El 8 de octubre de 2016, a las 19 horas y en el Centro Cívico de
Montflorit, nuestra sede -en el marco de nuestros encuentros con los creadores-,
nos visitará José Antonio López Hidalgo,
autor bilbaíno, que nos hablará sobre su obra y, en especial, de su novela “El río de una sola orilla. Guinea,
del crimen del río Etumbe a la independencia”; un viaje a los estertores de
la colonia.
Para abrir boca, os sugerimos visitar la exposición Ikunde. Barcelona, metròpoli colonial, en
el Museo de Culturas del Mundo (calle
Montcada, 12 de Barcelona) hasta el 5 de febrero de 2017.
“En octubre de 1966, el hallazgo de un gorila albino en las selvas
guineanas supuso un hito inesperada. Capturado por los campesinos que
previamente habían disparado contra su madre, la cría, de entre dos y tres
años, llegó a manos de Jordi Sabater Pi, responsable del centro de
experimentación y aclimatación de Ikunde, fundado por el Ayuntamiento de
Barcelona en 1959. Publicado semanas más tarde en el Zoo
barcelonés, la excepcionalidad del
animal se convirtió inmediatamente un motivo de atención internacional. En
medio del clima de incertidumbre que Barcelona experimentaba durante la década
de 1970, Copito de Nieve se erigía como un nuevo icono atractiva y moderna, uno
de los más célebres embajadores de la ciudad y personaje destacado de un relato
que sólo cambiaría definitivamente con la organización de los Juegos Olímpicos
de 1992.
En 1968, en las postrimerías de la larga noche del franquismo, la
entonces colonia española de Guinea alcanzó su independencia, bautizada como
Guinea Ecuatorial. Se clausuraba pues un período oscuro de la historia del
territorio centroafricano, dominado por las lógicas extractivas propias de la
dominación colonial: cacao, café y maderas nobles, principalmente.
A diferencia, sin embargo, de lo que podría imaginarse, la
auténtica metrópoli de aquel proyecto colonial no fue Madrid, sino Barcelona.
En efecto, desde finales del siglo XIX, la rica actividad industrial radicada
en la Ciudad Condal había estimulado una importante transferencia de
inversiones hacia aquella colonia lejana, mientras los misioneros claretianos,
a partir de su sede en Vic, se encargaban de las tareas de evangelización de
las poblaciones autóctonas.
A medida que se consolidaba la empresa colonial, la explotación de
las riquezas del territorio se vio secundada por una red cada vez más numerosa
y diversa de colonos y de proyectos, algunos de ellos avistados bajo criterios
que ya no eran únicamente comerciales.
Quizás el colofón de los proyectos científicos destinados a Guinea
fue la creación, en 1959, del centro de Ikunde, a pocos kilómetros de Bata, la
capital de la Guinea continental. Construido gracias a la iniciativa personal
de Antoni Jonch, entonces director del Parque Zoológico de Barcelona, y
August Panyella, director del Museo Etnológico, y dirigido por Jordi Sabater
Pi, Ikunde aprovisionó durante una década buena parte de los fondos zoológicos,
etnológicos, arqueológicos y botánicos del Ayuntamiento de Barcelona, y se
erigió como una institución clave para comprender algunos rasgos esenciales en
la emergencia de la red de equipamientos culturales de que dispone actualmente
la ciudad.
Tomando como hilo conductor la creación de Ikunde en medio de la
selva tropical, la exposición pretende revisar el vínculo complejo y ambiguo
trenzado entre Barcelona y Guinea.”
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