25 d’abr. 2007

Ciencia-Ficción

Opera espacial

Esta temporada, como la anterior, dedicamos una de nuestras sesiones al género de la ciencia- ficción. Si el curso 2005-2006 fue El juego de Ender, de Orson Scott Card la obra elegida, éste afrontamos la lectura de Cita con Rama, de Arthur C. Clarke, uno de los grandes de la literatura de ciencia-ficción. Pero antes de adentrarnos en el mundo y la obra de Clarke, daremos un ligero vistazo a qué es eso que se viene en denominar literatura de ciencia- ficción.

En primer lugar destacar que el término ciencia-ficción (acuñado por primera vez por el editor de revistas norteamericano Hugo Gernsback en una de sus revistas de los años veinte; Amazing) es incorrecto y una mala traducción del término inglés sciencie fiction, el cual se puede traducir por fantasía científica o ficción científica; más adecuada que el ambiguo vocablo que ha prosperado en nuestra lengua.

Definiciones hay múltiples y variadas, pero yo me quedo con dos; una de Isaac Asimov, uno de los autores que consolidó el género a lo largo del siglo pasado: “Las historias de ciencia-ficción son viajes extraordinarios a uno de los infinitos futuros concebibles”. La otra es del autor español de ciencia-ficción más fecundo en la actualidad, Rodolfo Martínez: “La fantasía es aquella literatura que intenta convertir lo más cotidiano en extraño; la ciencia-ficción la que trata de convertir lo más extraño en cotidiano”.

Asimismo, podemos definir que una novela de ciencia-ficción es aquélla que tiene como argumento principal historias fantásticas, interpretando libremente hallazgos científicos para proyectarlos en el futuro o en tiempos actuales pero en situaciones desconocidas; definición que destaca dos elementos indisociables de la novela de ciencia-ficción: la fantasia y la especulación científica.

Existe un consenso generalizado en situar el origen del género en el año 1818, fecha de publicación de la obra Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary W. Shelley, porque la citada obra contiene uno de los arquetipos que las obras de ciencia-ficción venideras usarán profusamente: el robot, el androide, el cyborg -mecánico o híbrido- obtenido a partir de los conocimientos científicos del momento. Algunos autores defienden la existencia de una proto-ciencia-ficción en obras como las Historias Verdaderas escritas por Luciano de Samosata en el siglo II, que narran las aventuras espaciales de un viajero greco-romano; o el Viaje a los estados e imperios de la Luna de Cyrano de Bergerac; Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swiff o Micromegas de Voltaire; así como las diversas utopías sobre mundos ideales de Tomás Moro o Campanella.. En cualquier caso, el desarrollo del género tuvo lugar a finales del siglo XIX de la mano de dos autores europeos: el francés Jules Verne (De la Tierra a la Luna, Viaje alrededor de la Luna, Veinte mil leguas de viaje submarino…) y el inglés H.G.Wells (Los primeros hombres en la Luna, El hombre invisible, La máquina del tiempo, La guerra de los mundos…)


La conquista del espacio
Pero la verdadera popularización del género y su consagración como fenómeno popular y de masas se verificará al otro lado del océano, en Norteamérica, y de la mano de la aparición de relatos cortos y por entregas en las revistas especializadas, las denominadas revistas pulp Astounding, Amazing Stories, Gonder Stories, y en los años veinte y treinta del siglo pasado. Por estas revistas pasaron autores como Edgar Rice Burroughsy, Isaac Asimos, Arthur C. Clarke, Robert A. Heinlein, Karen Capek ( autor que acuño el término robot), Aldous Huxley o C.S. Lewis. Ya en los años cincuenta, la novela gana primacía y desplaza a las revistas con la consolidación del género y la creación de los premios Hugo y Nebula a las mejores novelas de ciencia-ficción. Asimismo, el cine populariza aún más, si cabe, el género con la pléyade de películas de serie B de aquellos años.

En la actualidad la novela de ciencia-ficción cultiva los subgéneros que la han venido caracterizando desde siempre, como la space-opera, la aventura espacial, con obras como las sagas de La guerra de las Galaxias o Star Trek y El juego de Ender, que leímos la temporada pasada. Lo que ha venido en denominarse ciberpunk, cuya obra emblemática es Blade Runner y las historias sobre un futuro imperfecto dominado por las máquinas; y, por último, están las novelas de prospectiva o anticipación del futuro; como Futureland de W. Mosley, El cromosoma Calcuta de A. Gosh o Una investigación filosófica de Philip Kerr.

En España se ha de destacar la obra de autores como: Juan Miguel Aguilera, Javier Negrete, Rafael Marín o Rodolfo Martínez.

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