31 d’ag. 2010
De literatura ecuatoguineana
30 d’ag. 2010
Un poeta en Guinea
Y, para finalizar, una de las poesías más conocidas del poeta zamorano:
29 d’ag. 2010
28 d’ag. 2010
27 d’ag. 2010
26 d’ag. 2010
Guinea, el sueño colonial (1ª)
Realizado por Ignacio Sánchez ,a partir del guión de Carmen Corredor. Imagen de José María Ballano y sonido de José Antonio Losana.
25 d’ag. 2010
Guinea, la economía de la colonia
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okume guineano |
23 d’ag. 2010
Guinea, los actores: la metrópoli
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La casa verde, 1945 |
"Discurso del representante de S.E. el Jefe del Estado español en los actos de proclamación oficial de la independencia de la República de Guinea Ecuatorial.Ministro de Información y Turismo, encargado de Asuntos Exteriores, Don Manuel Fraga Iribarne ante S. E. el Presidente de la República, Don Francisco Macías. Salón del Trono del Palacio Presidencial en Santa Isabel de Fernando Poo, 12 de octubre de 1968
Señor Presidente de la República, excelentísimos señores, dignísimos representantes del querido pueblo guineano, pueblo al que también conozco y al que, a través vuestro, igualmente me dirijo (…)
Desde el primer momento de su presencia en estas tierras, España estableció las primeras escuelas y nuestros misioneros difundieron entre vosotros la doctrina redentora del Cristianismo, que proporciona a los que la siguen no solamente una enorme fuerza moral, sino también la posibilidad de entrar en un ámbito de ideas y de conceptos que hacen más fácil el acceso al mundo de la civilización cultural y técnica. Fue esa, como os digo, la primera etapa -etapa fundacional y trascendental- de la presencia de España en Guinea. Al pasarse a la etapa provincial y luego a la regional en régimen de autonomía, esta labor se aceleró y amplió a un ritmo considerable. La lucha contra las enfermedades tropicales y contra aquellas que tienen su origen en las carencias alimenticias ha registrado aquí triunfos importantes y algunos de ellos decisivos. La expectativa de vida de los guineanos se ha visto aumentada de manera notable y, sobre todo, se ha podido yugular el fantasma de la mortalidad infantil, la más dolorosa de todas, porque mata en flor las esperanzas y el futuro de un pueblo.
De las primitivas escuelas primarias se pasó a los establecimientos actuales, a los institutos, a las escuelas técnicas, a los centros laborales, a las becas y facilidades para poder estudiar en la península carreras universitarias. Podéis contar así en el momento de vuestra independencia con unos cuadros intermedios y superiores, sobre los que pueden basarse las ampliaciones futuras y necesarias.
Al mismo tiempo, España procuraba ir fomentando poco a poco la riqueza de este país para que sus habitantes tuviesen cada vez más ampliamente asegurada su vida material. La renta per cápita de Guinea puede compararse más que honorablemente con la mayoría de las que existían en los otros países en el momento de llegar a la independencia.(…)
Una permanente característica de la historia de España y de todas las naciones hispánicas ha sido el de su entendimiento de las diferencias étnicas como factores de variedad que no podían de ningún modo romper la unidad esencial del género humano, creado todo él a imagen y semejanza del mismo Dios. Esta concepción se afianza ya en la prehistoria española, tal vez por tratarse -como se dijo- de un lugar natural para el choque y el sedimento de las civilizaciones, consolidándose cuando el Cristianismo reitera esta inclinación y cuando los teólogos y los reyes se apresuran a reconocer la plena y total humanidad de los indígenas americanos a los que, en otras latitudes, se perseguía a sangre y fuego de acuerdo con el bárbaro lema de que "el mejor indio es el indio muerto". Historiadores tan imparciales como Toynbee han proclamado que el mestizaje constituye la mayor gloria aportada por España a la creación de una nueva Humanidad, en la que un filósofo como el mejicano José Vasconcelos ha podido hablar de la "raza cósmica" que nace en las regiones cálidas, una vez que la tendencia de la civilización se orienta hacia los países donde reina el sol. En una hora de lamentables conflictos raciales, por desgracia de múltiples signos, España y Guinea Ecuatorial podrían alzar juntas la bandera de la armonía entre las razas y convocar a un gran congreso mundial colocado bajo este lema a fin de lograr que predomine una comprensión del hombre como portador de valores eternos que nada tienen que ver con la pigmentación de su piel.
