anterior a los bárbaros atentados contra las Torres Gemelas—, fue para mí una escuela rica en enseñanzas sobre la convivencia de culturas, religiones y lenguas en el marco de la ciudadanía y de los valores proclamados en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre”



ESPACIO EN MOVIMIENTO

Llegados a este punto de la mal hilvanada y dispersa narración, no dudamos de que la vasta legión de admiradores de la Ciudad Luz se sentirán defraudados en sus legítimas esperanzas de ver reflejados en aquélla los lugares, personajes y tópicos que conocen y aman. En vez de frecuentar, por ejemplo, los medios artísticos, refinados y elegantes que tanto fascinan a los héroes novelescos de Carpentier o Cortázar —esos patriotas revolucionarios perdidamente enamorados de Francia y todo lo francés-, nuestro atrabiliario sujeto, cuando no toma el metro y se pierde en un adocenado y vulgar laberinto de pasillos, escaleras y enlaces, recorre espacios sin solera literaria alguna y en los que por contra apenas se escucha la lengua vernácula. Ni por asomo le veréis en esos cafés del Barrio Latino, Montparnasse o Saint Germain des Prés, llenos de exiliados latinoamericanos y autóctonos con su correspondiente diploma de Beaux-Arts o L'Ecole des Hautes Etudes o pasear en calesa por una de las hermosas avenidas que convergen en la Estrella, en compañía de Reynaldo Hahn u otro asiduo del clan Verdurin. El París de los Borbones y Bonapartes, planificado y neutralizado por sus arquitectos con vistas a posibles explosiones sociales, no le impresiona ni poco ni mucho. Las grandiosas perspectivas de cartón piedra, sus edificios conminatorios y adustos, le dejan de hielo. Lo que le atrae -y responde a sus gustos lamentablemente groseros— es el París alógeno, poscolonial, barbarizado de Belleville o Barbes, un París que no tiene nada de cosmopolita ni culto, sino iletrado y meteco.
El hormigueo de la calle, su frondosidad creadora, le procuran diariamente un espectáculo continuo, variado y gratuito. En la Rué d'Aboukir o la Place du Caire, como en la Porte de Clignancourt o la Goutte d'Or, saborea la presencia fluida e incesante del gentío, su movilidad desordenada, su diáspora febril por la rosa de los vientos. La paulatina deseuropeización de la ciudad —la emergencia de zocos y hammams, venta ambulante de totems y collares, pintadas en árabe y turco— le colma de regocijo. La complejidad del ámbito urbano —ese territorio denso y cambiante, irreductible a la lógica y programación—, invita a cada paso a trayectos versátiles, que tejen y destejen, lienzo de Penélope, una misteriosa lección de topografía. Los modestos ilotas de la difunta expansión económica han traído con ellos los elementos e ingredientes necesarios a la irreversible contaminación de la urbe: aromas, colores, gestos, un halo de amenazadora proximidad. Nuestro excéntrico personaje ha advertido que no es necesario coger el avión de Estambul o Marraquech en busca de exotismo: basta con salir a estirar las piernas para topar inevitablemente con él. La transparencia y brutalidad de las relaciones sociales del Sentier, su creciente confusión de lo público y lo privado, configuran lentamente un mapa de la futura ciudad bastarda que será al mismo tiempo el mapa de su propia vida. Los cartones y barajas con que los fulleros de Xemáa el Fna sonsacan los cuartos a los incautos, han bajado desde Barbes a las aceras del bulevar y se extienden poco a poco, como una plaga, por los barrios concurridos por el gran mundo. La megalópolis moderna vive ya a la hora de Bizancio: con un poco de suerte, se dice, llegará el día en que los verá confluir por los tentáculos de l'Etoile hasta los pies del sacratísimo Arco de Triunfo.



Juan Goytisolo
Paisajes después de la batalla
Llibres del Mall
Barcelona, 1985
páginas 148-151

24 d’ag. 2009

"El exiliado de aquí y allá", dos




El Monstruo del Sentier muere ,en “Paisajes...”, por una bomba lapa adherida a su gabardina por un comando denominado los Maricas Rojos. En “El exiliado...” reaparece en un cibercafé para tratar de esclarecer las circunstancias de su absurda muerte. Este es el arranque de la obra.
Dice el autor que la idea de resucitar al Monstruo le asaltó cuando “una mujer argelina le explicó que llevaba toda una vida tratando de averiguar cómo, por qué y a manos de quién había muerto su marido en la guerra”. Tal vez por eso Goytisolo convierte en terrorista al 'monstruo del Sentier' «para averiguar por qué se hace terrorista y por qué mata” puesto que, actualmente, «el terror se ha convertido en una mercancía. Vivimos atrapados entre el consumo y el terror. Después del 11-S se mercadea con el terror”.
En esta novela, añade, “he buscado la concentración frente a la extensión. Es una novela sin discurso, sin relato, pura prosa en acción y concebida para ser leída en voz alta. Lo que pretendo es ampliar el canon de nuestra literatura a territorios excluidos».


Y ahora, segunda entrega de los fragmentos de la obra" Paisajes después de la batalla":




"Camino por un paisaje de ruinas ideológicas: bustos destrozados, estatuas caídas, columnas rotas, restos de arquitrabes y frisos devastados por algún cataclismo, quizás una súbita y feroz invasión. Eruditos y arqueólogos excavan minuciosamente el terreno, calan la histórica superposición de estratos, ahoyan al pie de monumentos enterrados, exhuman las bases del materialismo dialéctico, recuperan profecías y dogmas de inapreciable valor. Su tarea paciente, realizada bajo un sol implacable, obtiene presas y hallazgos dignos de sus esfuerzos: una cabeza casi intacta de Karl, una escultura oxidada de Friedrich, la perilla y un trozo de calva del ínclito Vladimir Ilich. Varios tenderetes laterales, oportunamente resguardados con sombrajos, exhiben vestigios menores, destinados al consumo turístico: reliquias de Dolores, Maurice y Palmiro, un bajo relieve de Mao atravesando el gran río a nado, los revólveres y el puro del longevo monarca barbudo. Cicerones políglotas explican a los forasteros los principales rasgos y características de la ideología sepulta: sus cultos personales y familiares, sus palinodias, anatemas y ritos, sus tribunales, autocríticas y concilios, las causas probables de su decadencia y ulterior destrucción. Buscavidas y muchachos con atavíos indígenas proponen totems, recuerdos, collares, tarjetas postales, fotografías de momias conservadas a orillas del Moskova, excursiones en grupo, paseos en góndola, una visita, para caballeros solos, al pompeyano lupanar frecuentado por los adeptos de Lev Davidovich. Huyendo de ellos y su incesante acoso, me interno en la inmensa plaza vacía dibujada por Steinberg: sólo dos o tres centinelas inmóviles, macizos y redondos como garitas, interrumpen la línea asolada del horizonte. Altavoces disimulados en el panteón y las almenas o torres de la muralla difunden un manifiesto grandilocuente en favor del uso de la literatura y el arte como arma o instrumento de combate, de un teatro y cine de denuncia y agitación, de una pintura y música movilizadoras y aguerridas, de una novela transmisora de consignas, de una poesía a la rosa convenientemente blindada: héroes positivos, ingenieros de almas, centrales eléctricas, minas y zanjas, ecuaciones moralopolíticas resueltas en términos de progreso industrial. Mientras trato de rememorar la musiquilla familiar del texto, descubro, con asombro y perplejidad primero, bochorno y consternación después, que su padre soy yo".



