Marina
Tsvietáieva
Mi madre y la música
Acantilado, 2012
Mi madre y la
música es una bella evocación de la infancia, pero, sobre todo, de la presencia
de la madre a través de un elemento familiar como es el piano. Un relato que transporta a un mundo donde lo cotidiano
adquiere una dimensión mágica.
“Cuando en
vez del tan deseado, previamente decidido, casi ordenado hijo varón Alexandr, nací
solamente yo, mi madre, tras haberse tragado orgullosa un suspiro, dijo: «Por
lo menos será músico».
Y cuando,
antes de cumplir un año, mi primera palabra, evidentemente desprovista de
sentido pero del todo clara, resultó ser «gama», mamá se limitó a confirmar:
«Lo sabía», – y a partir de ese momento se puso a enseñarme música,…”
(fragment)
“Ya en casa,
Anna pasó su primer día de trabajo buscando por los estantes, mirando títulos
de libros abriéndolos a bulto, encontrando palabras que en otros tiempos habían
tenido un gran sentido para ella.
¿Estaría
buscando ejemplos?
No, Sus ideas
eran más prácticas. Estaba pensando en la mejor manera de empaquetarlo bien
todo, y en si habría sitio para tanta cosa en las dos casitas a la vera del
lago. Rickard acababa de decirle lo mismo que mucho antes le había dicho Ragnar
a Hanna:
Marina Tsvietáieva |
— Mira, no
quiero basura, la basura lo mejor es tirarla.
Y esto le
hizo pensar exactamente lo mismo que Hanna había pensado entonces:
“¿Y qué voy a
hacer yo ahora con todo lo que he ido acumulando aquí a lo largo de los años?”
Se paró ante
los estantes donde tenía los libros de poesía, y se quedó un rato entre Ekelöf,
Stagnelius, Martinson y Boye. Y entonces, sólo entonces, se le ocurrió que lo
que estaba buscando era una música, la música de su madre. Y se dijo que cada
persona tiene su propia música, una música que es exclusivamente suya.
Evidentemente, no iba a encontrar ahora la música de su madre, no la
encontraría en aquel sitio, eso desde luego. Y sabía muy bien que sería
presuntuoso por su parte creer que iba a poder hacerla sonar como había sonado
en otros tiempos.
Pero, con un
poco de paciencia, y sabiendo esperar, acabaría encontrando, posiblemente, la clave.”
Las hijas de Hanna
Marianne Fredriksson
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