5 d’oct. 2016

El río de una sola orilla, 3



“—No es justo. Ernesto Lainez se ha quedado solo, sin nadie que le defienda. En cambio, la familia del cacique se une para proteger la memoria de un individuo que merecería mucha peor suerte. Me rebelo contra eso. Me afecta.

—Tienes injusticias más actuales aquí alrededor. ¿Por qué te vas tan lejos? Cada generación se enfrenta a sus propias peleas. Esta no es la tuya.

—Sí lo es. Me impliqué en esto quizá por casualidad. Me toco a mí. Pero no pienso dejarlo, me he esforzado en descubrir el mensaje, en atar cabos, y ahora que conozco la verdad no voy a consentir que me cierren las puertas. Siempre igual y siempre los mismos. No es pasado. Laura. Son las raíces de algunos de nuestros males.

-Puedes ponerte en plan vengador justiciero. ¿Qué harás? Según tu, la advertencia es seria. Intenta airear lo que sabes y las demandas caerán sobre ti, que no estás en situación de contratar abogados, seamos realistas. Me parece que ese tipo juega con ventaja

—Escribiré una novela.

La idea vino de repente, en ese instante. La literatura disfraza la verdad para que consiga atravesar obstáculos, y a menudo el fingimiento resulta mucho más atronador, se reparte y se aumenta. Cambiaria el nombre de las personas hasta convertirlas en personajes.

(…)

— ¿Habrá mujeres en tu novela?

—La colonia era un mundo de hombres, en todos los sentidos. Pero sí, hay una mujer guineana, tozuda,  que defiende la inocencia de su marido, uno de los ejecutados por el crimen del río Etumbe. Según los informes fue una figura clave Para reabrir el caso.

(…)

Las páginas que vienen a continuación recrean aquella historia. Es toda la verdad, en parte interpretada por mí; el resto de la responsabilidad depende ahora de los lectores.”
 
El río de una sola orilla. Guinea, del crimen del río Etumbe a la independencia.
José Antonio López Hidalgo
Editorial Cal·ligraf, 2015
Pág. 52-55


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