Juan Goytisolo
Paisajes después de la batalla
Llibres del Mall
Barcelona, 1985
páginas 212-214

23 d’ag. 2009

"El exiliado de aquí y allá"; uno


En “El exiliado de aquí y allá”, Juan Goytisolo “resucita” personajes como el Monstruo del Sentier o Monseñor, de su obra "Paisajes después de la batalla", de 1985.
“Paisajes…”, al igual que “El exiliado…”, está formado por una suma de breves capítulos sin aparente conexión. Una primera lectura apresurada lleva a la confusión: ¿qué me quiere decir?,¡ no entiendo nada!, es la reacción inicial. Una segunda lectura, más pausada, muestra que, tras un aparente caos narrativo, los capítulos se encadenan en una sucesión que mantiene una lógica interna: mostrar los , a juicio del autor, mecanismos que rigen las infantiles sociedades actuales tras el derrumbe de las ideologías. Y Goytisolo lo hace desde una óptica sanamente irónica, cargada de un agudo sentido del humor.
Durante estos días anteriores al debate de “El exiliado…” vamos a ir colgando en el blog fragmentos de “Paisajes…” que pueden arrojar luz y clarificar la lectura del libro del mes.



"EL SENTIER



Como uno de esos pasteles hojaldrados en los que el repostero dispone cuidadosamente, en capas sucesivas, una masa laminar aplanada de golosinas variopintas de forma que un corte transversal de las mismas por el cuchillo del paterfamilías en el momento de su distribución entre los comensales —con unas velitas de aniversario en el centro y un vistoso baño de chocolate— produzca un efecto comparable al de los gráficos de las eras geológicas trazados en los libros de ciencias naturales en los que cada una de aquéllas integra un estrato de diferente color, desde la base precámbrica a la altura neolítica, exactamente su barrio. Con la diferencia, está claro, de que en vez de hojas superpuestas de mazapán, nata o pasta de almendras —que corresponderían, conforme al símil anteriormente trazado, a períodos tan característicos y precisos como podrían serlo por ejemplo el silúrico, el devónico o el jurásico— los componentes sedimentados del Sentier pertenecen a la denominada especie humana, más por razones de comodidad intelectual que por la justedad bien dudosa del término. Emigraciones de muy diverso signo han posado sus heces de modo paulatino a lo largo de un lapso de cinco o seis lustros, arrastradas allí, en embates bruscos, por lejanos vendavales políticos o mucho más prosaicas razones subsistenciales: éxodos masivos, cuya reiteración ha conferido al lugar de anclaje ese aspecto multicolor, abigarrado que tanto desconcierta y aflige al núcleo original de primitivos habitantes. El pastel, pues de eso se trata, de una gigantesca tarta foliada, presenta entonces, un vez hecho el corte sectorial, una serie de ingredientes sociales y étnicos propios de las heterogéneas comunidades esmeradamente dispuestas por la mano invisible del confitero. Arriba, en la costra o corteza de chocolate, los comerciantes judíos venidos ya en etapas de engañosa calma chicha, ya de impetuosa marejada a aquel escenario un tanto balzaciano de viejos, incómodos y destartalados edificios decimonónicos, desde las frías estepas del este o el luminoso cielo norafricano, dueños y señores, con el tiempo, de pequeños, pero florecientes negocios de géneros de punto, peletería o confección: asomados, si la inclemencia del tiempo no lo desaconseja, a las puertas de los almacenes de venta al por mayor, de plática con sus colegas y vecinos, aunque sin perder de vista la actividad de los oficiales ni la carga y descarga de los mozos de cuerda. Debajo de ellos, en la tongada correspondiente a la pasta de harina intermedia, portugueses y españoles, amos de las porterías o inquilinos de lóbregos y ruinosos apartamentos sin baño y con excusado común empotrado en la escalera, huéspedes de la bruma grisácea del norte gracias a una sutil estrategia de salto de rana, destinada a eludir las dificultades e injusticias de sus economías insuficientemente desarrolladas o pasados rigores de autócratas y espadones oportunamente vencidos por la edad. Después, en la porción de miel o confitura de fresas, la reciente diáspora de orillas del Bosforo: felinos de rubio y mancuernado bigote, cargados con montañas de paquetes y cartones o llevando en hombros, por parejas, la barra de un colgador con docenas de trajes y abrigos, con el mismo afán y celeridad que sus paisanos, en las callejas empinadas, de adoquines salientes, del bullicioso laberinto que se extiende de la mezquita de Mahmud Bajá a los aledaños del Bazar Egipcio. En la capa inferior -de crema o pasta de nueces, según el gusto de los clientes—, los árabes y beréberes que excavan las zanjas de obras públicas cada vez que hay cambios o averías en la red de agua o electricidad del barrio o una misteriosa modificación en el trazado de las líneas telefónicas: los componentes de los aluviones superiores los contemplan así, con visible satisfacción, humildes y agazapados, mientras tiemblan en el estrépito ensordecedor del taladro o dan enérgicamente al callo con la pala y el pico. Al fin -hemos llegado ya a la base del pastel-, los afganos, paquistaneses y bangladesís, esa masa gregaria de sujetos morenos y fantasmales que vende a diario, a bajo precio y sin contrato alguno, su fuerza de trabajo: basta con ir a ese burladero ó refugio central de la Place du Caire en forma de triángulo y escoger allí al de aspecto más saludable y robusto; el agraciado con la selección sabe que la suerte le ha sonreído y empujará el carrito atestado de cajas en medio del río de los automóviles, sin hacer caso de las interjecciones ni muecas de disgusto de los peatones cuyo paso obstaculiza y con los que a menudo, absorto en sus cavilaciones y ensueños, tropieza torpemente".




