19 d’oct. 2011

el preu de la fam, 2


"El hambre se hizo larga, muy larga. No es preciso explicar que venía de antes de la guerra, que era endémica en el país que inventó la novela picaresca, pero la guerra había devastado lo poco que había mejorado durante la II República. La España urbana estuvo con la República: la de los obreros, los intelectuales, los empleados y una buena parte de militares. La rural se alzó con Franco: quedó con las dos terceras partes del trigo, la mitad de las patatas y las hortalizas, las nueve décimas partes del azúcar. La industria, en zona republicana, perdió su base al caer el Norte. La República tuvo que empeñarlo todo para recibir alimentos y armas: los distribuía mal. Al terminar la guerra, la España que comía recibió a la que no comía: ni trabajaba ya (depuraciones). Se estableció el régimen de abastecimientos: la cartilla para la comida y el tabaco. Pero se mantuvieron las diferencias entre zonas.
    La palabra estraperlo apareció en la República para señalar la corrupción de la clase política. Lerroux, presidente del Gobierno (radical), fue acusado de recibir dinero (directamente o por su sobrino Aurelio) a cambio de la concesión de un nuevo juego, una nueva ruleta, inventada por el austriaco Strauss. La palabra, sin embargo, tomó todo su esplendor en la larga posguerra: significaba lo que después se llamó mercado negro, o la compra-venta de artículos de primera necesidad fuera del abastecimiento legal. Estaba tolerado: se sabía que con la distribución oficial no se podía comer.
    "¡Lo tengo negro, lo tengo picao!", gritaban las vendedoras a la puerta del metro. Una broma de lenguaje para referirse al tabaco de picadura. Los cuarterones.
    Un cóctel de moda en las boîtes (oscuras, sombrías, tristes: imperaba el bolero) era el porto flip. En su composición, con el oporto, yema de huevo y avellanas: alimentaba.
    Las medicinas, en Chicote: un centro nacional del estraperlo caro. Cuando aparecieron las sulfamidas, sólo se encontraban allí; pasaría después con la penicilina. Pedro, Perico Chicote, había sido barman del Congreso de los Diputados (en el Senado se tomaban caramelos: de La Pajarita, que todavía existe).
    Paladeando su porto flip, la dama enlutada iba contando su desgracia con alguna lágrima: "Si Pepe levantara la cabeza y me viera así... Pero se llevó la llave de la despensa. Y el bastón". Algunos sentían solidaridad. Otros llevaban encima el orgullo de acostarse con la viuda o la hija del vencido encarcelado o asesinado. Va en temperamentos."

Así éramos en los años cuarenta
Eduardo Haro Tecglen

El País semanal de data 05/06/1994 (fragment) 



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