10 de des. 2006

Padres e hijos. Una mirada literaria

Viene de antiguo la tradición de expresar con palabras la relación entre padres e hijos. En este artículo vamos a proponer cuatro ejemplos (podrían ser muchos más) de literatura hecha por y para padres e hijos.
Ejemplo 1
En el siglo XV Jorge Manrique escribió unos versos a la muerte de su padre, Don Jorge Manrique. En los mismos, hace un panegírico de su padre:


[XXVI]
Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
e parientes!
¡Qué enemigo d’enemigos!
¡Qué maestro d’esforçados
e valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Qué benino a los sujetos!
¡Alos bravos e dañosos,
qué león!


Pero el poeta, amén de recordar a su padre nos regala con una de las obras cumbre de la literatura universal


[I]
Recuerde al alma dormida,
avive el seso e despierte,
contemplando
cómo se passa la vida;
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el plazer;
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiere tiempo passado fue mejor.


Jorge Manrique
Poesía
Edición de Jesús-Manuel Alda Tesán
Cátedra
Madrid, 1978
Pág. 156-157 y 144

Ejemplo 2

En 1919 el afamado autor Franz Kafka le escribió una extensísima carta a su padre. El joven Kafka le entrego la carta a su madre para que se la hiciera llegar en mano, pero ésta nunca llego a su destino y le fue devuelta al joven autor austríaco que la deposito, con otros escritos suyos, y no fue publicada, en forma de libro, hasta después de su muerte. La carta es de un tomo amargo y de un profundo y largo reproche:

“Si quiero acabar con esa desdichada relación que me une a ti e independizarme, debo hacer algo que, en lo posible, no tenga la menor conexión contigo; el matrimonio es ciertamente lo máximo y lo que proporciona una independencia más honorable, pero se haya a la vez en íntima conexión contigo. El deseo de superar esta situación tiene por este motivo algo de demencial, y cualquier intento se paga casi con la locura.
Precisamente esta íntima relación es la que me atrae en parte al matrimonio. La igualdad que se establecería entonces entre tú y yo, y que tú podrías entender como ninguna otra, se me aparece tan hermosa precisamente porque podría ser un hijo libre, agradecido, inocente, sincero, y tú podrías ser un padre tolerante, nada tiránico, comprensivo, satisfecho. Pero, para lograrlo, habría que anular todo lo ocurrido, es decir, borrarnos a nosotros mismos”.

Por cierto, el padre no consintió el matrimonio.

Franz Kafka
Carta al padre
Edit. Lumen
Barcelona 1974
Pág. 62


Ejemplo 3
En los años 40, y en España, el poeta alicantino Miguel Hernández se hallaba preso de la represión franquista. Su mujer, en una de sus cartas le decía que su hijo no comía más que pan y cebolla. El poeta escribió estos poemas dedicados a su hijo:


En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

(…)

Tú risa me hace libre
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

(…)

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te drrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.


El poeta murió en la primavera de 1942 en la prisión de Alicante.

Miguel Hernández
Obra poética completa
Editorial Zero
Madrid, 1976
Pág. 446-447




Ejemplo 4


Joan Margarit, uno de los poetas catalanes de mayor renombre en la actualidad y una de las voces más límpidas del panorama poético español, escribió un poemario, entre el 10 de octubre del año 2000 y el 1 de septiembre del 2001, coincidiendo con la agonía y muerte de su hija de 30 años , Joana. Nos dice el poeta sobre la génesis de este libro: "este libro fue escrito vulnerando todos los consejos que los poetas damos sobre la obligada distancia entre los hechos y el poema (…) pero necesito cerrar este tiempo para volver a encontrar si es posible a la Joana de antes".



Espai i temps

I de sobte la casa és massa gran.
La mare i jo em buidat els teus armaris
i em resseguit per taules i prestatges,
de retrat en retrat, els teus somriures.
De nit, amb llum elèctrica, els miralls
em mostren el teu buit amb més relleu.
Els mobles són més foscos,
i per l’escala baixen
la càlida barana que recorda
la teva mà petita i els graons
que encara van sentint de les teves passes.
La casa, gran i buida, mira i mira
el seu propi silenci.


Cançó de bressol


Dorm, Joana; Que el Loverman fosc, tràgic,
d’aquell saxo soprano
del teu gremà al consol de Montjuïc
t’acompanyi durant l’eternitat
pels camins que tan bé coneix la música.
Dorm, Joana.
I si pot ser no oblidis els teus anys
en el niu que has deixat dins de nosaltres.
Envellirem guardant tots els colors
que van lluir als teus ulls.
Dorm, Joana. Aquesta és casa nostra,
tot està il•luminat pel teu somriure.
És un tranquil silenci on esperem
arrodonir les pedres del dolor
perquè tot el que fores sigui música,
la música que empleni el nostre hivern.



Joan Margarit
Joana
Edicions Proa
Barcelona, 2002
Pàg. 47 i 54.

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