26 de set. 2012

Le grand cahier


“Agota Kristof tenía 21 años cuando empezó el levantamiento húngaro. Vivía en Këszeg, una pequeña ciudad junto a la frontera austriaca. Su marido, que era profesor de Historia, fue a Budapest a participar en las manifestaciones. Ella no tuvo más remedio que quedarse en casa cuidando de su hija de cuatro meses. “Fue algo muy violento, especialmente contra los soviéticos. Coreábamos: ¡Volveos a vuestro país!”, recuerda Kristof. Con el regreso del ejército soviético a Hungría la situación se deterioró: “Había tanques en cada esquina… nadie se atrevía a salir”. A su marido lo llamaron de la sede del partido comunista, junto a dos de sus compañeros, y le ordenaron que pusiera calma entre la gente. Se negaron a hacerlo y los arrestaron.  Sin embargo, dado que las cárceles estaban a rebosar, los pusieron en libertad muy pronto. Uno de los compañeros de su marido se suicidó posteriormente arrojándose a las vías de un tren. Al otro lo sentenciaron a dos años en la cárcel. A finales de noviembre su marido decidió que tenían que irse del país. Su guía —un hombre llamado József— era un amigo de la infancia. Le dieron todos sus ahorros, tal y como hicieron las otras diez personas del grupo. “La gente que estaba a punto de irse de Hungría le daba todo el dinero que tenía, ya que en Austria carecía de valor”, explica Kristof. Después de caminar por un bosque durante dos horas, llegaron a Austria.  Kristof cree que las autoridades estaban “satisfechas de que nos fuéramos. Para ellos éramos la escoria de la sociedad. A los policías soviéticos les daba igual; el guía los conocía bastante bien y los emborrachó”. Los encontró un policía de aduanas austriaco y los llevó a un pequeño pueblo que estaba lleno de refugiados húngaros. Luego los tras-portaron en autobús hasta Viena, donde los alojaron en barracones militares y donde dormían en “colchones de paja en el suelo… unas 20 personas en una sola habitación”.

Era la primera vez que viajaban al extranjero y se encontraban en la más absoluta indigencia, pues no habían podido llevar consigo ninguna de sus pertenencias, fuera de pañales para el bebé y algunos diccionarios. Dependían completamente de la ayuda externa. Como todos los demás, no podían permanecer en Austria, por lo que su marido empezó a buscar desesperadamente un nuevo país de acogida.
El 8 de diciembre de 1956 llegaron a Suiza junto con otros refugiados húngaros a bordo de un tren especial. Al principio los alojaron en otros barracones de tipo militar, pero poco a poco empezaron a llevar una vida normal.

Los que querían estudiar eran enviados en principio a Zurich, y desde allí destinados a otras ciudades suizas. Agota Kristof empezó su nueva existencia en Neuchâtel, junto a la frontera con Francia. Pero, por segunda vez en su vida, había perdido la oportunidad de continuar sus estudios. La primera vez fueron los tanques soviéticos y el miedo de su marido a acabar en la cárcel los que impidieron que se matriculara de Literatura en la Universidad de Budapest. La segunda vez su marido volvió a interponerse. “No pude ir a la universidad por él”, asegura. Él hablaba francés y alemán y llevaba todos los asuntos oficiales de la familia. Era mucho mayor que ella y estaba más disponible, puesto que ella tenía que cuidar de su bebé. Su exilio estaba acentuando el desequilibrio natural de su relación. Él se matriculó en Biología mientras que ella aceptó un trabajo en una fábrica de relojes para alimentar a la familia. Pese a ser un trabajo duro, sonríe cuando se acuerda de sus antiguos compañeros: “Eran muy, pero que muy hospitalarios. Tenía muchas amigas”. Kristof, que ya sabía algo de francés, obtuvo una beca de la ciudad de Neuchâtel para estudiar unos cursos de idiomas. En la fábrica volvió a escribir, tomando notas que luego pasaba a limpio en su casa por las noches. Se divorció de su primer marido y en 1963 se casó con un fotógrafo suizo, con el que tuvo otros dos hijos. Aunque disfrutaba cuidando de su familia, su nueva vida en el campo no le aportó felicidad. No disponía de medios de transporte y como resultado de ello se sentía tremendamente aislada. Eso implicaba también la falta de oportunidades de labrarse un futuro. Empezó a escribir cada vez más: “Antes ya escribía bastante, pero entonces empecé a escribir por las noches, cuando los niños estaban dormidos… al principio en húngaro, luego, poco a poco, en francés”.

