10 de maig 2009

Coloquio "in progress"

Buscamos experta-experto, voluntaria-voluntario para hablar-conversar sobre el tema que ilustra este video y el texto que lo acompaña: PACHAMAMA







Discurso del Jefe indio Seattle, en respuesta al de Isaac I. Stevens, el nuevo Gobernador y Comisionado de Asuntos Indígenas para los Territorios de Washingtton, de 10 de enero de 1854. Uno de los presentes en ese discurso fue el Dr. Henry Smith, que publicó su versión del discurso en el periódico Seattle Sunday Star del 29 de octubre de 1887



"He allí el cielo que ha llorado lágrimas de compasión sobre mi pueblo durante incontables siglos y que, aunque nos pueda parecer inmutable y eterno, puede cambiar. Hoy está despejado. Mañana puede estar encapotado con nubes.

Mis palabras son como las estrellas que nunca cambian. Cualquier cosa que diga Seattle, el gran jefe en Washington puede confiar en ello tanto como él pueda confiar en el regreso del sol o de las estaciones.

El jefe blanco dice que el Gran Jefe en Washington nos envía saludos de amistad y buena voluntad. Esto es muy amable de su parte ya que sabemos que él necesita poco de nuestra amistad. Son muchas sus gentes. Son como la hierba que cubre vastas praderas. Mi gente es poca. Se asemejan a los pocos árboles que se encuentran esparcidos en una pradera azotada por una tormenta. El gran, y, presumo, buen Jefe Blanco, dice que desea comprar nuestra tierra pero que, al mismo tiempo, nos deja suficiente para que vivamos confortablemente. Verdaderamente esto parece ser justo, y aún generoso, ya que el Hombre Rojo no tiene más derechos que él necesite respetar, y la oferta también parece ser sabia ya que no necesitamos más un territorio extenso.

Hubo un tiempo en el que nuestra gente cubría la tierra como las olas en un mar encrespado por el viento cubren el fondo cubierto de conchas. Pero ese tiempo hace mucho que desapareció junto con la grandeza de las tribus que ahora son apenas un recuerdo doloroso. No trataré el tema, ni lloraré sobre eso de nuestra desaparición. No voy a reprochar a mis hermanos cara pálida con haberla acelerado porque también nosotros somos, en algo, responsables de ella.

La juventud es impulsiva. Cuando nuestros jóvenes se enojan por alguna injusticia real o imaginaria, desfiguran sus caras con pintura negra. Denotan, con ello, que sus corazones son negros y que, con frecuencia son crueles e implacables, y nuestros viejos y viejas son incapaces de moderarlos. Siempre ha sido. Así fue cuando el hombre blanco empezó a empujar a nuestros antepasados hacia el oeste. Pero esperemos que nunca regresen las hostilidades entre nosotros. Tendríamos todo que perder y nada que ganar. Los jóvenes consideran como ganancia la venganza, aún al costo de sus propias vidas; pero los viejos, que permanecen en casa en momentos de guerra, y las madres que tienen hijos que perder saben que no es así.

Nuestro buen padre en Washington —ya que presumo que ahora es nuestro padre al igual que suyo, ya que el Rey George ha movido sus fronteras más hacia el norte— nuestro gran y buen padre, digo, nos envía el mensaje de que si hacemos como él desea, él nos protegerá. Sus bravos guerreros serán para nosotros como una erizada pared de fortaleza, y sus maravillosos barcos de guerra llenarán nuestros puertos, para que nuestros antiguos enemigos más al norte—los Haidas y Tsimshias - cesen de asustar a nuestras mujeres, niños y viejos. Realmente él será nuestro padre y nosotros sus hijos.

Pero, ¿puede eso suceder alguna vez? ¡Su Dios no es nuestro Dios! ¡Su Dios ama a su gente y odia a la mía! Él pliega amorosamente sus fuertes brazos protectores alrededor del cara pálida y lo conduce por la mano como un padre conduce a un hijo infante. Pero, él ha desamparado a sus hijos Rojos, si realmente son suyos. Nuestro Dios, el Gran Espíritu, parece que también nos ha abandonado. Su Dios hace que su gente se haga más fuerte cada día. Pronto ellos llenarán todas las tierras.

