23 d’ag. 2010

Guinea, los actores: la metrópoli

La casa verde, 1945


En 1904 se organiza administrativamente la colonia, definida desde un punto de vista jurídico como un patronato. A efectos legales, los nativos son considerados como menores de edad hasta 1938, cuando se permite la figura de los "emancipados" entre los guineanos que han logrado cierto nivel cultural y han demostrado su sumisión a las autoridades coloniales. El resto eran, simplemente, "indígenas".
En los primeros años del siglo se crean las plantaciones de cacao en la isla y comienza la explotación maderera en la parte continental. Durante la dictadura de Primo de Rivera se emprenden en Guinea una serie de obras de cierta importancia. Se realiza el trazado de las principales vías terrestres de la isla y zona continental, se abren caminos y se construyen algunas carreteras; y no es hasta 1924 que no se establecen los servicios esenciales del régimen colonial.
La República no muestra ningún interés por las colonias africanas (a no ser como lugar de destierro) y los guineanos, tratados como esclavos por los colonos, sufren igual que con otros regímenes políticos.
Al estallar la Guerra Civil los gobernantes de la colonia muestran su fidelidad al Gobierno constitucional, pero pocos meses después del inicio de la contienda, una expedición de barcos franquistas enviada desde Canarias toman Fernando Poo y Río Muni sin encontrar apenas resistencia.
En enero de 1948 llega a Santa Isabel la primera visita ministerial del Gobierno de España. En 1954 surgen los primeros conflictos. La Guardia Civil hizo desaparecer al independentista Acacio Mañé Elá. Más tarde, otro dirigente  político, Enrique Nvó, muere en  Camerún, donde  se  había exiliado,  en extrañas circunstancias. Ambos dirigentes habían  fundado la Cruzada Nacional de Liberación, movimiento proindependentista.
Al ingresar España en las Naciones Unidas- en 1955- se ve obligada a aceptar el principio de autodeterminación a los pueblos colonizados; y una resolución de la ONU en 1957, invita a España a descolonizar Guinea. El Gobierno de Madrid maniobra entonces declarando provincias españolas a sus posesiones en el África ecuatorial el 30 de julio da 1959, pero el movimiento independentista ya es imparable. En 1968 se proclama la independencia.

"Discurso del representante de S.E. el Jefe del Estado español en los actos de proclamación oficial de la independencia de la República de Guinea Ecuatorial.Ministro de Información y Turismo, encargado de Asuntos Exteriores, Don Manuel Fraga Iribarne ante S. E. el Presidente de la República, Don Francisco Macías. Salón del Trono del Palacio Presidencial en Santa Isabel de Fernando Poo, 12 de octubre de 1968 

Señor Presidente de la República, excelentísimos señores, dignísimos representantes del querido pueblo guineano, pueblo al que también conozco y al que, a través vuestro,  igualmente me dirijo (…)
Desde el primer momento de su presencia en estas tierras, España estableció las primeras escuelas y nuestros misioneros difundieron entre vosotros la doctrina redentora del Cristianismo, que proporciona a los que la siguen no solamente una enorme fuerza moral, sino también la posibilidad de entrar en un ámbito de ideas y de conceptos que hacen más fácil el acceso al mundo de la civilización cultural y técnica. Fue esa, como os digo, la primera etapa -etapa fundacional y trascendental- de la presencia de España en Guinea. Al pasarse a la etapa provincial y luego a la regional en régimen de autonomía, esta labor se aceleró y amplió a un ritmo considerable. La lucha contra las enfermedades tropicales y contra aquellas que tienen su origen en las carencias alimenticias ha registrado aquí triunfos importantes y algunos de ellos decisivos. La expectativa de vida de los guineanos se ha visto aumentada de manera notable y, sobre todo, se ha podido yugular el fantasma de la mortalidad infantil, la más dolorosa de todas, porque mata en flor las esperanzas y el futuro de un pueblo.
De las primitivas escuelas primarias se pasó a los establecimientos actuales, a los institutos, a las escuelas técnicas, a los centros laborales, a las becas y facilidades para poder estudiar en la península carreras universitarias. Podéis contar así en el momento de vuestra independencia con unos cuadros intermedios y superiores, sobre los que pueden basarse las ampliaciones futuras y necesarias.
Al mismo tiempo, España procuraba ir fomentando poco a poco la riqueza de este país para que sus habitantes tuviesen cada vez más ampliamente asegurada su vida material. La renta per cápita de Guinea puede compararse más que honorablemente con la mayoría de las que existían en los otros países en el momento de llegar a la independencia.(…)
Una permanente característica de la historia de España y de todas las naciones hispánicas ha sido el de su entendimiento de las diferencias étnicas como factores de variedad que no podían de ningún modo romper la unidad esencial del género humano, creado todo él a imagen y semejanza del mismo Dios. Esta concepción se afianza ya en la prehistoria española, tal vez por tratarse -como se dijo- de un lugar natural para el choque y el sedimento de las civilizaciones, consolidándose cuando el Cristianismo reitera esta inclinación y cuando los teólogos y los reyes se apresuran a reconocer la plena y total humanidad de los indígenas americanos a los que, en otras latitudes, se perseguía a sangre y fuego de acuerdo con el bárbaro lema de que "el mejor indio es el indio muerto". Historiadores tan imparciales como Toynbee han proclamado que el mestizaje constituye la mayor gloria aportada por España a la creación de una nueva Humanidad, en la que un filósofo como el mejicano José Vasconcelos ha podido hablar de la "raza cósmica" que nace en las regiones cálidas, una vez que la tendencia de la civilización se orienta hacia los países donde reina el sol. En una hora de lamentables conflictos raciales, por desgracia de múltiples signos, España y Guinea Ecuatorial podrían alzar juntas la bandera de la armonía entre las razas y convocar a un gran congreso mundial colocado bajo este lema a fin de lograr que predomine una comprensión del hombre como portador de valores eternos que nada tienen que ver con la pigmentación de su piel.
España, como es notorio, se ha portado bien. España, al daros la independencia, no sólo ha esquivado la fácil tentación de ofrecerla previamente a un solo hombre o un solo grupo, sino que ha querido darla limpia y sin reservas, sin servidumbres de ningún tipo. A diferencia de lo que con tantos países nuevos ha ocurrido, nada os ha sido impuesto de antemano. No hay condiciones, no hemos puesto a vuestra independencia el más pequeño marco. La libertad de vuestros destinos ha sido reconocida, no arrancada. Vuestra forma política, vosotros la habéis libremente votado. Vuestros conductores, vosotros los habéis libremente elegido. Guinea Ecuatorial tiene las manos libres."

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