29 de març 2008

De escritores, sociedad y compromiso (I)

La lectura de la obra de Hamsun, así como las intervenciones de algunos miembros del grupo en este Blog con motivo de la misma, han abierto un debate sobre el papel del escritor en la sociedad. Con el fín de animarlo, transcribo, en esta entrada, algunas de las frases que pronunció el dramaturgo inglés Harold Pinter en el discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura del año 2005.



En 1958, escribí lo siguiente:

'No hay grandes diferencias entre realidad y ficción, ni entre lo verdadero y lo falso. Una cosa no es necesariamente verdadera o falsa; puede ser al mismo tiempo verdadera y falsa.'

Creo que estas afirmaciones aún tienen sentido, y aún se aplican a la exploración de la realidad a través del arte. Así que, como escritor, las mantengo, pero como ciudadano no puedo; como ciudadano he de preguntar: ¿Qué es verdad? ¿Qué es mentira?

La verdad en el arte dramático es siempre esquiva. Uno nunca la encuentra del todo, pero su búsqueda llega a ser compulsiva. Claramente, es la búsqueda lo que motiva el empeño. Tu tarea es la búsqueda. De vez en cuando, te tropiezas con la verdad en la oscuridad, chocando con ella o capturando una imagen fugaz o una forma que parece tener relación con la verdad, muy frecuentemente sin que te hayas dado cuenta de ello. Pero la auténtica verdad es que en el arte dramático no hay tal cosa como una verdad única. Hay muchas. Y cada una de ellas se enfrenta a la otra, se alejan, se reflejan entre sí, se ignoran, se burlan la una de la otra, son ciegas a su mera existencia. A veces, sientes que tienes durante un instante la verdad en la mano para que, a continuación, se te escabulla entre los dedos y se pierda.(…)


Así que el lenguaje en el arte es una ambiciosa transacción, unas arenas movedizas, un trampolín, un estanque helado que se puede abrir bajo tus pies, los del autor, en cualquier momento.


Pero, como he dicho, la búsqueda de la verdad no se puede detener nunca. No puede aplazarse, no puede retrasarse. Hay que hacerle frente, ahí mismo, en el acto. (…)


¿Qué le ha pasado a nuestra sensibilidad moral? ¿La hemos tenido alguna vez? ¿Qué significan estas palabras? ¿Se refieren a un término muy raramente utilizado estos días – conciencia? ¿Una conciencia para usar no sólo con nuestros propios actos sino para usar también con nuestra responsabilidad compartida en los actos de los demás? ¿Está todo muerto? (…)


La vida de un escritor es extremadamente vulnerable, apenas una actividad desnuda. No tenemos que llorar por ello. El escritor hace su elección y queda atrapado en ella. Pero es cierto que estás expuesto a todos los vientos, alguno de ellos en verdad helados. Estás solo, por tu cuenta. No encuentras refugio, ni protección - a menos que mientas - en cuyo caso, por supuesto, te habrás construido tu propia protección y, podría decirse, te habrás vuelto un político. (…)


Cuando miramos un espejo pensamos que la imagen que nos ofrece es exacta. Pero si te mueves un milímetro la imagen cambia. Ahora mismo, nosotros estamos mirando un círculo de reflejos sin fin. Pero a veces el escritor tiene que destrozar el espejo - porque es en el otro lado del espejo donde la verdad nos mira a nosotros.
Creo que, a pesar de las enormes dificultades que existen, una firme determinación, inquebrantable, sin vuelta atrás, como ciudadanos, para definir la auténtica verdad de nuestras vidas y nuestras sociedades es una necesidad crucial que nos afecta a todos. Es, de hecho, una obligación.
Si una determinación como ésta no forma parte de nuestra visión política, no tenemos esperanza de restituir lo que casi hemos perdido - la dignidad como personas.

Harold Pinter







1 comentari:

  1. Anònim20:37

    Jo aposto també per una altra responsabilitat, la meva com a lectora. Vull dir que jo no sóc qui per pretendre saber què ha de fer un escriptor, si s'ha de comprometre o no, si cal que la seva obra aporti alguna cosa al seu món, als que té al seu voltant.... Però sí sé què sento jo que vull fer, i què és on m'apunto i a on no... Jo no sóc qui per censurar Hamsun, potser, per les seves creences, però sí tinc prou compromís amb el que sento com per deixar de llegir a qui recolza la mort i la tortura.

    Hi ha el paper de l'escriptor en la societat, però potser el debat es complementa amb un tema en el que sí podem decidir i comprometre'ns: el paper del lector, que elegeix i interperta, que assimila i creix o embileix amb allò amb que alimenta la seva petita ànima assedegada de literatura. Necessitar volar, somniar i viure... ¿ho justifica o no ho justifica tot?

    Fins dissabte!

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