30 de maig 2014

monsanto



Monsanto és una freguesía d'Idanha-a-Nova, enclavada en el vessant d'una petita però escarpada muntanya anomenada Cabeço de Monsanto plena de grans moles de granit que moltes vegades formen part de les pròpies vivendes.


“Cuando nuestra madre murió y mi hermano Fernando se fue quedamos las tres solas en la Calçada do Tojal delante de Monsanto, las quintas se transformaban en edificios a nuestro alrededor y las camionetas llevaban la viña virgen a los depósitos de basura de la ciudad.  on nosotros habitaban la zorra y un muchacho que no llegué a ver, salvo de espaldas, cuando bajaba por la grava del jardín camino de la escuela, callado como el hijo de la costurera en la época en la que jugábamos en el patio de la cocina y yo odiaba sus gestos retraídos y la humildad con la que soportaba mis caprichos, de tal forma que un día cogí el ladrillo de los pollos para tirárselo a la cabeza, pero el hecho de que él no se moviera, de que no huyese, hizo que yo me llevase las manos a la cabeza y permaneciera así, con los brazos levantados, suspendida como en un retrato, desviando la vista hacia las cigüeñas de la palmera de Correios, con las alas abiertas sobre las agujas de la copa. El muchacho acabo yéndose hace mucho tiempo, ya que todo en mi vida pasó hace mucho tiempo, como la infancia de los otros, como lo que acaba de ocurrirme ahora, aunque el pasado no me parezca sombrío ni extraño como las casas de las que me hablaban y en las que nunca viví y como está en la que vivo sola desde la muerte de mis hermanas,  con relojes con horas diferentes en la planta baja como los cadáveres en distintas posiciones de un accidente de tren, los cucos colgados de las portezuelas de madera, fotografías invadidas por el polvo, telas de araña que unen las volutas de la lámpara de la mesa del comedor con los cubiertos que esperan a los finados y los cristales que caen como jirones de seda, volviendo los gemidos de la zorra en la jaula tan cercanos a mi como si mi garganta los emitiese. Me levanto de la mecedora, me apoyo en el tejaroz y las cigüeñas de Monsanto, sobre la silla, son las mismas que sobrevolaban la Luneta dos Quartéis en mil novecientos diecinueve, rasgando con el pico el uniforme de los soldados. Tenía la impresión de oír tiros distantes, cascos de caballos, ruedas de piezas de artillería en los desniveles de la colina, relinchos, gritos, voces, y cuando todo se acalló y la casa surgió de nuevo en el silencio habitual comencé a oír pasos en la escalera, vacilantes como los de un niño que no se atreviese a pronunciar mi nombre. Al principio me sentí confusa, que fue siempre mi forma de tener miedo, pero pensé después No puede ser, es ilusión mía, es imposible, los que me conocen ya han desaparecido, y sin embargo el niño se desplazaba de habitación en habitación, casi sin rumor, llamándome muy bajo, como las hierbas de marzo, con una limpidez secreta.  Anochecía, el poniente de los cipreses ahogó a los gorriones, uno de los escalones hacia el desván crujió, pero no puse ningún disco en el plató del gramófono ni encendí la luz: prefería no ver mis manos lado a lado en el cuello como cangrejos en sosiego, prefería olvidarme de los rasgos de mi rostro hasta volverme una sorpresa para mí, como alguien que se observa por primera vez, adulta, en el marco de un espejo. Sentada en la mecedora, con la luz de Monsanto iluminando los álamos, esperé a que el niño, que sabía más próximo por el crujir de las escaleras, viniese junto a mí y me tocase en el hombro. Más tarde o más temprano acabaría haciéndolo, y yo podría, como los otros que me precedieron, abandonar aquella casa. Si junto al portón, al término de la ladera de grava, volviese la cabeza hacia la ventana del desván, encontraría en el alféizar pintado de blanco y vuelto aún más blanco por la reverberación de la noche un brazo infantil que me hace señas desde arriba, como quien se despide en el muelle, sin amistad ni remordimiento, de una compañía que no volverá a encontrar.”

El orden natural de las cosas
António Lobo Antunes
pàg. 264-266

concurso de relatos breves


Francisco Jesús Galindo Sánchez, narrador, amigo y colaborador asiduo en este espacio de Vespres Literaris, nos da noticia de la convocatoria del segundo concurso de relatos breves “Fiesta de la vendimia de Jerez”. En el enlace están las bases del concurso. La recepción de originales finaliza el 20 de junio.