Juan Goytisolo
Paisajes después de la batalla
Llibres del Mall
Barcelona, 1985
páginas 25 a 27

11 d’ag. 2009

Retoques


Sigo enredado con las mejoras.
Los tagboards que había instalado en el blog no me acababan de convencer, eran estrechos, no me permitían ajustar el tamaño del cuerpo, etc.
Hoy, al ver que uno de ellos había insertado publicidad en el cuerpo de las entradas, me ha decidido a cambiarlos de forma radical.
Los nuevos son más anchos y permiten ver más mensajes a la vez; pero, eso sí, tienen las mismas limitaciones:
1. No admiten el acento gráfico (lo siento, están pensados para chatear)
2. Están limitados a 250 caracteres (no enrollaros)
3. Algunos caracteres dan problemas (verbigracia, la ñ).
Y eso es todo por ahora. Animaros y participar en el blog.
Un saludo.

9 d’ag. 2009

Mejoras en el blog


En la línea de hacer más interactivo el Blog de Vespres Literaris, se han introducido una serie de mejoras y utilidades que permiten a los miembros del grupo participar en el día a día del mismo.
En la parte superior del blog, se ha habilitado un menú. Al pinchar con el ratón en cada item, lleva a una determinada página.
Así:
1) Inicio, remite a la página proncipal del Blog.
2) ¿Qué lees?, abre la página que da información de qué libros están leyendo los miembros de Vespres.
3) Sugerencias: es una agenda, confeccionada por todos los miembros del grupo, entorno a citas o encuentros culturales.
4) Lecturas temporada: remite al calendario de Vespres Literaris de cada temporada.
5) Contacto: abre el correo electrónico para enviar un mensaje al buzón de Vespres Literaris.
y 6) Tablón: rincón que muestra aquello que los miembros de Vespres buscan u ofrecen: un libro, una película, etc, etc.....

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1 d’ag. 2009

Nueva sección

Hoy estrenamos una nueva sección en la barra lateral del Blog. Lleva por nombre "¿Qué lees?", y nace con el deseo de que l@s integrantes de Vespres Literaris compartamos nuestras lecturas (fuera de los títulos tratados en las sesiones mensuales) con el resto del grupo.
Advertencias: primera, desgraciadamente la aplicación Tu-Tag no admite el acento gráfico. Segunda, se han de esperar unos 10 segundos antes de escribir la referencia siguiente. Tercera, la extensión de cada referencia es de 200 palabras, como máximo.
Esperamos vuestras recomendaciones.



07 de agosto de 2009:
Rectificación: el máximo de 200 no era de palabras, sino de ¡¡¡¡CARACTERES!!!!. Perdón por el lapsus, especialmente por Montse V.