20 de maig 2016

antonio machado en soria, crónica y IV

Tras despedirnos del singular lugar donde hemos descansado estos dos días,  nos dirigimos al último punto de nuestra ruta: visitaremos la ciudad de Tarazona, ya en tierras zaragozanas, a los pies del Moncayo.

despedida de Valdelavilla


Tarazona atesora un importante patrimonio, testigo de la importancia que tuvo la ciudad desde época romana.  Además de urbanismo medieval, palacios renacentistas, e iglesias y conventos de diferentes épocas y estilos arquitectónicos, cuenta con edificios singulares como  el Palacio Episcopal, la Plaza de Toros Vieja, el Teatro Bellas Artes, la antigua lonja hoy Casa Consistorial, y edificios industriales como la estación de tren y fábricas de principios del s. XX. Pero, por encima de todos ellos, destaca la Catedral de Sta. María de la Huerta, donde conviven el más puro gótico francés, el arte mudéjar y elementos renacentistas únicos en Europa, lo que he llevado a renombrar este edificio único como la capilla Sixtina del renacimiento español.




Abandonada durante decenios, ha sufrido una profunda restauración, inacabada a fecha de hoy,  a lo largo de casi 30 años.

Atravesada por el río Queiles, cuyas aguas curaron al emperador Augusto en su estancia en la ciudad en el siglo I, la dilatada historia de la ciudad arranca en el siglo IV a. C. con la fundación de Turiazu por los celtíberos, pasando a ser romanizada en el siglo I a. C. como Turiaso y adquiriendo el título de sede episcopal probablemente en el siglo V. Todo ello ha dejado un importante patrimonio material e inmaterial que hace que en la ciudad se respire todavía la influencia de las culturas cristiana, musulmana y judía, de las luchas fronterizas entre reinos, y del arte mudéjar, renacentista y barroco.



Tarazona tiene infinitas posibilidades de visita, el paseo por la ciudad puede convertirse en una ruta temática del Mudéjar, de la Judería, del Renacimiento, de la Ciudad conventual, del Barroco o del Patrimonio Industrial; así como reseguir la huella de artistas como Pietro Morone, Ignacio Zuloaga o Gustavo Adolfo Bécquer.




“Tarazona es una ciudad pequeña y antigua; más lejos del movimiento que Tudela, no se nota en ella el mismo adelanto, pero tiene un carácter más original y artístico. Cruzando sus calles con arquillos y retablos, con caserones de piedra llenos de escudos y timbres heráldicos, con altas rejas de hierro de labor exquisita y extraña, hay momentos en que se cree uno transportado a Toledo, la ciudad histórica por excelencia.”

Gustavo Adolfo Bécquer
Carta primera (Monasterio de Veruela, 1864)

Desde mi celda, cartas literarias


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