En 1968 regresó por primera vez a Hungría. La situación era tensa debido a la reciente invasión soviética de Checoslovaquia. “Estaba contenta por poder ver a mi familia… pero ya no tenía deseos de quedarme”, comenta. Una experiencia en concreto le dejó impresionada: “No pude reconocer a mi hermano pequeño”. Se divorció también de su segundo marido, pero su carrera artística empezaba a despegar. Escribía obras de teatro y radio. Todavía más importante, escribía novelas, entre otras una trilogía -El gran cuaderno, La prueba y La tercera mentira- que se publicó entre 1986 y 1991 con un gran éxito internacional. Su exilio ha modelado su carrera literaria en varios sentidos. Primero, complicó su aparición: “Perdí unos 15 años de escritura”, dice. Y el distanciamiento de su tierra natal influyó profundamente también en los temas y en el estilo de su obra. La oscuridad de su prosa, las escenas de violencia y crueldad que describe en alguno de sus textos, están “en gran medida, inspirados en hechos reales”. Pero también son, admite, parte de su carácter y no simples productos de su experiencia: “Incluso lo que escribía en húngaro era bastante oscuro… era algo que estaba en mí desde antes. Cruzar la frontera simplemente empeoró las cosas”. Los primeros años los suicidios eran muy comunes entre los refugiados húngaros. Tras la excitación del levantamiento, los exilados tenían que enfrentarse al fracaso de sus sueños y a la monotonía de la vida diaria: “Había una auténtica y profunda sensación de soledad. Y el idioma, y los trabajos que nos ofrecían… era muy duro”, explica Kristof.  Resume esos sentimientos en una frase típica de su prosa, con un estilo simple y directo: “Para eso no merecía la pena… Siempre me arrepentiré de haberlo hecho. Hubiera preferido quedarme”. Pese a su éxito y a los premios obtenidos -incluido el Premio al Libro Europeo de 1987-, Agota Kristof sigue resintiéndose por la forma en que se ha desarrollado su carrera: “Llegó demasiado tarde… Tenía cincuenta años cuando publiqué mi primer libro en francés”.  Habían  transcurrido más de tres décadas desde que empezó a escribir en Hungría, a la edad de trece años. Todo tardó demasiado."

texto de Cécile Pouilly
publicado en la revista “Refugiados” ¿Dónde están ahora? Los refugiados húngaros 50 años después
ACNUR, nº 132 , 2006
Páginas 17-18


“L'Àvia ens diu:
—Fills de gossa!
La gent ens diu:
—Fills de bruixa! Fills de puta!
D'altres diuen:
—Imbècils! Brètols! Mocosos! Rucs! Porcs! Garrins! Púrria! Carronya! Merdosos! Carn de presó! Llavors d'assassí!
Quan sentim aquestes paraules, els nostres rostres es tornen vermells, les nostres orelles brunzeixen, els ulls ens piquen, els genolls ens tremolen.
Ja no volem avergonyir-nos, ni tremolar, no volem acostumar-nos als insults, a les paraules que fereixen.
Ens instal·lem a la taula de la cuina, l'un davant de l'altre, i mirant-nos als ulls, ens diem paraules cada vegada més terribles.
L'un:
—Malparit! Forat de cul!
L'altre:
—Fill de puta! Cabró!
D'aquesta manera continuem fins que ja no ens entren al cervell, ja no ens entren ni a les orelles.
Ens entrenem d'aquesta manera aproximadament durant mitja hora diària, i sortim a passejar pels carrers.
Ens organitzem perquè la gent ens insulti i finalment constatem que aconseguim quedar-nos indiferents.
Però també hi ha els mots antics.
La nostra Mare ens deia:
—Estimats meus! Amors meus! Reis meus! Petits i adorats meus!
Quan recordem aquestes paraules, els ulls se'ns omplen de llàgrimes.
Hem d'oblidar aquestes paraules perquè, actualment, ningú no ens en diu de semblants i perquè el record que en tenim és una càrrega massa pesada per portar.
Aleshores, tornem a començar el nostre exercici d'una altra manera.
Diem:
—Estimats meus! Amors meus! Us estimo... Mai no us deixaré... No estimaré ningú més... Sou tota la meva vida...
A força de repetir-les, les paraules perden a poc a poc el seu significat i el dolor que sentim s'atenua.

