18 de febr. 2008

De la estupidez



El sujeto narrador de la obra de Auster, Nathan Glass, decide, tras errar a la hora de hacer su pedido en La Bagel Delight, emprender el proyecto de escribir, nada más y nada menos, que El Libro de la estupidez humana, ahí es nada.




Para ayudarle en tan ingente labor no vendría mal la opinión de un experto. He aquí las Leyes Fundamentales de la Estupidez Humana según el profesor Cipolla:

Primera Ley Fundamental de la Estupidez Humana:

Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.

Segunda Ley Fundamental de la Estupidez Humana:

La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona.

Tercera Ley Fundamental de la Estupidez Humana (ley de oro):

Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.

Cuarta Ley Fundamental de la Estupidez Humana:

Las personas no estúpidas subestiman el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia, tratar y7o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.

Quinta Ley Fundamental de la Estupidez Humana:

La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe. El estúpido es más peligroso que el malvado.

Extraido de la obra del historiador de la economía:

Allegro ma non troppo

Carlo M. Cipolla

Editorial Crítica (Drakontos), Barcelona 1992

Páginas: 50 a 85

ADENDA:

"Entre los burócratas, generales, políticos y jefes de Estado se encuentra el más exquísito porcentaje de individuos fundamentalmente estúpidos, cuya capacidad de hacer daño al prójimo ha sido (o es) peligrosamente potenciada por la posición de poder que han ocupado (u ocupan) ¡Ah!, y no nos olvidemos de los prelados" Op. cit. pág. 73-74.

De nada, señor Glass.













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