15 de nov. 2015

nagasaki, obertura

calle de NagasaKi


“Hay que imaginarse un cincuentón decepcionado por serlo tanto y tan pronto, domiciliado en las afueras de Nagasaki, en una casita de un barrio con calles de cuestas vertiginosas. Y ver esas serpientes de blando asfalto que reptan hacia la cima de los montes, donde una muralla de caóticos y torcidos bambúes detiene el hervidero urbano de tejados, terrados, techados y sabe Dios qué más. Ahí es donde vivo. ¿Quién soy? Sin querer exagerar, un don nadie. Me aferro a costumbres de soltero que me sirven de parapeto y para decirme que, en el fondo, no tengo mucho que reprocharme.

Una de esas costumbres consiste en seguir lo menos posible a mis compañeros cuando van a tomar unas cervezas o unas copas al salir del trabajo. Prefiero reencontrarme un poco conmigo mismo en mi casa y cenar temprano, en todo caso, nunca después de las seis y media. Si estuviera casado, puede que no me impusiera la misma disciplina y los acompañara más de una vez. Pero no lo estoy (casado). Y, en realidad, tengo cincuenta y seis.”

La intrusa
Éric Faye
salamandra, 2013
pág. 11-12


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