30 d’abr. 2008

¿Y usted, qué piensa? ¿Yo?, ¡nada!

Fábulas, de Luis Goytisolo
por
Miguel Arnas Coronado
Ubú,Rey
Al recibir el programa de las actividades previstas en Vespres, me tropecé con este mes de mayo y su propuesta de discusión en torno a Fábulas el... ¿libro? de Luis Goytisolo. Me extrañó porque, siendo yo un forofo del novelista, hermano de Juan y de José Agustín (yo debería haber sido primo de ellos porque los quiero muchísimo a los tres), no tengo ese libro. Con todo, me dirigí al pozo de ciencia hoy en activo, internet, y averigüé que Fábulas está compuesto de tres libros, dos de ellos publicados anteriormente y uno inédito hasta la edición de este que ahora nos ocupa. Ojos, círculos, búhos y Devoraciones son esos dos “fragmentos” que ya se habían impreso, uno en 1971 y otro 1976, y curiosamente, esos libros de Anagrama sí los tengo y estaban en mi librería echándose polvo en los lomos, durmiendo el sueño de los justos, olvidados por no releídos. Incluso me he percatado que uno de ellos, el primero, fue obsequio de mi ex, lo que me ha hecho rememorar algunas cositas, entre otras y sobre todo, su infernal caligrafía.
Es por esa causa que no voy a opinar del último relato o lo que sea, de los tres que componen el tomo Fábulas. Claro que, bien mirado, tampoco voy a opinar sobre los otros dos. La opinión tiene un defecto grave, y es su cualidad de defendible. Aunque no seamos mayormente aficionados a la tauromaquia, todos sabemos qué cosa son las defensas y no voy yo a caer en esa trampa, entrampándome en asuntos enrevesados como los cuernos.
Bien, esa es la línea de Fábulas.
Lo que llama la atención es su enorme actualidad a pesar de estar redactado entre 1968 y 1978. Pero nos estamos poniendo trascendentes.
La verdad es que Fábulas podría haber sido escrito en el seno del Instituto Patafísico de Granada (cuya blog les invito a disfrutar: http://blogs.ideal.es/patafisica/posts) y Molotof, La Maja, Salopeman o Sicmundus podrían ser Père Ubu. Tal vez no sepan ustedes de qué diablos les estoy hablando, pero fábula, fabulando, les recordaré que acabo de facilitarles el medio de enterarse de tal extremo.
Quiero decir con ello que de un libro como Fábulas no se puede hacer una crítica al uso, seria y cabal. Luis Goytisolo no inventa nada nuevo, cierto, aunque lo viejo que inventa está muy bien inventado. Dadá ya hizo cosas semejantes, y Mayo del 68, y Julio Cortázar (¿acaso no es Maja la Maga?, ¿acaso no nos dio manga por rodillera la Maga?, ¿acaso no es menos cierto que la Maja desnuda de Goya casi carece de pelillos en el pubis, no así la vestida, pues de ella sólo podemos intuir frondosidades ilustradas?). Francis Picabia escribió en sus cuadros aquello de “El mejor invento de la civilización es el bicarbonato sódico” (yo añadiría “y el disimulo”) o también aquello de que “Las cabezas son redondas para que las ideas puedan cambiar de dirección”. ¿Es serio poner letreritos en los cuadros?: les diré, no más que grafitearlos en las paredes del mingitorio. ¿Es serio poner cuadros en los letreritos?: lo hace Ponç, Joan en estos dos libritos desempolvados, cual pelucas de juez inglés, por mí.
Escritos entre 1968 y 1978. Pero ¿no habíamos quedado en que aquello era una dictadura, y para colmo, nacionalcatólica?, porque se publicó el primero en el 71 y el segundo en el 76 (Suárez ya cabeceaba pero aún los padres constitucionales de la patria no habían bostezado). La cosa tiene fácil explicación, señoras y señores: el censor de turno (como todos los censores de turno) tenían la mirada fija (y las manos entretenidas) en las escenas cortadas de las películas de Catre y Ensayo como para andar preocupándose por las minucias escritas y publicadas (bah, no las va a leer nadie) por un escritorzuelo del que no se sabía bien si era catalán, vasco o cubano, y de quien se rumoreaba que padecía un hermano autoexiliado en Francia, frecuentador de las reuniones de escritores en Crimea, lugar donde los artistas adictos al régimen soviético (a todos los regímenes hay que ser adicto, como a la heroína o la coca) folleteaban la perra como podían. Escritor que, para colmo, era rojillo pero a su madre, refugiada a las afueras de Barcelona, huyendo de las Patrullas de Control y de las escabechinas de pelotones de fusilamiento y demás, la había matado un bombardeo nacional sobre la Barcelona republicana, ¿ustedes lo entienden? ¡qué suerte, pues yo no!
¿Y a qué santo sacamos ahora, en plena época de esplendor democrático, unos escritos pergeñados en época tan oscura?, pues porque les hemos puesto el termómetro y, además de fiebres conejeras (véase la blog antes citada), tienen el sarpullido de la actualidad. ¿Qué son todos esos grupúsculos terroristas que todo lo solucionan a bombazos y purgas (no de ricino, por favor, nosotros, los terroristas, somos más limpios, adoramos la bomba-lapa o el tiro en la nuca) estalinistas por la ocupación del poder?, ¿qué es todo eso de desprestigiar al enemigo interno atribuyéndole traiciones inexistentes (esto no sólo remite a Stalin sino a Roque Dalton (escritor y poeta salvadoreño (escribió las Historias prohibidas del Pulgarcito (llaman Pulgarcito a El Salvador, república más pequeña de Centroamérica) que fue acusado (injustamente) de traición por su grupo activista (partidario de la lucha armada) a causa de las arteras infiltraciones de falsa información por la CIA, y fusilado por sus propios compañeros (hará un par de años salió en prensa la confesión del jefe de comando que comandó el pelotón -con un par de pelotas- reconociendo el error, ante lo cual, el asesinado resucitó vallejianamente, es decir animado por la multitud, y abrazó a su asesino )))? Y no vayamos tan lejos, saltando el charco, ¿qué hizo Franco con Ruiz Jiménez sino destituirlo cuando tres días más tarde de ser nombrado ministro de Educación tuvo la genial idea de personarse en la Universidad madrileña para dialogar con los estudiantes en huelga?
Como ven, pasarse tres pueblos no es difícil. Lo difícil es hacerlo bien.
Es un libro antiinstitucional, de modo que si es usted persona de orden, simplemente, no lo lea: le va a cabrear como a una mona como ya cabreó a algunos lectores en el 76 según la crítica del The Night Herald de Boston (no me estoy cachondeando ni nada parecido, les juro a ustedes que esa crítica aparece en la edición de entonces de Devoraciones).
Luis Goytisolo no nos sorprende con su estilo magistral, siempre formado por largas frases compuestas, con mucha comparación, recursos ya utilizados en otras obras suyas, diciendo las cosas indirecta pero eficazmente. Adoro a Luis y pienso que Antagonía debería ser leída y, sobre todo, releída porque es una de las mejores novelas españolas (aunque no es una novela sino cuatro) del siglo pasado, junto con las de su hermano, alguna de Unamuno, todo Miró y algunas de Pérez de Ayala, Valle, Torrente, Martín Santos, algunas de Cela y algunillo de los aún vivos, de modo que ¿por qué no dejamos de hacer rico a Ruiz Zafón, hombre?
Miguel Arnas Coronado

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