Trilogia de Claus i Lucas
Agota Kristof
Traducció de Sergi Pàmies
La Magrana
Barcelona, 2007
Pag: 30-31


21 de set. 2012

Suïssa, 1956



"Refugiats il·lustres a l'exili suís", és el títol d'un llibre que recull la investigació de 10 personalitats, entre elles Agota Kristof.

Aquest va ser el tracte donat a l'escriptora, una de les aproximadament 11.000 persones que va acollir Suïssa dels 200.000 hongaresos que van abandonar el seu país el 1956: "Agate", "Agathe", "Agatha", "Esgota" ... 'Agota Kristof' és el nom de "la dona d'un refugiat que va ingressar a Suïssa" i qui va figurar de manera secundària en l'expedient del seu espòs.

En pocs documents oficials de l'època està escrit el seu nom de forma correcta. Un informe del, en aquella època, Departament Federal Militar -encarregat d'organitzar els camps d'acollida dels refugiats hongaresos- parla de les dones en aquests termes: "La qualitat de les persones és molt variada: intel·lectuals, obrers i fins i tot, de vegades dones ".

Quan va arribar al cantó de Neuchâtel, relata la pròpia Kristof, "no parlava ni francès, ni alemany, el meu marit sí. Ell va gestionar tots els tràmits ". I ell va ser qui va tenir la possibilitat d'estudiar a la universitat mentre que Agota va haver de treballar cinc anys com obrera en una fàbrica. Contínua el seu relat: "Estava sempre malalta. Tenia el nadó i m'havia d'aixecar a les cinc del matí. Tornava a les cinc de la tarda per fer la neteja. Va ser veritablement dur. "Hi va haver molts suïcidis. Vaig conèixer a quatre hongaresos que eren al mateix lloc que jo, que es van suïcidar durant els primers anys d'haver arribat, perquè no van suportar la soledat i el treball era molt dur. "

"M'aixeco a quarts de sis del matí. Vesteixo la nena i li dono l'esmorzar, i després em vesteixo jo i agafo l'autobús de dos quarts de set que em portarà a la fàbrica. Deixo la nena a la guarderia i entro a treballar. En surto a les cinc de la tarda. Vaig a buscar la nena a la guarderia, torno a agafar l'autobús i tornem a casa. Faig les compres a la botigueta del poble, encenc el foc (al pis no hi ha calefacció), preparo el sopar, poso la nena a dormir, rento els plats, escric una mica i me'n vaig a dormir.

Per escriure poemes, la fàbrica és ideal. Com que el treball és monòton, es pot estar pensant en una altra cosa i les màquines tenen un ritme regular que ajuda a comptar versos. Al meu calaix, tinc un full de paper i un llapis. Quan el poema pren forma, l'anoto. Al vespre, ho passo tot a net en un quadern.

A la fàbrica, hi treballem cap a deu hongaresos. A la pausa del migdia, ens retrobem a la cantina, però els plats són tan diferents dels que estem acostumats a menjar que gairebé no els tastem mai. Jo mateixa, durant un any i mig, a dinar, l'únic que he pres és cafè amb llet i pa.

A la fàbrica, tothom es porta molt bé amb nosaltres. Ens fan la rialla i ens diuen coses, però nosaltres no entenem res.

És aquí que comença el desert. El desert social i el desert cultural. A l'exaltació dels dies de la revolució i de la fugida se succeeixen el silenci, la buidor, la nostàlgia dels dies en què teníem la sensació de participar en alguna cosa important, històrica i tot potser, l'enyor del país i l'enyor de la família i els amics.
Ens esperàvem alguna cosa en arribar aquí. No sabíem què ens esperàvem, però això sí que no: aquelles tristes jornades de treball, aquells vespres silenciosos, aquella vida prefixada, sense canvi, sense sorpresa, sense esperança.

Materialment, vivim una mica millor que abans. Tenim dues habitacions en comptes d'una. Tenim prou carbó i no ens falta menjar. Però en relació amb tot el que hem perdut, això ho hem pagat molt car.

