22 de des. 2007

En navidad



La imágen que ilustra este artículo, extraída de la edición digital del diarío El País de hoy, muestra a unos niños palestinos jugando con sus armas de juguete.
No voy a comentar aquí el artículo del medio- para aquel que lo desee aquí dejo el enlace- sino las sensaciones que me ha producido la contemplación de esta imágen.
Me sorprende, en primer lugar, la ausencia de risas o alegria en el juego. El semblante de los muchachos - diría que niños entre siete y once años- es adusto; su mirada afilada, tremendamente fria - contemplad la del segundo muchacho, empezando por la izquierda. En el juego no falta ningún detalle. El prisionero es convenientemente intimidado por los gritos de su captor y, ¡como no!, privado de toda referencia de su situación por una venda negra. Una mano, ¿amiga, enemiga?, trata de retenerlo. El resto de compañeros están en una actitud de prevengan militar muy profesional.
La imágen trasluce rabia, odio, desesperación, ¿tal vez impotencia?... dolor. Los niños juegan a imitar a los adultos y sus juguetes son los instrumentos de aprendizaje.
Jugar, vivir, en el mundo.


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