3 de des. 2006

Fin de semana literario-gastronómico (2ª parte)



Como habíamos anunciado, transcribimos el relato que Mabel escribió para el encuentro otoñal literario-gastronómico. Se titula:

PERDIDA EN LA CARRETERA

Después de tres horas de conducir, decidió que debía parar, estaba cansada, había repasado más de una vez lo que le diría, a pesar de estar segura de su decisión, el hecho de repetirlo mentalmente y hasta alguna vez en voz alta, había provocado una cierta inquietud, e incluso llegó a observar un atisbo de duda, por eso cogería la próxima salida.

Eran casi las seis de la tarde y comenzaba a oscurecer, el otoño se hacía presente con más intensidad.


Llegó a un pueblo pequeño, circuló por sus calles, estaba desértico, poco iluminado, parecía abandonado. Se detuvo al ver un letrero que ponía bar, al parecer estaba abierto.


Entró, solo había una mujer detrás del mostrador, al oír el rechinar de los goznes oxidados, esta dirigió su atención a la persona que entraba, sus miradas se cruzaron y Alicia sintió un escalofrío que le recorría todo su cuerpo, esos ojos penetrantes, e interrogantes la hicieron trastabillar, casi cae de bruces, tropezó con una silla, que la recogió obligándola a sentarse para así evitar la caída, de pronto sintió una respiración muy cerca, se giró y vio de pie a su lado a la mujer, con un hilo de voz pidió un café con leche y un croissant, esta asintió con la cabeza y se retiró sin mediar palabra. Alicia se sentía angustiada, no comprendía nada, ¿dónde estoy?, ¿qué pasa?, mientras sus ideas se ponían en orden, vio como la mujer se acercaba y dejaba la taza y el plato junto a ella.


El ambiente era extraño, la mujer seguía con su faena, pero al mismo tiempo nerviosa, mirando continuamente hacia la puerta, como esperando alguien, y sin dejar de observar a la cliente que como ella estaba también muy nerviosa.


La puerta se volvió a abrir y dos miradas se dirigieron a ella, entró un hombre fuerte, alto, y con cara de pocos amigos, se dirigió directamente al mostrador sin mirarla, la mujer que tenía un vaso en las manos lo dejó caer, Alicia sintió miedo y de pronto todo las luces se apagaron, y a continuación un grito ahogado.


Se despertó con un fuerte dolor de cabeza y muy desorientada, al principio le costo recordar que había pasado, estaba en el coche en una carretera que no conocía, no recordaba como había llegado a ese lugar, se toco la cabeza y tenía un chichón. Intento hacer esfuerzos por acordarse y lo que le venia a la memoria, era que había conducido muchas horas y decidió parar a descansar, pero nada más.

Bajó del coche miró en todas las direcciones no sabía dónde estaba, parecía una carretera interior, de poca circulación, era evidente ya que nadie la auxilió.


Se subió al coche y emprendió la marcha, sin saber adonde se dirigía, no hacía nada quedándose allí, mientras conducía, empezaron aparecer imágenes en su mente, como si viera una película, la cafetería, la mujer, el hombre, el grito y algo que la sobresalto y la hizo frenar de golpe, recordó la voz que decía: - "¡Es lo que mereces!". Ella intentó salir corriendo y fue cuando sintió un fuerte golpe en la cabeza. Ahora tenia todo claro, era testigo de un asesinato, un sinfín de preguntas se hicieron presentes, ¿cómo llegue al coche? ¿Cómo seguía con vida? ¿Quién era esa mujer?¿Quién el hombre?


Pensó en medio de todo esto ir a la comisaría y denunciar lo sucedido, pero más preguntas ¿qué nombre tenia el pueblo? ¿Acaso se dirigía a él sin saberlo?, lo dudaba, ya que estaba viva.
Emprendió nuevamente la marcha, ningún cartel, ninguna señal de donde estaba y adonde se dirigía.


Siguió una hora más, hasta que por fin una señal, un cartel indicando, que a quinientos metros, girando a la izquierda saldría a una carretera, que la llevaría a la autopista, que ella había cogido para ir a Madrid, pero ahora en sentido inverso, dirección Barcelona, solo estaba a cien kilómetros para llegar, no se lo podía creer, si cuando decidió parar le quedaban dos horas para llegar.


En ese momento se dio cuenta de las molestias que se había tomado el asesino, desviándola de su camino; ¿qué incrédulo?, acaso no pensó por un instante ¿qué podría recordarlo todo y volver con la policía?, aunque primero tendría que saber donde había ocurrido.


En el estado en que se encontraba, decidió volver a casa. Mañana volvería hacer el recorrido, y así encontrar el pueblo donde había estado. Era peligroso lo sabía, intentarlo era lo que tenía que hacer, ya que no podría vivir si el crimen quedara impune.


¡Alicia! ¡Alicia!, ¿No has escuchado el despertador?, vas a llegar tarde.


Alicia, le costo abrir los ojos, pero cuando pudo, se encontró con la sonrisa de Edu, que le decía - Anoche te moviste mucho, estabas inquieta, supongo que tuviste una pesadilla -.


Así es como se dio cuenta que todo lo que había pasado era un sueño, se había acostado pensando en el texto de suspense que tenía que escribir.

Vespres Literaris en el Collsacabra.

Mabel

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