A l'autobús del matí, el revisor s'asseu al meu costat; cada matí és igual; gras i jovial, tot el camí m'explica coses. No entenc gran cosa (...) Com li podria explicar, sense ofendre'l, i amb les poques paraules que sé en francès, que el seu bonic país no és altra cosa que un desert per a nosaltres, els refugiats, un desert que hem de travessar per arribar al que anomenen «la integració», «l'assimilació»? En aquest moment, encara no sé que alguns no hi arribaran mai.”

L’analfabeta
Agota Kristoff
Pags: 41-43

61a Fira del Llibre d’Ocasió Antic i Modern


16 de set. 2012

Budapest, 1956



El 23 octubre 1956 un grup d'estudiants d'enginyeria de la capital hongaresa, Budapest, decidia organitzar una manifestació, no per la situació a Hongria, sinó per la de Polònia. Fins Budapest havien arribat notícies sobre els disturbis en altres estats satèl·lit soviètics: motins a Alemanya Oriental, mostres de descontent a Praga i, sobretot, una revolta important a la ciutat polonesa de Poznan al juny, que havia estat aixafada per l'exèrcit.

Els estudiants de Budapest van sentir rumors que s'estaven produint nous disturbis a Polònia i van decidir manifestar-se en el seu suport. El missatge es va estendre ràpidament per la ciutat i la gent va començar a sortir de botigues, fàbriques i cases per unir-se a la marxa. Va ser així com, en certa manera, la revolució hongaresa de 1956 va començar accidentalment, tot i que les tensions s'arrossegaven des de feia temps. El país havia passat per considerables dificultats econòmiques i per una successió de ferotges purgues durant una dècada de govern comunista. Les denúncies contra Stalin abocades per Nikita Khruschev al XX Conreso del PCUS, el febrer de 1956, van generar una onada d'expectatives d'obertura a tot Europa central. Així, dues setmanes abans, a la mateixa Budapest, s'havia celebrat ja una gran manifestació de tons clarament antisoviètics. A mesura que evolucionaven els esdeveniments del 23 d'octubre, desenes de milers de persones es tiraven als carrers i, de manera fulgurant, la manifestació inicial es transformava en una cosa totalment diferent: una revolta en tota regla contra el règim i els seus patrons soviètics.

Dotze dies més tard, el 4 de novembre, els tancs soviètics entraven a Budapest. La ciutat va suportar dies de bombardejos i batalles de carrer (van morir 30.000 persones) i els hongaresos van començar a fugir a milers cap a la veïna Àustria. Quan finalment les fronteres van quedar segellades, uns 180.000 hongaresos havien marxat a Àustria i 20.000 s'havien dirigit a Iugoslàvia, al sud.

Durant les setmanes següents, es va restablir aquest enorme flux de refugiats en diferents països de tot el món: més de 40.000 als Estats Units, 27.000 a Canadà, 20.000 al Regne Unit, 15.000 a Alemanya, 12.000 a França, 12.000 a Suïssa, 11.000 a Austràlia ...

Entre ells estava Agota Kristof.



“Tinc vint-i-un anys. Fa dos anys que sóc casada i tinc una neneta de quatre mesos. Travessàrem la frontera entre Hongria i Àustria un vespre de no­vembre, rere un «guia de contrabandistes». Es diu Joseph, i el conec força bé.
Formem un grup d'unes deu persones, algunes encara criatures. La meva filla dorm als braços del seu pare i jo porto dues bosses. En una hi ha bibe­rons, bolquers i robeta de recanvi per a la criatura; en l'altra, diccionaris. Caminem en silenci darrere en Joseph durant prop d'una hora. La foscor és gairebé absoluta. De tant en tant, els fusells llumi­nosos i els projectils ho il·luminen tot, i se senten esclats i trets, però tot seguit el silenci i la foscor ho tornen a envair tot.
Cap a l'altre extrem del bosc, en Joseph s'atura i ens diu:
—Ja sou a Àustria. L'únic que us cal fer és se­guir recte. El poble no és gaire lluny.
M'acomiado d'en Joseph. Li donem tots els diners que tenim i, de tota manera, aquests diners tampoc tindrien cap valor a Àustria.
Caminem per dins del bosc. Una bona estona. Massa estona. Els branquillons ens esgarrapen la cara, ensopeguem en clots, les fulles mortes ens mullen les sabates i ens torcem els turmells amb les arrels. Encenem llanternes però només il·luminen petits rogles i l'únic que ens deixen veure són ar­bres, arbres i més arbres. Malgrat això, ja hauríem hagut de sortir del bosc. Tenim la impressió de donar voltes sobre el mateix punt.
[...]
Ens hem allotjat a casa d'una família camperola. Són molt bona gent. S'ocupen de la nena, i ens donen menjar i un llit per dormir.
El que em resulta curiós són els pocs records que conservo de tot plegat. És com si tot formés part d'un somni, o d'una altra vida. Com si la meva memòria es negués a recordar aquell moment en què vaig perdre gran part de la meva vida.
A Hongria, hi he deixat el meu dietari d'escriptura secreta, i també els meus primers poemes. Hi he deixat els germans i els pares, sense previ avís, sense dir-los ni adéu ni a reveure. Però sobretot, aquell dia, aquell dia de les acaballes de novembre de 1956, vaig perdre definitivament el sentiment de pertinença a un poble.”

