"Para vosotros, especialmente para todos vosotros; buenas personas y queridos amigos, que respiráis el aire de la lectura, de la literatura, de la cultura con letras mayúsculas, y sois capaces de hacer de ello otra razón maravillosa para vivir.
Porque, como alguien escribió una
vez, “la cultura nos conduce, con su sutil encanto, al amor. Y es que el amor
es la única respuesta”
Os mando un abrazo a
todos y mi deseo de corazón de que la felicidad os lleve siempre cogidos de su
mano."
Francisco
Jesús Galindo Sánchez
Sanlúcar de
Barrameda, a 23 de Abril de 2015
MI VIEJO AMIGO LUIS
(Un voto más de
confianza a la vida).
"Mi amigo Luis ya no ve como antes. El tiempo no perdona -decía- los edificios se hacen viejos y nosotros
también. Perdí la oportunidad de que me operaran de cataratas- me decía
también- y todo por el dichoso hierro, que casi siempre lo tengo bajo mínimos.
Ahora mi médico de cabecera me ha retirado la medicación, porque estoy más
recuperado; yo lo noto.
Ya no puedo distinguir
con la claridad de antes a las personas que se encuentran a más de cuatro
metros de mí, me doy cuenta cada día, solo veo rostros difuminados. Cuando
alguien me saluda casi siempre es su voz la que me permite reconocerle, pero no
me quiero operar, ahora no, me acostumbré a vivir con mis cataratas y parece
que también me voy acostumbrando a verme cada día más viejo y más vulnerable.
Aún así, me queda el
consuelo de saber que soy capaz de andar, de moverme con cierta libertad sin
que nadie tenga que ayudarme, quizás, en mi caso, sean mis piernas las últimas
que estén sufriendo este proceso irreversible del envejecimiento... no lo sé,
pero pienso seguir creyéndolo mientras mi cabeza me siga llevando por el buen
camino.
Mis hijos -me dice con
la lógica que impone la realidad de la vida- nos visitan poco, un par de horas
vienen a vernos a su madre y a mí los fines de semana. Tampoco son todos los
fines de semana los que pueden hacerlo, pero algo es algo, y menos es nada.
Los veo muy ocupados, y
lo comprendo; también su madre lo entiende como yo, ambos fuimos jóvenes y
ocupados como ellos... por ellos.
Mas no me pesa. Solo me
pesa un poco la nostalgia, por eso a veces me esfuerzo para no mirar en exceso
hacia nuestro inmaduro y tierno pasado,
hacia aquellos días saludables y sacrificados. Pero pesa, muchos de mi quinta
me lo han confesado ya; que la nostalgia se vuelve peligrosa, porque a veces
nos acaba arrebatando hasta el hambre que sentimos de vivir.... sobre todo
cuando se convive mal con ella y dejamos que nos aboque a la soledad.
Bueno, eso dicen ellos,
y también yo lo digo y asiento con la boca pequeña; pero solo para que no
sospechen que no siento lo mismo. De
verdad que me resisto a creer tales extremos, y puede que sea porque aún me
siento empujado por esta fuerza del entusiasmo que nunca quiso abandonarme.....
quizás ésta sea parte del mismo aire que respiro, quizás su música sea la
propia música de mis latidos.... no lo sé, quizás sea así.
Y cuando el sentimiento de emoción por sus palabras comenzaba a
embargarme, mi amigo Luis, mi Viejo amigo, me cogió del brazo y me confesó
esto, bajando el tono ligeramente amargo de su voz hasta los límites que exige
la confidencialidad:
“Si, amigo Francisco, no es el peso de la nostalgia lo que remueve y
desvaría mis sentimientos, aunque sí el silencio; me pesa el silencio de mis
seres más queridos”
Nuestro amigo Jesús Galindo nos hace llegar su aportación para la diada de Sant Jordi, una jornada donde la cultura y el amor van cogidos de la mano.
Gracias, Francisco, por tus deseos.
Un abrazo de todos los compañeros de Vespres Literaris.
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