28 de maig 2014

tavira


Tavira és una ciutat portuguesa de l'Algarve i una destinació turística destacada dins d'aquesta regió.

A la platja "do Barril", situada a l'illa de Tavira, es troba un cementiri d'àncores. Durant generacions, les famílies de l'illa obtenien tots els seus ingressos de la pesca de la tonyina. Amb el temps aquesta activitat econòmica va anar decaient fins a gairebé desaparèixer. En record d'aquells vaixells que no van poder continuar la seva activitat per la manca de recursos o senzillament perquè s'havien retirat del servei, es van anar col·locant les àncores de cada un d'ells en un recinte de la platja, com a homenatge a aquells temps.

A la platja hi ha més de 200 àncores. Contemplen un mar que no tornaran a fendre.



“Comprendí que una mañana cualquiera me ordenarían Vamos, y yo saldría de lo que llaman cuartel hacia lo que llaman Tavira, oyendo las olas sin ver las olas, oyendo a las gaviotas sin ver a las gaviotas, oyendo las voces de las personas sin prestarles atención, camino de las siluetas de los platos, que me esperaban en silencio en los paisajes de porcelana, como los difuntos nos aguardan por detrás de una última puerta que solo demasiado tarde entendemos que es la última por cerrarse tras nosotros como la tapa de un ataúd.(…)

Lo que los sujetos disfrazados de soldados llamaban Tavira se parecía a Tavira sin ser en realidad Tavira: el mismo sol, la misma disposición de las calles y de las casas, los mismos edificios antiguos y la plaza y el puente romano que tanto me gustaba, las mismas terrazas con los mismos viudos sentados en las mismas sillas delante de los mismos refrescos de culantrillo intactos, los mismos perros, el mismo olor a pescado, las mismas gaviotas, e incluso la misma pequeña pensión por encima del garaje, Residencial Rabat, ¿te acuerdas?, cuartos a lo largo de un pasillo encalado, la ducha al fondo, nosotros dos, después de la comida, sumando los mosquitos del techo que por la noche, apenas apagásemos la luz, habrían de roncarnos como aeroplanos en los oídos, y tu Mariana lo primero que hago es comprar un insecticida, y yo encendía la lámpara y,  dándome con la palma de la mano en mi propia cara, Me voy a poner el bañador y a dormir a la playa, que no aguanto más estos bichos.

No era Tavira porque la criada de la pensión era otra, que lavaba las baldosas con un estropajo y un cubo, y no era Tavira porque la droguería donde compramos el insecticida contra los mosquitos había dado paso a una tienda de vestidos de novia con maniquíes en el escaparate, cubiertos de satén, con tules en la cabeza, novios de chaquetón y guantes petrificados en abrazos que no completarían nunca. (…)