L’analfabeta
Agota Kristoff
Pags: 34-36





14 de set. 2012

Vespres Literaris.Chillida Leku

Luis Chillida nos habla sobre la obra de su padre...


"mirando, quiero ver", Eduardo Chillida



Recull d'imatges de la visita que va fer Vespres Literaris a Chillida Leku, i de la  lectura del poemari de Marutxi Beaumont, "Arquitectura de l'aire”

arquitecte de l'aire


Tots els fragments de poemes d'aquesta entrada pertanyen al poemari:
Arquitectura de l'aire, de la Marutxi Beaumont. El poemari va obtenir el premi Montflorit de poesia de l'any 2008, i aquest mateix any va ser publicat per l'editorial Montflorit de Cerdanyola del Vallès. Malauradament, es troba descatalogat.

Fotografies: membres Vespres Literaris







"Si dic aire,
parlo d'espai.
Si parlo d'espai,
dic paisatge."













"El meu silenci
compassat amb el prat,
l'arbre,
la pedra
i l'acer"










"Una poma cau a l'herba flonja
sense emetre cap so.
No corro pas a agafar-la,
sé que és allà,
només,
per definir-me el temps"








"Roure antic,
arrogantment altiu.
Catedral vegetal,
cel amunt.
[...]
Un univers
creat des del pensament.
Home i mesura"









"La solidesa
de la teva obra
no és altra que la que neix
de la terra.
La teva.
Essència,
mesura
i compromís."










"Reivindico la corba
en aquest laberint
de murs que tanquen l'aire."








"A tu,
artífex de la ingravidesa
del massís.
A tu,
mestre  del traç
i el ritme.
A tu,
rotund
i subtil alhora.
A tu,
finestra oberta
a d'altres proporcions.
A tu,
Eduardo Chillida,
arquitecte de l'aire."

13 de set. 2012

visita Chillida Leku

Marutxi Beaumont y Juan Mesa


El pasado lunes Vespres Literaris visitó el museo Chillida Leku, en Hernani. El día anterior habíamos visitado el “Peine del Viento”, en San Sebastián.

Peine de los Vientos

En “el lugar de Chillida” nos recibieron dos de sus hijos: Ignacio y Luis. Éste último nos acompañó un trecho de la visita. Luis, amable, sencilla y delicadamente,  nos introdujo en  el trabajo, la obra  y el pensamiento del artista guipuzcoano, salpicando la narración de múltiples anécdotas y vivencias  de su relación con un “aita” tan especial.

A lo largo del recorrido, la creadora y amiga Marutxi Beamount leyó poemas de su libro “Arqitectura de l’aire”, un bello poemario inspirado en sus visitas anteriores a  Chillida Leku. 
La voz poética traza en sus versos una disyuntiva emocional entre las sensaciones que le produce la contemplación de las obras de Chillida en “su” espacio, frente a la uniformidad de los espacios de vivienda y convivencia de su cotidianeidad.

El compañero y escultor Juan Mesa,  nos describió los materiales, la composición y las técnicas utilizadas por el escultor donostiarra.

Esta visita ha sido única, un privilegio, en un espacio maravilloso para  ejercitar todos nuestros sentidos, para reflexionar, para sentir, para dialogar, para… Un espacio actualmente cerrado pero   que deseamos fervientemente, desde Vespres Literaris,  pueda abrirse de nuevo para el disfrute de  todo el mundo.


Agradecer, por último,  a los responsables de Chillida Leku, especialmente a los hijos de Eduardo Chillida, Luis e Ignacio, las facilidades que nos han brindado para que Vespres Literaris pudiera realizar una visita  en todos los sentidos inolvidable.

