Cuatro postes es un humilladero, o cruz de término, construido a las afueras de la ciudad, sobre el río Adaja, en la Edad Media, como hito de la romería de San Leonardo. La estructura actual se levantó en el siglo XVI y está formada por un pódium sobre el que se sustentan cuatro columnas dóricas que soportan un entablamiento adornado por escudos. En su interior se levanta una cruz de granito.
El lugar ofrece una de las mejores perspectivas de la ciudad.
“Atravesamos el río por el Puente Viejo y salimos a campo abierto. Poco más allá se dibujaba la silueta precaria de Cuatro Postes. Ascendimos al promontorio, embargado yo por una emoción casi religiosa. Recordaba el arrobo de don Mateo al hablar de la ciudad nevada, vista desde allí a la luz de la luna. Rememoré de nuevo en esta noche a doña Servanda y a don Felipe. Y me sorprendí pensando reiteradamente que a don Felipe no le apenaría la desaparición de doña Servanda. De súbito me vi agarrando la cruz de granito de Cuatro Postes. Apenas me atrevía a darme la vuelta y tender la vista sobre la ciudad nevada. Cuando lo hice, un sentimiento amplio, inconcreto, me resbaló por la espalda. La ciudad, ebria de luna, era un bello producto de contrastes. Brotaba de la tierra dibujada en claroscuros ofensivos. Era un espectáculo fosforescente y pálido con algo de endeble, de exinanido y de nostálgico. La torre de la Catedral sobresalía al fondo como un capitán de un ejército de piedra. En su derredor las moles, en blanco y negro, de la torre de Velasco, del torreón de los Guzmanés, del Mosén Rubí... Ávila emergía de la nieve mística y escandalosamente blanca, como una monja o una niña vestida de primera Comunión. Tenía un sello antiguo, hermético, de maciza solidez patriarcal. La villa, centrada en plena y opulenta civilización, era como una armadura detonando en una reunión de fraques .”
Fragmento de la escapada de Pedro y Alfredo a Cuatro Postes, en La sombra del ciprés es alargada
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