España, como es notorio, se ha portado bien. España, al daros la independencia, no sólo ha esquivado la fácil tentación de ofrecerla previamente a un solo hombre o un solo grupo, sino que ha querido darla limpia y sin reservas, sin servidumbres de ningún tipo. A diferencia de lo que con tantos países nuevos ha ocurrido, nada os ha sido impuesto de antemano. No hay condiciones, no hemos puesto a vuestra independencia el más pequeño marco. La libertad de vuestros destinos ha sido reconocida, no arrancada. Vuestra forma política, vosotros la habéis libremente votado. Vuestros conductores, vosotros los habéis libremente elegido. Guinea Ecuatorial tiene las manos libres."
20 d’ag. 2010
Guinea, los actores: colonos
“Para los colonialistas europeos, la relevancia del derecho se fundaba en su doble carácter instrumental, como medio de control social y como vía de expansión cultural. El derecho se situaba en la encrucijada entre los principales objetivos de la colonización, que incluía tanto la explotación y rentabilidad económicas, como el control y el orden social, pasando por una auto-adjudicada misión de civilización. (…)
Lo que surgió de este proceso fue un orden jurídico caracterizado por una profunda ambigüedad, que estribaba en el contraste entre la explícita intención expansiva del derecho metropolitano, y el hecho de que éste nunca regiría plenamente en las colonias, pues siempre se trató de un ordenamiento especial. La distinción, impregnada de criterios raciales, entre europeos e indígenas, se convirtió en elemento constitutivo del proyecto colonial: mientras a los primeros afectaba la ley metropolitana como ciudadanos de un estado europeo, los segundos sólo podían considerarse súbditos sin derechos individuales. Todo ello se sustentaba en la percepción de los africanos como sujetos esencialmente "tribales", pertenecientes a comunidades territorial, lingüística y culturalmente diferenciadas, gobernadas por jefes y donde la libertad del individuo se supeditaba siempre a las necesidades del grupo. (…)
El acceso y uso de la tierra constituye uno de los escenarios fundamentales de la explotación y la tensión coloniales en África. El colonialismo de finales del siglo XIX se caracterizó precisamente por las peculiares relaciones que estableció con el territorio: frente al imperialismo comercial de la era liberal, se buscaba la ocupación territorial efectiva. Uno de los principales objetivos de esta ocupación era el control directo de las fuentes de producción, en este momento mayoritariamente agrícolas, lo que los europeos consideraron entonces como la puesta en valor del continente.La idea de que gran parte de África era tierra de nadie, o que los indígenas estaban desaprovechando su potencial productivo, se convirtió en uno de los discursos más frecuentes con que se legitimó la invasión europea.(…) En este contexto, la mayoría de las potencias coloniales, entre ellas España, declararon todo el territorio como propiedad del estado, aun antes de tener el control militar y administrativo efectivo. El siguiente paso era la concesión a particulares de terrenos más o menos extensos para la extracción o el cultivo de productos dirigidos a los mercados metropolitanos e internacionales.”(extraído del estudio: “Colonia, derecho y territorio en el Golfo de Guinea. Tensiones del colonialismo español en el siglo XX, de Alicia Campos Serrano)
Señoras y Señores:
Entre los temas apasionantes que pueda haber en el mundo, no me parece que deba considerarse como el menor de ellos el que da motivo a una obra de colonización, porque el que coloniza, si coloniza con el alma limpia, el corazón puro y el ánimo desprendido, siéntese a la vez un poco creador y un poco maestro, y como la labor de crear es la que más nos aproxima al Creador de todo, que es Dios mismo, y el mismo Dios fue el Maestro por excelencia , (…)