Gracias.


7 de set. 2012

trabajo para conocer...




"Desde el espacio, con su hermano el tiempo, bajo la gravedad insistente, sintiendo la materia cómo un espacio mas lento, me pregunto con asombro sobre lo que no sé. Trabajo para conocer y doy mayor valor al conocer que al conocimiento. Creo que debo tratar de hacer lo que no sé hacer, intentar ver donde no veo, reconocer lo que desconozco, identificar en lo desconocido. En estos procesos, similares a los de la ciencia creativa, existen muchas dificultades. Se cuenta con las manos de ayer pero faltan las de mañana. Conozco la obra antes de hacerla, pero no sé ni quiero saber en ese momento cómo va a ser. Conozco muchos datos sobre esa obra en la que vivo, pero no admito ninguno que me quite la libertad y la acción del presente. Creo que las obras conocidas a priori nacen muertas y que la aventura, al borde de lo desconocido, es la que a veces puede producir el arte." 

Eduardo Chillida

6 de set. 2012

al alba conocí...




Entre el viento y mí raíz,
asombro ante lo más fuerte,
el horizonte,
la mar.

Eduardo Chillida





Aquest és el "vídeo-regal" del seminari que va tenir lloc a Chillida Leku del 30 de setembre a l'1 d'octubre de 2011. L'objectiu del mateix era: "tender dos puentes desde la obra de Chillida, uno al pensamiento filosófico y otro a la experiencia estética."


5 de set. 2012

el lloc de Chillida


“Yo soy de los que piensan, y para mi es muy importante, que los hombres somos de algún sitio. Eso de creernos que no somos de ningún sitio, que lo moderno es ser de Nueva York o París, porque vives allí, no. Los nombres somos de un lugar. Ahora bien, lo ideal es que seamos de un lugar, que tengamos las raíces en un lugar, pero que nuestros brazos lleguen a todo el mundo, que nos valgan las ideas de cualquier cultura. Pero que los nombres somos de un lugar es evidente, los hombres y todos los demás animales somos de un lugar concreto, ni mejores, ni peores. Todos los lugares son perfectos para el que está adecuado a ellos, y yo aquí, en mi País Vasco, me siento en mi sitio, como un árbol que está adecuado a su territorio, en su terreno pero con los brazos abiertos a todo el mundo. Yo estoy tratando de hacer la obra de un hombre, la mía porque yo soy yo, y como soy de aquí esa obra tendrá algunos tintes particulares, una luz negra que es la nuestra.”

Eduardo Chillida





“Txoria Txori”                                                                           “El pájaro pájaro”
de Mikel Laboa

Hegoak ebaki banizkio                                                Si le hubiera cortado las alas
nerea izango zen,                                                                                        sería mío
ez zuen aldegingo.                                                                 no se habría escapado.

Bainan, honela                                                                                             Pero, así
ez zen gehiago txoria izango                                                          ya no sería pájaro

eta nik...                                                                                                          y yo…
txoria nuen maite.                                                                             amaba al pájaro






4 de set. 2012

retrato en casa


No vi el viento,
vi moverse las nubes.

No vi el tiempo,
vi caerse las hojas.

Eduardo Chillida


3 de set. 2012

lo profundo es el aire


"Antes mis obras eran protagonistas, ahora deben ser medios para hacer protagonista al espacio y que éste deje de ser anónimo"

Eduardo Chillida
escritos

(El alma vuelve al cuerpo,
se dirige a los ojos
y choca) ―¡Luz! Me invade
todo mi ser. ¡Asombro!

Intacto aún, enorme,
rodea el tiempo... Ruidos
irrumpen. ¡Cómo saltan
sobre los amarillos

todavía no agudos
de un sol hecho ternura
de rayo alboreado
para estancia difusa,

mientras van presentándose
todas las consistencias
que al disponerse en cosas
me limitan, me centran!

¿Hubo un caos? Muy lejos
de su origen, me brinda
por entre hervor de luz
frescura en chispas. ¡Día!

Una seguridad
se extiende, cunde, manda.
el esplendor aploma
la insinuada mañana.

Y la mañana pesa,
vibra sobre mis ojos,
que volverán a ver
lo extraordinario: todo.

Todo está concentrado
por siglos de raíz
dentro de este minuto,
eterno y para mí.

