6 d’oct. 2016

l'espineta



Nuestro amigo Joan Salvà, allá por sus años mozos,  frecuento el Calafell de Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma o Ferraté. Con motivo de nuestra reciente visita  a la Casa Barral, quiere compartir con nosotros sus recuerdos de aquellos años:


                         ACERCA DE CARLOS BARRAL –UNA PEQUEÑA HISTORIA

"Corría allá por el año 1970 cuando empecé a frecuentar Calafell. Mis tíos Enrique y Pilar habían comprado un apartamento en Segur, una especie de urbanización en desarrollo dependiente de este municipio, con el fin de pasar los veranos y algunos fines de semana.

Con mi primo Luis íbamos muy a menudo en toda época del año, huyendo de la rutina gris de la escuela y el trabajo en Barcelona. Llegábamos en el tren y rápidamente cogíamos las bicicletas y nos marchábamos a Calafell donde un mundo  lleno de alicientes nos esperaba.

Nos habíamos aficionado a los caballos porque en una de nuestras salidas descubrimos una cuadra cercana al pueblo, donde los alquilaban para dar paseos y en verano necesitaban guías para acompañar a la gente y enseguida nos apuntamos pues teníamos cierta experiencia.

Fue a través de esta actividad que en un par de años comencé a conocer otras personas de mi edad y a hacer amistades estables puesto que acudían también  los fines de semana ya que sus padres poseían viviendas de segunda residencia en “Calafell playa”, distante pocos kilómetros del núcleo original del pueblo, en el interior.

Solíamos hacer “incursiones” en grupo por el núcleo urbano de Calafell para ir a tomar algo y ver chicas, esperando tener  intercambios. En esos años, el turismo iba en auge y estaba plagado de restaurantes, bares, mesones y tablaos, llenos de guiris.

Huyendo de este tinglado, un día iba caminando con mi primo Luis hacia el final del paseo marítimo, buscando un garito que nos habían dicho unos amigos donde ponían buena música  y el ambiente era de gente progre.

Así fue como descubrimos L’Espineta, el bar de la familia Barral, a escasos metros de la casa familiar en una zona de antiguas casas de pescadores, por entonces en el culo del mundo.

Este era un bar muy especial donde se combinaba la posibilidad de comer alguna tapa de origen marino y de tomar copas hasta la madrugada en un ambiente fraternal y de libertad, cosa poco frecuente entonces, favoreciendo la tertulia y el intercambio de ideas.

Recuerdo a Carlos Barral entrando en el local con su vieja gorra de marino y su figura quijotesca saludando informalmente: com ho porteu aixó, nanos?  Coincidíamos con sus hijos en el bar desconociendo el gran poeta y escritor que era ni con quien andaba, siempre rodeado de un halo misterioso. No fue hasta años más tarde, cuando ya había leído suficiente literatura que comprendí  aquellas ausencias al conocer su actividad como editor y la gente con que se relacionaba: Marsé, Ferrater, Garcia Márquez y un largo etcétera.

Me quedo con la imagen de Carlos Barral empujando su barca de vela latina, junto a otros, por la arena, hacia el mar, una madrugada que nos había pillado el amanecer en la playa, con demasiadas cervezas en el cuerpo  y muchas ideas expresadas."

Joan Salvà
Pineda de Mar, Septiembre de 2016


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