Supongo yo que, por las palabras y los conceptos que hasta ahora llevo expresados, los que me hacen el honor de estarme escuchando se habrán dado cuenta de que cuando yo empleo la palabra colonización quiero hablar de la colonización en cuanto a su aspecto social y moral; es decir, en cuanto a la influencia ética que el pueblo colonizador ha de ejercer sobre el colonizado. Estoy hablando, o más bien, quiero hablar, de lo que -para darle un nombre- pudiéramos llamar «colonización sociológica»; forma de la colonización que se podría enunciar diciendo: «Doctrina y método que ha de seguir el colonizador para civilizar al colonizado, entendiéndose por civilizar, elevar el nivel cultural, social y moral del que se civiliza». (…)
Puesto que España es católica, y, por serlo, concede valor excepcional y primordial a los valores religiosos, quizá la primera pregunta que debiéramos hacernos al colocarnos con la imaginación delante del indígena, es el concepto que de él tenemos desde el punto de vista religioso, pero precisamente porque somos católicos, la pregunta es innecesaria, porque un católico no puede pensar de otro hombre, sea de la religión que sea, nada más que una cosa misma : que es un hijo de Dios más, y que como a tal hay que mirarle.
Dejada, pues, esta pregunta aparte, creo yo que la más importante y la más decisiva que podemos hacernos es aquella que se refiera al concepto jurídico que nosotros tenemos del pueblo indígena y, por consecuencia, la situación jurídica del mismo.
El primer punto a tratar cuando se quiere encauzar jurídicamente una colonización, es saber qué se piensa de la psicología y de la mentalidad indígena. La cuestión es así: ¿piensa un indígena de nuestro territorio igual que nosotros? ¿Tiene los mismos conceptos de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, lo noble y lo desleal?
Si la contestación es afirmativa, el procedimiento a seguir es extraordinariamente sencillo, porque todo consiste en aplicar al indígena las mismas reglas, las mismas normas y los mismos conceptos que se aplican a los ciudadanos de la nación colonizadora y, claro está, que de esta manera, el trabajo del legislador colonial se ha reducido a la nada porque la legislación se la darán hecha desde la metrópoli. Pero lo que pasa es que no hay nadie que se atreva a contestar afirmativamente a estas preguntas, primero y principalmente, porque su conciencia le dice a gritos y a todas horas que no son ciertas, y segundo—y esto es lo más grave—, porque si son ciertas y si el indígena es exactamente igual en su psicología y en su mentalidad al habitante de un país civilizado, ¿quieren ustedes decirme qué pinta en la colonia el colonizador ¿ Por qué va a mandar a los que, por hipótesis, son tan capaces como él para el mando? Y si no va a mandar, y sí solamente a dar un consejo y a ofrecer una enseñanza, ¿ se los han pedido acaso ? Porque si no se los han pedido, y todos sabemos perfectamente que no se los han pedido, ¿a santo de qué se mete donde nadie le llama?
No puede ser. Contestar afirmativamente a las preguntas anteriores nos lleva inevitablemente a la consecuencia de que en las colonias sobran los colonizadores, y que hay que dejar al indígena que haga lo que le venga en gana. Pero esto sería otro disparate mayúsculo porque el indígena no es capaz de orientarse por sí mismo en este terrible y complicado mundo de la civilización, ni puede navegar por su cuenta en ese mar turbulento y alborotado de las naciones que a sí mismas se llaman cultas y sapientísimas. No puede ser, no hay ningún pueblo colonizable que tenga tras sí el legado inmenso de la civilización europea. (…)
No puede ser ; el indígena no piensa ni siente como nosotros, y, ni que decir tiene, que no sabe lo que nosotros sabemos, luego ponerle en igualdad de condiciones con el elemento hombre procedente de un país civilizado, no es hacerle un beneficio —aunque parezca que se le otorga un honor—, sino dejarle indefenso en una lucha, la de la existencia, en la que irremisiblemente va a perecer.
