río Duero a su paso por Soria |
Este fin de semana pasado realizamos nuestra
tradicional salida anual, en la que hemos visitado los lugares de la tierra
soriana más identificados con Antonio Machado.
En nuestra primera parada pudimos disfrutar de una de las joyas de la capital, el
monasterio de San Juan de Duero. Hoy solo quedan en pie la iglesia y su magnífico
claustro, restos de un conjunto levantado por la Orden militar de los
Hospitalarios de San Juan de Jerusalén en la primera mitad del siglo XII entre
el monte de las Ánimas, al que le dio fama Gustavo Adolfo Bécquer en una de sus
leyendas, y el río Duero, a las afueras de Soria.
claustro |
detalle capitel de uno de los baldaquinos de la iglesia |
Tras comer, en una de sus terrazas acompañados por
el rumor del río y leer la leyenda bequeriana “El monte de las ánimas”, nos dirigimos
a las Tierras Altas o La Sierra, como la conocen por aquí. Situada en el norte
de la provincia, es una comarca con un clima extremo, inhóspito, azotada constantemente por un viento
impenitente procedente del Moncayo, pero
de una serena belleza paisajística.
Allá, en las tierras altas,
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.
Antonio Machado
Nuestro destino es el núcleo de Valdelavilla, en
la actualidad un centro de turismo rural. Su origen se remonta a los siglos
XI-XII, cuando se repoblaron estas tierras tomadas a Almanzor. El primer
documento que acredita la existencia del Concejo de Valdelavilla es una ejecutoria
firmada por el rey Felipe II y data de 1550. Como muchos núcleos de las tierras
altas sorianas, Valdelavilla siempre estuvo habitada por unas pocas familias.
A mediados del siglo XIX, el municipio desaparece,
ya que se integra en Matasejún; y ya a mediados del siglo XX, cuando su censo
era de unos 60 habitantes, sufre un rápido despoblamiento auspiciado por las
expropiaciones para la repoblación forestal. En 1968 el pueblo queda abandonado.
Tras tomar posesión, Vespres Literaris, de todo un pueblo, realizamos un divertido
taller-juego de barro, en el que quedo demostrado la inventiva y creatividad de
los miembros del grupo.
Una salida muy gratificante
ResponEliminaFin de semana de aprendizaje
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