“Me encantaba
mi habitación, balcón al mundo, al renacimiento de un mundo donde, un lejano 9
de agosto, habían muerto varios de mis antepasados. Ocho años de mi vida transcurrieron
allí. Cuánto me gustaban aquellas habitaciones, aquellas paredes... Pienso que
todas las constituciones del mundo deberían reconocer el derecho inalienable de
cualquier persona a regresar cuando guste a los escenarios más entrañables de
su pasado. Poner a su disposición un manojo de llaves que le permitieran entrar
a todos los pisos, casas y jardines donde transcurrió su infancia y pasarse las
horas muertas en esos palacios de invierno de la memoria. Los nuevos
propietarios no podrían negar el acceso a esos peregrinos del tiempo. Tan
convencida estoy que, si un día retomara el compromiso político, creo que ése
sería el único punto de mi programa, mi única promesa electoral...
Un domingo de
otoño, el año que cumplí los dieciséis, mis padres viajaron en coche a la zona
de Shimabara para visitar a unos primos. Nunca regresaron. Un desprendimiento de
tierras provocado por una tempestad sepultó la carretera a su paso por ella, en
algún lugar de la montaña. Y se acabó. Me había quedado huérfana. El resto de
la familia se hizo cargo de mí. Me fui a vivir con unos tíos. Recuerdo el día
que dejé la casa. No podía imaginar que mucho tiempo después regresaría a ella de
un modo tan vergonzoso, como una ladrona, y me instalaría en la habitación que
había sido el dormitorio de mis padres.”
La intrusa
Éric Faye
Salamandra, 2013
pág. 104-106
“La más noble
aspiración de un espíritu es la de escudriñar en sí mismo su propia niñez.
Miguel de Unamuno
La madurez del hombre
consiste en volver a encontrar la seriedad que tenía cuando jugaba de niño.
Friedrich Nietzsche
“La
verdadera patria del hombre es su infancia”
Rainer Maria Rilke
“La infancia es la patria de todos”
Antoine
de Saint-Exupéry
"Mi
patria es mi infancia"
Charles
Baudelaire
“Mi patria es
la infancia”
Miguel
Delibes
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