Porque la realidad es que el indígena es menor de edad, porque tiene mucho de infantil en su modo de sentir y en su manera de proceder, y, por eso mismo, es preciso tratarle con el mismo exquisito cuidado con que se trata al niño. Otorgad a un indígena la plena posesión de su capacidad jurídica, y habréis dado el primer paso y el más decisivo para hacer de él un esclavo. (sic)
A Dios gracias, porque en El nos fundamos, nuestra colonización de Guinea no se parece a esto en nada, y aunque en la práctica tiene facetas similares a las de otras colonizaciones, la doctrina que la sustenta y el fin que persigue son fundamentalmente no ya distintos, sino opuestos. «A priori» los españoles pensamos que el indígena, que es un hermano nuestro, porque del mismo barro nos hizo Dios a todos, no es por eso nuestro igual, sino que está en condiciones de inferioridad con respecto a nosotros, y puesto que lo está, y puesto que es nuestro hermano, tiene derecho y le debemos protección y amparo. Con arreglo a este concepto primario, qué es aplicable para todas las cuestiones de la vida, ya sean económicas, ya sean sociales, ya sean jurídicas, el colonizador cuando legisla debe olvidarse un poco de la metrópoli y hacer una ley que sea apropiada y eficaz para el sujeto de la colonización.
Ya empezamos a fijar conceptos de acuerdo con el plan que dije al principio que pensaba seguir; ya hemos expresado claramente :
1. ° Que el indígena no es nuestro igual.
2. ° Que tiene derecho y le debemos protección y amparo.
Y ahora, surge la pregunta: ¿Responde nuestra legislación y nuestra actuación en la colonia actuación en la colonia a estos principios que acabamos de fijar?... (…)
Pues bien; el indígena de nuestros territorios ni está sometido a nuestro Código civil, ni al penal, ni a la Jurisdicción de nuestros Tribunales. Existe una organización completa de Justicia indígena compuesta por los Tribunales de Demarcación, Tribunales de Distrito y Tribunal Superior Indígena, cuya equivalencia pudiéramos encontrarla en el Juzgado de Primera Instancia, Audiencia Territorial y Tribunal Supremo. En esos Tribunales se juzga con arreglo a la costumbre indígena, en cuanto no se oponga a la moral cristiana, y se procura en las sentencias ir aplicando discreta y paulatinamente los conceptos jurídicos de nuestra sociedad.(…)
Y así nace el Patronato de Indígenas, la más bella quizá de nuestras Instituciones coloniales y la que tiene un papel más digno y más hermoso, porque su misión es defender, amparar, educar y proteger. Es tutor del indígena y, según la ley, completa su capacidad jurídica para todos los actos de su vida que exijan de él una capacidad que no tiene. Contratos, ventas, cesiones, traspasos de dominio...; todo ha de ser autorizado por el Patronato para que el acto pueda tener valor y efecto legal. El indígena no puede, aunque quiera, contraer deudas, porque el Patronato no autoriza préstamos onerosos; no puede firmar contratos leoninos; no puede hacer ventas ruinosas; no puede dilapidar su hacienda... En una palabra; está a cubierto de todo quebranto y sólo puede obrar aquello que le beneficie» Y llega a tanto nuestra actual legislación en este aspecto que sí alguien a espaldas del Patronato hiciera préstamos a un indígena no emancipado, o firmara contrato de arrendamiento o trabajo, o compra o vendiera directamente, el acto es nulo y el indígena no viene obligado a cumplirlo, no sólo es nulo, sino que la parte contratante emancipada, cualquiera que sea su raza o color, incurre en delito y es acreedor a sanción.(…)
He dicho
19 d’ag. 2010
Guinea, los actores: claretianos.
“Con las palabras “Hoy comienza una grande obra”, pronunciadas por mossen Antonio Claret, reunido con cinco jóvenes sacerdotes en una pequeña habitación del Seminario de Vic, el día 16 de julio de 1849, arranca la vida de la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María.