Nuestro pueblo está menguando como una marea que retrocede rápidamente y que nunca regresará. El Dios del hombre blanco no puede amar a nuestra gente o él los hubiera protegido. Ellos parecen huérfanos que no tienen donde buscar ayuda. ¿Cómo, entonces, podemos ser hermanos? ¿Cómo puede su Dios llegar a ser nuestro Dios y renovar nuestra prosperidad y despertar en nosotros sueños de una grandeza que regresa? Si tenemos un Padre Celestial común, él debe estar parcializado, porque él vino hacia sus hijos cara pálida.

Nosotros nunca lo vimos. Él les dió leyes pero no tuvo palabras para sus niños rojos cuyas prolíficas multitudes una vez llenaban este vasto continente como las estrellas llenan el firmamento. No; somos dos razas diferentes con orígenes diferentes y destinos separados. Hay muy poco en común entre nosotros.

Para nosotros, las cenizas de nuestros antepasados son sagradas y su lugar de reposo es terreno reverenciado. Ustedes se alejan de las tumbas de sus antepasados y aparentemente sin pena. Su religión fue escrita sobre lápidas de piedra por el dedo de hierro de su Dios para que así ustedes no pudieran olvidar.

El Hombre Rojo nunca podría comprender o recordarlo. Nuestra religión es las tradiciones de nuestros antepasados – los sueños de nuestros hombres viejos, dados en las horas solemnes de la noche por el Gran Espíritu; y las visiones de nuestros jefes y está escrita en los corazones de nuestra gente.

Sus muertos dejan de amarlos, así como la tierra natal, tan pronto como traspasan los portales de la tumba y vagan más allá de las estrellas. Ellos pronto son olvidados y nunca regresan.

Nuestros muertos nunca olvidan este hermoso mundo que les dió vida. Ellos todavía aman sus verdes valles, sus rumorosos ríos, sus magníficas montañas, sus apartadas cañadas y lagos y bahías bordeados de verde. Siempre suspiran con un tierno y cariñoso afecto por los seres vivos de corazones solitarios; y con frecuencia regresan del feliz coto de caza para visitarlos, guiarlos, consolarlos, y confortarlos.

Día y noche no pueden convivir. El Hombre Rojo siempre ha rehuido los acercamientos del Hombre Blanco, como la neblina matutina huye antes que aparezca el sol de la mañana. Sin embargo, su proposición parece justa y creo que mi gente la aceptará y se retirará a la reservación que usted le ofrece. Entonces, viviremos separados en paz, ya que las palabras del Gran Jefe Blanco parecen ser las palabras de la naturaleza que hablan a mi gente desde la densa oscuridad.

Importa poco donde pasemos el resto de nuestro días. No serán muchos. La noche del Indio promete ser oscura. Ni siquiera una simple estrella revolotea en su horizonte. Vientos de voz triste se lamentan en la distancia. Un triste destino parece estar en el camino del Hombre Rojo, y donde quiera escuchará los pasos que se aproximan de su cruel destructor y se prepara impasiblemente a enfrentar su destino, como hace el antílope herido que escucha los próximos pasos del cazador.

Una pocas lunas más, unos pocos inviernos más, y ninguno de los descendientes de los poderosos espíritus que alguna vez se movían por esta amplia tierra o vivían en hogares felices, protegidos por el Gran Espíritu, permanecerá para llorar sobre las tumbas de un pueblo que una vez fue más poderoso y con más esperanzas que el suyo.

Pero, ¿por qué debo llorar sobre el destino a destiempo de mi pueblo? Tribus siguen a tribus, y naciones siguen a naciones, como las olas del mar. Es el órden de la naturaleza, y lamentarse es inútil. Su momento de decadencia puede estar distante, pero seguramente llegará, porque aún el Hombre Blanco cuyo Dios caminó y habló con él como un amigo a otro, no puede estar exonerado del destino común. Puede que seamos hermanos, después de todo. Veremos.

Estudiaremos su proposición y cuando hayamos decidido, se lo haremos saber. Pero, si la aceptamos, yo aquí y ahora pongo esta condición, que no se nos niegue el privilegio, sin molestarnos, de visitar en cualquier momento las tumbas de nuestros ancestros, amigos, e hijos. Cada parte de este suelo es sagrado en la consideración de mi pueblo. Cada ladera, cada valle, cada pradera y huerto, ha sido consagrada por algún triste o feliz evento en días hace tiempo desaparecidos.

