Un cuento de nuestro amigo Francisco Jesús Galindo Sánchez., que nos desea:
"Mis queridos amigos
de Vespres Literaris, que este nuevo año os regale la fuerza la buena salud, y vuelva a llenaros la vida
de alegría y de ternura, que os regale aún más ideas amables, y dulces sentimientos, y alimente y aliente
vuestra imaginación, para que podáis seguir soñando y creyendo en nuestras
manos como lugar donde siempre habrá algo guardado que nos sirva para despertar
una sonrisa.
Os quiero."
Nosotros también, Francisco.
Y este es el cuento:
AZABACHE Y BLANCO
"Le miré a los ojos, observé su
rostro arañado por el abandono, hallé su gesto rasgado de náufrago en el
turbulento mar de la humanidad egoísta y sin memoria. Acerqué mi oído al
corazón de su silencio. Escuché el latido
de sus lágrimas invisibles, intentando adivinar y comprender el milagro
de la supervivencia y de la vida en aquella mirada sin refugio, en la yerma
tesitura de saberse en un punto de no retorno.
Estas manos afortunadas de recién llegado estrecharon sus manos
deshilachadas, agrietadas, como la tierra misma que sostenía nuestros pasos. Mi
condición de testigo comenzó entonces una apresurada travesía por las densas
barreras de la intemperie física y sensible, percibiendo como propias las
pérdidas y carencias de aquel ser humano viviendo un tiempo que siempre le pasó
de largo, que no aguarda nunca, que dispara a quemarropa al desvalido.
Nunca olvido este momento, el del eterno instante del saludo y del afecto,
con su sencillo y sincero protocolo de bienvenida y acogimiento, fue justo
entonces cuando algo en mí transformó para siempre mi color y el color de mis
actos. Si, dejé de ser blanco, y mi piel comenzó a tomar este definitivo tono
mestizo, mulato, del acaramelado café que precede al azabache de antaño, al
color primero y primitivo con que apareció dibujada la figura de nuestra
especie sobre una tierra ajena a tanta sinrazón.
Nos salvarán nuestros buenos sentimientos, nuestros inquebrantables propósitos
de fraternidad, nuestra pulcra amabilidad en botella de reserva dispuesta para
las ocasiones especiales, lo sé, siempre fue así, por eso aún no ha llegado el
día de nuestra extinción, el de nuestro último viaje al tiempo del olvido…. al
punto donde un naipe marcado navegue en medio de la nada llevando escrito
nuestro nombre."
Francisco Jesús Galindo Sánchez
Sanlúcar de Barrameda, a 10 de enero de 2018.
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