La iniciativa de Claret no era improvisada. Durante largo tiempo había estado pensando en la conveniencia, primeramente, de preparar sacerdotes para la predicación del Evangelio, y luego de reunirse con quienes se sintieran animados “de su mismo espíritu”, para hacer con ellos lo que sólo no podía. Su experiencia como misionero itinerante por Cataluña y Canarias le había llevado a la convicción de que el pueblo necesitaba ser evangelizado y de que no había suficientes sacerdotes preparados y celosos para esta misión. Sin embargo, como el mismo Claret reconoció, no fue una idea suya, sino una inspiración divina la que le llevó a poner en marcha una empresa tan arriesgada como frágil: “¿cuál puede ser su importancia, siendo nosotros tan jóvenes y tan pocos en número?”, exclamaba Manuel Vilaró, uno de los sacerdotes reunidos en el Seminario de Vic. “
Unificación de jefes en el Continente
Una de las medidas más acertadamente tomada por nuestra suprema autoridad en su visita al Continente y reducida ya a la práctica por sus subalternos, ha sido a no dudarlo la concerniente a la unificación de jefes y jefaturas en algunos principales, para uniformar así también la campaña a seguir en la civilización de este cacho continental que todavía nos queda de nuestro antiguo gran imperio colonia!; con ambas manos aplaudimos tal disposición, felicitándonos de que aunque tarde haya ella llegado, pues era una necesidad, y de seguir y conservarse ella intacta y pura conforme al historial trazado por algunos jefes de prestigio desaparecidos tiempo ha de entre nosotros, marcará época en muestro continente.(…)
Había muchos pillos en nuestro Continente, doquiera se veían perillanes y redomados que hurtaban el cuerpo a nuestra civilización, burlando sigilosamente la vigilancia de la autoridad con quien por otra parte alternaban para, más a mansalva, hacer sus entuertos: se esquivaban bonitamente las leyes y aparentando celo de las mismas, a vuelta de enredos y marañas se enrevesaba la cosa de manera que solo el truhán sacaba su partido: todo esto se veía, se palpaba, se hacía', como burdamente se suele decir, en las mismas barbas de la autoridad; era el tema obligado de muchas conversaciones y hasta de no pocas murmuraciones, digámoslo sin rodeos; nadie empero se atrevía a proponer el remedio, que no era otro sino deshacerse de un tajo de tantos jefes como pululaban por doquier (….)
Muchos bolsillos se han llenado de dinero que manos pecadoras depositaban gota a gota para que resolviera mal un asunto; y cuántas ovejas y cabras se han visto de improviso por los poblados donde antes apenas si corría alguna esquelética, efecto de algún retorcido veredicto mal sentenciado por algún monterilla de esos que vestían capote de húsar o guerrera de no sé qué consigna.
La prudencia dicta muchas cosas y nos prohíbe citar nombres que ya tal vez no sonaran como hasta hoy sonaron (…)
Déseles, pues, autoridad y preponderancia, apóyense sus resoluciones cuando en ellas brille el sello de lo justo y equitativo dejémonos de banderías y rencores, no se im¬pongan contra la voluntad del plebiscito, precisa y conveniente es todo esto; fiscalícense, empero también sus actos y sentencias exíjaseles cuenta y muy minuciosa y al por¬menor; no se los deje solos y sin orientaciones y así conseguiremos lo que apetecemos.
Como quiera empero que las aguas acos¬tumbran a correr por donde solían, bue¬no será que se fiscalicen también las ac¬ciones de los jefes suprimidos ya que, o mucho nos engañamos, o directa o indirectamente seguirán ejerciendo su influen¬cia sobre sus antiguos subordinados.
En la playa en terrenos próximos a la vigilancia del Gobierno, por respeto a éste se evitará todo chamorreo en las palabras, (…) empero, en el interior, en pleno bosque, allá donde nosotros no llegamos y aún en poblados donde ejerzamos nuestra influencia, de no vigilar, aún se seguirá como hasta ahora.”
L.Fernández, C.M.F.
