25 d’ag. 2007

La voz dormida y 5

La voz dormida
La voz dormida
Dulce Chacón
Punto de lectura
Madrid, 2006
429 páginas

Como yo misma; así antaño
mano en mano
Yo aquí, tú en ningún lugar
que mi yo presente pueda encontrar.
Vivos y muertos,
siempre de igual linaje.
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Kathleen Raine
En una desierta orilla
(traducción Rafael Martínez Nadal)

Este es un libro que trata de romper el muro de silencio que rodea a las víctimas de la larga y despiadada represión franquista. El franquismo y sus epígonos trataron y tratan no tan solo de aniquilar a los contrarios políticos sino de sumirlos en el olvido. Este olvido ha sido especialmente cruel con el papel de la mujer; despreciada y humillada por sus verdugos, sus camaradas masculinos la vieron siempre como un complemento a su lucha. Este libro trata de reivindicar el papel de la mujer en la lucha contra la dictadura y el fascismo y su papel central en el sostenimiento de la misma.


La autora, desde la frase inicial: "La mujer que iba a morir se llamaba Hortensia", desea hacernos participes emocionales de la historia de ese puñado de mujeres encarceladas en Ventas: de la historia de Hortensia, de Elvira, de Tomasa o de Reme o de las mujeres que, desde fuera las ayudan, Pepita, Celia... Chacón nos va introduciendo poco a poco, con un estílo directo, de frases cortas y contundentes, en la vida cotidiana de este grupo de presas. Desde su presente de derrota y abandono pero también de solidaridad, dignidad y orgullo, vamos conociendo sus historias contadas por ellas mismas: su pasado marcado por sus ideales de un mundo mejor y el horror de la Guerra Civil. Su presente de lucha por sobrevivir y sus sueños y esperanzas de un mañana sin miedo a hablar, reir o llorar libremente. "No preguntes, vete y no vuelvas más. Y mucho cuidadito con llorar y formar escándalo"


La voz dormida es un libro visceral, la autora no oculta la emoción que pone en cada frase, en cada párrafo, en cada capítulo.Cada frase del mismo es un jirón de dolor y de amor por sus personajes. Dulce Chacón no desea tomar distancia con sus personajes, toma partido y llora y rie con ellos. En la sobrecogedora escena en la que Tomasa llora la libertad de Reme y su consiguiente desamparo, apreciamos la escritura desgarrada y sentida de la autora: "Sobrevivir. Y contar la historia, para que la locura no acompañe al silencio... Palabras que estuvieron siempre ahí, al lado, dispuestas. La voz dormida al lado de la boca. La voz que no quiso contar que todos habían muerto". Si, todos habían muerto y muchos más morirían, pero las mujeres estuvieron y están ahí para contarlo, serenas, firmes, orgullosas.





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