6 de gen. 2015

cada persona té la seva música


Marina Tsvietáieva
Mi madre y la música
Acantilado, 2012

Mi madre y la música es una bella evocación de la infancia, pero, sobre todo, de la presencia de la madre a través de un elemento familiar como es el piano. Un relato que  transporta a un mundo donde lo cotidiano adquiere una dimensión mágica.


“Cuando en vez del tan deseado, previamente decidido, casi ordenado hijo varón Alexandr, nací solamente yo, mi madre, tras haberse tragado orgullosa un suspiro, dijo: «Por lo menos será músico».
Y cuando, antes de cumplir un año, mi primera palabra, evidentemente desprovista de sentido pero del todo clara, resultó ser «gama», mamá se limitó a confirmar: «Lo sabía», – y a partir de ese momento se puso a enseñarme música,…”
(fragment)




“Ya en casa, Anna pasó su primer día de trabajo buscando por los estantes, mirando títulos de libros abriéndolos a bulto, encontrando palabras que en otros tiempos habían tenido un gran sentido para ella.
¿Estaría buscando ejemplos?
No, Sus ideas eran más prácticas. Estaba pensando en la mejor manera de empaquetarlo bien todo, y en si habría sitio para tanta cosa en las dos casitas a la vera del lago. Rickard acababa de decirle lo mismo que mucho antes le había dicho Ragnar a Hanna:

Marina Tsvietáieva
— Mira, no quiero basura, la basura lo mejor es tirarla.
Y esto le hizo pensar exactamente lo mismo que Hanna había pensado entonces:
“¿Y qué voy a hacer yo ahora con todo lo que he ido acumulando aquí a lo largo de los años?”
Se paró ante los estantes donde tenía los libros de poesía, y se quedó un rato entre Ekelöf, Stagnelius, Martinson y Boye. Y entonces, sólo entonces, se le ocurrió que lo que estaba buscando era una música, la música de su madre. Y se dijo que cada persona tiene su propia música, una música que es exclusivamente suya. Evidentemente, no iba a encontrar ahora la música de su madre, no la encontraría en aquel sitio, eso desde luego. Y sabía muy bien que sería presuntuoso por su parte creer que iba a poder hacerla sonar como había sonado en otros tiempos.
Pero, con un poco de paciencia, y sabiendo esperar, acabaría encontrando, posiblemente, la clave.”

Las hijas de Hanna
Marianne Fredriksson

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