Aún las rocas, que parecen ser mudas y muertas ya que se tuestan al sol a lo largo de la costa silenciosa, están llenas con las memorias de eventos excitantes conectados con las vidas de mi gente. El mismo polvo sobre el cual ustedes se encuentran, responde con más amor a nuestras pisadas que a las suyas debido a que ha sido enriquecido por la sangre de nuestros antepasados, y nuestros pies desnudos son conscientes del toque simpatético. Nuestros difuntos, bravos, amadas madres, alegres y felices doncellas, y aún los niños que vivieron aquí y se regocijaron aquí por una breve estación, amarán estas soledades sombrías y, durante la caída de la tarde, ellos recibirán a los tenebrosos espíritus que regresan.

Y, cuando el último Hombre Rojo haya perecido, y la memoria de mi tribu se haya convertido en un mito entre el Hombre Blanco, estas playas estarán repletas de muertos invisibles de mi tribu. Y cuando los hijos de sus hijos, se crean solos en el campo, la tienda, el taller, en la carretera, o en el silencio de los bosques sin senderos, ellos no estarán solos. En toda la tierra no hay lugar dedicado a la soledad. En la noche, cuando las calles de sus ciudades y pueblos estén silenciosas y ustedes crean que estén desiertas, ellas estarán atestadas con los huéspedes que regresan y que una vez las llenaban y que todavía aman esta hermosa tierra. El Hombre Blanco nunca estará solo.

Que él sea justo y trate amablemente a mi gente, porque los muertos no son impotentes. "


4 comentaris:

  1. Glòria20:17

    Jo m'apunto al debat, a la conversa entre tots, a reflexionar sobre la Mare Terra, i a anar entre tots "una mica més enllà"...

    Aquí algunes veus de la Mare Terra per començar:

    GEA, HISTORIA DE LA MADRE TIERRA (8 audios)

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  2. Glòria20:22

    AMBIENTE-BOLIVIA: Salve a la Pachamama
    Por Franz Chávez
    LA PAZ, may (IPS) - Protectora, señora espiritual, dueña de la fertilidad, representación de la Virgen María y la Casa Grande, son los significados que los pueblos indígenas de las culturas andinas y de llanuras de Bolivia otorgan a la Tierra, una veneración ahora reconocida por la ONU.

    En la decisión de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) de declarar el Día Internacional de la Madre Tierra, Pachamama en quechua y aymara, a propuesta del presidente de Bolivia, Evo Morales, se recoge la preocupación de los pueblos indígenas de esta región de América por la destrucción del planeta, la acelerada desaparición de bosques y fauna, y la contaminación del agua.

    La celebración pretende que los gobiernos de todo el mundo, los organismos internacionales y el resto del sistema intergubernamental se dediquen cada 22 de abril a crear conciencia de los retos que tiene la humanidad para preservar la salud del planeta, dijo el presidente de la Asamblea General del foro mundial, el nicaragüense Miguel D’Escoto.

    La propuesta de Morales, de la etnia aymara, tiene origen en las ancestrales costumbres de los pueblos indígenas, firmes creyentes en las bondades de la tierra y convencidos de vivir en armonía con la naturaleza.

    Estos principios culturales han caracterizado al gobierno izquierdista de Morales, como se ve en las medidas aplicadas para recuperar los beneficios de la explotación de los hidrocarburos, y para el bienestar colectivo, y proclamar como bienes no privatizables al agua y otros recursos naturales.

    La declaración de la ONU "es un reconocimiento de que la Tierra y sus ecosistemas sustentan nuestras vidas. También realza nuestras responsabilidades de promover la armonía con la naturaleza", sostuvo D’Escoto.

    Pero el pronunciamiento encierra también significados políticos como los expresados por el embajador boliviano en la ONU, Pablo Solón, quien reclama un compromiso de todas las naciones para evitar a la Tierra "los daños de un capitalismo salvaje que sólo ve ganancias y no mide los impactos".

    Solón destacó el contenido de la nueva Constitución boliviana, en vigor desde febrero, que en su artículo 20 reconoce a toda persona el derecho al acceso universal y equitativo a los servicios básicos de agua potable, alcantarillado, electricidad, gas domiciliario, postal y telecomunicaciones.

    Pero la Madre Tierra, conocida por quechuas y aymaras como Pachamama, encierra otros significados desde la visión tradicional de pueblos antiguos

    El antropólogo aymara Ángel Yujra explicó a IPS que la palabra Pachamama viene de dos vocablos aymara y quechua.

