“(...)me
encerré en la biblioteca,
también en las largas horas de espera,
y curioseé entre las estanterías. Los libros que, más o menos, se habían salvado del deterioro estaban
confeccionados en un papel basto, poco nutritivo, lo que confirmaba que en el trópico hongos e insectos presumen de escoger una dieta exquisita (…) Me
distraje con un par de crónicas de la sociedad de posguerra, con ciertas alusiones
sospechosas a ciudadanos alemanes que
habían huido de Camerún para
empezar una nueva vida con las rentables plantaciones de cacao. Me aburrí
pronto, y continué revisando
los rincones más apartados de
la biblioteca.
Entonces
lo vi.
Una
carpeta sin pretensiones, sellada por nidos de avispa africana
hechos con el barro oscuro de Luba. Era un hallazgo extraño. Las avispas
africanas no habían elegido ningún otro
objeto. Primero observé
con mucho cuidado; las avispas africanas son enormes y agresivas, no permiten ninguna imprudencia. Después de una aproximación muy cautelosa, con
uno de mis productos tóxicos de reacción
inmediata, comprobé que los nidos
estaban ya vacíos desde hacía tiempo.
Eso significaba que la carpeta no había sido abierta, al menos durante varios años. La cogí y leí el
único rótulo que figuraba como una especie de titulo. Control de albinismo en primates arbóreos.
(…) de los papeles extraía una historia feroz, un revoltijo de
conspiraciones, abusos, crímenes, canibalismo. Me parecía un exceso. Sin
embargo, en el tiempo escaso de mi estancia en Luba creía en la verdad de cualquier
exageración, incluso más con el cuerpo que con la mente. El trópico es un fenómeno
físico que supera la resistencia intelectual.
En los documentos tropecé con una versión apócrifa sobre la
captura del gorila blanco que después fue trasladado al zoológico de Barcelona.
Yo mismo lo visité allí en una ocasión, cuando aún me gustaban los animales
encerrados. Pero la existencia real de nfumu ngui, así se le llamaba en los
textos, no implicaba que todo lo demás fuese cierto. De serlo, el asunto mostraba
unas conclusiones terribles, repugnantes en mi opinión y a pesar de los años
transcurridos. Estaba obsesionándome. La persona, o personaje, que más aparecía,
con diferencia, era un tal Padre Lainez, a quien se le había encomendado una investigación.”
El río de una sola orilla. Guinea,
del crimen del río Etumbe a la independencia.
José Antonio López Hidalgo
Editorial Cal·ligraf, 2015
Pág. 19-21
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