20 de febr. 2011

Narrativa años cuarenta


Tras la Guerra Civil, el panorama de la novela castellana era desolador: algunos  autores habían muerto, como Unamuno o Valle-Inclán. Una gran mayoría, autores comprometidos con la República, continuaron su labor creadora en el exilio, como Benjamín Jarnés (La novia del viento, México 1940), Ramón J. Sender (El lugar de un hombre, México 1939. El conjunto de novelas que forma Crónica del alba (1942-1966) o Réquiem por un campesino español, publicada en México en 1953 con el nombre de Mosén Millán), Max Aub (creador de una serie de novelas sobre la Guerra Civil:  El laberinto mágico: Campo cerrado (1943), Campo de sangre (1945), Campo abierto (1951), Campo del Moro (1963), Campo francés (1965) y Campo de los almendros (1967, publicadas todas en México), Arturo Barea (entre los años 1940 a 1945, durante su exilio en Inglaterra, escribió tres novelas autobiográficas: La forja, La ruta y La llama, que se publicaron traducidas en un solo volumen el 1951 ,en Buenos Aires,  con el título de La forja de un rebelde, 1941-1944) o Francisco Ayala (Los usurpadores y La cabeza y el cordero, ambas de 1949 y publicadas en Buenos Aires). La labor de estos autores, continuadora de la novela de compromiso de los años treinta, no será conocida en España hasta muchos años después.
Entre los autores que se han quedado en la península, el tema de la guerra y la exaltación de los vencedores es una constante estos primeros años: Rafael García Serrano con su trilogía La guerra: (Eugenio o la proclamación de la primavera (1938), La fiel infantería (1943) y Plaza del castillo (1951)), Gonzalo Torrente Ballester, (Javier Mariño, 1943) o José María Gironella (su principal obra es la tetralogía sobre la guerra civil, formada por Los cipreses creen en Dios , 1953, Un millón de muertos, 1961, Ha estallado la paz. 1966  y Los hombres lloran solos, 1986).

A partir de la década de los años cuarenta hay un resurgimiento del género de la mano de la obra La familia de Pascual Duarte, 1942, de Camilo José Cela, que inicia una corriente narrativa llamada “tremendismo”, y de Nada, novela de Carmen Laforet, premio Nadal de 1944, que narra en primera persona las experiencias de una joven estudiante en Barcelona. En esta misma línea de realismo existencial y narrado en primera persona, se ha de inscribir La sombra del ciprés es alargada, premio Nadal de 1947.

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