No era Tavira, y el hecho de que los maniquíes me hubiesen seguido (pero ¿cómo?, pero ¿utilizando qué medio?, pero ¿obedeciendo a quién?) hasta la frontera con China, me hizo entrar a la tienda de vestidos de novia en busca de pistas que me aclarasen acerca de las intenciones de las criaturas del escaparate, que permanecían vueltas a la calle con una indiferència simulada, ofreciendo las tocas de encaje al despacho de notario de la travesía, visitado por multitud de rollos de papel en busca de una bendición de sellos, y di con decenas de mejillas lustrosas que me contemplaban con una simpatía engañosa, provistas de nardos de fieltro que saturaban la habitación con corolas postizas. Estatuas de frac prontas a alzar el vuelo en los zapatos de charol, damas de honor con mechones de estopa se ahogaban en el pelo escaso, padrinos con pantalones de fantasía presidían grupos de esmoquin inclinados en posturas diversas y que retrocedían más allá del mostrador, protegiéndose y defendiéndose, en dirección a una puerta que anunciaba Despacho, tras la cual se adivinaban más mejillas lustrosas, más nardos, más satenes que crecían, del sótano de la tienda, con un fragor de marchas nupciales. Abandoné el establecimiento corriendo en el momento en que un maniquí preguntaba ¿En qué puedo servirlo, señor oficial?, y troté por callejas y callejones hasta desembocar en la plaza junto al puente romano y de la plaza proseguí, hacia el mar, por el trayecto que hacíamos de noche para huir de los mosquitos del Residencial Rabat que sibilaban en la oscuridad, ambos tumbados en la arena de agosto, contando estrellas que se confundían con las farolas de los barcos como si nos encontrásemos entre dos cielos paralelos, con murciélagos que se agitaban por debajo y por encima de nosotros, y Tavira resbalaba hacia África con sus terrazas y sus viudos frente a los refrescos de culantrillo intactos. (…)
Ya no había pescadores, ya no había gaviotas, resguardadas bajo el arco del puente, solo el ciego, los perros que ladraban, añorantes de las tripas de los pulpos, y las lámparas encendidas de Tavira (pero no era Tavira, puedo asegurarte que era una ciudad inventada) surcaban las fachadas del mismo modo en que, al acercar una llama de petróleo a un rostro, nos damos cuenta de sus cordilleras, de sus valles, de los ríos de las arterias, de los poros que se abren y cierran, de la disposición de los pelos. Solo los perros, el ciego y yo, la luna que asomaba desde el mar y el ruido de las olas, hasta que la negrura devoro al ciego y a los perros, y al dejar de ver el cajón en el que me acuclillaba me levanté, me ajusté el dolmán y caminé hacia las olas.  Aún vacilé en quitarme los zapatos que me dificultaban la marcha sobre el agua, pero no me pareció sensato desembarcar con calcetines en un País desconocido: supongo que estás de acuerdo, Margarida, en que a mis padres no les habría gustado.”
El orden natural de las cosas
António Lobo Antunes

pàg. 206-213

25 de maig 2014

lisboa

ascensor da Bica

“Aún hoy, a los ochenta y un anñs, en que vivo solo, desde que mi mujer murió, en la parte de una casa en una cuarta planta sin ascensor de la Rua Ivens, y voy al Largo do Camóes y a la cima de la Rua do Alecrim a mirar el Tajo, aún hoy, en que paseo por Loreto hasta el ascensor de la Bica y veo la ciudad bajar al sol hacia los almacenes de la Ribeira, aún hoy, decía, no conozco Lisboa.  El dentista me ajardina las mandíbulas en un policlínico del Príncipe Real, podándolas de las hojas cada vez más superfluas de los dientes, el medico del reuma me endereza el clavel de la espalda, en Santos, con cañizos de pomadas, el doctor del corazón, que me instaló una pila en las costillas para tonificarme la sangre, me prohíbe las grasas en una planta baja en Sapadores, donde los infelices de la sala de espera parecen traer todos el corazón en la palma, ceñido por una corona de espinas como en las estampas de Jesús que adornan los cuchitriles de las porteras. La ciudad es, para mí, una Osa Mayor de consultorios con la Estrella Polar del oftalmólogo en el Rossio, en la finca de una agencia de viajes que promete las Bermudas a las cataratas que me nublan las pupilas, incapaces de descifrar las letras del cuadro de la pared que disminuyen despacio, como las saudades de ti, para diluirse en las minúsculas vocales del olvido final. La ciudad es una constelación de sigmoidoscopios, de punciones lumbares, de exámenes del cerebro, de martillitos que sobresaltan las rodillas, de ventosas de electrocardiogramas en los que las arterias inscriben, en una tira de papel, su firma ilegible, una Vía Láctea de hospitales y centros de diagnóstico separados por estatuas de duques y de reyes que se apuntan unos a otros con el dedo, plaza tras plaza, con acusaciones que no entiendo hoy como tampoco entendí ese domingo de mil novecientos cincuenta, hace cuarenta y dos años, cuando me apeé del tranvía en los Restauradores, seguido por el empleado de la mercería, en busca de una farmacia de guardia en un bosque de sastrerías, de tabernas, de travesías de pensiones equívocas y de mujeres, con abrigo de piel, insinuando sus brillos de acrílico en las esquinas y comunicándose con nosotros por medio del morse de los cigarrillos. Entonces, como ahora, me faltaban las advertencias, los consejos y las prohibiciones de los muertos, me faltaba la palmera de Correios y la pastelería de las señoras rubias, me faltaba el crepúsculo de los árboles del bosque, me faltaban las buganvillas, Conceiçào, los racimos de las buganvillas colgados del muro, me faltaba mi hermana Julieta corriendo detrás de los polluelos con un ladrillo en la mano, me faltaban los valses y el tropel de tangos del gramófono que a veces creo escuchar aquí, en la Rua Ivens, si despierto en medio de la noche, alanceado por la gota, con el tobillo en llamas. Hasta el desdén de Jorge me hace falta.”