17 d’ag. 2010
Guinea

La Isla de Bioko, denominada antiguamente de Fernando Poo, fue descubierta por el navegante portugués Fernando Poo en 1472. España adquirió los derechos sobre la misma tres siglos después, en 1778, en virtud del tratado de El Pardo.Dicho tratado dio a España la posesión de las islas de Fernando Poo y Annobón, y el derecho a comerciar libremente en el litoral costero, desde el cabo de Formosa, en la desembocadura del Níger, hasta el cabo López, al sur del río Gabón.
Los ingleses, que en 1827 se habían establecido en Bioko, propusieron la compra de la isla. La oferta fue rechazada por el Gobierno español, que envió una expedición para tomar posesión del territorio. La expedición, denominada Llerena, izó en 1843 el pabellón español en Santa Isabel, la actual Malabo, capital de Bioko.
En 1900, tras un litigio sobre los derechos de España en estos territorios - que perdió- , sólo quedaron adscritos al Estado español 26.000 kilómetros cuadrados de los 200.000 que antes le correspondían de la Guinea Continental y los 2.000 kilómetros cuadrados de las islas.
Hasta 1956, las islas de Fernando Poo y Annobón, formaron parte del Territorio de Guinea. El 21 de agosto de 1956 dichos territorios fueron organizados en provincias con el nombre de Provincias del Golfo de Guinea. Por Ley de 30 de julio de 1959, adoptan oficialmente la denominación de Región Ecuatorial Española y se organizaron en dos provincias: Fernando Poo (las islas) y Río Muni (para el territorio continental) . El 15 de diciembre de 1963, el Gobierno español sometió a referéndum entre la población de estas dos provincias, un Proyecto de Bases sobre la Autonomía, que fue aprobado por una amplía mayoría. En consecuencia, el Gobierno español doto de autonomía estos territorios, adoptando, oficialmente, el nombre de Guinea Ecuatorial, con órganos comunes a todo el territorio (Asamblea General, Consejo de Gobierno y Comisario General) y organismos propios para cada provincia.
En noviembre de 1965, la IV Comisión de la Asamblea de la O.N.U., aprobó un proyecto de resolución en el que pedía a España que fijase, lo antes posible, la fecha para la independencia de Guinea Ecuatorial. En diciembre de 1966 y en Consejo de Ministros, el Gobierno español acordó preparar una Conferencia Constitucional. En octubre de 1967 se inauguró dicha Conferencia, presidida por Fernando María Castiella, ministro español de Asuntos Exteriores. Al frente de la delegación guineana figuraba Federico Ngomo. Sometidas a referéndum las conclusiones de la Conferencia, fueron aprobados por un 63,1 por ciento de los votantes. El 22 de septiembre se celebraron las primeras elecciones presidenciales (ninguno de los cuatro candidatos obtuvo mayoría absoluta). Una semana después fue elegido primer presidente de Guinea Ecuatorial Francisco Macias Nguema. El 12 de octubre de 1968 se proclamó la independencia, adoptando el nombre de República de Guinea Ecuatorial que fue admitida en la O.N.U. como miembro 126 de la Organización.
16 d’ag. 2010
El clam de Montflorit

"Estamos en el Neolítico al lado del sincrotrón
4 d’ag. 2010
Una proposta d'agost

La visita inclou una visita comentada al refugi 307.
Lloc:
MUHBA Refugi 307,
C/Nou de la Rambla, 169 (
Poble-sec)
Horari:
20 h. (català) i
21 h. (castellà)
Preu:
10 €
Informació i reserves:
Imprescindible reserva prèvia
93 256 21 22
reserves-mhcb@bcn.cat
2 d’ag. 2010
La vida entera
La vida entera
Lumen, 2010
807 páginas
Ora anota en su cuaderno de viaje.
“Miles de momentos, de horas, de días, miles de hechos, infinidad de acciones, de intentos, de palabras, de pensamientos, todo para poner una persona en el mundo, una persona a la que tan fácil es destruir” (649)
"Cuánto mío ya no es yo" (396)