17 d’oct. 2008

El auto

Ayer el juez Baltasar Garzón ordeno un auto para investigar la implicación de Franco y 34 jefes militares, que se revelaron contra el gobierno legítimo de la República, en la planificación y ejecución de un plan de exterminio y destrucción de sus supuestos oponentes políticos. El auto tiene escasos visos de prosperar, dada la desaparición biológica de los autores materiales del exterminio y las odiosas normas de la prescripción
Ya han surgido voces contrarías al necesario y obligado reconocimiento, testimonial o simbólico, de que el franquismo fue un régimen asentado en la aniquilación sistemática y planificada de cualquier idea o voz discrepante .El horror, la muerte y el miedo fueron su santo y seña. A pesar de todo, no hay norma o ley que pueda borrar la tozuda realidad de unos hechos que los supervivientes han venido contando y nos cuentan a los que queremos escuchar.
Vespres Literaris escenificó en enero de este año, en los jardines del museo de Ca n'Ortadó, un sencillo homenaje a las victimas (A TODAS LAS VICTIMAS) de aquel conflicto. Las victimas anónimas, aquellas de las que a día de hoy desconocemos su paradero y filiación, las representamos bajo la mortaja del silencio y el olvido. En nuestra propuesta era la gente, las personas de hoy, personas anónimas, nietos, hijos, los que levantaban la pesada losa del olvido. La realidad de esta iniciativa, me temo, será decepcionante; a pesar de todo, su restitución está en nuestras manos, en nuestras voces, que son las suyas, las de todos.
Transcribo aquí el poema de Mario Benedetti que se leyó en la representación:

DESAPARECIDOS

Están en algún sitio
concertados
desconcertados
sordos
buscándose
buscándonos
bloqueados por los signos y las dudas
contemplando las verjas de las plazas
los timbres de las puertas
las viejas azoteas
ordenando sus sueños sus olvidos
quizá convalecientes de su muerte privada

nadie les ha explicado con certeza
si ya se fueron o si no
si son pancartas o temblores
sobrevivientes o responsos

ven pasar árboles y pájaros
e ignoran a qué sombra pertenecen

cuando empezaron a desaparecer
hace tres cinco siete ceremonias
a desaparecer como sin sangre
como sin rostro y sin motivo
vieron por la ventana de su ausencia
lo que quedaba atrás
ese andamiaje
de abrazos cielo y humo

cuando empezaron a desaparecer
como el oasis en los espejismos
a desaparecer sin últimas palabras
tenían en sus manos los trocitos
de cosas que querían

están en algún sitio
nube o tumba
están en algún sitio
estoy seguro
allá en el sur del alma
es posible que hayan extraviado la brújula
y hoy vaguen preguntando, preguntandose
dónde carajo queda el buen amor
porque vienen del odio

MARIO BENEDETTI

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