El orden natural de las cosas
António Lobo Antunes
pàg. 154-155



24 de maig 2014

l'artista al carrer 2014








El proper 31 de maig tindrà lloc la 14à edició de l’Artista al carrer, activitat organitzada per l’Associació d’Artistes Plàstics.


L’exposició la trobareu  al carrer de Sant Martí, davant el Museu d’Art, de quatre a vuit del vespre i amb un tema en comú: la nit.

flames a la fosca


A MALLORCA, DURANT LA GUERRA CIVIL

Verdegen encara aquells camps
i duren aquelles arbredes
i damunt del mateix atzur
es retallen les meves muntanyes.
Allí les pedres invoquen sempre
la pluja difícil, la pluja blava
que ve de tu, cadena clara,
serra, plaer, claror meva!
Sóc avar de la llum que em resta dins els ulls
i que em fa tremolar quan et recordo!
Ara els jardins hi són com músiques
i em torben, em fatiguen com en un tedi lent.
El cor de la tardor ja s'hi marceix,
concertat amb fumeres delicades.
I les herbes es cremen a turons
de cacera, entre somnis de setembre
i boires entintades de capvespre.

Tota la meva vida es lliga a tu,
com en la nit les flames a la fosca.

Imitació del foc
Bartomeu Rosselló-Pòrcel

Barcelona, setembre de 1937

Amb un homenatge a la poesia i la figura de Bartomeu Rosselló-Pòrcel, es va obrir la presentació del poemari "Flames a la fosca", de la nostra companya Esperança Castell, al Museu d'Art de Cerdanyola del Vallès. 

La presentació del llibre va anar a càrrec de l'amic Josep M. Riera i l'historiador i poeta Miquel Sanchez. 

Us deixem amb les fotografies de la presentació i uns versos del mateix, per obrir boca:

Pausa en el cami

Cerco un pensament, un poema,
no sé encara si existeixen.

Flames a la fosca
Esperança Castell








Esperança, existeixen i són una fecunda realitat.


23 de maig 2014

la beira

Linhares,
Celorio da Beira
La Beira va ser una de les sis províncies tradicionals de Portugal, juntament amb Entre-Douro-i-Minho, Trás-os-Montes, Estremadura,  Alentejo i Algarve.



“Cada uno vuela como puede, y por eso volví a Portugal para volar bajo tierra, pero en el Miño no existían galerías donde empujar vagonetas, no existían cantinas, ni barrios de obreros, ni sonidos de latas los domingos, solo pequeños huertos de cebollas, de cilantro, de tomates, solo el agua que cantaba en los musgos. Ni en el Miño, ni en Trás-os-Montes, ni en Lisboa, ni en el Algarve, porque este País no tiene espacio para volar bajo las estatuas y los puentes, y no obstante, después de buscar mucho, encontré en la Beira un ascensor hacia el centro del mundo, con roldanas y cables herrumbrosos, de forma que me puse el casco, le di a la palanca y bajé por un pozo sin luces hasta una plataforma en la que mis suelas resonaban como en un teatro abandonado. La linterna de la frente descubría herramientas, rollos de alambre, pedazos de carril, una vagoneta patas arriba en la lividez de una mañana congelada. En la boca de los túneles piedras de tungsteno se obstinaban en aguardar la pala que las removiese, las paredes se poblaban de la barba de líquenes de las galerías sin alma, y un capataz había obstruido un segundo ascensor donde se apilaban fardos y sacos. Impedido de volar, subí a la superficie entre los estertores de un mecanismo doliente, acongojado por los gritos de los murciélagos a los que mi linterna asustaba, y desembarqué en un descampado con olivos inclinados hacia una aldea sin capilla, con travesías de granito en los intervalos de los edificios. Los restos de un autobús se descomponían en una senda, una perdiz desapareció en un bosque, unas nubes viajaban hacia España, un muchacho pastoreaba becerros entre cardos, un milano inmóvil hacía chispear el aluminio de las alas. Encontré una taberna allí abajo, una venta con dos toneles y trazos de tiza, de deudas de vino, en una pizarra, donde unos campesinos se emborrachaban sin palabras, compré un litro de coñac al hombrecito del mostrador ocupado en aplastar un ratón a escobazos, trepé de nuevo la cuesta y apoyé el dorso en el guardabarros del autobús, a la entrada de la mina. Las becerros se acercaban transpirando asma, un tractor roncaba del otro lado del monte, el milano se echó de golpe sobre una bandada de pollos asustados. Acabé la botella, la lancé hacia la bolsa, alcancé la puerta, me puse el casco en la cabeza, encendí la linterna, salté, sin pico ni cuerdas a la cintura, hacia la plataforma del ascensor, y me hundí en el pozo, decidido, fuera como fuese, a volar bajo la tierra.”