Y sobre los instantes
que pasan de continuo
voy salvando el presente,
eternidad en vilo.

Corre la sangre, corre
con fatal avidez.
a ciegas acumulo
destino: quiero ser.

Ser, nada más. Y basta.                         
Es la absoluta dicha.
¡Con la esencia en silencio
tanto se identifica!

¡Al azar de las suertes
únicas de un tropel
surgir entre los siglos,
alzarse con el ser,

Y a la fuerza fundirse
con la sonoridad
más tenaz: sí, sí, sí,
la palabra del mar!

Todo me comunica,
vencedor, hecho mundo,
su brío para ser
de veras real, en triunfo.

Soy, más: estoy. Respiro.
Lo profundo es el aire.
La realidad me inventa,
soy su leyenda. ¡Salve!

Más allá
(Cántico, 1928)
Jorge Guillén


homenaje a Jorge Guillén , Valladolid. 1982


2 de set. 2012

comencem curs!



“No se trata sino de buscar el lugar desde el que hay que ver”

Soren Kierkegaard

“(...) en todas las obras de Chillida el hierro impone sus propias iniciativas. La obra se desarrolla sin plan ni dibujos previos. Este herrero, que desea realizar en toda su pureza el ensueño de la fragua, es hostil a toda maqueta. Un modelo reducido no sería más que un entramado de alambres plegados por unos dedos perezosos. Sería la negación misma del genio de la fragua.
¡Con qué fervor me cuenta Chillida el crecimiento autónomo de una obra! Al hablar, revive el diagrama de su trabajo. Un día, el martillo más grande trabajó sin parar; la pieza fue introducida diez veces en el fuego. Otro día, en el extremo del yunque, con pequeños gestos, el martillo forjaba una imagen ligera, contento de soñar. ¡Qué diferencia entre el brotar de las chispas bajo los golpes excesivos y los pequeños estallidos del hierro al oscurecerse! Es en estas experiencias cuando el herrero siente todos los dramas – ¡tan diversos! del hierro y del fuego.
Pero llega la hora en que el trabajador sabe que el drama ha acabado, que se han alcanzado las dimensiones de la obra. El espacio ha sido conquistado. Entonces, el escultor-herrero está seguro de que ha hecho decir al hierro aquello de que era incapaz la piedra. Ha encontrado el secreto de la solidez liberada de toda inercia.”

El cosmos del hierro (“Le cosmos du Fer”)
Gaston Bachelard
Assaig del filòsof francès publicat el 1956 a la revista-catàleg "Derrière li Miroir", amb motiu de l'exposició de l'artista a la galeria Maeght de París.


Els propers dies 8, 9, 10 i 11 de setembre, Vespres Literaris inicia el curs, com ja és tradicional, de la mà de la poesia i el paisatge que la va inspirar.

Aquest any el paisatge serà Chillida Leku, un espai ideat per Eduardo Chillida als jardins i el caseriu de Zabalaga, Hernani. 

La poesia, recitada per la seva pròpia autora, ens l'oferirà Marutxi Beaumont, que llegirà el seu poemari "Arquitectura de l'aire".


"La solidesa
de la teva obra
no és altra que la que neix
de la terra"

Arquitectura de l’aire
Marutxi Beaumont
Editorial Montflorit
Cerdanyola del Vallès, 2008




1 de set. 2012

suite Sarajevo


"La crisis parece no afectar al comercio de armas. Las ventas de los principales fabricantes de armas se incrementaron un 8%, según los datos del “Stockholm International Peace Reserch Institute” (Sipri). Las ventas aumentaron hasta alcanzar los 293.000 millones de euros en 2009, según el informe de la institución que se ha publicado hoy. Del total de las ventas, casi un 57% se debe a las diez primeras empresas de la lista, que se localizan en su totalidad en Europa y Estados Unidos. (…)
Las ventas de armas de los cien principales fabricantes crecieron un 59% entre los años 2002 y 2009, según los datos de la organización, que señalas que el comercio se ha acelerado "firmemente" desde 2005."

Fuente: El País 21/02/2011

"La venta de armas por parte de Estados Unidos batió en 2011 un récord histórico. EE UU vendió el año pasado más armas al extranjero que nunca, por un valor total de 66.300 millones de dólares (aproximadamente 53.000 millones de euros), según revela el diario estadounidense The New York Times."

Fuente: El País 27/08/2012