1 d’abr. 2007

Cátaros, en el ojo del huracán.

Hoguera

La lectura y el tema de este mes es, como todos sabéis, singular: coincide con una serie de circunstancias particulares que aconsejan que el tratamiento habitual que damos a las lecturas en el blog sea diferente esta vez.
No abordaremos los habituales artículos referidos al autor/a y a la obra, ya que, la lectura, en esta ocasión, no ha sido única. Por otra parte, como el tema coincide con la excursión de primavera, dejaremos el mismo a la lectura del dossier que se proporcionará con motivo de dicho viaje
Pero no me sustraigo a hablar de una cuestión que me da vueltas a la cabeza en relación con el conflicto cátaro: la ideología, la religión, y relaciones de poder.

Analicemos brevemente el trasfondo del conflicto: a lo largo del proceso feudalizador que sufrió el occidente europeo después de la caída del Imperio Romano, los cargos eclesiásticos se repartieron entre las élites locales, deviniendo hereditarias con el paso de los años. Esta situación llevaba, en la práctica, a que los titulares de dichos cargos obviaran o, sencillamente, despreciaran el orden y la tutela papal a favor de los poderes locales, comarcales o nacionales. En este contexto la corrupción de los cargos eclesiásticos creció de forma exponencial con el paso de los años. Para subsanar dichas conductas, la propia Iglesiia abre el melón del conflicto de las investiduras con la puesta en marcha de la reforma gregoriana : intento de control del aparato y de los cargos de la Iglesia por parte del papado frente al poder temporal. Por otra parte, a lo largo de toda Europa, surgen movimientos de regeneración de la vida religiosa que pretenden recuperar el espíritu inicial de la primera iglesia de los apóstoles , como fue el caso de los cátaros .

Lo curioso del caso es que nuestros amigos cátaros se encontraron en medio de un conflicto de grandes dimensiones: de una parte durante los siglos XI; XII y XIII se ventila una cuestión primordial para las élites europeas: quién “manda” en las relaciones entre el poder temporal (Reyes, Emperador, etcétera) y el poder espiritual (El Pontifice); para la Curia Romana el Papado tenía la supremacía sobre el poder temporal y, en consecuencia, el Emperador y los Reyes, debían someterse al dictado de Roma. Roma, al final del conflicto, conseguirá la supremacía espiritual e ideológica, pero no el control del poder temporal que, con el paso de los años, recaerá en la figura de los reyes absolutistas de los distintos conglomerados nacionales en que se dividirá Europa.

De otra está el conflicto entre los nobles regionales o locales y las casas reales que intentan controlar cada vez más el conjunto de su territorio "natural": en el caso del Midi, los Capetos. Originarios de la isla de Francia, su prestigio entre la nobleza francesa, su política de alianzas matrimoniales y su estrategia de expansión hacia las fronteras naturales del territorio: Pirineos y Rhin, marcan su línea de actuación en el caso del catarísmo en la región que luego se denominaría Languedoc, control de las noblezas locales, política de alizanzas matrimioniales y comunión de intereses con la Iglesia Católica.

Los cátaros se encontraron, por asi decirlo, en medio de un conflicto de poder en el que fueron, en unos casos, moneda de cambio y en otros, chivos expiatorios, de unas luchas donde la religión jugaba el papel de escudo ideológico de las puras y duras realidades de la lucha por el control del poder temporal, económico y territorial.

Planteado en estos términos, el conflicto cátaro se nos muestra de una contemporaneidad brutal: ¿o no son muchos de los conflictos actuales luchas de poderes financiero- económicos-ideológicos donde las victimas de los mismos son los habitantes de las zonas o los territorios en disputa?
Lo hablamos,

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada