Edogawa Ranpo |
“Mientras intento conciliar el sueño, primero de un lado y luego
del otro, una idea insiste, imposible de apartar. Durante los cientos de noches
que pasó a unos metros de mí, esa mujer podía haberse levantado y haberme
matado de una puñalada mientras dormía. No sé nada de su pasado ni de sus
impulsos, de los motivos que la llevaron a echar raíces aquí y ensuciar mis
sábanas, limpiarse con mis servilletas y defecar en mi retrete, y no se lo
perdono. Yo estaba a su merced, pero ¿se le ocurrió siquiera que podía eliminarme
fácilmente y sin móvil y después desaparecer con total impunidad? Me viene a la
memoria un relato de Edogawa Ranpo en el que un hombre vive escondido en el
interior de un sofá. ¿Acaba en asesinato? No me acuerdo, pero eso es lo de
menos. Durante meses he vivido en un cuento como los de Edogawa y, ahora que ha
acabado, no se lo deseo a nadie. Si no me mandó al otro barrio, seguramente fue
porque buscaba un sitio tranquilo, habitado, bien atendido, para capear sin
demasiada angustia una situación absurda, confiando en que al final quizá escamparía.
Así que no era ni doña Muerte ni doña Miedo. Más bien, doña nadie, sin
mayúscula.”
La intrusa
Éric Faye
Salamandra, 2013
pág. 62-63
Edogawa Ranpo (1894-1965), fue
un autor japonés que jugó un papel muy importante en el desarrollo de la literatura
de misterio en Japón. El protagonista de muchas de sus novelas es el detective Akechi
Kogoro, líder de un grupo de detectives conocidos como por el sobrenombre del “Club
de los chicos detectives”
Ranpo era un admirador de la literatura de misterio occidental, especialmente,
de Edgar Allan Poe. Su nombre literario es una representación del nombre de Poe
(si se pronuncia rápido). También admiraba las obras de Arthur Conan Doyle, que
trató de traducir al japonés, y al escritor japonés Ruiko Kuroiwa.
En Tokio, hay una cafetería donde solía ir el escritor, decorada
con motivos de sus novelas.
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