24 de gen. 2007

El tema del mes: VIDA Y MUERTE

La muerte contempla a la vida


Como ya se dijo en el artículo sobre la vejez, el vivir, como el morir, tienen múltiples aspectos y tratamientos en función de la cultura, las creencias, la época o el lugar que analicemos

Si podemos definir la vida como el tiempo que transcurre desde el nacimiento de una persona hasta su muerte, definición que sería válida para todo tiempo y lugar, el cómo y cuánto se vive ha variado de forma exponencial en las últimas décadas. Los avances en las ciencias médicas, en la biología o en la tecnología molecular han abierto enormes interrogantes sobre qué “reglas” o “normas” deben regir nuestra acción en el terreno de la intervención técnica del hombre sobre su propia vida; cuestión que dejo sobre la mesa para el debate del día tres de febrero (clonaciones, fecundaciones a la carta, eutanasia, etcétera); pero, apunto, creo que existen dos principios fundamentales que deben ser reconocidos a la hora de hablar sobre este tema: el respeto a la vida humana y el principio de la autodeterminación de la persona.

En cuanto a la muerte, o, mejor dicho, al proceso de morir una primera afirmación lapidaria: dicho proceso nos ha sido sustraído y escamoteado. Actualmente un 60% de las personas muere en los hospitales, un 10% en residencias y el 30% restante, tal vez, muera en su hogar (descontados los fallecidos en accidentes u homicidios). El proceso del “buen morir” que se decía antaño, ha sido sustituido por el ocultamiento de la muerte como algo vergonzante o como una derrota de la medicina. Pero no debemos olvidar que nacemos con un reloj interno que marca las distintas etapas por la que pasa nuestra máquina biológica, infancia, pubertad, juventud,… y, por supuesto, senectud y muerte.

Vivimos y morimos según la valoración cultural que tenemos de nuestros cuerpos y, desgraciadamente, nuestra sociedad actual rinde culto a la eterna juventud y a la belleza externa y ha desritualizado las etapas fundamentales por las que pasan las personas. Negamos el paso del tiempo, la vejez y la muerte y, por ello, le tenemos pavor al dolor físico y a la muerte.

La danza de la muerte
En la obra Tristano muere, de Antonio Tabucchi, nos dice el protagonista en su lecho de muerte:

“Pero el verdadero miedo es otro, … el verdadero miedo es cuando la hora ha quedado establecida y sabes que será inevitable.. es un miedo extraño, insólito, se siente una sola vez en la vida, y no vuelve a sentirse más, es como un vértigo, como si se abriera una ventana a la nada, y ahí el pensamiento se ahoga de verdad, como si se aniquilara. Ése es el verdadero miedo. Dentro de un rato, cuando deje de oír mi respiración, abra de par en par esa ventana, deje que entren la luz y los ruidos del mundo vivo, le pertenecen a usted, el silencio es mío. Y márchese enseguida, cierre la puerta y deje aquí el cadáver, ése no soy yo, … Una buena muerte…qué tontería… la muerte nunca es buena, la muerte es repugnante siempre, es la negación de la vida. “(Anagrama, 2004; página 191)

J MªFericgla nos recuerda un caso de cómo se vive la muerte: “ algún lugar de los países nórdicos.. Cada vez que alguien muere los familiares directos y los amigos intimos se reúnen con sus mejores galas en casa del difunto.. La reunión comienza grave, entre lloros y tristeza… Poco después se celebra un opulento banquete funerario. Los estados emocionales pasan de la tristeza a una cierta euforia.. Se habla del fallecido, de cómo era, de las rencillas que tuvieron con el mismo… se limpia el pasado con respecto del muerto y también entre los vivos, entre los presentes. El duelo acaba en una alegre fiesta que da lugar a nuevas relaciones entre los vivos, de forma natural, la muerte da paso a la vida por medio del ritual de la celebración funeraria”.

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