El orden natural de las cosas
António Lobo Antunes

pàg. 98-99

22 de maig 2014

una xerrada molt emotiva



Avui, al Museu d'Art de Cerdanyola del Vallès, la historiadora, memorialista i escriptora Assumpta Montellà ha parlat de guerra, exili, sentiments, solidaritat i educació en valors de  pau i ajuda mútua.

L'autora de "La maternitat d'Elna", convidada per l'Associació Coordinadora d'Ajuda Unida “ACAU”, una organització que treballa en favor de les persones més pobres i marginades, i molt especialment de la infància de Burkina-Faso.

En la seva conferència, Montellà ens ha parlat de la seva investigació, a finals dels anys noranta del segle passat,  entre els exiliats del Rosselló sobre la Guerra Civil i l'exili republicà. I de com va arribar, gràcies a les entrevistes amb les dones i mares  exiliades, a conèixer el paper que va jugar la figura de la infermera suïssa Elisabeth Eidenbenz en la salvació de 597 nens. Nens que, sense la “Isabel” i la maternitat  d’Elna, haguessin mort sens dubte a les platges del  Rosselló .


Demà, com ha recordat l’Assumpta Montellà, farà tres anys que va morir tan singular dona.

21 de maig 2014

esposende

molins de Apúlia- Esposende

Esposende és un municipi portuguès, situat al districte de Braga, a la regió del Nord. Limita al nord amb Viana do Castelo, a l'est amb Barcelos, al sud amb Póvoa de Varzim i a l'oest amb l'Oceà Atlàntic.


“De modo que acabo arrancando las mantas de las ventanas, levantando los estores, y, vencido por esta luz que me odia, permanezco en la sala escuchando el Tajo. Como en Monçào, como en Esposende, como en la Beira, como en cualquier otro punto de este País en el que todo se inclina hacia el mar, en el que se siente la presencia de las olas en las hebras de las espigas, y entonces me pregunto cómo es posible habitar en un sitio que no es otra cosa que la resaca de la bajamar, las olas se retiran y abandonan un manojo de calles, un monolito y una plaza, las olas se retiran y abandonan un hotel, una prisión, un barrio, una misa de campaña, un velatorio, las olas se retiran y nos abandonan a nosotros, a la mesa, mientras comemos los grelos y la merluza de la cena, las olas se retiran y me abandonan a mí, en busca de Johannesburgo en la vivienda desierta, en busca de la cantina de los domingos y de la cerveza que me recuerda la infancia, que me recuerda las jaras, los sauces y los bueyes de cerámica del Miño, las olas se retiran y abandonan a un hombre con grabadora en bandolera, incapaz de volar, mientras me pide hacerme preguntas y mira desde el felpudo, desconfiado, el casco y el pico, y yo, cansado de no tener a nadie a quien contarle todo esto, cansado del sol y tan ansioso por desahogarme que finalmente, estimado señor, regresaba en barco, escondido en la bodega como la primera vez, a Johannesburgo y a Solange y a la mina, regresaba a las vagonetas que cargan pedregullo a trescientos metros bajo tierra, lo hice pasar Entre, entre, lo conduje a la sala, le ofrecí el sillón, me acomodé en el sofà, creí ver por la ventana al dueño de la cantina que me extendía una botella, pero no, era una morera que agitaba sus hojas, y dije, golpeando con la punta de la herramienta en la alfombra, ¿No le parece que hay demasiado mar, no le parece Portugal un desperdicio de agua?”

