29 de març 2018

epigramas


El epigrama, en su origen,  es una inscripción o un escrito breve grabado sobre piedra, metal u otro soporte cualquiera y destinado para algún sepulcro o monumento privado o público.  Poco a poco fue adquiriendo un carácter más variado, hasta que, siempre dentro de la brevedad, expone de modo rápido e interesante un pensamiento regocijado o satírico, pero siempre ingenioso.

Decía Plinio el Joven del poeta Marco Valerio Marcial , en carta a Cornelio Prisco: “Oigo decir que Valerio Marcial ha muerto y lo llevo con pena. Era un hombre ingenioso, agudo, mordaz y que, escribiendo, tenía a raudales tanto sal como hiel y no menos candor.  Yo le había ayudado con un viático al marcharse; se lo había dado por amistad, pero se lo había dado también por unos versos que compuso sobre mí.  Fue propio de las antiguas costumbres honrar con honores o dinero a quienes habían escrito el elogio ora de los particulares ora de las ciudades. Pero, en nuestra época,  como otras cosas distinguidas y egregias,  también ésta ha caído en desuso entre las primeras.   Porque, luego que hemos dejado de hacer cosas dignas de alabanza, consideramos también inadecuado ser elogiados. ¿Preguntas cuáles son los versos a los que manifesté mi gratitud? Te remitiría a su propio volumen,  si no me supiera algunos de memoria. Si éstos te gustan,  busca los demás en su libro.  Está hablando a la Musa,  le encarga que busque mi casa en el Esquilino, que se acerque con respeto: ‘Pero mira de no llamar a deshora, borracha, a su docta puerta.  Dedica los días enteros a la seria Minerva,  mientras estudia para los oídos de los centunviros lo que los siglos y las generaciones futuras podrán comparar hasta con los papeles de Arpino.  Irás más segura a la hora de las lucernas tardanas. Ésta es tu hora: cuando se entusiasma Baco, cuando la rosa es la reina,  cuando están empapados los cabellos. Entonces, que me lean a mí hasta los rígidos Catones’.

Quien escribió esto de mí, ¿no merecía que lo despidiera entonces con las mejores pruebas de amistad y que me duela ahora como si hubiera muerto mi mejor amigo? Y es que me dio lo máximo que pudo y más me hubiera dado, si hubiera podido. Aunque, ¿qué puede darse al hombre mayor que la gloria,  la alabanza y la eternidad?  Pero es que no será eterno lo que escribió.  Quizás no lo será,  pero él lo escribió como si hubiera de serlo.”

busto del poeta en su ciudad natal


Marco Valerio Marcial nace en Bílbilis (Calatayud), el día 1 de marzo de un año incierto entre el año 38 y el año 41 de nuestra era.  Alrededor del año 64 marchó a Roma para terminar sus estudios jurídicos con la protección de Séneca,  pero la caída en desgracia de éste y su suicidio le dejaron desamparado y le obligó a sobrevivir de forma itinerante como cliente de diversos patronos la mayor parte de los 35 años que pasó allí.  Se ganó sin embargo la amistad de los mayores escritores de ese tiempo,  Plinio el Joven,  Silio Itálico,  el también satírico Juvenal y el gran  Marco Fabio Quintiliano,  que también era hispanorromano.  De la misma manera trabó amistad con el poeta gaditano Canio Rufo.

         Regresó a su Bíbilis natal, y a la vida rural que tanto ansiaba,  el año 98 para pasar sus últimos años. Murió seis años después.  “Era la vida que ansiaba”,  escribió en unos celebres versos su amigo Julio Marcial.

Epitafio de un niño

Aquí estoy enterrado yo, el dolor de Baso, el niño Úrbico, a quien la grandísima Roma dio la raza y el nombre.  Seis meses me faltaban para cumplir los tres años, cuando las tétricas diosas interrumpieron de mala manera su tarea. ¿De qué me ha servido la hermosura, de qué la lengua, de qué la edad? Dedica unas lágrimas, tú que lees esto, a mi túmulo. ¡Ojalá no vaya a las aguas del Leteo, a no ser más tardío que Néstor, el que desees que te sobreviva!


Quieres regalos, no amigos

Me invitabas a tu banquete de cumpleaños a pesar de no ser, Sexto, amigo tuyo. ¿Qué ha sucedido, me pregunto, qué ha sucedido de repente, después de tantas prendas entre nosotros, después de tantos años, que he sido preterido yo, tu viejo camarada? Pero sé la causa. No te ha llegado de mi parte ni una libra de plata hispana depurada ni una toga ligera ni un manto nuevo. No es espórtula la que es objeto de negocio: alimentas regalos, no amigos. Ya vas a decirme: “Que azoten al encargado de las invitaciones”


¿En cuál de tus casas vives?

Tienes casa en las Esquilias, tienes casa en la colina de Diana y el barrio patricio tiene techos tuyos. De este lado tienes a la vista el santuario de la viuda Cibeles, del otro el de Vesta, desde aquí el Júpiter nuevo, desde allá el viejo. Dime dónde encontrarte, dime por qué parte buscarte: quien vive en todas partes, Máximo, no vive en ninguna.

¿Por qué no metes la cabeza?

Zoilo, ¿por qué ensucias la bañera lavándote el culo? Para que se ensucie más, sumerge la cabeza,  Zoilo.

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