    Pacha con su significado de tiempo, espacio y representación del todo, y Mama es la representación de la categoría superior entre las mujeres, el más alto cargo espiritual, político y de autoridad dentro de una cultura o confederación de naciones.

    Ambas palabras unidas representan a la señora con gran autoridad que maneja un espacio territorial como Tiahuanacu o el Tahuantinsuyo, relata Yujra.

    Tiahuanacu es una antigua civilización localizada en la altiplanicie que rodea al lago Titicaca, al oeste de La Paz, y se estima que alcanzó su mayor desarrollo alrededor de 2.000 años antes de Cristo, mientras que el Tahuantinsuyo se erigió como el mayor imperio incaico en el 1200 después de Cristo.

    El Tahuantinsuyo abarcó una amplísima área sudamericana y que hoy comprende a las franja costeras del norte de Chile, Perú y Ecuador, y las zonas por donde se extiende la cordillera de los Andes en Argentina y Bolivia, sobre una superficie aproximada de tres millones de kilómetros cuadrados.

    Según Yujra, el concepto de Pachamama es equivalente a una señora del cosmos de las culturas de los pueblos del sur, hoy conocidas como América Latina.

    En las zonas de llanuras cálidas y bosques ricos en flora y fauna, la Madre Tierra es la Casa Grande que guarda el bosque, el agua, los animales y la naturaleza en su conjunto, expresó a IPS el director de Tierras del ministerio del sector, Bienvenido Zacu.

    La cultura guaraní, a la cual pertenece Zacu, denomina a la tierra como "Ñandereta".

    Los pueblos guarayos, chiquitanos, mojeños y también los guaraníes rinden un culto permanente a la tierra y, como explica Zacu, antes de cazar o pescar, los indígenas de la zona hablan con la naturaleza a manera de un pedido de licencia para obtener los frutos de sus entrañas.

    "No se puede entrar disparando una escopeta al bosque. Hay que pedir permiso con mucha fe para cazar animales silvestres", explicó.

    Los ritos aymaras consideran a la Pachamama como la protectora de todos los nacidos en los pueblos del Sur, y su nombre se asocia a las sociedades agrícolas desarrolladas antiguamente en los pisos ecológicos que comprenden desde la costa, la puna, el altiplano, los valles y la amazonia, sostiene Yujra.

    La Pachamama es considerada la señora de la fertilidad y su evocación es permanente en tiempos de siembra y cosecha en una sociedad agrícola que valora en alto grado el alimento producido por la tierra, según el antropólogo.

    En agradecimiento a la abundante cosecha o para pedir un año con un clima favorable para la producción agrícola, los indígenas andinos realizan un tributo en mayo y agosto.

    Las ofrendas consisten en hierbas elegidas para rituales, dulces, papeles de colores, grasa animal y fetos de llama que se depositan sobre una hoguera a manera de un plato de comida para pedir o agradecer a la Pachamama, describe el antropólogo aymara.

    Otra época en que se agradece a la diosa Tierra es la temporada de lluvias denominada antiguamente Anata, y ahora conocida como carnaval, un tiempo en que los cultivos están florecientes.

    Tras la colonización española, los pueblos indígenas asociaron a la Pachamama con la Virgen María, una costumbre conservada hasta hoy. Yujra indica que ello obedeció a un intento de los jesuitas, principales misiones católicos, por evangelizar a los pueblos nativos y reemplazar a sus dioses y costumbres por la cultura cristiana europea.

    El culto a la Madre Tierra no se ha debilitado en 300 años de coloniaje y la incorporación de la religión católica en los pueblos indígenas ha concluido en un proceso de interculturalidad, donde se comparten patrones culturales a manera de un intercambio de productos espirituales y materiales, afirmó.

    Yujra asegura que a la luz de la nueva Constitución aprobada a instancias del gobierno de Morales, que reconoce los valores culturales de los pueblos indígenas, muchos sacerdotes aymaras dirigen sus pasos a restaurar espacios rituales sagrados, a los espíritus antiguos y al mismo culto a la Pachamama. (FIN/2009)

    Salve a la Pachamama
    Por Franz Chávez

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  3. Glòria20:33

    Que sigui el principi d'un llarg camí de respecte i reconeixement a la Mare Terra :-)

    ONU declara el 22 de abril Día de la Madre Tierra

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