El orden natural de las cosas
António Lobo Antunes
pàg. 114


torna la primavera



entre escletxes


imatges de la presentació










20 de maig 2014

alcântara

antics magatzems d'Alcântara, convertits avui en zona d'oci
Alcântara és un barri de la ciutat de Lisboa. El seu nom deriva del mot àrab “pont”, i es refereix a un antic pont romà que existir allà  fins al regnat de Joan V. El barri està situat a la cantonada sud-oest de Lisboa , al llarg del marge nord del riu Tajo.
Durant l'era romana es deia Horta Navia (Nabia era una deessa dels rius i l'aigua ) . L'àrea va ser notable per un pont romà , que creuava el barranc  Alcântara . Arran de l'ocupació musulmana , la zona va començar a ser esmentada en termes d'aquest pont .
Encara que avui dia és bastant central , va ser un simple barri perifèric de Lisboa amb  finques i palaus . Al segle XVI hi havia un rierol que els nobles utilitzaven per passejar en els seus vaixells . Com a resultat del terratrèmol i el tsunami de 1755 , la cort es va traslladar a la zona d'Alcântara , atraient amb ells la noblesa , funcionaris , funcionaris municipals i els que vivien amb ells , incloent a artistes , comerciants i artesans .
A finals del segle XIX Alcântara es va convertir en una àrea industrial, amb moltes fàbriques i magatzems.  La precarietat de les condicions econòmiques a la regió va donar lloc a diversos conflictes, incloent moltes vagues, conflictes i insurreccions, com l'esdeveniment de juny 1872, que va arribar a ser conegut com la "A paorosa". En diverses ocasions, el 1886, el 1894 i el més important l'any 1903 hi va haver vagues, protestes i conflictes.

Durant la dècada dels noranta del segle passat , Alcântara va començar a omplir-se de pubs i discoteques, en gran mesura perquè es troba en una zona allunyada i el soroll no molesta als veïns. Actualment, s'han creat alguns apartaments i lofts, des dels quals els seus propietaris gaudeixen d'immillorables vistes al riu.

“La mujer me observaba, olfateando la disposición de mis humores consistoriales mientras yo examinaba las grietas del techo y los brotes de las paredes, mientras yo, amigo escritor, chasqueando contra el cielo de la boca mi lengua de fiscal, me paseaba comprobando el aislamiento de los cables eléctricos y las tomas de corriente y me enfrentaba con habitaciones interiores, saturadas de sudor, esencia de droguería y perfume de supermercado, en las cuales tuve que caminar de perfil para no tropezar con pantuflas y orinales,  pensando en qué puede haber de interesante en la falta de dinero e interrogándome acerca del motivo que te llevo a elegir a esas personas amargas,  llenas de miedo y del rencor de los infelices, entre la multitud de millares de criaturas amargas que viven en esta ciudad de mierda, en la cual el sol pone lentejuelas a la desgracia de un manto de luz (…)

Nosotros dos, amigo escritor, tu y yo, no tenemos remedio, somos como los mastines de la perra meneando el culo por Lisboa, con la diferencia de que a mí, coño, al menos es una mujer, buena o mala, la que me apasiona, mientras que en tu caso te machacas para conocer a un tipo que no vale nada, que nunca valdrá nada, y que el noventa por ciento de las personas pagaría por ignorar quién es, un cincuentón sombrío que vive en la cutrez de la Quinta do Jacinto, amancebado con una chica diabética, que se inyecta insulina, que podría ser su nieta y lo detesta, y que mantiene, con un sueldo que no entiendo como hace para llegar a fin de mes, al padre y a la tía que me mostro la casa mientras en el apartamento de al lado una pareja que no llegué a ver discutía en medio de una ventolera de insultos, la casa, el huertecito, la presencia del río detrás del muro y los trenes de Estoril y de Lisboa que se cruzan en la vía férrea que separa Alcântara de la muralla, y yo, sin comprender, pienso y repienso, amigo escritor, hago conjeturas, las deshago, las hago otra vez, desconfío.  Hay algo que se me escapa, algo que no va, qué demonios puede interesar el de la fotografía, y la diabética, y la Quinta do Jacinto, y de repente, esta mañana, antes de venir a verte, estaba yo afeitándome, comprendí y me quedé quieto frente al espejo, mejor dicho, al pedazo de espejo que tengo allí, con la mitad de la cara llena de jabón, comprendí, con la navaja en alto, que tu fulano no existe como no existe el nogal, ni el padre, ni la tía, ni la Quinta do Jacinto, ni siquiera Alcântara, ni siquiera el Tajo, que me pusiste a trabajar, por dos o tres billetes, en una ficción rarísima, que inventaste este enredo para tus capítulos, reconócelo, que me obligaste a perder mi tiempo y el de mis alumnos con cuentos de viejas y ahora quién me indemniza a mí por los problemas que surjan con los hipnotismos mal hechos, quién me defiende en el Tribunal si las personas empiezan a desaparecer en Lisboa, comprendí y me apetece vaciar la vejiga y aún debo de llevar jabón en las orejas porque con la excitación del descubrimiento no meé ni me limpié la cara con la toalla, que no hay tórtolas, que no existe Lucília, que no existe el Residencial de la Praça da Alegria, que no existe el chulo negro, que no existe la Pide, que no hubo comunistas, que no existió mi pasado, ni Damào, ni la casa de Odivelas, que no existí yo, que no existe el sándwich de jamón casi sin jamón que estoy masticando aquí, sentado a su mesa, que tampoco existe usted, amigo escritor, y que nos encontramos ambos, óigame bien, no en el Campo de Santana que jamás existió, con sus pavos reales, sus mendigos y sus locos, sino suspendidos en una especie de limbo, conversando sobre nada, rodeados de tejados y árboles y gente sin sustancia, en una Lisboa imaginaria que baja hacia el río a lo largo de una confusa precipitación de callejones inventados.”

