20 de des. 2015

el "boom" latinoamericano



El término “Boom latinoamericano” designa el movimiento literario surgido en la década de los sesenta del siglo pasado, protagonizado por un grupo de escritores cuyas obras alcanzaron enorme repercusión tanto en Latinoamérica como en España. Los principales autores que integraron este fenómeno fueron Mario Vargas Llosa con “La ciudad y los perros” (1962), Carlos Fuentes con “La muerte de Artemio Cruz” (1962), Julio Cortázar con “Rayuela” (1963), Alejo Carpentier con “El siglo de las luces” (1964) y  Gabriel García Márquez con “Cien años de soledad” (1967. A estos autores se han ido sumando otros que también se incluyen bajo el paraguas del boom: José Donoso (Chile),  Lezama Lima (Cuba),  Augusto Roa Bastos (Paraguay) o Jorge Amado (Brasil). Los géneros en los que sobresalieron fueron la novela y el cuento, con un desarrollo excepcional de la mano de estos creadores.

Según Cortázar,  la publicación de las obras del “boom” coincide en el tiempo por puro azar. Para él, no se trataría de un grupo de autores unido en torno a orientaciones literarias y rasgos narrativos necesariamente comunes, sino de simple casualidad, por lo que no podríamos hablar de un movimiento literario o un grupo generacional en sentido estricto. Lo que sí uniría a estos autores sería el momento en el que escriben, el mismo ambiente político y social, la inestabilidad y la transformación económica que reinaba en gran parte de  América Latina en aquel entonces.

Otro de los factores supuestamente propiciatorios del boom que se ha señalado tradicionalmente es la operación editorial impulsada desde Barcelona (en especial por la editorial Seix-Barral y la agente literaria Carmen Balcells) y las principales ciudades latinoamericanas: Buenos Aires, México, Montevideo, Santiago de Chile.  Esta teoría es refutada por Cortázar en la entrevista que concedió a Joaquín Soler Serrano en el programa “A fondo”, de  Televisión Española, en 1977. El argentino afirmó en el programa que los editores no les inventaron a los autores  y que él escribió su obra en la soledad y la pobreza, sin ningún tipo de ayuda. Solo mucho más tarde,  tras el éxito obtenido con las primeras y precarias ediciones de sus libros, que se pasaban de mano en mano, cuando estas editoriales se fijaran en ellos.

Es indudable que el boom supuso un antes y un después para la narrativa en lengua hispana. En este sentido llama la atención el hecho de que Cortázar atribuye al “boom” que los lectores y escritores latinoamericanos comenzaran a leer literatura latinoamericana, a confiar en sí mismos; “antes solo mirábamos a Europa, a Francia,  y solo leíamos a Sartre, a Faulkner, a Hemingway, a Greene.”

Dejando de lado la discusión sobre la denominación y las causas del boom,  es indudable que fue  un periodo increíblemente fructífero que fructificó en tantas obras excepcionales.


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