15 de juny 2008

Colombia, las voces

¡Cíclope! Preguntas cual es mi nombre (...)
y voy a decírtelo (...)
Mi nombre es Nadie, y Nadie me llaman.

Odisea, CantoIX
Homero

CAMBUCHE, vivir en las laderas de Ciudad Bolívar es un proyecto que nace, como tantas otras cosas, fruto del azar pero también de una necesidad.

A lo largo de la primavera y el verano de 2007 el que esto escribe leyó una parte significativa de la novela colombiana de los siglos XIX, XX y alguna del XXI, con el propósito, truncado, de que Vespres Literaris intentará mostrar la historia y la realidad colombiana a través de sus novelas y dentro de los actos programados para el día de Colombia en Cerdanyola del Vallès.

Aquel proyecto no se llevó a término pero, ese verano, los Jorge Isaacs, Fernando Vallejo, Gabriel García Márquez, Manuel Mejía Vallejo, Laura Restrepo, Tomás Carrasquilla, Álvaro Mutis….fueron cubriendo mi mesa de historias; algunas se desarrollaban en climas extremos; donde la naturaleza, a pesar de su belleza, rompía las fuerzas y las voluntades de los hombres. Otras me hablaban de explotación, esclavitud y muerte en las caucheras de la selva. Una de ellas, El día del odio (1952), de José Antonio Osorio Lizarazu, me abrió los ojos a una realidad totalmente desconocida para mí hasta ese momento. El libro narra los hechos de El Bogotazo y La Violencia así, en mayúsculas, que sucedieron tras el asesinato del candidato liberal a la Presidencia de la República. Jorge Eliécer Gaitán, el nueve de abril de 1948. La obra se desarrolla en un barrio de la ciudad convertida en Babel de la miseria y la pobreza. Sus gentes habían depositado toda su esperanza en el candidato para salir de su situación. Tras el asesinato se sucedieron las revueltas y los tumultos y, de Bogotá, se extendieron a todo el país.

La Violencia, esa palabra se repetía cada vez con más insistencia en mis lecturas. Incluso un autor se inventó un lugar donde pasaban todos los horrores imaginables, tal vez porque la realidad es tan cruel que es mejor no dar nombres. Tambo, era el lugar imaginado y Manuel Mejía Vallejo el autor de El día señalado (1964), obra que ya he citado en este blog. Otras novelas reflejaban esta realidad, persistente y tozuda en Colombia: La virgen de los sicarios (1994), de Fernando Vallejo; Noticia de un secuestro (1996), de Gabriel García Márquez o La multitud errante (2001), de Laura Restrepo, que me dio a conocer otro fenómeno totalmente desconocido: el del desplazamiento forzado.

El desconocimiento y el silencio que pesa sobre este fenómeno, que afecta actualmente a unos cuatro millones de colombianos y a varias generaciones, me impulso a conocer más sobre el mismo. En septiembre de 2007 se produjo el feliz encuentro con un libro, publicado en Bogotá en junio de 2007, que, afortunadamente se encontraba en la Red de Redes para su consulta y lectura. El libro recoge los testimonios directos de un grupo de jóvenes, mujeres y hombres que han sufrido en primera persona la violencia contra sus personas y sus bienes, así como el desarraigo, las humillaciones, las amenazas y la incomprensión de gran parte de sus mismos vecinos. El libro se titula “Para que se sepa, hablan las personas desplazadas en Colombia” y en este enlace se puede acceder a la versión en PDF y en este otro a escuchar sus voces.

El azar quiso que, por esas fechas, septiembre de 2007, Vespres Literaris iniciara su colaboración con Passi-ho-bé Teatre. Por diversas circunstancias ellos no podían llevar adelante el proyecto en el que estaban trabajando y yo tenía en mente un puñado de voces que, a mi entender, debían escucharse, oírse con atención. Así nació CAMBUCHE, vivir en las laderas de Ciudad Bolívar. En la obra están esas voces y otras, las de esos novelistas que he mencionado. Son esas las voces protagonistas, las suyas, yo las puse en papel y las compañeras y compañeros de Passi-ho-bé Teatre y Vespres Literaris le darán alma el sábado 21 de junio a partir de las 20.30 horas.

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