El orden natural de las cosas
António Lobo Antunes
pàg. 57-60

19 de maig 2014

presentació poemari de l'Esperança Castell

La poeta i companya de Vespres Literaris, Esperança Castell, presenta a la ciutat el seu segon llibre de poemes: "Flames a la fosca". 

A l'acte, a més de l'autora, hi seran presents l'impressor Josep M. Riera i l'historiador i poeta Miquel Sanchez, sota la coordinació de la poeta Marisa Olivera

Recitarà els poemes de l'Esperança, Pilar Chavarrias, acompanyada per la guitarra de Jaume Linares.

La presentació tindrà lloc el proper divendres, 23 de maig 23 de 2014, a les 19 hores, al Museu d'Art de Cerdanyola, Can Domènech, carrer Sant Martí, 88, de Cerdanyola del Vallès.


11 de maig 2014

poesia al MAC



El proper dimecres, 21 de maig, a les 19:30 hores i al MAC de Cerdanyola, tindrà lloc la presentació del llibre de pomes  “Entre escletxes” del Miquel Snchez.  

La presentació la faran Josep Fatjó Gené i la poetessa, i companya de Vespres Literaris,  Esperança Castell.



calendari temporada 2014-2015




datatítolautor
06/09/2014Pedra de tarteraMaria Barbal
04/10/2014Donde la ciudad cambia su nombreFrancisco Candel
08/11/2014Tiempo de arenaInma Chacón
13/12/2014Muerte en La Fenice Donna Leon
10/01/2015Les filles de HannaMarianne Fredriksson
07/02/2015La soledad de las parejasDorothy Parker
07/03/2015El guardián entre el centenoJ.D. Salinger
11/04/2015La senda del perdedorCharles Bukowski
09/05/2015La importancia de vivirLin Yutang
06/06/2015Sombras en el tiempoJordi Sierra i Fabra

l'autor del mes



“Yo no tengo certidumbres, ni respuestas. Sólo escribo libros. Me gustaría que cambiaran el mundo, pero no van a cambiar nada. Aunque tal vez sean una compañía, un placer para algunas gentes. Yo solo soy un chico que escribe libros y espero morir con la misma inocencia. Al fin y al cabo, somos muy inocentes.”


António Lobo Antunes

7 de maig 2014

barcelona, setmana de la poesia 2014



poesía a les caves 2014



Programa : 

Divendres 9 de maig – Caves Juvé i Camps (c/ Sant Venat, 1)
Meritxell Gené
  
Divendres 16 de maig – Caves Recaredo (c/ Tamarit, 10)
David Figueres
Nati Soler
Carlos Vitale

Divendres 23 de maig – Caves Blancher (plaça Pont Romà s/n)
Laura Dalmau
Dionís Lluch
Mercè Solé
  
Divendres 30 de maig – Caves Mestres (c/Sant Pere, 28)
Tomàs Camacho
Glòria Fandos
Rafael Haro
Jesús M. Tibau

Hora d'inici de tots els recitals: 22. 30 h.