Es el amanecer ligero del estío
en la costa del sur, cuando a lo lejos, leve
sospecha de la luz, rizándose de rosa,
abre la madreperla de su mar y su cielo.
Las gaviotas ya huyen, y se dilata el aire,
y brota aún más la luz hasta dorar las palmas
Soñolientas, caídas sobre arenas oscuras
que van bebiendo noche con un polvo de estrellas.
Ahora el calor asciende como una nube vaga
de lánguido sopor por las calles, terrazas,
blancas tapias del pueblo, confusión de la espuma,
tal se confunde el agua con su verde alameda.
El aroma del mar vasto y denso suspende
los mortales dormidos bajo un clásico encanto,
y modela los cuerpos con fuertes líneas puras,
y en las venas infiltra las pasiones antiguas.
Luis Cernuda
“Resaca en Sansueña”
Las Nubes (1937-1940)
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