Amanezco con una extraña sensación; soy otro. Siendo el mismo, no me reconozco ante el espejo; porque ya no siento miedo.
Jamás me había asaltado semejante sacudida extraordinaria, esta irreprimible convicción de saberme poseedor de cualidades para alcanzar propósitos.
Lanzo mi propósito: clamar la verdad… Una de las muchas que siempre callé, ¡¿y por qué no más?!... Respondo al reto:
¡Basta ya de hipocresías bien servidas!,
de palabras manipuladoras,
de dolor ignorado,
de injusticia justificada,
de perdón imperdonable.
Basta ya de olvidar nuestro pasado,
Basta, ¡maldita sea!, de seguir atropellando
el vulnerable reino de los pobres y los olvidados
Sanlúcar de Barrameda, 28 de Mayo de 2011.
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